Un viaje psicodélico En el filme de Homero Cirelli, tres amigos suben al cerro cordobés en busca de una fiesta y se pierden. Uno podría resumir la trama de Uritorco y, si bien sería fiel a lo que sucede en la película, no serviría demasiado para explicar la experiencia. De hecho, hasta hace suponer una película que Uritorco no es. Un poco como sucedía en Porno , que Homero Cirelli dirigió en 2006, el título y la trama es una excusa para que el realizador tome la cámara y explore cinematográficamente esos espacios y esas situaciones. Uritorco arranca contando la subida al cerro que una chica argentina y dos venezolanos hacen buscando una fiesta de música electrónica que, les han asegurado amigos vía celular, sucederá esa noche en la cima. Pero el trío se pierde -o la fiesta no existe- y el celular deja de tener señal, por lo que terminan acampando con otras personas (un vendedor de artesanías, una mujer mayor y un personaje extraño y sospechoso). Al otro día, uno de los venezolanos se pierden y la búsqueda cambiará de eje. Más allá de la descripción, lo que Cirelli intenta aquí es poner al espectador en una suerte de trance psicodélico, representando más el estado químicamente alterado de los viajantes que algo parecido a la aventura. Como en sus otros filmes, la cámara de Cirelli se detiene y avanza a través de la naturaleza, montando escenas directamente en relación a la música electrónico-industrial que se impone sobre el espectador. Así, el filme va pasando de la calma, la contemplación y la charla banal a las luces saturadas y los sueños/pesadillas/delirios de los protagonistas, derivados de la experiencia ácido/mística de la subida a ese cerro, que es famoso por su extraña energía y en el que, se supone, se pueden avistar extraterrestres. O, quien dice, encontrarse con uno cuando la noche cae, rojiza y más psicodélica que nunca.
Drogas y Extraterrestres: Una combinación ambigua Homero Cirelli (Porno, 2006; Berlín, 2004) irrumpió en el circuito cinematográfico con piezas que hablaban de una búsqueda estética y narrativa diferente a lo que el mercado venía mostrando, ya sea desde las formas del Nuevo Cine Argentino (NCA) como las convencionalidades del cine más comercial. En Uritorco (2010) da muestra de ello logrando un film complejo más allá de lo banal que puede resultar desde una lectura simplista. Dos venezolanos y una argentina se dirigen a una fiesta electrónica en la cima del cerro Uritorco, pero uno de ellos desaparecerá en el camino. Entre drogas de diseño y extraños seres el film jugará constantemente con la ambigüedad de que sí lo que estamos viendo es real o sólo pasa por la cabeza de los personajes. Uritorco utiliza una estructura que tiene muchos puntos en común con el cine documental pero que en ningún momento pone en duda que lo que estamos viendo es una ficción. Una imagen sucia producida por una cámara en movimientos, encuadres desprolijos y cierta improvisación actoral logran darle al film una impronta que podría asemejarse a películas como El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) o Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) pero sólo en la forma, ya que narrativamente profundiza más allá de lo que podría ser caratulado de simplista. Dos temáticas diferentes, pero que en algún punto se entrelazan, es lo que Homero Cirelli propone como eje de la historia. Drogas y vida extraterrestre. Con este punto de partida resulta casi imposible no armar un debate y sobre todo con la ambigüedad con la que juega constantemente la película. ¿Todo es producto de las drogas o los hechos que se nos presentan son reales? Una pregunta que puede o no tener una respuesta concreta. Quedará en cada uno tratar de responderla. Al igual que en su anteriores trabajos Homero Cirelli logra un film personal que aquellos que siguen su obra sabrán reconocer como uno lo hace con los directores que dejan una huella. A pesar de los errores y defectos que se le pueden encontrar Uritorco es fiel al estilo de un director que sabe diferenciarse de la manada y que apuesta a un cine no convencional.