La noche y sus fantasmas
Vapor transita la noche urbana con la misma fuerza que escudriña en la historia de sus personajes. Ella y él, no hay nombres pero si un pasado y una relación amorosa en común. Cada uno trató de hacer su vida luego de la aventura de la pareja y en el presente el reencuentro con sabor a nostalgia se entremezcla con la propia nostalgia del recuerdo de alguien que ya no está.
El punto de partida es escapar del velorio de su padre, la protagonista se ve abrumada por la situación y el azar la lleva a reencontrarse con aquel confidente que más la conoce. Él escribe historias, esbozo de novela en puerta con gusto a catarsis o ponerle un relato a la idea de la soledad. Mientras tanto, las charlas banales de un paseo que parece no tener destino más que el de caminar las calles como si nadie estuviese alrededor encuentra en la pausa de los diálogos el reposo de la mirada y de una cámara que cumple el rol de narrar más que de filmar.
Los climas de Vapor (2016) se adecuan perfecto al tono del relato, rico en matices en lo que a propuesta visual se refiere y bien llevado desde la química entre Julia Martínez Rubio y Julián Calviño. Su vinculo es creíble, también la distancia que promueve esa separación del pasado.
Vapor es una propuesta atractiva por la austeridad y el buen uso de la economía de recursos, con universo propio que vale la pena descubrir.