Vapor

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

Caminar sobre palabras

La ópera prima de ficción de Mariano Goldgrob (¿Qué sois ahora?, un documental sobre Pequeña Orquesta Reincidentes, 2011), Vapor (2016), es un ensayo sobre el reencuentro de una pareja a partir de un fallecimiento, y la comunicación que entre ambos surge en medio de una calurosa noche cerca de fin de año.

Mientras esperan para despedir a ese cuerpo que los ha unido nuevamente, la pareja decide deambular por la ciudad, recorrerla de punta a punta, para también aprovechar la oportunidad de volverse a ver luego de un tiempo y ponerse al día. A contracorriente de aquello que podría pasar o esperarse, esta pareja (Julia Martinez Rubio y Julián Calviño) se vinculan nuevamente desde el amor y la compasión.

Si en Antes del amanecer (Before Sunset, 1995) Richard Linklater planteaba el deambular como estrategia de conquista, acá Mariano Goldgrob deja la duda durante toda la película si estos ex amantes, quizás en la desesperación de la noche, volverán a unirse.

El film rodea a los personajes con luces que se esfuman, con ruidos nocturnos en el medio de la soledad de las calles. La decisión de llevar el color a un tono que se asemeja al blanco y negro, brinda una opacidad a la imagen que realza la interpretación y reafirma cada gesto y cada movimiento que los protagonistas hagan, por mínimo que sea.

Vapor es una película dinámica, porque en el acompañar a sus personajes, vincularlos con otros, espiar las reacciones ante el encuentro y desencuentro con los demás, hay también una necesidad de unificar el relato lejos de lugares comunes. Todo lo contrario: hay un cine que busca construir el fresco de una pareja que intenta seducirse sin acosarse ni reprocharse nada.

La decisión de una cámara nerviosa, amplia esa necesidad por buscar en la misma caminata que reencuentra a los dos, una justificación a su relato urbano y callejero, porque Vapor es en definitiva eso: un acercamiento maduro a aquellas historias de amor que dejaron de ser tales, y que se convirtieron en recuerdos de algo bello y perdurable, pero que en realidad, terminó trunco sin que nadie sepa por qué.