Vaquero

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con toques del conocido subgénero “cine detrás del cine”, Vaquero se podría denominar mejor como “actor detrás del actor”, porque la ópera prima de Juan Minujín es una lúcida, exhaustiva y por momentos asfixiante indagación acerca de los fantasmas, realidades y rutinas cotidianas de un actor argentino. Un intérprete a veces capacitado y con algún talento pero la mayor parte del tiempo mediocre, frustrado y resentido con el medio que lo rodea. El actor de Un año sin amor y Zenitram conoce muy bien, claro está, los resortes, intimidades, debilidades y desamparos de su condición, pero de todos modos tuvo el discernimiento y la capacidad de observación para poder plasmarlo en este breve y contundente momento fílmico. Su alter ego, con trabajo ocasional en cine y teatro pero con aspiraciones que exceden su módica capacidad expresiva, intenta ser parte de un western norteamericano a manos de un prestigioso e improbable cineasta que opera como todopoderoso manipulador de las ansiedades actorales nativas. Su despiadada voz interior deja en evidencia sus vanidades, perversiones y miserias que lo ponen al borde de lo patético. Brillante y verosímil formalmente, Vaquero se enriquece aún más a través de, precisamente, el aporte actoral del propio Minujin -notable-, Daniel Fanego, Leonardo Sbaraglia, Pilar Gamboa y Guillermo Arengo.