Desenfunda tu mente
Hay que decir que uno tiene las mejores referencias de Juan Minujín, lo sabíamos actor ( "Un año sin amor" y "Sofacama", por ejemplo), y escritor ("Guacho", corto del 2007, también relacionado con esta producción), ha llegado entonces el momento de ver al hombre también, detrás de las cámaras. "Vaquero", es su primer largo y deja mucha tela para cortar.
Supongo que cuando uno ve cine, se predispone a dejarse llevar por sus sentidos y formar parte del juego al que se invita desde la pantalla. No digo que sea el único mecanismo vincular, pero creo que es el que prevalece. "Vaquero" se presenta como una tormenta de ideas a gran velocidad (en una buscada estrategia) que se propone impactar al público, mostrando la cara "políticamente incorrecta" de un actor en ascenso y su complejo derrotero en busca de llegar a las grandes ligas donde se juega lo masivo, el éxito. El problema es que nuestra percepción, pasados los momentos iniciales, el "bombardeo" se estabiliza, y a lo largo del film nunca llegamos a reconocer al film como una unidad, sino como la suma de eficaces elementos (los diálogos, la fotografía, etc) bien resueltos que corporizan un conjunto de ideas interesantes pero pecan de cierta indefinición a la hora de cohesionarse, según nuestro punto de vista.
Julián Lamar (el mismo Minujín) es actor del under. No parece que le vaya mal, está en una obra del off junto a prometedores compañeros. Las primeras secuencias lo presentan talentoso, abstraído y pendiente del movimiento a su alrededor. El tema es que casi abruptamente, el director decide insertarnos en su cabeza y desde ahí, abrirnos las ideas que circulan en su atiborrada mente. A ver, Julián quizás sea como todos (o algunos) los actores del medio, cuya única obsesión es triunfar y ser idolatrados por lo que hacen, pero sus motivaciones aquí tienen un plus, son más físicas, carnales y primitivas. Tiene una fuerte necesidad sexual insatisfecha y odia a todos los que lo rodean si sienten que amenazan u obstaculizan su camino hacia la fama, de alguna manera. Si estamos dentro de su mente, nos sentimos en "Trainspotting", sin vueltas.
No sólo teatro hace Lamar (ya les digo, le va bien aunque el no lo vea así), sino que participa en una tira policial junto a un reconocido actor, un tal Alonso (Leo Sbaraglia), pero ya sabemos, nada lo satisface. Cierto día recibe el dato de que un director americano viene a rodar en Argentina un western y realiza casting para intérpretes de su producción, por lo cual su vida cambiará en función de esa búsqueda. No será fácil obtener un papel en las condiciones emocionales de Julián, así que esa tarea profundizará algunas cuestiones no resueltas por él que podrían complicar la realización de sus anhelos.
"Vaquero" tiene un elenco de lujo, con secundarios de mucho oficio: Daniel Fanego (Lamar padre), el ya nombrado Sbaraglia o la cálida (ex-única) Pilar Gamboa (la vestuarista de la tira). Todos aportan color a los movimientos de Julián, quien apenas logra relacionarse desde lo honesto con ellos, pues él es todo enojo, frustración e impotencia. Hace una gran labor Minujín, este torturado papel le calza a la perfección, su conocimiento del mundo que describe (el del medio) lo ayuda y él se mueve como pez en el agua.
Si bien entiendo el andamiaje de la historia y el sentido de la utilización de recursos, creo (sin embargo) que la narración en off juega en forma bivalente: enriquece e ilumina por un lado, cansa y agobia por el otro. La dualidad marca un ritmo secuenciado que conspira con la aprehensión de la trama y desvía la atención por momentos. También contribuye a esto la ubicación de los planos (que nos acercan a Julián como segunda piel) y el exceso de virulencia en algunos tramos. Muchos colegas hablan de humor negro en "Vaquero" y yo casi no lo percibí, me encantó el clima psicopático que propone y hasta concuerdo con el cierre pero se que en el camino muchos espectadores bajarán el pulgar por el estilo de narración que trae el producto.
Minujín tiene todo para triunfar y seguramente lo hará pronto (hablamos de masividad, por supuesto). Me parece que su opera prima no generará en el boca a boca el empuje necesario para que muchos se animen a verla. No es convencional y sabemos el precio que se paga en la taquilla por ello. "Vaquero" tiene cosas interesantes para ofrecer, quizás si hubiese bajado un cambio (la estridencia de algunos tramos), sería de lo mejor del año.