Va relatando las vivencias de un actor de 33 años, los sentimientos de Julián Lamar (Juan Minujín), todo lo que le sucede en su interior después de presenciar los aplausos y el elogio del público de otra función de teatro, todas las felicitaciones son para otro compañero “el gordo”, luego Julián sube a su auto y se dirige a su casa.
Ya en su casa, allí como en su bunker piensa y expone, con voz en off e imágenes, describe con crudeza y con violencia (hasta la música lo acompaña) sus broncas, su antipatía y su odio, este se encuentra en crisis, no se halla en el sistema, reniega del medio y no le da lugar al amor a una joven mujer (Pilar Gamboa); mantiene constantemente diálogos internos, vive participando de casting, eventos, agentes y filmaciones.
Cuando va a la casa de su familia, su padre (Daniel Fanego) no lo valora, su hermano parece tener una vida de éxitos, para colmo, su padre, fomenta mas su sentir, le dice: “que buen actor es el gordo”, también están siempre los elogios a Martin Alonso (Leonardo Sbaraglia), un actor reconocido, este gana mucho más que él, con quien realiza un trabajo como actor secundario.
Allí es donde comenta que esta por filmar una película con un importante director internacional que se encuentra en la Argentina, pero en realidad primero tiene que asistir a un casting, apuesta al papel principal el de un vaquero, (un western) y las desventuras que debe soportar resultan algo angustiante.
En esta comedia negra logra construir un relato atrapante, estamos frente al mundillo del actor, sobre las hipocresías del mundo actoral, la envidia, la codicia, las vanidades y las miserias, es una propuesta interesante, una buena dirección de arte, un buen trabajo fotográfico de Lucio Bonelli y abusa a mi gusto de la voz en off.