Confesiones de una mente sin recuerdos
La cinematografía chilena, que viene logrando gran repercusión internacional y no solo por el reciente Oscar a Una mujer fantástica (Sebastián Lelio, 2017), es de las que más ha crecido en la región, logrando abordar temas a través de diferentes narrativas y estéticas como de puestas en escena que enfrentan un riesgo muchas veces ausente. Venían a buscarme (2017) es un fiel exponente de cómo se pueden retomar temas como la memoria y la identidad sin caer en lugares comunes.
Nacido en 1974, Álvaro de la Barra era un niño cuando sus padres Alejandro de la Barra y Ana María Puga, militantes del MIR, fueron asesinados por fuerzas de la dictadura pinochetista mientras iban a retirarlo del jardín de infantes al que asistía. Fue sacado de Chile clandestinamente, anotado como hijo natural de Ana María Feres con el nombre de Álvaro Feres Feres. En Venezuela fue adoptado por su tío, el cineasta Pablo de la Barra. Creció rodeado de tabúes y secretos que estaban prohibidos revelar. Recuperar su verdadera identidad y regresar a Chile se transformó en una necesidad. A los 32 el estado chileno recién lo reconoce como hijo de sus padres.
Venían a buscarme es un documental en primera persona que recorre el pasado chileno a través de la construcción de los recuerdos del protagonista, hoy ya un adulto que busca entender lo que pasó para forjar su identidad. Identidad que como la de muchos le fue sustituída. El documental se construye a partir de una investigación rigurosa (y necesaria) que el cineasta conduce desde la actualidad hacia la búsqueda de la verdad. Lo hace a través de charlas familiares y con amigos que se entremezclan con material de archivo, pero donde también aparecen agujeros negros imposibles de resolver.
Como Nicolás Prividera en M (2007) o Albertina Carri en Los rubios (2003), de la Barra, para poder completar las piezas del rompecabezas de su vida, recurre a un relato íntimo y personal, dentro de un contexto macro sociopolítico-histórico, donde lo primordial es contar la historia de sus padres, a la vez que la va conociendo él mismo. Y ese es uno de los ejes principales de un documental único y sorpresivo, donde sólo los indicios de tres fotografías son la única prueba fisica que tiene reconstruir a la familia que en su memoria nunca existió.