Pasión gitana
Vergüenza y respeto expresa la estima del hombre por la mujer en los no escritos mandamientos de la cultura gitana. Ese y otros giros costumbristas que el payo (el no gitano, para los gitanos) no tiene en claro son explorados por el neuquino Tomás Lipgot en su cuarto film. Un curioso de las minorías, como demostró ya en su debut Fortalezas, acerca de gente que vive en instituciones de reclusión, Lipgot muestra el devenir de una familia gitana de José C. Paz. La experiencia del neuquino se demuestra en la fuerza de los testimonios. En José Campos, el abuelo, se centra la voz de autoridad, el mandato de proteger a la mujer, lo cual también implica impedir que se reúna con payas, que vaya a bailar, que tenga el menor atisbo de libertad. Su hijo Juan Manuel (digamos, el pater familias gitano) hace sentir el rigor de la tradición en el modo en que crió a sus hijos; Joel, el más chico, es prueba viva de que pueden seguirse los preceptos sin desmedro de la picaresca criolla y las redes sociales. En el fondo, la música flamenca (ejecutada por Dieguito Campos, un mini Paco de Lucía), recuerda a cada instante la patria andaluza que, según José, se originó una vez al norte de la India.