Lo que podría ser una clásica novela de detectives llevada a la pantalla grande, termina siendo una joya fílmica y lisérgica, surgida de la mente y el arte inconmensurable de PAUL THOMAS ANDERSON. No estamos ante una película fácil, (ninguna de las dirigidas por Anderson lo es) pero es sin dudas, para los amantes del cine de autor, y los buscadores de experiencias fílmicas nuevas o extremas, es esta, la oportunidad de dejarse cautivar por una puesta en escena hipnótica, irreal, surrealista… a medio camino entre el cine de Lynch y Polanski, con un reparto monumental en el que JOAQUIN PHOENIX luce arrollador. Divertida e inquietante, para amar u odiar… sin medias tintas, sin grises, extraña, irresistible… fumona…