Producto para cinéfilos donde sobresale la caracterización de Joaquin Phoenix
Cuando empieza “Vicio propio” (“Inherent Vice”), séptimo largometraje de Paul Thomas Anderson, alguien menciona la actualidad del grupo musical “Country Joe and the Fish”. Ese solo dato permite ubicar que la historia, que gira alrededor del inspector privado Larry “Doc” Sportello (Joaquin Phoenix), transcurre alrededor de 1970. Basta recordar que ese mismo año se estrenó “Woodstock”, donde el grupo nombrado era una de sus máximas atracciones.
Es probable que la novela de Thomas Pynchon en que se basa la película contenga más precisiones sobre la fecha en que tiene lugar la extensa trama de casi 150 minutos del film. Pero al no haber leído el libro resulta difícil corroborarla y también juzgar la fidelidad del argumento al texto original.
Conociendo la obra del realizador Anderson uno está dispuesto a pensar que no hubo mucha traición al extenso libro en que se basa. Y también que la duración algo desmedida de la película es producto de que se necesitaba bastante tiempo para poder presentar tantos personajes. Aunque quizás no todos los del libro estén fílmicamente representados.
Pero el primer mérito a señalar es aun con la gran variedad y cantidad de caracteres el espectador no llega a confundirlos y ello pese a que muchos son “hippies” y hasta pueden parecerse. Hippy es Sportello quien no para de fumar e inhalar toda clase de drogas, con cierta preferencia por la marihuana. Pero también lo es en cierta medida Shasta (Katherine Waterson), una ex pareja que lo visita al inicio para pedirle una ayuda muy especial. Está saliendo con el magnate inmobiliario Michael Z. Wolfman, protagonizado por Eric Roberts. De paso si alguien consulta IMDB podrá observar con asombro que el hermano mayor de Julia aparece en más de 50 proyectos futuros, en filmación o ya listos y que tiene casi 400 “créditos” entre cine y series.
Pero volviendo a Shasta digamos que su preocupación con Wolfman, es que la esposa de éste y un amante serían los responsables de su desaparición y su probable internación en un instituto psiquiátrico para sacárselo de encima.
A poco hará su aparición “Bigfoot”, otro de los personajes importantes de esta historia, con múltiples ramificaciones. Personificado por Josh Brolin es lo que se dice un brusco teniente policial que tilda a “Doc” Sportello de “basura hippy”. Cuando ambos se cruzan el “What’s Up, Doc?” suena como un guiño cinéfilo y en verdad en la película los hay y muchos como la mención de Jimmy Wong Howe, sin duda refiriéndose al famoso director de fotografía chino que en Estados Unidos obtuvo dos Oscars (“La rosa tatuada”, “El indomable”).
La galería de personajes incluye a Coy Harlingen, un “soplón” al que da vida Owen Wilson, en una caracterización bastante alejada de los cómicos o el Gil de “Medianoche en Paris”. Hay otros más episódicos como la fiscal Penny Kimball de Reese Witherspoon o el Esquire Sauncho Smilax de Benicio del Toro, pero uno que se lleva las palmas es el Dr Rudy Blatnoyd del instituto psiquiátrico, que personifica Martin Short.
Hay también una gran cantidad de personajes femeninos como la dos chicas que reciben a Doc en el local “Quick Planet” y le ofrecen diversos servicios sexuales, haciéndole una demostración en vivo mientras que por detrás un cartel muestra los precios de las prestaciones (“old fashion fuck”, “2 girl fuck”, etc ,etc).
“Vicio propio” desde su difícil título mismo, que aquí tiene que ver con las drogas y que en algún momento de las dos horas y media es explicado (referido al negocio de las compañías de seguros y a defectos que no se pueden evitar) no es un film para cualquier público. Ambientada en Los Angeles, por la misma desfilan nombres y personajes que fueron famosos como el clan Manson, la Panteras Negras o el mismo Nixon visto a través de un televisor mientras una voz femenina en off (la cantante Joanna Newson) hace de “narradora” a lo largo de toda la película.
Requiere que el espectador se involucre desde el comienzo mismo y que no se distraiga mucho. Tiene a su favor que no es en nada convencional como tampoco lo son la mayoría de sus personajes. Joaquin Phoenix, que ya había estado en “The Master”, la película inmediatamente anterior de Anderson, es uno de los mayores atractivos.
La banda sonora es muy rica en temas musicales de la década del ’70 y destaca dos composiciones magníficas de Neil Young (“Harvest”, “Journey through the Past”) y otras de Sam Cooke (“Wonderful World”), Minnie Ripperton o la canción japonés “Sukiyaki”.
De todos modos lo nuevo de Paul Thomas Anderson no está entre lo mejor de su carrera y en tren de elegir nos quedamos con “Boogie NIghts – Noches de placer”, su segundo largometraje y primero en estrenarse localmente.