Going To California with an aching in my heart
El nuevo film de Paul Thomas Anderson es un gran viaje. Un recorrido por la California de fines del sesenta junto a Doc Sportello (Joaquin Phoenix) que nos introduce sin escalas a un mundo oscuro del cual desconocemos sus implicancias desde el principio, pero que se desarrolla con una profundidad que no parece tener fondo, en el cual encontramos respuestas limitadas que sugieren mucho más de lo efectivamente resuelven.
Inherent Vice se basa en su libro homónimo de Thomas Pynchon, un conocido escritor norteamericano con una narrativa laberíntica y lisérgica. El film hace honor a las características del escritor, se trata de una ramificación de tramas, de personajes y de misterio que se desvela con el avance del film. Con ambientación en la época del Flower Power, los tiempos de romanticismo bajo el lema de cambiar al mundo, amor y paz, de todo eso en Inherent Vice solamente quedan las drogas, el trauma de Charles Manson todavía sigue rondando en el imaginario popular de la película.
Nada parece limpio, Sportello es el detective hippie que debe investigar la desaparición de un promotor inmobiliario relacionado con su exnovia, en esa búsqueda descubre un mundo clandestino en el cual la comunidad afroamericana se relaciona con neo-nazis, la mafia china hace negocios con dentistas por la heroína de la forma menos pensada, junto a personajes cocainómanos, un policia conservador (Josh Brolin) que utiliza a Sportello en su conveniencia o un saxofonista que se creía desaparecido y está metido en un problema del cual no puede escapar (Owen Wilson). Todo eso es la fauna de personajes y situaciones que el protagonista debe lidiar para encontrar una respuesta.
Una fotografía notable, muy buen elenco y actuaciones, una banda de sónido que acompaña muy bien (a cargo del gran Johnny Greenwood, de Radiohead), con una reminiscencia al cine noir y varias escenas notables, que van entre una comedia sutil, personajes delirantes, lo sensual y el dramatismo. No se trata de un film sencillo de seguir o comentar, hasta puede parecer pesado. Es necesario verla dos o más veces para entenderla un poco más, pero siempre queda algo sin descifrar. Cada personaje se queda con la solución que necesita, pero en definitiva mucho queda sin resolverse.
No importa. En este caso el viaje es lo que atrae y lleva al espectador por ese laberinto con salidas paralelas.