Estrenada en la última edición del BAFICI, Vidrios es una producción que destila independencia artística por todos sus poros. Su estructura es la de un film ensamble, como lo sería cualquiera de las Historia Breves (con las que guarda bastante relación), o en definitiva cualquier film que cuenta varias historias separadas.
En este caso, el hilo conductor tiene que ver más con una cuestión psicológica o de concepto, que con una cuestión temática. Si golpeamos suavemente un vidrio este puede romperse de diferentes maneras, ni siquiera es necesario que empieza a resquebrajarse allí donde lo golpeamos, y las gritas pueden ser mayor o menores, dejarle una pequeña marca o hacer que el vidrio se caiga a pedazos, de acuerdo al impacto.
Esta teoría de la física, los directores Ignacio Bollini y Federico Luis Tachella, y el guionista Fernando Sagal la extrapolan al campo de las relaciones humanas, y de ahí surge Vidrios.
Varias situaciones de encuentros, escenas con dos o tres personas, momentos, ¿Anécdotas” puede ser también; y lo que las une es eso, la alteración de esos encuentros, la explosión interna y externa de los personajes, la onda expansiva que hace que cada vez se rompa más. Hay todo tipo de relaciones, encuentros, amorosos, románticos, de amistad, casuales, momentáneas, oportunas; y diferentes reacciones, impulsivas, de enojo, ira, de amor, de fraternidad. Algunas tienen la capacidad de sorprender en pocos minutos, otras no.
En esta introspección por el comportamiento mínimo del ser humano, lo que más se demuestra es la idenpendendia a la hora de los planteos artísticos, la libertad con la que el proyecto es realizado. Las búsquedas estéticas y narrativas varían dependiendo dependiendo del segmento, pero siempre se ve que hay alguna inquietud.
Lo mismo sucede con la elección de los intérpretes, en un cast numeroso, sobresalen los nombres conocidos del off teatral y los rostros acostumbrados de nuestro cine independiente. Ahí estan Ailín Salas, Nahuel Viale, María Canale, Julian Tello, Ignacio Rogers, Walter Jacob, y los propios directores y guionista; casi como si fuese un trabajo conjunto entre todos para concretar el film desde abajo.
Como sucede siempre con las películas episódicas, hay cortos logrados (muy), y otros no tanto, algunos a los que el formato les queda chico y quisiéramos que se prolongase en un largo individual, y otros en los que la mínima duración les es acorde porque no trascienden del momento simpático; igualmente, vale aclarar que ninguno de los variados momentos llega a un piso de agotamiento.
Con una duración corta (94 minutos para tantos episodios es realmente poco), un entramado en apariencia simple pero con una construcción dramática interesante, y las suficientes búsquedas estéticas como para atrapar al sector del público más inclinado a lo “artístico”; Vidrios es una propuesta a tener en cuenta en nuestra cartelera, tiene los adecuados elementos como para sobresalir y diferenciarse.