Frágil como el cristal
Un compilado de cortometrajes unidos entre sí por un mismo eje temático conforman Vidrios (2013), una producción netamente independiente dirigida por los jóvenes Ignacio Bollini y Federico Luis Tachella con guión de Fernando Segal y un elenco de figuras emergentes del cine y el teatro local.
La alteración del sentido de la cordura resulta el común denominador que une a cada uno de los cortometrajes que integran Vidrios. Hay ira, locura, paranoia, estados que crean conflictos entre dos o tres personas al punto de hacer estallar una relación (romántica, casual o de amistad) en mil pedazos.
Los directores trabajan la fragilidad mental de los seres humanos y como ésta puede alterarse ante un estímulo externo, provocando diferentes reacciones, que dependiendo del estado psicológico en que se encuentran los involucrados, podrá generar un caos o pasar desapercibida.
Como en todo film episódico, el nivel no siempre resulta ser el mismo en cada uno de los capítulos que conforman un film de estas características. Y Vidrios no es la excepción. Interesantes algunos, pasatistas otros. Los hay buenos y no tanto, aunque la cúspide la alcanzan Julián Tello y Walter Jakob en el episodio final. La historia de un encuentro casual entre dos desconocidos donde aquel que pareciera más débil moverá las estructuras del más fuerte, al punto de hacerlo estallar interiormente en mil pedazos.