Estamos ante una de las grandes sorpresas de la edición 2009 del Festival de Mar del Plata, del mismo director de Vil Romance, otra sopresa festivalera (pero en ese caso por la paradójica conjunción de lo errático del resultado final con la buena recepción entre el jurado).
Lo concreto es que este nuevo trabajo de José Campusano es todo aquello que Vil Romance no logró ser: un film sólido, bien contado de principio a fin, con un guión ajustado, con actores excelentemente dirigidos. Además, la historia que se nos cuenta (la relación de un líder motoquero con su familia, su tribu y un outsider que trastoca su cotidianeidad) tiene un interés legítimo que se ve superado incluso por lo efectivo del relato, algo inversamente proporcional a lo que sucedía con su primer opus.
Campusano elige la aspereza para hacer su retrato, opta por un neorealismo bonaerense que mira al refinamiento estético de lejos, apostando por un estilo propio, sucio y desprolijo (gracias Carpo) pero a la vez concreto y sin innecesaria ampulosidad industrial. Lo suyo es cine independiente a todo o nada. Y aquí el caballero, al que podemos imaginar tan motorizado como su ejército de no-actores sobre ruedas, gana.
Bonus Track: Durante el festival llevado a cabo en noviembre del año pasado, gran parte del elenco del film presenció la proyección nocturna en el cine teatro Auditorium, desde las últimas filas, viendo de lejos lo que suelen vivir en el lugar de los hechos, dejándole la experiencia de la cercanía al resto de la audiencia que, por otra parte, recibió con aplausos a esta dura historia sobre duros.