Al maestro con cariño
Ulises de la Orden (Chaco) y Germán Cantore recuperan, con estructura sencilla, entrevistas y material inédito de archivo, la figura de Ricardo Vilca, compositor, músico y maestro rural jujeño en Vilca, la magia del silencio (2019), cálido documental que homenajea a esta figura clave de la cultura norteña, un hombre que no necesitó de flashes y discos de oro para validar su trabajo y apasionamiento.
No es casualidad que la propuesta haya sido seleccionada como la película de apertura del pasado Festival Internacional de Cine de las Alturas, en su Jujuy natal, como tampoco es coincidencia que participen de la película no sólo sus familiares y amigos, sino que en la representación de sus discípulos y colegas, se posibilita la reconstrucción de una figura de la que muy pocos del gran público conocen.
Al igual que otros recientes documentales centrados en figuras de la música regional, aquí se habla del esfuerzo de un hombre que atravesó generaciones y legó una obra única, pero sin correr tras una carrera exitista, al contrario, haciendo del anonimato y el cuidado de su intimidad un santuario.
Intercalando entrevistas, con el propio Vilca desde el archivo hablando y deslumbrando con su talento, la progresión narrativa bucea en una estructura clásica para apelar a la empatía con un hombre que hizo de la docencia y el profesionalismo un sacerdocio.
El recorrido de Vilca, la magia del silencio es simple, pero cuenta con el valioso testimonio audiovisual del artista, haciendo lo que más le gustaba, música, en un registro que además, permite reflexionar sobre el estado del patrimonio cultural en Argentina, librado a la buena de quién sabe y que exige una política de Estado para recuperar piezas claves del folclore popular, entre otras.
Archivos en poder de individuos particulares, materiales valiosísimos de los cuales sus detentores desconocen su real peso, son algunos de los disparadores que particularmente plantea la propuesta si uno analiza más allá de aquello que se evidencia en su superficie temática en este homenaje
Sin caer en obviedades, o en detenerse en la necesidad de ir a por el bronce de Vilca, justamente al evitar subrayados, e intentar exponer objetivamente alguno de los sucesos e hitos de su vida, el recorrido se hace sin sobresaltos, con una fórmula probada de imagen, entrevista, archivo, y nuevamente entrevista.
Tal vez, en esa chatura dramática se imposibilita hacer volar aún más alto a un hombre que transitaba el arte de una forma completamente natural y que en su virtuosismo se ejemplificaba la vida de muchos hombres que en el anonimato, hasta que se los descubre, caminaron sin sorpresas su trayectoria.
En tiempos de influencers, de correr tras la novedad de ayer, de ejercitar innecesariamente la crítica sin sustento, la película se para frente al objeto que desarma y propone, con admiración y pasión, y no por ello negando sus contradicciones y ambigüedades.
Vilca, la magia del silencio habla de la humildad de un hombre, que hizo de la amistad un culto, de su familia un templo, de su vocación un monumento y que nunca dejó de soñar, pero que nunca, también, necesitó de la exposición para demostrar su virtuosismo, conocimiento y musicalidad.