Tempestad e ímpetu
A veces la razón no ayuda a explicar las motivaciones que llevan a una persona a tomar determinadas decisiones en su vida, capaces de provocar en aquellos seres amados un daño irreparable. La infidelidad; la deslealtad en una pareja ya consumada llega por diferentes motivos pero siempre hay uno donde prevalece el egoísmo del uno sobre el otro o cierto espíritu de revancha por no ser correspondido o completado afectivamente.
Tan inexplicable es eso como enamorarse de una persona. Engañarla revela exactamente la misma cara de la moneda pero vista desde un solo espejo porque el reflejo es doloroso y mucho más aún reconocerse como traicionado o en el papel de traidor. Esas ideas abstractas detonan de inmediato en el universo de Viudas, nuevo opus de Marcos Carnevale (conocido también por sus trabajos televisivos como Tratame bien, Para vestir santos, entre otros), comedia dramática que explora íntimamente y humanamente el proceso de duelo de dos mujeres muy diferentes no sólo por sus edades (a una la confunden siempre con la hija de la otra) sino por sus roles sociales, unidas y enfrentadas por el amor hacia el mismo hombre.
A grandes rasgos, esa es la historia de Estela (Graciela Borges) y de Adela (Valeria Bertuccelli), quienes tras la muerte de Augusto se conocen en la peor de las circunstancias como esposa y amante respectivamente. Estela es una documentalista que por descuido u omisión jamás había sospechado que su esposo músico tenía una doble vida con la joven Adela, para quien Augusto representaba no únicamente un amante sino un padre sobreprotector, quien antes de morir le pide a Estela que ocupe su lugar y ayude a la joven en todo lo que necesite.
Así las cosas, en una mezcla de culpa, odio y dolor, ambas viudas comienzan a conocerse en una difícil y compleja relación de convivencia en la que no ahorran maltratos, comentarios injuriosos y algún que otro atisbo de empatía cuando la vulnerabilidad es tanta que genera lástima y solidaridad.
Para ser fieles al título de esta nota podría decirse que las dos mujeres sobreviven como pueden a la tempestad del duelo a fuerza de ímpetu y corazón en una búsqueda incesante de respuestas a preguntas que no la tienen. No es casual que en la trama aparezcan alusiones al romanticismo alemán y al escritor Goethe particularmente con una de sus novelas más emblemática Werther, cuyo argumento gira en torno al despecho amoroso de un joven que decide quitarse la vida por no ser correspondido.
Precisamente ese movimiento alemán denominado Tempestad e Ímpetu intentaba el despojo de lo racional en función de las pasiones y los sentimientos, elementos que predominan en las dos protagonistas en lo que quizá sea la mejor película de Marcos Carnevale a la fecha, quien conjuntamente con la guionista Bernarda Pagés consolidan un film maduro, honesto, bien dirigido y sobre todo con un elenco notable que más allá de la química entre Graciela Borges y Valeria Bertuccelli se destaca por sus personajes secundarios, donde el hallazgo de Martín Bossi con un personaje muy original -y a su medida- merece un aplauso mayúsculo así como la siempre bienvenida Rita Cortese que se complementa a la perfección en su papel de amiga y asistente de Estela.
Viudas es un grato ejemplo de equilibrio narrativo porque desarrolla prolijamente los puntos de vista de sus personajes sin traicionarlos ni sobre exponerlos a situaciones forzosas pero se destaca en gran medida por descubrir matices, huir de estereotipos (el caso de Martín Bossi lo afirma) y encontrar naturalidad y credibilidad en cada escena pensada con un ojo puesto en el espectador y una mano en el corazón.