En 1992 Abel Ferrara estrenó la película Maldito policía (Bad Lieutenant), con un personaje corrupto y machista que logró una identificación con la realidad al punto que los titulares de los diarios comenzaron a utilizar la combinación de "Maldita policía" ante cada noticia de represión y mafia policial.
En este 2014 el director estrena Welcome to New York, una historia que también presenta un personaje machista y corrupto, un funcionario de la burguesía francesa que entra en decadencia a partir de ser denunciado por violación. La historia no sólo es comparable a muchos hechos reales, sino que aunque al comienzo de la película se aclare que sus personajes son de ficción, la trama está basada en el escándalo que involucró al ex director francés del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, cuando en 2011 -en carrera presidencial por el Partido Socialista-, es denunciado por violar a una empleada del lujoso hotel norteamericano en donde se alojaba.
La película, que cuenta con grandes actores como Gerard Depardieu y Jaqueline Bisset, no fue seleccionada para proyectarse en Cannes, pero los distribuidores apostaron a darle visibilidad con unas funciones en una sala independiente en el marco de este certamen francés. Debido a la polémica y las presiones que desató el tema, tampoco consiguió una buena distribución, entonces decidieron hacer un estreno on line por medio de un pago para VOD (video on demand). Una de las primeras experiencias de lo que se llama e-cinema, con estreno simultáneo en Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos y Canadá, que logró 100.000 vistas en sólo la primer semana.
Las imágenes del comienzo muestran al actor Depardieu haciendo de sí mismo y explicando su interés por interpretar a Devereaux (el personaje basado en Strauss-Kahn): "No me gustan los políticos, los odio". Con este impulso personal (contradictorio con sus recientes palabras de apoyo a V. Putin), el actor se funde en el personaje para presentarnos un monstruo. Desde la cima del poder, el dinero y la política burguesa, el decadente Devereaux desnuda sus miserias.
Al igual que en la historia real, el funcionario francés está en pleno ascenso y se promueve para la carrera presidencial. Su mundo rodeado de lujos y dinero es el escenario para la satisfacción de todos sus deseos y fantasías sexuales. Devereaux se siente con el derecho de tocar a cada mujer que pasa por su camino y, a cambio de su dinero, exige ser complacido en todo momento.
Pero el escándalo se desata a partir de una denuncia por violación que realiza la mucama del lujoso hotel norteamericano en donde se hospeda. En la historia real se trató de Nafissatou Diallo, una empleada de origen africano, una trabajadora inmigrante del Bronx. El hecho desató el encarcelamiento de Devereaux -Strauss-Kahn-, primero en prisión y luego domiciliario, y un juicio con contratos millonarios a abogados que consiguieron que sólo quede una causa civil.
La ficción incorpora elementos de documental, la lujosa casa alquilada para prisión domiciliaria que se ve en la película, es la casa en donde pasó sus días Strauss-Kahn esperando el juicio. Otros escenarios, las calles y las vistas de las instituciones financieras, son también los mismas en donde se desarrolló la historia real. El personaje de Jaqueline Bisset que representa a su esposa, también toma todas las características de la esposa real quien acompañó en el juicio al funcionario y político francés.
El establishment francés se encarga de cuidar de su casta política. La película no contó con fondos locales para producción y distribución, y los Festivales le dieron la espalda. Las repercusiones de la película llevaron a los abogados de Strauss-Kahn a presentar demandas contra el director y los productores por difamación.
Según declaraciones de Abel Ferrara a distintos medios de prensa conocemos algunas de sus motivaciones para realizar el film: “Cuando conocí el caso de Strauss-Kahn sentí que la historia me retaba a que la llevara al cine. En todos los periódicos del mundo se registraba su escándalo, y pensé: ¿Nadie sabe quién es ese señor? ¿Nadie sabe quiénes son los banqueros que dominan el mundo?". La actriz Jaqueline Bisset agrega: “Siento que el mundo de la política se ha vuelto tan corrupto que no tengo mucho respeto por él. Estamos siendo dirigidos por corporaciones gigantes, y somos sólo sus juguetes. No es una buena sensación”.
La película de Ferrara retrata un caso particular del mundo del poder, el dinero y los políticos de la burguesía, con sus valores y su impunidad. Un retrato particular de un detestable personaje mundial y sin fronteras.