“Yo, Daniel Blake” es una piña en el pecho, una muestra de que el estado puede ser muy cruel, sea en Inglaterra, en Argentina o en China.
Muchas veces el sistema gana… o siempre? La historia de Daniel Blake, es tan cruel como real, tan inevitable como honesta.
Daniel Blake sufre un infarto y a causa de eso debe dejar de trabajar por un tiempo. A raíz de ello emprende una odisea, porque no es un trámite, para sacar un seguro de desempleo. Las peripecias de este hombre que bordea los sesenta años, es muy similar a las que puede pasar cualquier jubilado o persona adulta por estos lados. La burocracia, el no ponerse en el lugar del otro, el abandono por parte del estado, todas estas realidades se reflejan en este film dirigido por Ken Loach.
En la piel de Daniel Blake está Dave Johns quien hace un trabajo impecable, junto a Hayley Squires que encarna a Katie, una joven con dos hijos que también está transitando un difícil momento; y la vida, o el destino, hace que terminen apoyándose uno al otro y entablando una relación entrañable.
“Yo, Daniel Blake”, te pone en la cara aquello a lo que todos tememos, es un golpe al alma y por momentos hace que se estruje el corazón.
Grandes actuaciones con una historia sencilla en cuanto al contarla, aunque dura para transitarla.