Ken Loach en una de sus obras más representativas
En sus películas, y también en esta, las historias muestran la dignidad de las personas, la solidaridad entre iguales, y la bronca frente a las injusticias.
"No sólo debemos tocar el corazón de la gente", dice el maestro Ken Loach, que desde hace ya 50 años viene emocionando al público de todas partes. Y lo hace con armas nobles, de modo "simple, claro y conciso", como él mismo define su estilo. Sus historias muestran la dignidad de las personas comunes, la solidaridad entre iguales, y la bronca frente a las injusticias de la vida.
Para el caso, el carpintero Daniel Blake es un trabajador de los de antes. Nunca fue a la Obra Social, aunque aportaba todos los meses. Ahora la necesita. Pero los burócratas se la hacen difícil. Personal antipático, firme cumplidor de reglas ridículas. Pedidos encauzados al contestador automático. Formularios a llenarse sólo por internet, sin asesor humano para quien no sepa usar la computadora, etcétera. Pasa en el Reino Unido, pero acá es fácil identificarse.
Pese a tantas molestias, el hombre aún saca fuerzas para defender a una joven madre en situación casi de calle por culpa (parcial) del organismo que debería ayudarla. El hombre también saca fuerzas para dejar públicamente sentado su reclamo. Pero, claro, de a poco se va cansando. ¿Será eso, quizá, lo que quieren los llamados sistemas de ayuda pública? "No solo debemos tocar el corazón de la gente, sino impulsarla a que se pregunte ciertas cosas, y reclame a quien corresponde". Esa es la frase completa de Ken Loach. Y ésta es una de sus obras más representativas y conmovedoras. Curiosamente, burócratas y críticos progres de todas partes lo desdeñan, aduciendo que "ya está remanido". Por suerte no opinó lo mismo el Jurado de Cannes 2016 presidido por George Miller, el de "Mad Max", que le otorgó por unanimidad la Palma de Oro, declarando que su cine es, "decididamente necesario, y muy bueno". Y los actores también son muy buenos.