Difícil no conmoverse con la historia de Yvonne Pierron, la monja francesa que fue compañera de Alice Domon y Léonie Duquet, dos religiosas de la misma nacionalidad que vinieron a trabajar a la Argentina y tuvieron un final trágico: fueron torturadas y arrojadas al Río de la Plata en uno de los "vuelos de la muerte" de la última dictadura militar. Este documental, apoyado en en su memoria, diversos testimonios y buen material de archivo, le rinde un merecido homenaje. Uno de los de los focos de la película es su vínculo con la Liga Agraria, organización dedicada a mejorar las condiciones laborales de los campesinos de Corrientes. Fallecida en 2017, Yvonne aseguraba que "la mejor forma de liberarte es pensar en el otro", toda una declaración de principios.
Esa viejita de pelo gris, tan pequeñita, a quien vemos en las imágenes rodeada de gente afectuosa, que la toma del brazo para ayudarla a caminar, era Yvonne Pierron, la tercera monja francesa, la que se salvó de ser capturada por las otras dos que señaló el marino engañoso, la que, disfrazada y con ayuda de valientes, pudo fugar del país, y luego de Uruguay, que también estaba bajo dictadura. Esa sola parte de su vida daría para una película, que alguna vez se hará, reivindicando de paso a tantos religiosos que se sacrificaron por la gente humilde y nunca figurarán en el santoral progre. Marina Rubino la muestra en esa vida, que también tuvo sus alegrías. Monja misionera, sobreviviente de la Segunda Guerra, enfermera entre los indios y la gente de campo, aliento de la Pastoral Rural y las Ligas Agrarias que impulsó monseñor Alberto Devoto, enfrentando persecución desde 1974 en adelante, ella estaba en Buenos Aires tramitando por los suyos cuando ocurrió aquello. Se salvó, llegó a lugar seguro, pero allí siguió trabajando, fue luego voluntaria en la reconstrucción de Nicaragua, cuando el entusiasmo sandinista no imaginaba que aquello con el tiempo se volvería otra dictadura y volvió, fue testigo en el Juicio a las Juntas y se asentó finalmente en el litoral argentino, junto a los suyos. Su último logro fue levantar un albergue estudiantil en Pueblo Illia, Misiones, donde hoy conviven jóvenes indios e hijos de colonos. Peones, pequeños productores tabacaleros, amigos, un abogado, un sobrino, beneficiados todos con su gracia y ejemplo, aquí dan testimonio. Película llena de afecto, de paz, de mucha búsqueda entre archivos y caminos, y una música suave que llega al alma.
Dirigido por Mariana Rubino el documental nos adentra en la vida de Yvonne Pierron, la monja francesa que fue compañera de Alice Domon y Léonie Duquet, detenidas desaparecidas durante la dictadura, que se salvó casi milagrosamente de correr el mismo destino. Y que declaró en los juicios contra los represores. Pero que además tuvo una vida de sobreviviente, a la segunda guerra mundial y de militante en movimientos populares de nuestro país y de América. Que fue una incansable luchadora y alfabetizadora, de los olvidados, de los pueblos originarios. Una existencia ejemplar, conmovedora y valiosa que conocemos en detalle por este trabajo conmovedor. Sus recuerdos, el afecto y la admiración de quienes la conocieron y trabajaron a su lado, los testimonios más dolorosos y necesarios. Una mujer admirable en un trabajo que hay que ver.
Chiquita y vigorosa… Igual que Yvonne Pierron es la película (casi) homónima que Marina Rubino y el Grupo Documenta filmaron sobre la religiosa francesa que misionó en suelo argentino junto a sus hermanas y compatriotas Alice Domon y Léonie Duquet. En 63 minutos, el documental reconstruye la vida de esta soeur alsaciana que –tras haber sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial– decidió consagrarse a Dios para “ayudar a la gente que necesitaba”. Las declaraciones de Pierron ante cámara conforman la materia prima fundamental de esta semblanza que también se nutre de otras entrevistas (a un sobrino, a compañeros de militancia, a colaboradores, al periodista Horacio Verbitsky), de fotos de álbumes privados y de filmaciones e imágenes de archivos públicos. Entre éstas últimas sobresalen los extractos de un tramo del juicio por la causa ESMA que tuvo lugar en octubre de 2010. En escasas ocasiones Rubino recrea con actores algunos recuerdos de su retratada. La secuencia del encuentro con un toro en plena huida alimenta la noción de una existencia de película. “Yo me salvé porque debía vivir pero luego supe eso” sostiene la monja al principio del largometraje, cuando rememora sus años mozos en una Alsacia disputada por franceses y alemanes. La frase suena a introducción de uno de esos relatos clásicos que adelantan el destino heroico y trascendental del o la protagonista. Aunque privilegia el episodio relacionado con el secuestro, desaparición, tortura y asesinato de Alice y Léonie, Yvonne también les presta atención a otros capítulos biográficos de la religiosa sobreviviente: el trabajo codo a codo con los integrantes de las Ligas Agrarias en la provincia de Corrientes, el breve exilio en Uruguay y Francia, la estadía nicaragüense en los albores de la Revolución Sandinista, el regreso a la Argentina tras la recuperación democrática de 1984. Rubino y equipo filmaron esta semblanza entre 2014 y 2016, poco antes de que Pierron falleciera a sus 88 años en la provincia de Misiones. La lucidez de la monja era tal que reconocía abiertamente algunos olvidos propios de la edad. En este detalle también radica su fortaleza. La obtención de declaraciones extraordinarias como aquélla sobre la condición revolucionaria de Cristo. El hallazgo de material de archivo tan significativo como las respuestas de la religiosa al abogado de los familiares de Domon y Duquet, Horacio Méndez Carreras. La música original compuesta por Nicolás Mazza y Mariano Vélez… Son numerosos los aciertos de este documental tan chiquito y sin embargo contundente como la figura retratada.
Vivir para contarlo Alice Domon y Léonie Duquet eran los nombres de las dos monjas francesas que fueron secuestradas y desaparecidas por la dictadura cívico militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983. Yvonne Pierron era la compañera de ambas que se salvó exiliándose en su propio país. Sobre su figura versa el documental de Marina Rubino, Yvonne (2018). Yvonne Pierron, fallecida en 2017 a los 88 años, era una monja francesa afincada en Argentina que logró salvar su vida saliendo del país y volviendo a Francia pero lamentando el cruel destino final de sus hermanas en la fe, Alice Domon y Leonie Duquet. Antes de radicarse en el país pasó su juventud en Francia durante la Segunda Guerra Mundial e ingresó al convento para tomar los hábitos, luego cruzó el Océano Atlántico hacia la periferia oeste de Buenos Aires, vivió en la Patagonia junto a los Mapuches, en Corrientes con las Ligas Agrarias y se exilió en Francia para más tarde viajar a la Nicaragua sandinista y regresar a la Argentina en democracia, a Misiones, a Pueblo Illia y Posadas, su último lugar en el mundo. Rubino realiza un honesto retrato cinematográfico sobre la figura de Yvonne centrado en una primera parte en los por qué de la persecución por parte del gobierno militar, tanto de ella como de sus dos compañeras (quienes cuidaban al hijo con síndrome de Down del dictador Videla). Para eso se nutre de imágenes de archivo y testimonios que se entrelazan con la participación de Yvonne durante 2010 en el juicio que meses después de su muerte condenó a varios represores por la desaparición de las monjas francesas. El segundo tramo de este valioso documental muestra la participación de la religiosa en la Nicaragua sandinista para concluir con su afincamiento definitivo en la provincia mesopotámica de Misiones. El viaje por la memoria de una luchadora que vivió por y para los demás y que, por su bajo perfil, no fue reconocida en vida como lo hubiera merecido, es el eje sobre el que bucea Yvonne, un retrato íntimo y personal que transita por el amor más allá del horror.
En el relato de la vida de esta mujer que escapó al sistema de horror y tortura militar hay una semilla de esperanza y luz ante la inevitable oscuridad y muerte. Marina Rubio escarba en su relato para construir una película necesaria y dolorosa.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.