Percy Fawcet, el Fitzcarraldo inglés Una de las historias más fascinantes entre las de los exploradores del Amazonas es la del inglés Percy Fawcet, quien después de la Primera Guerra Mundial se adentró en la jungla, aseguró haber encontrado una civilización originaria tan evolucionada como desconocida, fue ridiculizado por el establishment académico, y finalmente desapareció de manera misteriosa al regresar a América del Sur. James Gray, director de sólidos policiales como "Los dueños de la noche", se aparta en esta ocasión del cine negro para probarse en un terreno original, el del género de aventuras amazónicas histórico-alucinatorias, con antecedente de culto como "Aguirre, la ira de Dios", de Werner Herzog, o "La selva esmeralda" de John Boorman. Sobre la base de un libro sobre Fawcet escrito por David Grann, Gray intenta, sensatamente, algo más modesto que el de esos grandes cineastas, y es tratar de ajustarse lo más posible a la historia verídica, o al menos lo que se sabe de ella. Por eso, si bien en "Z: la ciudad prohibida" hay espectaculares escenas de acción que involucran tanto combates en la guerra del 14 como ataques de los indígenas, además de impactantes imágenes relacionadas con la jungla y la navegación por el Amazonas, aquí nadie encontrará un ritmo al estilo Indiana Jones. Esta es una historia extraordinaria, bien narrada y filmada, y con una creíble actuación de Charlie Hunnam como el explorador estelar.
La curiosidad es el horizonte Considerando los días que corren, en general saturados de artificios digitales y -por lo menos en el mainstream- de un tono narrativo en constante pose irónica para apelar al cinismo que difunden los medios de comunicación, una propuesta como Z: La Ciudad Perdida (The Lost City of Z, 2016) resulta toda una rareza. Específicamente hablamos de una anomalía de aventuras que se vuelca hacia un clasicismo que por un lado evita el acartonamiento y por el otro apuesta a lo que podríamos definir como una conjunción entre la dialéctica de las epopeyas por territorios inhóspitos (esas que tanto le fascinaban a los europeos de siglos pasados) y el desarrollo de un personaje central que alza la bandera de la exploración a riesgo de condenar su vida y las de los que lo acompañan (esta es una gesta alejada de la rapiña de los conquistadores y cercana a lo que sería la antropología actual). El mismo realizador y guionista James Gray ha comentado que nunca supo del todo por qué los productores del film le ofrecieron hacerse cargo del proyecto teniendo en cuenta que hasta este momento el susodicho era algo así como un especialista en dramas criminales centrados en la ciudad de New York y poco más, no obstante el giro le vino muy bien y sinceramente esta obra -cuya acción se debate entre Gran Bretaña y el Amazonas- es lo mejor que entregó en toda su carrera. El eje del relato es la figura verídica de Percy Fawcett (interpretado por un muy inspirado Charlie Hunnam), un oficial de la milicia inglesa que a principios del siglo XX se le encomienda cartografiar la frontera selvática entre Bolivia y Brasil a expensas de la Royal Geographical Society, la cual pasó a funcionar como una “mediadora” para evitar una guerra entre ambas naciones por los desacuerdos limítrofes. La multiplicidad de expediciones que en la realidad encabezó Fawcett se reducen a tres en la película: una primera que resulta exitosa y abarca el trazado de los límites regionales, una segunda que es motivada por los descubrimientos arqueológicos del protagonista en la jungla (de improviso encuentra azulejos, vasijas, signos varios y esculturas en madera), y finalmente la famosa y última odisea en pos de hallar lo que Fawcett denominó la “Ciudad Perdida de Z”, una suerte de derivación más razonable y circunspecta de la fábula mítica/ popular en torno a El Dorado y a una civilización que efectivamente vivió en el Amazonas en algún período de la historia de la humanidad, mucho antes de la separación en tribus que encontraron los europeos en la zona al llegar a América. Desde ya que el británico en su momento es ridiculizado por tratar de asignarle a los indígenas locales semejante nivel de sofisticación pero aun así continúa con su pesquisa hasta los últimos instantes de su vida. Gray definitivamente tuvo presente que a su film se lo iba a comparar con otros trabajos similares como las extraordinarias Aguirre, la Ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972) de Werner Herzog y El Dorado (1988) de Carlos Saura, y si bien no llega a esa excelencia y profundidad, de hecho consigue construir un relato de aventuras con el mismo espíritu de obstinación para con el anhelo de buscar lo desconocido y alcanzar esa gloria escurridiza a la que aspiran los pioneros, aquellos cuyo horizonte está iluminado por una curiosidad insaciable e incluso a veces peligrosa. El director sabe condimentar el derrotero con un digno compañero de correrías, Henry Costin (Robert Pattinson), un personaje femenino que lo espera en casa, su esposa Nina (Sienna Miller), y un villano involuntario y bien patético, James Murray (Angus Macfadyen), otro inglés que clama ser un aventurero como Fawcett y termina transformándose en un estorbo insoportable a lo largo de la segunda expedición. Por supuesto que el opus bordea el drama familiar -uno bastante rutinario- cada vez que el protagonista regresa a Europa y así en parte quiebra la magia de lo que podría haber sido una faena ininterrumpida de aventuras por “comarcas salvajes”, aunque a decir verdad no podemos olvidar que la trama del film abarca dos décadas con sus idas y vueltas, a lo que hay que sumar que cada viaje de Fawcett implicaba años de alejamiento para con sus seres queridos y su terruño (Gray hasta se contiene de introducir un feminismo exacerbado y anacrónico -léase fuera de lugar, considerando el contexto histórico- vía la rebeldía de la mujer del héroe, quien sólo en una escena insiste con acompañarlo en la selva). Z: La Ciudad Perdida sabe que la gracia de personajes trotamundos como el presente reside en el hecho de que les importa un comino la familia porque la sienten como un peso muerto a la par de la pasividad, por ello una y otra vez la abandonan para descubrir nuevos caminos…
PELIGROSA OBSESIÓN Un inglés se obsesiona con una ciudad en medio del Amazonas, y ya nos imaginamos como acaba todo. El realizador James Gray no tiene grandes títulos en su haber, pero cosechó muchos elogios gracias a “Z: La Ciudad Perdida” (The Lost City of Z, 2017), un drama biográfico aventurero basado en hechos reales, y en el libro de David Grann, que se mete de lleno en la vida y los sueños de Percy Fawcett (Charlie Hunnam), militar y explorador británico que se obsesionó con encontrar la llamada ciudad Z, una civilización antiquísima perdida en medio del amazonas. Fawcett ya es un veterano de guerra, y un tipo entrado en años aunque sin muchos reconocimientos, cuando la Royal Geographical Society lo envía a la selva boliviana para delimitar las fronteras entre este país y Brasil, a punto de entrar en guerra por el caucho. Estamos en los primeros años del siglo XX, y Percy sólo acepta con la intención de limpiar el nombre de su familia y, con suerte, poner una medalla en su pecho. La experiencia es agobiante, pero el hombre descubre fragmentos de una antigua civilización, ya no de salvajes, sino una gran comunidad capaz de producir utensilios, herramientas y otras cosas. Un hallazgo tan importante como El Dorado que, además, pone en evidencia que todos los hombres sí son iguales. Claro que estas “conjeturas” no caen muy bien entre sus colegas mojigatos, cuyos bigotes se retuercen al ser comparados con los indios incivilizados. Igual, Fawcett consigue el apoyo necesario para una nueva expedición, esta vez, con la intención de encontrar Z y la gloria para el los británicos en medio de una ola de exploraciones globales. Los pensamientos liberales de Percy son compartidos por su esposa Nina (Sienna Miller). Ambos creen en la igualdad de sexos, pero él se rehúsa a que ella lo acompañe en esta nueva aventura, debiéndose quedar en casa con sus dos pequeños hijos, Jack y Bryan. Un poco de razón tiene, ya que la selva inexplorada esconde un montón de peligros, además de las diferentes tribus que allí habitan. Pero el hombre está determinado y vuelve a partir junto a sus compañeros Henry Costin (Robert Pattinson) y Arthur Manley (Edward Ashley). Z se niega a aparecer en el camino de los exploradores, y el regreso al hogar resulta un tanto agridulce. La Primera Guerra Mundial ahora está a la vuelta de la esquina, y las tensiones entre padre e hijo mayor (ahora interpretado por Tom Holland) son cada vez más notorias, sacando a relucir esas largas ausencias del patriarca. Lo cierto es que Percy nunca abandona esta obsesión por la selva y la búsqueda de Z, un parasito que lo acompaña en cada momento y que no lo va a abandonar hasta que logre su cometido. Este es el punto central de la historia, más allá de la aventura por los ríos plagados de pirañas y los aborígenes, a veces violentos, y otras dispuestos a entablar amistad con los extraños. Gray se enfoca en esta manía persistente, pero también en el cambio de paradigma que está atravesando el mundo, y la sociedad británica en general que por un lado se horroriza de la “esclavitud”, pero sigue expandiendo sus “colonias”. Los Fawcett son una pareja de mente abierta que quiere llevar sus ideales más allá del Atlántico, demostrando que no todos eran tan retrógrados por aquel entonces. Estos mismos ideales son los que se transforman en obsesión, y ahí es cuando se confunden las cosas para Percy. “Z: La Ciudad Perdida” se alimenta del cine más clásico. Sus actuaciones no son brillantes, pero funcionan en el conjunto de una historia que se toma su tiempo, al igual que estas exploraciones. Gray cambia Bolivia y Brasil por los paisajes de Columbia, pero evita los clichés y lugares comunes a toda costa, celebrando la rica cultura de los pueblos originarios del Amazonas… y los peligros de interferir con la naturaleza. Gray no necesita artilugios ni grandes efectos especiales. Se enfoca en el hombre y la naturaleza que lo rodea, además de la propia naturaleza humana y el instinto de supervivencia en estos lugares donde la civilización no ha metido sus garras. Eso no significa que los aborígenes no sean civilizados, es más, acá aparece el reconocimiento de que, en la mayoría de los casos, lo son mucho más que los visitantes extranjeros. Pero la película no se enfoca en enfrentar culturas, los prejuicios o emitir juicios de valor, sino en la obsesión de este hombre que desatendió a su esposa y a sus hijos -salvo Jack que decidió seguir los sueños de su padre, tal vez como la única posibilidad de estar a su lado-, un poco, para recibir la aprobación de los demás, ese reconocimiento tardío que llegaría junto con el hallazgo de Z; y otro tanto por orgullo, esa asignatura pendiente de lograr algo por su propia cuenta, dejando así su propia marca en la historia.
El drama del explorador "The lost city of Z" es una aventura dramática distinta de las que estamos acostumbrados a ver en la gran pantalla. Es una historia seria, que se concentra más en los desafíos y dramas físicos y psíquicos que debieron vivir los exploradores que en las maravillas de los lugares que van visitando. Es decir, la película nos va a mostrar jungla, naturaleza salvaje y aborígenes peligrosos, pero por sobre todo el relato está enfocado en el drama de ser un explorador y cómo esto mueve y cambia el espíritu de una persona. Protagoniza el cada vez más ascendente Charlie Hunnam ("Pacific Rim", "Sons of Anarchy") como el explorador Percy Fawcett, un tipo que existió y que fue un gran explorador inglés cuyo objetivo último era encontrar la ciudad de El Dorado. Acompañan en la aventura Robert Pattinson ("Twilight") que la verdad se ha reivindicado como actor tomando roles interesantes, Sienna Miller ("American Sniper") y Tom Holland ("Spider-Man Homecoming"). En general creo que todas las actuaciones están a la altura y es uno de los platos fuertes de la propuesta. Esto en cierta forma es un mérito también del director James Gray, responsable de títulos como "We own the night" y "Two Lovers". El relato se enfoca en el ascenso y transformación del explorador. Cómo comienza con un sueño, la resistencia inicial de sus pares, la consecución del presupuesto para hacer los primeros viajes, los exóticos descubrimientos que para esa época eran impensados, las dificultades de entablar comunicación con culturas muy distintas y finalmente la ambición, ese deseo fuerte que mueve montañas pero que también puede llevar a la muerte. La dinámica del film es sobre todo dramática y se va combinando con momentos de aventura y acción, pero en todo momento se deja claro que la importancia está en los dramas vividos por los protagonistas. Hay una buena puesta en escena, creíble y que lleva al espectador a sentir las dificultades de estar expuesto en la indomable selva amazónica. Una gran película para disfrutar con la óptica dramática. Si lo que está esperando es una aventura de acción y efectos visuales, "The lost city of Z" no es su film, no porque no tenga momentos de este tipo, sino porque la dinámica pasa por lo humano.