Vergel es una película de espacio. Su título ya lo indica: el término significa un lugar con abundancia de plantas, flores y frutas y está asociado normalmente a la felicidad de la vida, a la alegría de vivir. También es una película de colores, mayormente complementarios, es decir aquellos que se oponen dentro del círculo cromático, colores puestos en conflicto que producen una imagen potente, paradisíaca, y muy expresiva en esta segunda película de la argentina Kris Niklison, después de Diletante (2009) en la que había llamado tanto la atención el retrato amoroso de su propia madre: también una mujer en la naturaleza. - Publicidad - El espacio geográfico de Vergel no es el del Paraná, como en Diletante y, aunque también hay mucho verde (el color elegido), se trata aquí de un balcón terraza en un 8vo piso de algún barrio de Buenos Aires. Una pareja brasileña pasaba unos días de vacaciones hasta que el marido muere por un accidente, del que no tenemos mayor detalle. Niklison que escribe, dirige y fotografía espléndidamente su película, retacea con inteligencia la información, la va lanzando de a poco, de modo de no apabullar seguramente. Sobre algunos temas no se sabrá mucho: el accidente tal vez en el rio o en el mar, de quién es ese departamento, una madre postrada en Brasil, un hombre que amenaza por teléfono ante una queja de la dueña por un tequila en una fiesta, la vecina de abajo que tiene la llave y de pronto aparece a regar las plantas. Notable, en ese sentido, el nivel de la enunciación en el desarrollo de este guión: la espera de una mujer mientras se resuelve la entrega del cuerpo de su marido muerto se convierte en el pasaje de entender la muerte del ser amado y de retomar la vida con ese estigma. En el medio estallará una situación amorosa inesperada. Es verano. Todo parece más intenso. Lo que ocurre en ese espacio reducido y algo laberíntico siempre tiene como centro el balcón, incluso en el interior las plantas se proyectan en sombras contra las paredes amarillas. Será allí donde Ana Clara (sabemos su nombre por un mail que se hace mandar por su marido) va a moverse durante esos días. Su único contacto con el exterior será a través de su teléfono: las voces de un oficial, un agente de la fiscalía y la empleada de una cochería son voces que terminan siendo muy importante para la historia, pero donde la película encuentra su punto débil. Demasiado retóricas, demasiado informativas, contrastan fuertemente con lo implícito que maneja el resto. También el exterior del balcón es importante, lo que se ve desde allí: otros balcones, las ventanas, las terrazas, la calle. Bello el momento en el que ella asiste a cierta sinfonía de sonidos (Martín Grignaschi) de los otros vecinos. Jugando con el recurso y la referencia de una ventana indiscreta. La actriz brasileña Camila Morgado (la película es coproducción con Brasil) tiene gran presencia en pantalla pero por momentos cierta teatralidad la deja en lugares de sobreactuación. Es verdad que tiene que manejar un arco de situaciones muy disímiles y muy exigentes. Maricel Alvarez, siempre genial entre la comedia, el amor y el drama. Gran actriz del cine contemporáneo argentino. Niklison logra una película bella, con planos no conformistas, angulaciones cenitales, imágenes fragmentadas, reflejos y desplazamientos de la cámara que producen momentos sigilosos, rítmicos y expectantes. La experimentación visual es notable y resulta realmente el fuerte de la película.
Importante el estreno temprano de La obra secreta, el próximo jueves 18, en este enero caluroso de Buenos Aires. Y esperado film, por varios motivos de los que me voy dando cuenta mientras la veo. Antes que nada, es el primer largometraje dirigido por la historiadora, videoartista, curadora y maestra Graciela Taquini, frecuente colaboradora de este sitio. Reconocemos y admiramos sus cortos de videoarte y el lugar que Graciela se ha ganado en la cultura argentina. Después, es el nuevo opus de Televisión Abierta, productora formada por el tandem Cohn-Duprat y el guionista, actual director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat. Su película inmediatamente anterior, El ciudadano ilustre, tiene sus seguidores y sus otros tantos detractores resultó uno de los tanques del 2016 logrando nominaciones aspirativas al Oscar y a los Goya. Lo que también resulta interesante del estreno de La obra secreta es que de algún modo se podría ver como un bonus track de El hombre de al lado, tal vez la más lograda de las películas del trío creativo, película que daba a conocer algo no muy conocido por el público: que en la ciudad de La Plata existía una casa planeada por el gran arquitecto suizo Le Corbusier. Allí, la ficción giraba en torno a un conflicto entre vecinos, un refinado diseñador gráfico y un hombre bastante particular. El diálogo con El hombre de al lado se produce través de varias citas autoreferenciales en exceso: la aparición de su protagonista Spregelburd en las pantallas de los televisores, y un afiche de la película colgado en la casa misma. Seguramente no tardarán las curadurías que juntarán ambas películas para su proyección. La obra secreta está dividida en tres secciones que se alternan a lo largo de sus 66 minutos: el paseo por las calles de La Plata de un Le Corbusier ficcionado, las visitas guiadas que hace un intolerante arquitecto que encarna Daniel Hendler y por último, los sucesivos planos fijos de los distintos rincones de la casa con rigurosa descripción y horario en modo gráfico en la pantalla. Una pedagogía en la que la película insiste porque es su objetivo central: hablar de la famosa casa, única obra de Le Corbusier en Latinoamérica, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2016. En La obra secreta la mano de la Taquini-video artista no tarda en aparecer: las imágenes de la recreación del viaje en barco que trae a Le Corbusier a la Argentina en 1929 para dar una serie de conferencias son intervenidas con efectos digitales. Tampoco se demora en surgir la Taquini-historiadora del arte: una voz en over en francés cita rápidamente el texto del que saldrán las citas centrales sobre arquitectura “Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo”. El fantasma de Le Corbusier recorrerá desde la terminal de La Plata las calles de esa ciudad caracterizada por su trazado diagonal, inciertamente racional, lanzando una idea fundamental: la arquitectura es una actividad mental, pero también es un hecho plástico. La relación entre lo útil y lo bello de las teorías lecorbusianas se refuerza con esa elección estética de los efectos digitales visuales y sonoros, sólo elegidos para estas escenas. También está la historiadora del arte en las clases con diapositivas que dicta el arquitecto guía de la casa Curutchet. Aunque, tal vez, la sección de ficción que protagoniza Hendler sea la menos feliz, básicamente porque lo ve forzado en un papel que no parece irle muy cómodo. Se ve claramente en la escena del diálogo no-diálogo que tiene hacia el final con el personaje de Le Corbusier. Su rayana admiración se convierte allí en intolerancia hacia el propio admirado. La Casa Curutchet, construida en 1949, fue proyectada por el célebre arquitecto suizo como vivienda para un médico platense y su familia. Ellos nunca vivieron mucho tiempo en el lugar. Y la casa que actualmente es la sede del Colegio de Arquitectos de la Plata ya tiene en el cine argentino su segunda película, y está muy bien.
Lamentablemente, igual que mucha producción europea, el cine italiano no tiene frecuente estreno en Argentina. Desde las buenas películas de Paolo Sorrentino (La grande Belleza o Juventud), las de Enrico Oliveri (Viva la liberta), o de Giusepe Tornatore (La mejor oferta), este año la sorpresa fue la buena Dulces sueños, de Marco Bellochio los seguidores de este cine que son muchos deben conformarse con la cada vez más instalada Semana del Cine italiano. Todo sabor a poco. - Publicidad - En este fin de año, Luna, una fábula siciliana estrenada el jueves pasado, viene con un trayecto interesante dado su paso por Cannes. Se trata de la segunda obra del dúo Fabio Grassadonia y Antonio Piazza (Salvo), extrañamente nombrada fábula en su título de estreno, cuando el titulo original habla de fantasmas (Sicilian Ghost Story). Raro el titulo de estreno y raro el del original porque ni es fábula ni hay fantasmas. Tal vez sea que se trata de una ficción para adolescentes, construida desde el punto de vista de la joven Luna o de la del joven Giuseppe, de modo anárquico ciertamente, y cuya historia remite a un caso real del que nos enteramos casi hacia el final. En los breves minutos iniciales se presenta una historia de amor que se desarrolla en un bosque y se ve rápidamente amenazada por un perro feroz. Sigue en una pista de equitación en la que Giuseppe aparece como un príncipe de cuento de hadas. El primer beso. Un momento de entrada a un prado de flores en la que Luna parece perderse. Y la desaparición de Giuseppe. Todo estirado durante largos minutos en los que no se sabe qué pasó con el chico. Un cambio abrupto de enunciación nos coloca en un auto, un secuestro y la referencia a un padre que debe sacrificarse por la vida de su hijo. Salto que a la película le va a costar algún cambio de rumbo. No tarda en aparecer una lechuza, que conectará con algo extraordinario, una visión alucinada en la que todo se transforma en un laberinto deformado: por su uso excesivo de lentes angulares, o encuadres expresivos o visiones de bosques y fondos de agua. Con normativa de cuento de hadas pero con poco de conciencia crítica hacia un secuestro real que duró más de dos años y que terminó muy mal, tal como informa el crédito final. Luna, una fábula siciliana resulta excesivamente larga, y cargada de ambiciones formales, ampulosa y distanciada de un espectador al que deja en un lugar peligrosamente cómodo y poco estimulante.
Es muy habitual escuchar por estos días que el cine argentino tiene que producir una cantidad de películas directamente proporcional al público interesado en él. O sea, menos. Una nota reciente en el diario de La Nación se pregunta de modo muy rimbombante “Cuantos estrenos de cine son demasiados”. Aunque el periodista habla de los estrenos de modo amplio (este año la cantidad llegaría a los 500) se lee por debajo un problema concreto en relación a las salas que están en condiciones de exhibir esos estrenos. Lo que se dice en términos cuantitativos lo quiero pensar mejor en términos de calidad. - Publicidad - Si fuera tan así que hay “demasiadas peliculas” y que no hay público para verlas, siempre entendiendo que esa figura que se conoce como publico es válida cuando supera el millar, nos perderíamos un universo de ficciones y documentales que registran modos, costumbres, deseos, problemas a los que de otro modo difícilmente asomaríamos. Estoy hablando claro de cine nacional al que le costó tanto producir una buena cantidad de peliculas para tener una industria que hasta hace poco fue la tercera generadora de trabajo en la Argentina. Digo. ¿Como nos vamos a privar de ver Los sentidos que se estrena el próximo jueves 7 de diciembre? ¿Cómo vamos a dejar de conocer Olapacato, ese pueblo perdido en algún lugar de la provincia de Salta construido muy humildemente sobre las vías de un Ferrocarril que ya no pasa? ¿Y de meternos con su maestro en el aula de la escuela de esa poblacion que no llega los 300 habitantes? Parece que Olacapato a 4.090 metros sobre el nivel del mar, es el pueblo más alto de la República Argentina, un record que el documental de Marcelo Burd no menciona pero que si uno navega por internet es fácil de hallar. Si una película genera ese interés de encontrar más datos, de saber más, objetivo cumplido. Burd, junto con Eva Proncet, había hecho ese documental realmente consistente sobre el trabajo de las comunidades bolivianas en la provincia de Buenos Aires llamado El tiempo encontrado, resultó como decíamos en su momento una película para pensar la migración en los tiempos del postcapitalismo. En Los sentidos, su primer film en solitario, el grupo humano que describe también está asediado por ese contexto, la diferencia es que son migrantes sino argentinos viviendo en una población en la que falta la tecnología a la que ya no llega el tren, en la que algunos trabajan en minas sin sistema de seguridad. Los niños y los jóvenes conversan entre ellos sobre esos problemas y lo hacen en medio de su cotidianeidad que consiste en estar en el aula, en el comedor o en su casa con su familia. Burd elige la modalidad de observación con momentos aparentemente guionados y actuados por los protagonistas del lugar: el maestro y director de la escuela (Salomón Ordoñez), la maestra, bibliotecaria y esposa del maestro (Victoria Ramos), La coplera y tejedora Sixta Casimiro, la cocinera de la escuela y capitana del equipo de fútbol femenino de Olacapato, (Florinda Nieva) y la encargada del almacén (Rosa Choque). Sus conversaciones conforman un mundo en el que hay que bajar kilómetros para cargar una garrafa, para comprar zanahorias o para ir a ver a los hijos. Para todo, hay que tomar pequeñas o grandes decisiones y el film acierta en otorgar a cada una de ellas una misma dimensión. En dos momentos se concentra buen parte de lo que estoy diciendo, y son muy conmovedores: el lanzamiento de cohetes hechos con botellas de plástico que les enseña a los chicos a hacer el maestro, y la charla entre el maestro y su esposa sobre volver a Salta para estar con sus hijos. En el medio, se guarda a las cabras por una amenaza de tormenta, se juega al futbol, o el granizo cae sobre un perro. Impecabla fotografia y cámara de Diego Gachassin y el diseño sonoro de Hernán Gerard. Ultima pregunta, realmente creen los que piensan que el cine argentino tiene que producir menos que nos podemos dar el lujo de no ver una película como ést? Véanla, y seguimos conversando. Los sentidos ganó el Premio Especial de Jurado en el 14 Internacional Ethno Film Festival The Heart of Slavonia, Croacia; recibió Mención Especial en la Competencia Latinoamericana en el 17 Festival Internacional de Derechos Humanos, Argentina; Premio Mejor Documental en el 6º Festival de Cine Nacional Leonardo Favio, Argentina; Premio Mejor Largometraje en el Festival Nacional Luz del Desierto, Argentina y Premio DOCA al Mejor Documental Argentino en el Festival de Cine de Santiago del Estero.
Julia (Valentina Bassi) necesita trabajo, no le alcanza con su puesto de camarera en el Casino de Comodoro Rivadavia. Un cliente, Gwynfor, escucha una conversación con su compañera al respecto y le ofrece llevarla hasta la petrolera donde están abriendo puestos administrativos. Rápidamente la película de Ulises Rosell (Bonanza, El etnógrafo) se mete en el espacio que el título promete y del que el relato no va a salir más. Ya en la camioneta, Julia se da cuenta que no hay petrolera, ni trabajo, ni nada de lo prometido y tras un intento de escapar, el vehículo vuelca, saliéndose de la ruta. - Publicidad - Allí se abre la amplitud de la estepa patagónica. Y los dos personajes empiezan a caminar, casi sin parar. La película no ahorra bellos paisajes, fogatas en medio de la roca, descansos bajo algún árbol que protege del sol arrasador. La fotografía de Julián Azpeteguía es precisa y rigurosa, envuelve a los personajes pero nunca los domina: ellos siempre encontrarán algún refugio o algún rancho perdido. En paralelo, la policía comienza la búsqueda de la chica desaparecida con la ayuda de un baqueano, un Germán Silva siempre solvente. Con pocos diálogos, Al desierto es una película de actores que se muestran en su exterioridad. No parece haber conflicto en ese acto de arrebatamiento primitivo del hombre llevándose a una mujer desierto adentro con un fajo de dinero en el bolsillo. ¿Intentando armar una familia? El problema de Al desierto es ideológico. Julia no es cautiva. Es víctima de trata. Hay una distancia histórico-temporal entre una y otra. La cautiva es la mujer blanca arrebatada por el indio durante la conquista del desierto en Argentina en el siglo XIX. Julia es secuestrada por un blanco, rubio más precisamente, en uno de los contextos más agudos de la trata de personas. No se define en ningún momento por qué o para qué ese rapto. Según él,ella está ahí por sus propios medios y puede irse cuando quiera. Cosa que durante buen rato, y peligrosamente, Julia asiente. La osquedad del personaje de Jorge Sessan (qué bueno que el cine argentino haya recuperado a este actor) y su mezcla de ternura, cierta dislocación en el de Valentina Bassi refuerzan aún más esta peligrosidad de creer que un hombre tiene derecho a llevarse por la fuerza a una mujer y hacerla suya, y de que ese acto no solo no es conflictivo sino que puede haber enamoramiento. Esto no es amor, insisto, es trata. Seleccionada para la competencia Internacional en el reciente Festival de Mar del Plata, y antes participó del Festival de San Sebastián.
Otra Sinfonía en la cartelera porteña a partir de este ultimo jueves de noviembre. La otra, Sinfonía para Ana, está siendo todo un éxito para los días que corren. - Publicidad - Sinfonia en abril de Teresa Saporiti (Nelly Omar Cantora Nacional; Un dia de pesca) y Claudio Remedi (Fantasmas de la Patagonia, La ilusión de Noemí) es un film-conmemorativo por los cien años del Genocidio Armenio que tuvo lugar desde el 24 de abril de 1915 hasta 1923. Primero como éxodo y luego como genocidio más de 2 millones de armenios fueron asesinados por turcos del Imperio otomano. Su estreno no alcanzó a ocurrir durante las abundantes celebraciones del 2015. La colectividad armenia es muy importante en nuestro país más de 120 mil personas integradas a esta tierra de inmigrantes por excelencia. Por lo tanto es importante también este homenaje cinematográfico que parte justamente parte de las celebraciones culturales y artísticas en Buenos Aires durante aquel año 2015 y las pone a dialogar con los preparativos de la silenciosa marcha que tuvo lugar a lo largo de la ciudad de Erevan, capital de Armenia, hasta su memorial. Los directores eligen la modalidad de observación como testigos mudos de una construcción desde el presente y desde Argentina mostrando los homenajes en las aulas de las escuelas de la colectividad, los ensayos de los bailes típicos o los coros y haciendo digno tributo a la fecha y a la comunidad. En busca de cierta unidad que el documental no requería, algunas escenas de una mujer que camina por el desierto van apareciendo a lo largo del film, pero la potencia y la asociación de las imágenes que se despliegan en los 70 minutos hubieran alcanzado no solo a la seriedad de lo conmemorativo sino también a la contundencia fílmica de su enunciación.
En los años ´80 y ´90, hacia el fin de la dictadura y comienzo de la democracia argentina, la visibilidad de los homosexuales es liderada por un intelectual y académico de la ciudad de La Plata, fundador de la Comunidad de Homosexuales de Argentina, de la Asociación Gays por los Derechos civiles, promotor de la Marcha del Orgullo y líder de la lucha de la comunidad LGBTIQ en el país. - Publicidad - Había que visibilizar para luchar. “… por el deseo de todas las libertades” tal fue la consigna que permitió construir la historia de libertades logradas por esta comunidad: “Qué más se puede pedir?” dice Gustavo Pecoraro, frente a la placa en la Plaza que lleva e nombre de Carlos Jáuregui. Pecoraro es coguionista y voz-guía de este documental dirigido por Lucas Santa Ana que se estrena el próximo 23 de noviembre, unos días después de una nueva Marcha del orgullo en Buenos Aires. Lleva un título bien sencillo, pero fuerte por la sonoridad también: El puto inolvidable. Se había estrenado en una función especial en la renovada Sala Leopoldo Lugones el pasado día del activismo por la diversidad sexual. La de de la comunidad homosexual argentina es una historia viva; una de las más vanguardistas del mundo, de las pocas que obtuvieron una legislación protectora de sus derechos civiles: la norma por la antidiscriminación sexual en la ciudad de Buenos Aires, o la importantísima ley del matrimonio igualitario. Esa historia tiene personas que la hicieron posible y que la transitaron, Carlos Jáuregui, por ejemplo, de cuya muerte se cumplió el 21° aniversario. Su vida es abordada en el documental de Santa Ana desde su activismo y pensamiento político, el impulso hacia otros grupos vulnerados dentro de la comunidad, como los transexuales, o las estrategias del entramado social de esos años: la iglesia, el poder político, los medios. Santa Ana lo hace desde un despliegue riguroso de fechas significativas en la lucha social y personal de Jáuregui, abundantes testimonios de sus amigos y compañeros de activismo que hacen de este documental una celebración más que digna de un hombre a la vez que de un colectivo. Testimonios: César Cigliutti (actual presidente de la CHA. Fundador de GAYS DC; Ilse Fuskova (activista lesbiana, fundadora de Cuadernos de existencia lesbiana), José Chaya (activista fundador de la CHA, primer pro secretario de la organización elegido en 1984), Marcelo Ferreyra (ex activista de la CHA. Fundador de GAYS DC. Amigo personal de Carlos. Fue uno de los propulsores de la Primera Marcha del Orgullo en 1992), Alejandro Modarelli (Fundador de GAYS DC. Amigo personal de Carlos), Luis Biglié (activista fundador de la CHA, secretario de relaciones internacionales), Kado Kotzer (amigo personal de Pablo Azcona, pareja de Carlos Jáuregui), Martín de Grazia (compilador y colaborador de Orgullo: Carlos Jáuregui, una biografía política de Mabel Bellucci), Marcelo Feldman (integrante del equipo de abogados de GAYS DC. Amigo personal de Carlos), Pastor Roberto González (como miembro de la Iglesia de la comunidad Metropolitana fue uno de los propulsores de la Primera Marcha del Orgullo en 1992), Alejandra Sardá (activista lesbiana fundadora de Las Lunas y las Otras), Mabel Bellucci. Mirá nuestro comentario sobre el libro Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo, Mabela Bellucci
En el panorama del cine argentino actual, Los decentes, no resulta una película cualquiera. La provocación empieza en la predominancia de sus planos generales, rectos y simétricos, suficientemente alejados de los personajes, que esconden más de lo que dicen. - Publicidad - Una mujer asiste a una agencia a una entrevista de trabajo, entre tantas mujeres más. En plano fijo y medio van pasando distintas candidatas, mirando a cámara y contestando las preguntas de la entrevistadora. Hace tiempo que Belén no consigue trabajo, el espectador podrá sospechar que nunca se dedicó a limpiar casas de otros. Llega a un barrio privado en el que la pulcritud es simétricamente proporcional a la frialdad de la dueña de casa y a la soledad de su hijo, un deportista que entrena dificultosamente luchando contra sí mismo. Interesante este personaje que interpreta uno de los guionistas, Martin Shanly. En el momento menos esperado, el guión da un giro que hace confrontar ese mundo con otro muy distinto: del otro lado del cerco, por fuera del límite de este barrio, existe un club nudista al que Belén asoma tímidamente y al que se irá integrando de a poco. La joven tímida y silenciosa formará parte de las actividades de este lugar que impulsa la libertad sexual, el amor por los otros, y el despojamiento de las riquezas, una vida de poesía y música. La soledad y el disconformismo de unos va a chocar con la libertad y la introspección de los otros. Por fuera de ambos, el conurbano bonaerense vitalmente caótico pero también lleno de desigualdades. De allí viene Belén y hacia ahi irá con el guardia de seguridad en un romance improbable, primero a un parque de diversiones y después a un hotel. En la escena del hotel se podrá comprobar cómo con mínimas situaciones el film logra darles densidad a estos personajes. Producida en conjunto con el festival coreano de Jeonju, su guión fue escrito en conjunto con Ana Godoy, Martin Shanly y Ariel Gurevich; con algo del cine del griego Lanthimos (Kynodhontas, Attenberg) su director, el austríaco Lukas Valenta Rinner logra una película minimalista y polémica que no debería pasar desapercibida para el espectador. En Malba Viernes 10 y 24 a las 22:00; sa?bado 11, 18, 25 de noviembre y 2 de diciembre a las 18:00 En Gaumont desde el 16 de noviembre.
eligro de hipnosis a partir del 2 de noviembre en la Sala Lugones. - Publicidad - Difícilmente se pueda olvidar por un tiempo los sonidos y las imágenes de La familia chechena, de Martín Sola (Caja cerrada, El mensajero, Hamdan) multipremiado film Estructurada a partir de tres danzas zicr, baile colectivo sufita, el documental transcribe con insistencia cercana a la oración devocional el universo íntimo de esta danza corporal, sensorial y cargado de atemporalidad, algo cercano a un rezo universal en el rezo musulmán. Lo notable es cómo Martín Sola (Caja cerrada, El mensajero, Hamdan) entiende y da a conocer ese pacto entre lo observacional y la reflexividad, entre lo poético y lo político, entre lo terrible y lo maravilloso a través de una danza tradicional, prohibida por la ocupación rusa, y recuperada como signo de libertad. Al testimonio de la madre de Abubakar sobre la deportación en Siberia cuando era una niña, le sigue otra danza más extrema, más larga, con tomas más en detalle, más cercanas: el seguimiento de las cabezas y los rostros parciales en medio de esa pérdida de sí. Una cosa debe ser borrada por la otra: el dolor de la guerra por la danza. Hay una yuxtaposición curadora, arrebatada en si misma. Tomada desde dentro, vívida, experiencial, la cámara se entromete, choca con los cuerpos, borronea caras y gestos,se pierde en detalles, registra sonidos casi animales. Sola se toma su tiempo: son 16 minutos frenéticos e intensos tras los cuales el ritmo calma en pantallas en negro, que separan momentos de otros. Cuando el mundo checheno parecía algo exclusivamente masculino aparecen las mujeres, primero a través de un retrato cotidiano a través de transparencias en la lente y retratos detrás de postigos, luego con su propia danza. Raramente vemos el espacio más allá de las personas en La familia chechena, todos los paisajes son los paisajes humanos. No parece haber lugar para ninguna amplitud. Chechenia es un país que fue históricamente ocupado por la URSS, su población mayormente musulmana, sometida a la ocupación de las guerras contemporáneas, generaciones enteras son representadas en la familia de Abubakar quien se pregunta en un momento “si una guerra de 1000 años no habrá sido comprimida en solo algunos meses, porque la violencia fue extrema”. Tal vez una danza de mil años es comprimida en un puñado de minutos, de ahi su intensidad y potencia. Excelente. No se la pierdan.
Acerca de la idea de Nación construida sobre la división y el enfrentamiento, el cine argentino tiene en Tierra de los Padres de Nicolás Prividera su ejemplo más exasperado: la confrontación de textos escritos por autores argentinos entre mediados del siglo XIX y fines del siglo XX, leídos entre las tumbas del cementerio de la Recoleta, signó una época. - Publicidad - No es que La muralla criolla que se estrena este próximo jueves sea una continuación del documental de Prividera, pero hay en su postura rigurosa y firme en torno a la construcción de la zanja de Alsina, en la década de 1870, una relación con ese relato histórico de lo nacional como la territorialización de la fronteras entre la civilización de la barbarie. Dicotomía central de la historia de la Argentina: “Un foso es poca cosa pero cuando tiene 400 km de largo es respetable, adquiere un nivel casi dramático.” Ese foso sumamente criticado en la época de su construcción parecía ser una utopía fantasmagórica, sin embargo existió, se realizó y no queda rastro de él. El director de La muralla criolla, Sebastián Díaz (Mataperros) es platense. Logra en tan solo 68 minutos, no solamente informar sino interpretar la importante cantidad de materiales de investigación, fotografías, mapas, artículos de periódicos, documentos y cartas de los caciques indígenas, y se da tiempo para intercalar animación en algunas escenas que vuelven al documental más atractivo y curioso. Muy interesante la exploración sobre el terreno que cubre las ciudades de Carhué, Guaminí, Puán y el pueblo fantasma llamado San Mauricio y los testimonios de historiadores locales, que van haciendo de guías frente a los restos de fortines, las plazas y los monumentos de los generales (algunos, dorados, otros multicolores como el de Levalle en Carhue) Las investigaciones sobre la construcción y en ocasiones los mitos en torno a esa “muralla para abajo”, también conocida como la segunda edición de la muralla china, que con sus 400 km partía en dos la provincia de Buenos Aires y que originalmente iba a tener el doble de extensión e iba a extenderse desde el sur de la procvinica de Córdoba hasta Nueva Roma, muy cerca de Bahia Blanca. Junto al foso: una red de telégrafos y fortines completaban la acción de avance sobre lo que Roca denominaba el desierto argentino: “Nuestro plan es contra el desierto para poblarlo. No contra los indios, para destruirlos.” Son muy importantes los testimonios del historiador Marcelo Valko y de Osvaldo Bayer siempre con su lucidez política. Matanza hereda matanza. Genocidio hereda genocidio. Frase muy contundente que lanza la película y que nos puede hacer pensar en los tiempos nuestros, de nuevos y fatídicos muros utópicos. Estreno: 2 de noviembre CineAR Sala Gaumont Av. Rivadavia 1635 y plataforma CineAR Estrenos SALA 1 HORARIOS DE FUNCIONES 14:50 Y 20:10HS