Estoy leyendo un libro de Ulrich Beck sobre la globalización y descubro esta frase: “Los empresarios han descubierto la nueva fórmula mágica de la riqueza, que no es otra que”capitalismo sin trabajo más capitalismo sin impuestos””. El libro es del 2008, no muy atrás. En el medio de esta lectura, miro la nueva película del grupo Cine Insurgente que estos próximos días va a tener seguramente sus últimas funciones en el Gaumont. Demasiado realista para los momentos que transcurren: la historia de la ciudad de Ingeniero White, a 10 km de la ciudad sureña de Bahía Blanca, puerto y Polo Petroquímico más grande de Latinoamérica. - Publicidad - El documental es duro, pone en permanente contradicción el progreso y el bienestar de la población. Localidades que sufren desde hace dos décadas una creciente desocupación y la contaminación generada por esas empresas que se fueron transnacionalizando, atacando los derechos de los pobladores que en un principio miraron con esperanza la llegada del trabajo. Pero el capitalismo no trae trabajo. Frase contundente si la hay. El desguace de los ferrocarriles y los testimonios de viejos ex trabajadores de los trenes que terminaron donando sus herramientas a uno de los proyectos museísticos más importantes del pais: el Museo FerroWhite; los accidentes laborales producto de la precarización laboral y la falta de seguridad en las plantas que manipulan materiales peligrosos, las madres de los accidentados, la pérdida de la pesca artesanal, base de una cadena económica, Krichmar, Guzzo y Neri, socios conocidos del cine insurgente (Diablo familia y propiedad; El camino de Santiago, Cuba Santa, Seré Millones) eligen el método de las entrevistas a cámara y el montaje probatorio, las imágenes omnipresentes de las industrias, un paisaje de chimeneas que cada vez necesitan menos mano de obra. Esas voces referencian constantemente la avanzada industrial, sobre la tierra y sobre el mar. El dato esperanzador, aunque queda corto, es el debate y la lucha de la gente por restablecer una vida que ya ha sido transformada para siempre.
Varias historias se cruzan en esta historia de amor entre dos alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires durante los oscuros años´70 en Argentina: la de amistad entre Ana e Isa, la de una sociedad viviendo los últimos años del presidente Perón y los primeros de la Dictadura, la del despertar sexual, la militancia y acción de los estudiantes secundarios que surge de la reconstrucción de la novela de Gaby Meik, escrita en homenaje a Magdalena Gallardo, su mejor amiga del colegio, la alumna más joven del Buenos Aires (de sólo 15 años) desaparecida por la dictadura militar. La novela se publicó en el 2004. Ardito y Molina es una pareja de documentalistas argentinos de films tan importantes para el cine como la biografía de Raymundo Gleyzer (Raymundo, 2003), o Corazón de fábrica (2008) sobre la fábrica Zanón, o Moreno (2013). Ambos hoy forman parte de la Asamblea permanente en defensa del cine argentino frente a las políticas actuales en torno a la producción cinematográfica. Aunque hay una densidad antigua en la gravedad de la voz en over sobre la que la película se sostiene, Sinfonía para Ana, resulta su primera película ficcional. El dúo Ernesto Ardito y Virna Molina no abandonan el estilo que tanto los caracteriza: una composición visual sumamente cuidada, bella fotografía mayormente a contraluz, muchos primeros planos, música y sonidos que subrayan, elevan la voz de lo que se dice. A esto se agregan una eficaz dirección de actores, buenas dramatizaciones en Súper 8, y fotografías en blanco y negro que se confunden con las fotografías reales, y una excelente ambientación de época con un protagonismo fundamental de los pasillos, las aulas y los patios del edificio del Colegio. La épica de los temas que suelen elegir, Ardito y Molina la trasladan a una épica de las imágenes. Cuando se la piensa desde el didactismo, la película funciona, porque eso es lo que es y el objeto que persigue: remarcar antes que sugerir, narrar enfáticamente y con ideas bien firmes lo que pasó con los desaparecidos de la escuela emblemática de la Argentina.
Antes que un film sobre la dictadura chilena o sus reverberancias, Los perros es un film sobre una mujer, Mariana, que entra a la madurez de la vida, entre otras cosas, con el último intento de ser madre a través de un tratamiento de fertilidad. No se la nota muy feliz con esto y se rebelará por cierto. Como no se la nota muy feliz con nada, en realidad. - Publicidad - Es hija de un poderoso hombre de la sociedad chilena (detrás del nombre de La Forestal uno imagina temas sociales de todo tipo) y maneja una galería de arte. Al comienzo, las tomas fotográficas de las máscaras monstruosas previene algunas de las cosas que vendrán. Habrá tres menciones a esta actividad artística de Mariana: esa primera escena, la exposición de las fotos y la compra caprichosa de una escultura de un perro a un artista en medio de una fiesta trash. Los perros reales, tal vez de los que hable el título, son dos: en la primera parte, un mestizo que es amenazado por su vecino si sigue apareciendo en su terreno; el otro, un dálmata, símbolo de un “perro para mujeres”, regalo naif de su marido que ella se ocupará de recalcar. Sobre la interpretación simbólica de perros y caballos en la película de Said deberá ocuparse el espectador, que se verá inmerso en el doloroso clima de estos pasados que podría ser el de Argentina, o de cualquier país latinoamericano que haya sufrido una dictadura con la complicidad de muchos sectores sociales. El plano sostenido sobre el cuadro de la niña con los perros también tendrá su eco. Mariana, como toda señora rica, está obligada a cumplir con los deberes y obligaciones de su clase, hace deporte de ricos, y su profesor de equitación resulta ser un coronel retirado acusado de participar en un centro clandestino, cosa que ella irá descubriendo de a poco. El le termina confesando que no se arrepiente. Mariana no es tonta, se hace la tonta. Forma parte de su rebeldía, de su disconformidad con el mundo, con su matrimonio seguramente por conveniencia. El trabajo de su protagonista, Antonia Zegers, es notable. Sabe cargar a su personaje de variantes, de ambigüedades y de riesgos como por ejemplo, el de ser una mujer de 40 años que no conoce lo que pasó en su país. Mariana conoce perfectamente lo que pasó, solo que no le interesa. Si ella se acerca a esa historia es por el juego amoroso que decidirá entablar con este hombre peligroso, un juego de amantes “a lo Camilo Sesto” o como dice la canción que escuchan juntos: “un amor como el mio no se puede ahogar/como una piedra en un río un amor como el mio no se puede acabar/ni estando lejos te olvido, y no se puede quemar porque esta hecho/de fuego,ni perder ni ganar”. Con él soñará brevemente con escapar a Mendoza, del otro lado de la cordillera, escapando además de esa opresiva sumisión femenina a la que la someten., tanto a ella como a todas esas mujeres. Muy interesante Los perros. Hay que darle una oportunidad a esta coproducción entre Chile, Francia, Argentina, Alemania y Portugal que escribió y dirigió notablemente la chilena Marcela Said, despues de El verano de los peces voladores. Se estrenó en la última Semana de la Crítica en Cannes, que acaba de recibir el Premio al Mejor Largometraje de Ficción en el Festival de Cine de Biarritz y el Premio Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastián.
Esperado y no tan logrado regreso donde se destaca la actuación de Harrison Ford - Publicidad - Hay películas que ya pueden calificarse como clásicas y que no necesariamente tienen una antigüedad superior al medio siglo, como son “El ciudadano”, “Casablanca” o “Lo que el viento se llevó”, por sólo citar tres títulos emblemáticos. Es el caso de “Blade Runner”, tercer largometraje de Ridley Scott del año 1982, que con los años fue ganando reconocimiento transformándose en objeto de culto de muchos cinéfilos. En ella Harrison Ford era el “blade runner” Rick Deckard, un policía del futuro, mientras que la acción transcurría en el ahora cercano 2019 en Los Angeles. Su objetivo era asesinar a algunos androides o “replicantes”, como se los denominaba. Se trataba de robots perfectos, basados en la famosa novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick, y que habían escapado al control de sus creadores. La versión original descollaba por su poderoso reparto que incluía entre otros a Rutger Hauer, Edward James Olmos, Daryl Hannah y Sean Young. La que ahora nos ocupa ocurre treinta años después con un nuevo “blade runner” cuyo nombre es un sencillo K (probable alusión a Kafka) y que a diferencia del anterior policía, resulta él mismo ser un replicante. Casi tres horas se toma el director canadiense Denis Villenueve, al que se prefiere en sus películas más tempranas como “Incendies” o “La sospecha” y bastante menos como en la más reciente “La llegada”. K es correctamente interpretado por Ryan Gosling (“Drive”, “La La Land) pero la trama, sobre todo en sus casi dos horas iniciales, es bastante monótona. En la búsqueda de Deckart y de ciertas explicaciones existenciales del replicante se cruzarán diversos personajes, donde destacan los femeninos, como el de su jefa (Robin Wright), la encantadora Joi (Ana de Armas) y la malvada Luv (Sylvia Hoeks) e incluso la versátil Hiam Abbass como Fresia o Mackenzie Davis como Mariette. De los protagonistas masculinos reincide Edward James Olmos, no se luce Jared Leto como otro siniestro personaje y quien mejor luce es Harrison Ford como el ya citado Deckard. Probable nominación al Oscar de reparto y reconocimiento a su carrera, su aparición en la última hora del film levanta un poco la medianía del conjunto.
A una larga la lista de películas filmadas en el Tigre se viene a sumar esta ópera prima de Silvina Schnicer y Ulises Porra Guardiola que se estrenó el jueves pasado en Buenos Aires. Una locación apasionante de río marrón y el verde de la vegetación, bien aprovechada no solo por el cine local sino por el internacional. - Publicidad - El Delta arrecia con su exhuberancia por sobre las vidas irresueltas de dos amigas y sus hijos, una bordeando los 50, la otra los 70. Hay que quedarse un tiempo en esa casa en medio del río, para que no la ocupen o no la tiren abajo los constructores inmobiliarios. Un recuerdo para Aquarius y esa resistencia individual y femenina contra la modernización gentrificadora e irracional de la avanzada inmobiliaria. Mientras tanto, una niña se pierde en la selva. Se extreman algunas relaciones familiares, madre-hijo, madre-hija, se afirman relaciones de amistad, amistades infantiles o se inician amores adolescentes, con cierto clima marteliano. Tigre acierta a partir de un tratamiento de la imagen que dice aquello que las palabras no dicen, apoyándolo en un complejo sonido de la naturaleza (Nahuel Palenque) que capta ese ambiente isleño, por momentos denso, cargado de tensiones inesperadas. El tandem Marini-Ucedo tiene una bella espesura, palabra que se presenta en uno de los primeros diálogos que mantienen, y se transmite en la fotografia exquisita de Iván Gierasinchuk. Tigre tuvo su estreno mundial como película de apertura de la Sección Oficial Discovery en el Festival Internacional de Toronto y en la Competencia Nuev@s Director@s del Festival de San Sebastián donde realizó funciones a sala llena y cosechó buena repercusión entre la crítica. Bella película para no dejar pasar.
“Salí de la ciudad, ribera abajo, al encuentro solitario del barco que aguardaba, sin saber cuándo vendría.” (Zama, Antonio Di Benedetto) Así brilla el comienzo de Zama, la novela de Di Benedetto que, tal como pronuncia Saer en el prólogo de alguna edición representa “oblicuamente, la condición profunda de América, que titila, frágil, en cada uno de nosotros”. La esperadísima cuarta película de Lucrecia Martel, tal vez la representante más digna y más inteligente del cine argentino de los últimos 20 años, adapta la difícil literatura de Di Benedetto con otro brillo, diferente, otro, pero que también resulta apabullante. Elige sus caminos. Avanza, retrocede. Crece como si fuera una fuerza orgánica que se suma a todos los organismos vivos que atraviesan el relato. Y lo hace fascinante. Y también expone, una condición profunda de América, una América en estado virginal: una llama, alter ego irracional, aparece adentro de la oficina de un Gobernador mientras Zama desesperado pide la salida de ese lugar alucinado. Se estrena en Argentina el próximo 28 de setiembre y ya se vive como un momento importante para el cine argentino. Volver a la lectura de la Zama de Di Benedetto se hace un deber placentero: las palabras del autor mendocino: “… embozado por la vegetación, vi un instante de frente, desnudos cuerpos, morenos y dorado-oscuros, y de costado, ocultas las facciones, pues sólo distinguía una nuca y pelo recogido arriba, otro que no supe si era blanco o mulato. No quise seguir mirando, porque me arrebataba y podía ser mulata y yo ni verlas debía, para no soñar con ellas, y predisponerme y venir en derrota.” Las mujeres gritan “mirón” al hombre que las espía desde los pastizales y efectivamente, como en el texto, sale corriendo para después retroceder y ejercer lo que en definitiva hacían los hombres con las mujeres, el poder y la autoridad de la bofetada. Así Diego de Zama arbitra su respeto, cosa que no lo exceptúa de ser un hombre dubitatito atrapado en un ser cuya vida no tiene sentido si no es fuera de ese lugar, y del que paradojicamente tiene que salir. Las voces de los otros que se intercalan a modo de voces subjetivas sugieren otros espacios, otras dimensiones. Un recurso que gracias al trabajo de Guido Berenblum (toda la película tiene un diseño sonoro fascinante) Martel utiliza suficientemente: el niño, el mudo, otro niño. El primer niño lo define: “Diego de Zama el enérgico, el ejecutivo, el pacificador de indios, el que hizo justicia sin emplear la espada” El último niño le susurra una pregunta: si quiere vivir. Zama es una película perfecta. Dividida en tres grandes partes, cada una está marcada por los personajes que acompañan a Zama: en la primera, la más “urbana”, en la que Ventura Prieto (Juan Minujin) y Doña Luciana Piñares de Luenga (la almodovariana Lola Dueñas) la deseada mujer, noble y blanca; en la segunda, el “destierro” a los poblados de indios con un nuevo Gobernador (Daniel Veronese) que no hace otra cosa que aletargar su pedido de traslado; y la tercera y última parte, tal vez la más delirante y febril, la de la misión a la caza del bandido rebelde Vicuña Porto, junto con un capitanejo Hipólito Parrilla (Rafael Spregelburd, el segundo director de teatro) y unos portugueses alienados. Atención con la ambigüedad, cuasi diabólica, del actor brasileño Matheus Nachtergaele que se nombra a sí mismo como el mismo Vicuña Porto. La primera persona del libro marca la enunciación que elige Martel: el actor mexicano Daniel Giménez Cacho (Blancanieves, La cordillera) es el Zama ideal, este hombre, un notario, representante de la corona española en tierras adentradas en la América profunda en medio de un paisaje donde hay un río, una población con la casa del gobernador, algunas casas de blancos y un prostíbulo. La referencia a tierras lejanas es una Buenos Aires ausente y una Europa de donde vienen las copas de cristal envueltas en noticias más frescas de las que suelen circular. Tanto el diseño del color como los sonidos describen,siempre desde la rareza, un territorio marcado por la sensualidad en la primera parte, por la fiebre de la decepción en la segunda, por la desesperación en la tercera. Todos estos estados son palpables desde la imagen, produciendo una sensorialidad única. Sentidos que se marcan como en todo el cine de Martel a través de los cuerpos. Dos momentos para eso: el modo en que se mueven dentro del cuarto las hermanas protegidas por Zama, y la procesión de cuerpos en la secuencia del encuentro entre Zama y Luciana de Luenga. Hay una danza de los cuerpos que la película no escatima, y que llega a su punto culminante en la escena de los prisioneros cerca del final. Para volver a Di Benedetto ya con otros ojos. Por todo estoy y más, desde el 28 de setiembre próximo, Zama enaltecerá al cine argentino, y bien falta le hace. El libro “El mono en el remolino, notas del rodaje de Zama“, de Selva Almada se va a editar en conjunto con el estreno. También la película tiene un documental de rodaje filmado por Manuel Abramovich llamado Años luz. FICHA TÉCNICA Compañía Productora: Rei Cine, Bananeira Filmes Companías Co-productoras: El Deseo, Patagonik, MPM Film, Canana, Lemming Film, KNM, O Som e a Fúria, Louverture Films, Schortcut Films, Telecine, Bertha Foundation, Perdomo Pictures, Picnic Producciones. Países de coproducción: Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, México, Portugal. Guión & Dirección: Lucrecia Martel Productores: Benjamín Domenech, Santiago Gallelli, Matías Roveda, Vania Catani. Coproductores: Esther García, Agustín Almodovar, Pedro Almodovar, Juan Pablo Galli, Juan Vera, Alejandro Cacetta, Marie Pierre Macia, Claire Gádea, Pablo Cruz, Eva Eisenloeffel, Leontine Petit, Joost De Vries, Michel Merkt, Luís Urbano, Joslyn Barnes, Danny Glover, Susan Rockefeller, Georges Schoucair, Juan Perdomo, Natalia Meta. Productores Ejecutivos: Angelisa Stein, Gael García Bernal, Diego Luna. Productores Asociados: Juan Manuel Collado, Guillermo Kuitca, Fabiana Tiscornia, Julia Solomonoff, Gonzalo Rodríguez Bubis. Ventas Internacionales: The Match Factory Distribuidora en Argentina y Latinoamérica: Buena Vista International Con el apoyo de: INCAA, ANCINE, FSA – Fundo Setorial Do Audiovisual, BRDE, Mecenazgo Cultural – Buenos Aires Ciudad, Fundación Ernesto Sábato, ICAA, Programa Ibermedia, CNC – Aide Aux Cinémas Du Monde, Ministére Des Affaires Étrangérs et Du Développement International – Institut Français, EFICINE 189, Netherlands Film Fund, Netherlands Film Production Incentive, Protect What Is Precious, CBA Worldview, Alta Definición Argentina. Y el apoyo especial de UNCUYO Universidad Nacional de Cuyo, Ministerio de Cultura y Turismo de la Provincia de Salta, Instituto de Cultura de Corrientes, Ministerio de Turismo de Corrientes. Director de Producción: Javier Leoz Asistente de Dirección: Fabiana Tiscornia Director de Fotografía: Rui Poças Directora de Arte: Renata Pinheiro Vestuario: Julio Suárez Maquillaje: Marisa Amenta Peinado: Alberto Moccia Montaje: Miguel Schverdfinger, Karen Harley Diseño de Sonido: Guido Berenblum Mezcla: Emmanuel Croset Casting: Verónica Souto, Natalia Smirnoff ELENCO Daniel Giménez Cacho, Lola Dueñas, Matheus Nacthergaele, Juan Minujín, Nahuel Cano, Mariana Nunes, Rafael Spregelburd, Carlos Defeo, Willy Lemos, Ivan Moschner, Daniel Veronese, Vando Villamil, Paula Grinzspan.
Temporada de caza Por Alejandra Portela -15 septiembre, 201700 Compartir en Facebook Compartir en Twitter La ópera prima de Natalia Garagiola acaba de ganar en el Festival de Venecia el Premio del Público en la Semana de la Crítica, y muy rápida y oportunamente se estrena en Buenos Aires. - Publicidad - Uno de los primeros aciertos que tiene este film argentino realmente notable, salido de la cantera de la Universidad del Cine y la productora de Gonzalo Tobal (director de Villegas), es sin duda la elección de su protagonista: Lautaro Bettoni tiene una presencia en pantalla como hace rato no se veía. Un personaje muy Xavier Dolan: el adolescente rebelde, acuciado por la muerte reciente de su madre y por la circunstancia de vivir obligatoriamente con un padre que no reconoce y un ambiente al que no se adapta, le cabe perfecto a este jovencísimo actor de teatro seleccionado en el casting que lo hace debutar en el cine. La química de Bettoni con Germán Palacios y esa relación padre-hijo que construyen, va mutando en distintas tonalidades de dureza y frialdad hacia lugares de encuentro que tienen que ver con el conocimiento del otro. Temporada de caza está filmada en Neuquén, el paisaje es el imponente espacio nevado de Chapelco. Durante toda la historia, Nahuel mantiene su ropa de ciudad, el contacto con un grupo de jóvenes lo adentra en todos los tips de los adolescentes sureños: desde la cerveza hasta el hip hop, o el graffiti en un vidrio que se transparenta en el lago; también la reunión junto al fuego con los cazadores amigos de su padre lo irá amigando con ese entorno tan distinto al suyo: el de las armas que van a tener a lo largo del film un lugar importante. Otro gran acierto es el punto de vista. En la primera secuencia hay una pelea entre jugadores de rugby que es visto desde la mirada del grupo de jugadoras de hockey, y una de ellas en particular. Nunca se entiende mucho desde el punto de vista femenino el estallido de la violencia masculina. Tampoco la dureza de las relaciones. El breve encuentro entre el padre biológico (Germán Palacios) y el padre adoptivo (Boy Olmi) está más cargado de silencios que de palabras. Y esto es lo parece enfatizar la enunciación, siempre alimentando una distancia suficiente como para notar la frialdad y sequedad que el relato sostiene y que parte de esa primera escena. También hay una cuestión de relevancia y es la de la pertenencia a una clase social. El tercer y último logro de Temporada de caza es que no tiene audacias formales, y no está limitado por eso: sus planos generales y panorámicos son esperables, descriptivos, contenedores de situaciones y personajes, podríamos decir que la película de Garagiola tiene una hibridez amable entre el cine de sugerencia y el buen clasicismo cinematográfico.
Qué buena película que es Toublanc. Realizada en del marco del programa “Año Saer” propuestas que homenajean al escritor santafecino. Se proyecta en el Malba desde este sábado que pasó. Planos poderosos, nunca conformistas (prestar atención a las tomas de altura en algunas los espacios van a quedar levemente vacíos), tiempos justificadamente aletargados que sostienen una narración duplicada en dos geografías, en dos universos que parecen ser el mismo: Francia y Argentina; París y Santa Fe; Rennes y Santa Fe. Un hombre y una mujer sólo conectados por el milagro del mundo Saer y el mundo Fund. Iván Fund, (director de Me perdí hace una semana o La risa, codirector junto a Santiago Loza de Los labios). Hablando de Loza, coguionista y coproductor de Toublanc, aquí otra vez aparece el idioma francés como en la película que habíamos llamado alguna vez “la más francesa del cine argentino, quizás”, la bella Si je suis perdu, c’est pas grave. El francés como uno de los motivos centrales: aprender, enseñar y hablar francés. Las tres cosas forman parte de lo mismo: el lenguaje es una herramienta amorosa. Desde el principio hasta el final Toublanc trabaja con esos recursos. Durante los créditos, a través los planos descriptivos de dos ciudades y dos geografías que van a situar dos historias: en Francia, un inspector solitario (Nicolás Azalbert), cuyo apellido da titulo al film, con un pequeño hijo, tiene que investigar el asesinato de un joven. Los testimonios son apenas una excusa para explayar imagen e idioma. No hay enigma policial, solo el regodeo del encuadre y el personaje. En Santa Fe, una profesora de francés (Maricel Álvarez) se ve atrapada por la misteriosa carta de un joven alumno y el misterio de un crimen al que solo asiste un caballo que parece vagar por lugares imposibles. Ambas historias transcurren en mundos paralelos y entrelazados, tanto que aparentan tener algo en común, cuando lo que los une es en realidad un clima, un estado de la imagen, una memoria, y muchos seres y situaciones: los pájaros, el río, un perro, una espera, una calle, un transporte. No otra cosa, nada más ni nada menos. Ojalá cuando se hable del mejor “cine argentino”, o del cine argentino que queremos, se use como ejemplo esta clase de película que es Toublanc, o de este equipo creativo que hace unos años conforman Fund-Loza-Crespo-Schiaffino-Moriconi, garantía de que lo que vamos a ver es poético, interesante y está lleno de preguntas, como todas las buenas películas. Las fechas y horarios en MALBA son: Todos los sábados a las 22hs del 9 de septiembre al 7 de octubre de 2017 Entrada general: $60 – Estudiantes y jubilados: $30. Av. Figueroa Alcorta 3415 – CABA
Primer plano de Actriz de Fabian Fattore que se estrena este jueves 7 de setiembre: Analía Couceyro pronuncia un texto una y otra vez, es para la obra de “De Materie”: “te dejamos en el ataúd el sábado por la mañana y te sostuve la cabeza mientras te llevaba”, una y otra vez. En la repetición del ensayo está la perfección. Es la actriz haciendo de actriz. Un documental de observación que se maneja en el mundo de las sutilezas, y los de la ficción. En el transcurso, los preparativos de toda obra teatral supone exponer un mundo privado, interrumpido apenas por algunas acciones teatrales. Las escenas con sus hijos aparecen de esa manera: pequeñas e intensas. Asomamos a ensayos y funciones de la obra “El Rastro” de Alejandro Tantanian, o a las de “Constanza Muere de Ariel Farace”, distintas puestas que muestran la versatilidad, seriedad y amorosidad de Couceyro por su trabajo. Y Fattore explota la curiosidad del que quiere meterse en las bambalinas del teatro, en los camarines de los actores y las actrices o en las clases de actuación, examina los vínculos entre los cuerpos y el espacio, los actores y el público. Todo expande en Actriz en un riguroso blanco y negro de la bella dirección de fotografía de Melina Terribili. La preparación del personaje de Marie Curie para el concierto escénico “De Materie” ocupa buena parte del documental. Quizás asistamos a momentos que no nos interesan demasiado, el tiempo que tarda la preparación de la ropa o de un peinado. Pero forma parte de espiar y de entender que la distancia que pone la cámara es la que construye los pequeños espacios de estas obras de teatro mayormente independiente, no comercial. De todo eso está hecho este dignísimo documental de Fabián Fattore que presta atención a una de las actrices más importantes de la escena argentina contemporánea. Los amantes de teatro la sabrán aprovechar.
A 500 km de las Islas Malvinas, se encuentra el Canal de Beagle. Su geografía pertenece a Tierra del Fuego, bien al sur de la Argentina. Los primeros planos panorámicos, aéreos y en movimiento, ubican esos paisajes enormes marítimos y nevados en donde se desarrollaron dos conflictos, uno diplomático y el otro bélico los márgenes de la Guerra de 1982 - Publicidad - El primero, conocido como Conflicto del Beagle, enfrentó a Argentina y Chile en torno a la soberanía sobre la traza de la salida Este del canal. El segundo, la Guerra de Malvinas fue un momento determinante de la historia de comienzos de la década del 80 donde Argentina y Gran Bretaña se enfrentan por la soberanía de las islas del Atlántico Sur. La historia que despliega el director Tossenberger que conoce bien esos paisajes y ese universo, la desarrolla desde los primeros momentos de la invasión de las tropas argentinas a Malvinas por Ejército argentino, cuya masa se conformaba mayormente por soldados muy jóvenes que fueron enviados sin instrucciones militares ni psicológicas para una guerra. A un destacamento de la Armada llegan dos conscriptos asignados al Canal de Beagle. Son Pablo y Ramón, el primero un estudiante de Abogacía de Buenos Aires, el otro, un tucumano que nunca había salido de su pueblo. Allí los esperan un suboficial (Osqui Guzmán) y un cabo (Jorge Sesán) con quienes vivirán todo ese tiempo de conflicto de un poco más de dos meses. Hay una acierto en alimentar un clima de violencia interna dentro ese pequeño grupo, rápidamente sometido a los caprichos y los ataques de furia del suboficial, muy bien Osqui Guzman, que según sus criterios personales someterá a castigo a los conscriptos indistintamente, caracterizados por momentos de manera algo esquemática pero que finalmente nunca terminan de desentonar con la buena actuación de Guzmán. También acierta en generar una situación de constante espera: ¿vendrán los ingleses?, ¿llegarán a ese puesto? ¿habrá cambio de guardia? Que se produzcan esos hechos dependerá siempre de algo externo, no de sus voluntades. Y hay algo que ahí también se traduce de manera interesante, sin bombas ni estallidos sino con el miedo de estar viviendo algo terrible que los afectará de la misma manera. En un escenario natural con una gran carga teatral, QTH, que justamente tiene que ver con la ubicación geográfica de los barcos en alta mar, resulta una película realmente digna sobre la Guerra de Malvinas que, como hemos dicho ya tiene una filmografía algo despareja pero bastante abundante. Mirá también nuestro comentario sobre Soldado argentino, solo conocido por Dios