Cuidado con lo que sueñas. Toda persona desea que sus sueños se hagan realidad. Todos alguna vez hemos dormido y nos apenó despertarnos. E incluso hemos querido volver a dormir al instante para regresar a ese escenario onírico. Somnia: Antes de despertar tiene un protagonista que hará realidad sus más hermosos sueños, pero también sus más horribles pesadillas.
Masivizando a Pascal Laugier Aquellos que hayan visto la perturbadora Martys (2008), de Pascal Laugier, no verán lo mismo en esta remake poco interesante, rebautizada para el mercado local como Martirio satánico. Pese a ello, el amante del terror que no conozca el filme en el que se basa quizás le encuentre suficientes atractivos a la adaptación dirigida por los hermanos Goetz.
Violencia sin sentido La ciencia-ficción permite a los guionistas y realizadores partir de la fantasía para contar una historia. Grandes maravillas han surgido de este estilo. Star Wars, 12 Monos y 2001: Una odisea del espacio, son sólo algunas de las más grandes películas que nos ha brindado este género. Sin embargo, muchas otras se han quedado en el camino, o han sido realmente malas. Este es el caso de Hardcore: misión extrema, un film del director ruso Ilya Naishuller, quien desde el primer minuto de la obra trata de innovar con un recurso ya explotado y carente de éxito. La cámara en primera persona. Toda la película está filmada desde los ojos del protagonista, Henry, un aparente soldado que despierta para ver cómo su esposa Estelle (interpretada por Haley Bennett) lo convierte en un hombre biónico. Mientras Henry trata de entender lo que está sucediendo e intentan colocarle un software para poder hablar un escuadrón armado liderado por Akan (interpretado por Danila Kozlovsky) irrumpe en el lugar y logra raptar a la esposa del protagonista. Este villano se dedicará incansablemente a perseguirlo con una única misión: matarlo. La película hace agua en varios puntos. El villano está bien interpretado pero el guión no ayuda a comprenderlo. El protagonista, quien carece de recuerdos, casi como Jackie Chan en ¿Quién soy?, sólo sigue las instrucciones que le da un aparente amigo. Quizás lo peor de la labor del director sean las escenas de acción, que son un calco del juego Call of Duty 4, en modo fácil. Los enemigos, exceptuando al líder supremo, no oponen resistencia real. Parecen tener papeles de extras por momentos. Gente que sólo espera recibir el disparo para irse a la mesa de lunch. El guión, salvando sus defectos, tiene vueltas muy interesantes. Sin embargo la violencia a mansalva nubla la periferia de la historia, enalteciendo al baño de sangre como protagonista implícito, en una historia que podría ser más enriquecedora. Pese a los varios defectos de explicación y realización, hay dos cosas maravillosas. El papel de Jimmy (interpretado por Sharlto Copley a quien hemos visto como el capitán Murdock en Brigada A) es realmente destacable. Es un personaje que para cortar un poco con tanta acción y sin ser netamente cómico, genera risas en varias ocasiones (un guiño para los espectadores). No esperen entender este personaje realmente atractivo, sólo disfruten de Jimmy. La trama junto con el correr de los minutos se encargará de develarles el resto. Siguiendo con el foco en las actuaciones, Haley Bennett realizó una estupenda labor al interpretar a Estelle. Por su apariencia muchos la confundirán con Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre, pero no, es la misma Haley de Letra y música (aquella historia de amor entre Hugh Grant y Drew Barrymore). Estelle es un personaje por demás interesante que juega un rol fundamental, más que nada en un final que por sorpresas realza un poco la imagen del film.
Cuando la justicia no es divina ¿Qué ocurre en la cabeza de una persona cuya mente está dividida entre el sufrimiento, la soledad y la inocencia? ¿Qué pasa por adentro de ese cuerpo que padece la realidad pero no sabe cómo detenerla? Pedro Campos, Benjamín Vicuña y Luís Gnecco le dan vida a una historia que a más de uno le erizará la piel. El bosque de Karadima contiene un guión basado en las denuncias por los abusos sexuales sufridos por James Hamilton ante Fernando Karadima, estos fueron cometidos entre la década de los 80 y 2000. La transición del personaje de Thomas Leyton, inspirado en Hamilton e interpretado por Campos y Vicuña respectivamente, representa fielmente las vivencias de un chico, que con una familia completamente dividida, recurre a la iglesia más famosa de su ciudad donde encuentra comprensión, contención e inclusive su vocación gracias a su confesor. La película está dirigida por Matías Lira, un realizador chileno relativamente novato, cuya trayectoria comenzó en el año 2000 con Ocio TV, y cuya primera realización en la pantalla grande fue el largometraje titulado Drama, en 2010. En su más reciente película, que además convirtieron en un unitario de TV, también titulado El bosque de Karadima, Lira se adentra en un relato de poder, de abuso físico y psicológico bajo el personaje de Fernando Karadima, interpretado por Luís Gnecco, quien entre otras apariciones participó de la serie Prófugos emitida por HBO, y la serie Narcos de Netflix. Karadima fue uno de los clérigos más reconocidos en todo Chile, de los más respetados, considerado un santo en vida, y el más querido por la congregación más adinerada de todo el país andino. Su iglesia, llamada “El Bosque”, era una de las máximas recaudadoras de donaciones, lo que entre otros beneficios, le permitía al sacerdote pagar becas estudiantiles en universidades carísimas para sus monaguillos más fieles. Además poseía más de 10 propiedades donde albergaba a su familia y amigos y se costeaba viajes anuales a diversos países del globo, siempre con un acompañante masculino de su círculo íntimo, quienes lo tomaban como un premio. Rápidamente Leyton se convirtió en el secretario personal del Sacerdote, e inclusive miembro de un selecto grupo de monaguillos que pertenecían al círculo más íntimo del clérigo. Leyton no sólo se sentía amigo de su confesor, sino que además encontraba en él ese calor afectivo que jamás tuvo con su madre y mucho menos con su padre. Los choques de personalidades entre Karadima y Leyton son sin dudas lo más destacado de la película, donde un personaje carismático, seductor y respetable ejerce su autoridad sin resquemor ni culpa alguna sobre un chico por demás introvertido, inhibido e inseguro. Una relación de admiración, cariño y lujuria encierra a los protagonistas en un círculo vicioso que parece no tener fin. Las esquirlas de una relación tóxica, terminarán de impactar con la inesperada aparición de una joven estudiante de medicina, Amparo, interpretada por Ingrid Isensee. Ella y Thomas comienzan una relación, lo cual despierta el malestar en el cura y confusión en el propio Leyton, quien se enfrentará no sólo a la tentación de los pecados carnales, sino que además pondrá en juego su vocación católica, su puesto al lado del clérigo y su propia relación con su pastor y guía espiritual.