Guillermo del Toro y su "forma" de hacer películas Con "La forma del agua", el director mexicano logra una de las historias más bellas y románticas de su interesante y sólida filmografía Elisa es una joven muda. Vive sola, ama los musicales clásicos y trabaja en el sector de limpieza de una base secreta de la CIA. Su mundo cambia radicalmente cuando descubre en un laboratorio que le ha tocado asear, a una criatura anfibia que está allí cautiva. Pronto entre la mujer y el monstruo nacerá una relación, un romance más allá de las diferencias, y ambos descubrirán que es más lo que los une que lo que los separa. Esta fábula en clave La bella y la bestia que Guillermo del Toro ha pergeñado es un verdadero canto de amor al cine. A las películas clásicas de monstruos (imposible no remitirse a El monstruo de la laguna negra), pero también a las películas del Hollywood dorado, musicales y filmes románticos que formaron y alimentaron al realizador en su niñez. Play Son tantos los valores de este largometraje que cuesta enumerarlos, desde la prodigiosa dirección de arte, con una paleta de colores en tonos marinos que agudizan la experiencia acuática, pasando por una gran reconstrucción de época, decorados de la era de la Guerra Fría, dignos del cine de espía de los cincuenta, que nos sumergen en la trama, además de una banda de sonido épica cortesía de Alexandre Desplat y, por supuesto, un elenco antológico en donde no hay puntos bajos. Sally Hawkins es una Amelie sin voz. Una mujer cautivante, en su inocencia y carisma recae el peso de la historia. A pesar de no emitir una sola palabra en todo el metraje, el sentimiento de su Elisa enamora. Su aparente fragilidad y su sentido del humor son dos de las cualidades que más nos hacen empatizar con ella. A su lado, el vecino solitario y bonachón que encarna Richard Jenkins se luce en algunas de las secuencias más divertidas del filme. Octavia Spencer, como siempre, a tono con la historia, dotando de naturalidad a Zelda la compañera de la heroica Elisa. Michael Shannon es un villano temible, un ser oscuro, antagonista absoluto de la trama que mete miedo solo con aparecer en cuadro. Párrafo aparte para la criatura anfibia. Doug Jones, debajo del escamoso traje, logra transmitir toda la humanidad de un ser excluido, sediento de amor. Más allá de la fantasía y la poesía del filme, la trama dibuja un claro mensaje político. El director mexicano ha contado una historia muy cercana y actual, la de los excluidos que buscan su lugar en el mundo y son perseguidos solo por verse diferentes. La forma del agua es sin dudas la película más personal del director de El Laberinto del Fauno, un metraje en el que no solo encontramos todos los tópicos de su cine, sino también su visión del mundo y su manifiesto acerca de lo que significa ser latino en un mundillo dominado por "gringos". La forma del agua es una maravillosa forma de hacer cine.
Black Power según Marvel La primera aventura en solitario del héroe africano funciona como una moderna puesta a punto de la corriente Blaxploitation de los setenta T´Challa es el heredero al Trono de Wakanda (un lugar ficticio de África), una tierra paradisíaca que, a diferencia de lo que ocurre en la realidad del Continente Negro, es rica, próspera y por supuesto codiciada. Por eso el Monarca, deberá mutar en Pantera Negra, un superhéroe con la velocidad y fiereza de un felino, dispuesto a todo por mantener el orden y la seguridad en su reino. A Pantera Negra ya lo habíamos visto en Capitan America: Civil War, su presencia en aquella película no pasó inadvertida, sin embargo es en esta historia que se profundiza en sus orígenes, su familia y sobre todo en su tierra y sus congéneres. Hay en el filme una interesante utilización de las raíces africanas que fusionadas con el moderno hip-hop recrean una estética muy atractiva, tanto en el diseño del vestuario como en los decorados, y por supuesto la música, que acompaña la marcha de la acción al igual que los tambores de guerra marcan el ritmo de la batalla. La cuestión tribal, presente en todo el filme, la transforma en la mejor exponente de un género que se reaviva siguiendo los pasos de las seminales Shaft o Foxy Brown. El director Ryan Coogler logra que el filme sea más que la típica historia de superhéroes, incluso, saliéndose de la "fórmula Marvel", con una trama de espionaje e intriga y con más contenido social sin por eso renegar de los combates cuerpo a cuerpo, ni del vértigo, ni de los extravagantes efectos especiales (aunque, mal de esta era de los efectos digitales, por momentos se abusa del CGI). El elenco con Chadwick Boseman a la cabeza se luce y está elegido a la perfección. Un dream team de actores afroamericanos que incluye a un excéntrico Forrest Withaker, al atractivo villano que compone Michael B. Jordan, y a varias actrices (Lupita Nyong'o, Darai Gurira, Leticia Wright) que componen personajes femeninos con mucha más personalidad y peso del que suelen tener en este tipo de largometrajes. Todos cumple con creces, sobresaliendo tanto en las secuencias físicas como en las de diálogos, escenas que van desde lo trágico, pasando por momentos de romance, conflictos políticos y claro, humor… negro, por supuesto.
Gary Oldman se pone en la piel de Wiston Churchill en este drama histórico atrapante Ambientada en 1940, la película presenta los primeros días de Churchill en el gobierno, cuando en plena Guerra, los nazis avanzan por Europa y el primer ministro debe decidir si cerrar un tratado de paz o enfrentar el mal siguiendo sus convicciones. Estamos ante un potente biopic que Joe Wright construye a manera de thriller político y bélico, presentando una maravillosa recreación de época y un guion tan revelador como atrapante. Gary Oldman es sin dudas el espíritu y el motor del filme. Su Churchill lo devuelve a un lugar que había conseguido con interpretaciones memorables en cintas como Drácula, El perfecto asesino o Amada inmortal. Es un trabajo tan profundo, que ni las inmensas capas de maquillaje logran tapar la emoción y el carácter que el actor le insufla a su personaje. Más allá del contenido político/histórico, del enfrentamiento con el Parlamento y el Rey Jorge VI, el filme nos introduce en la intimidad de un personaje hasta ahora más conocido por sus clichés que por su esencia. Hay en la trama un retrato familiar e íntimo de Churchill que va más allá del habano y el sombrero bombín, humanizándolo y bajándolo del pedestal. Una pintura que observamos desde los ojos de su secretaria (irresistible Lily James) que nos hace partícipe de sus miedos, asombro y finalmente admiración ante la personalidad de este icono. El poderío visual de las imágenes, una puesta en escena que experimenta con posiciones de cámaras y un montaje moderno, dándole más dinamismo a una estructura casi teatral; una banda de sonido orquestal que acompaña la épica de la historia; y un elenco comprometido y creíble, redondean esta película que retrata la vulnerabilidad y el heroísmo de un hombre fundamental del siglo pasado.
Una historia poderosa con grandes actores Basada en una historia real, esta película es sin dudas la mejor que ha hecho Ridley Scott en años Ambientada en los setenta, la película narra el secuestro del nieto del multimillonario John Paul Getty a manos de una organización mafiosa italiana. La madre del joven, desesperada, trata que el magnate pague, pero este se niega a ceder ante la extorsión. Es entonces cuando entra en escena un ex agente de la CIA que intentará que cambie de opinión antes de que sea demasiado tarde. Este atrapante thriller combina una historia poderosa, grandes actores, una fotografía impactante y un ritmo que crece en intensidad a medida que avanza el largometraje. Play Lo primero que hay que decir, cuando se trata de ahondar en los puntos altos del filme, es que el cambio de Christopher Plummer por Kevin Spacey en el rol de Getty, ha sido beneficioso. Más allá de las circunstancias que llevaron a dicho reemplazo, Plummer tiene el rostro, la prestancia, la cadencia de voz y la impronta justa para componer a esta especie de Sr. Burns de carne y hueso. Cada vez que el actor aparece en pantalla la atmósfera se vuelve densa, su mirada aguileña y poca sensibilidad lo transforman en uno de los personajes más repulsivos que ha dado el séptimo arte. Y sin necesidad de un artificioso maquillaje, parece increíble que no haya sido la primera opción del director para este papel. Y si Plummer es la parte oscura y sanguinaria de la película, Michelle Williams como la devota progenitora del secuestrado es el lado luminoso: una mujer desesperada e indignada a la vez por ver en primera persona de lo que es capaz la avaricia humana. Es menester, también, mencionar que el filme no es solo una historia de suspenso con malos y buenos, se trata además de una metáfora sobre el capitalismo, la codicia y la pérdida de los valores humanos. Ridley Scott, octogenario y prolífico, se toma su tiempo para narrar un filme en el que hay espacio para el drama, la tensión y hasta la acción. La película mantiene al espectador al borde de la butaca, y además lo pasea por diferentes sensaciones y sentimientos, momentos en los que la rabia e incomprensión se darán la mano con la tristeza y la bondad, experiencias que ni todo el dinero del mundo puede comprar.
Propaganda by Clint Eastwood El realizador de "Los Imperdonables” y "Francotirador" hace de una anécdota un largometraje acartonado y sin alma En agosto de 2015, un tren con 554 pasajeros a bordo, que recorre el trayecto Ámsterdam-París, es el objetivo de un terrorista islámico que planea un mortal atentado. El accionar de tres jóvenes norteamericanos impide una tragedia de proporciones. Al igual que en Sully: Milagro en el Hudson, el veterano Clint Eastwood toma un hecho de la historia reciente para armar una película, pero en este caso y a diferencia de aquella protagonizada por Tom Hanks, resulta poco atractiva, con un guión sin matices, que pese a lo acotado del metraje (94 minutos) se hace extenso. Play Nadie duda que el viejo Clint es un gran narrador, pero aquí no hace gala ni honor a su increíble filmografía, por el contrario este parece una película hecha por encargo y a desgano. Un cortometraje estirado al máximo montado a base de escenas inconexas y sin sentido. Para llegar al clímax de la historia, el ataque en la formación, el realizador nos lleva a la infancia del trío protagonista, a escenas escolares muy simples que lucen similares a las de un telefilme de bajo presupuesto. Para colmo, luego remata la faena con eternas secuencias de las vacaciones por Europa de los tres héroes, escenas sin sentido que funcionan como un catálogo turístico de ciudades como Roma, Venecia o Ámsterdam. Eso sí, la apuesta más arriesgada de este largometraje y en donde Eastwood sale bien parado, se da en la utilización de los protagonistas reales de la historia. El director desistió de llamar a actores profesionales para los papeles principales, y utilizó a los verdaderos protagonistas del hecho encarnándose a sí mismos. El resultado no solo es creíble, sino que además, genera una sensación documental que ayuda a la verosimilitud de las secuencias, sobre todo aquellas que se dan durante la confrontación con el extremista. Los noveles intérpretes se ven naturales, y más allá de sus cualidades actorales, hacen lucir a Estwood como un gran director de actores. Al igual que en Francotirador (película muy superior a este trabajo) aquí se exalta el espíritu americano en un argumento por momentos maniqueo (de hecho no hay ningún dato que permita humanizar al "villano") y con ciertos tonos de exacerbado patriotismo. Un filme menor de un director enorme.
Tiburones eran los de antes La película presenta a dos jóvenes atrapadas en el fondo del océano lidiando con tiburones hambrientos El cine con escualos atacando a humanos es un género en sí mismo. Desde la mítica película de Steven Spielberg, pasando por la original Mar Abierto o la más cercana y sangrienta Miedo profundo, hemos sido testigos de cientos de filmes que se desarrollan en el agua con estas fieras sedientas de sangre. A 47 metros, que llega a los cines tardíamente esta semana (en los Estados Unidos se estrenó en junio de 2017), pertenece a este grupo de películas. Play Dos hermanas, turistas americanas en México, deciden participar de una excursión extrema en las azules aguas del Pacífico: sumergirse encerradas en una jaula rodeadas de famélicos tiburones blancos. Por supuesto, como es de esperarse en este tipo de historias, nada sale bien, y las muchachas terminan a 47 metros de profundidad, atrapadas, con poco oxígeno y muchas chances de convertirse en alimento para los depredadores del mar. Hay poco para destacar en este thriller subacuático, cuenta con un argumento muy pobre y con personajes motivados por causas poco creíbles. Es un filme que está plagado de clichés sonoros (golpes que acompañan las apariciones de los tiburones) y de efectos especiales baratos que apenas si funcionan. Algún distraído podrá sobresaltarse en la butaca ante alguno de los ataques de los "monstruos marinos", pero no mucho más que eso. El director Johannes Roberts construye este filme recurriendo a patéticos CGI (hasta la sangre es digital) y escenas claustrofóbicas que nunca llegan a ser efectivas. Mandy Moore y Claire Holt, protagonistas casi exclusivas de la trama, jamás logran transmitir desesperación, los diálogos ridículos y las situaciones inverosímiles las hacen participes de una comedia involuntaria. Lo mejor de la película es que se arriesga a completar un metraje casi exclusivamente bajo el agua, aunque esto implique que el mismo… nunca salga a flote.
Spielberg nunca falla La nueva cinta del genial director es un thriller político atrapante que homenajea al periodismo de investigación En 1971, Ben Bradlee (Tom Hanks) y Katharine Graham (Meryl Streep), director y editora de The Washington Post, descubren una filtración con documentos que demostraban que la administración del presidente Lyndon B. Johnson había mentido a los ciudadanos sobre la guerra de Vietnam. Tras la decisión de este periódico de publicar los Papeles del Pentágono, se produce un gran escándalo y una batalla sin precedentes entre periodistas y el gobierno. Steven Spielberg, versátil, amante del cine clásico de Hollywood, se mete por primera vez en "la cocina" del periodismo para retratar esta historia de coraje, patriotismo y amor por el oficio. Con un ritmo constante que apela a la tensión y la emoción, el filme avanza guiado por las fantásticas interpretaciones de Hanks y Streep en los mejores papeles que les han tocado en años. La pareja convive y se complementa en sus contradicciones, generando escenas y diálogos memorables. La actriz más nominada al Oscar de la historia, compone una mujer con agallas que actúa entre dudas propias y ajenas, superando prejuicios para poner en vilo al hombre más poderoso de su país (el presidente Nixon, aquí haciendo las veces de villano de turno). No estamos ante una obra teatral, pese a ser un filme de diálogos, la cámara acompaña el ritmo vertiginoso en una carrera contrarreloj en pos de la verdad. En épocas de agonía de los periódicos tradicionales, y lectores ávidos de textos cortos y efectistas, toparse con un filme como este que ensalza el periodismo tradicional, la épica de las redacciones y las rotativas, no deja de generar cierta nostalgia de un tiempo no muy lejano que ya es historia. Steven Spielberg hace las veces de heredero del cine de Frank Capra o Alan Pakula (todos los hombres del presidente es una clara referencia) para erigir un filme de los que ya no abundan, historias sin efectos, ni superhéroes, con personas en situaciones extraordinarias, pero reales. Como en La Lista de Schindler o Munich, el "Rey Midas de Hollywood" demuestra por qué ninguna historia le queda chica y por qué es el director más importante de su generación y de la nuestra.
La ganadora del Oscar, Kathryn Bigelow dirige esta película cruda y violenta sobre el racismo, que indaga sobre un hecho del pasado reciente La Ciudad de Detroit en 1967 es el escenario de una serie disturbios y revueltas opuestos a la constante acción policial contra la población de color. Durante cinco días, el lugar se convierte en zona de guerra. Mientras tanto, en un motel un grupo de jóvenes afroamericanos y dos chicas blancas sufren los abusos de varios policías racistas y violentos. Al igual que en la magistral La noche más oscura, Kathryn Bigelow, no se priva de mostrar la brutalidad de la tortura y el abuso de poder con todo detalle y realismo. Lo que muchos pueden calificar de "explícito" o "pornográfico", en realidad es una clara denuncia a la segregación, la discriminación y el white power. Ver este filme puede resultar incómodo, (aquel que narraba la muerte de Bin Laden también lo era) pero nadie podrá negar que la directora sabe cómo darle realismo a las secuencias más tensas y brutales. Play A la verosimilitud que presenta la reconstrucción de época, hay que sumarle una cámara en mano nerviosa (otra marca de autor de la realizadora) que aumenta la sensación de registro documental. En el apartado de actuaciones, todo el elenco luce sólido y creíble. Se destaca Will Poulter, como un policía sádico y psicópata que resume en su cuerpo el espíritu de una fuerza totalmente corrompida por el odio racial. También Anthony Mackie y John Boyega logran traspasar la pantalla con sus interpretaciones cargadas de sentimiento. El guión (responsabilidad una vez más de Mark Boal) funciona porque no se distrae en la acción macro y decide situarnos en los hechos que ocurren en el hotel, las atrocidades que allí suceden sirven de ejemplo de la situación general que vive la ciudad. También es cierto que el filme resulta maniqueo (los blancos malos, los negros buenos), casi no se indaga en las personalidades e historias de los personajes, y no hay matices, aquí, bien vale la metáfora: se es blanco o negro, nada de grises. La narración que comienza lenta va ganando en intensidad y tensión hasta llegar a un clímax poderoso y provocador. Una advertencia sobre un pasado que en la era Trump, luce peligrosamente actual.
Un filme clásico y original Es la historia real de una esquiadora que cambia las chances de ser olímpica por las partidas clandestinas de póker Apuesta maestra cuenta la historia verídica de Molly Bloom, una extraordinaria esquiadora quien tras una lesión debe abandonar su carrera deportiva. Gracias a su inteligencia y sus dotes empresariales, la joven comienza a regentear partidas ilegales de póker, convirtiéndose en millonaria. Su vida dará un vuelco cuando el FBI se ponga tras sus pasos. El debut detrás de cámaras de Aaron Sorkin (enorme guionista de Red Social) es tan poderoso y elocuente como sus libretos. Se trata de una historia atrapante y bien narrada que jamás da respiro al espectador. Jessica Chastain en el cuerpo de Molly, cautiva, enamora, empatiza y lo hace de manera natural, adueñándose de un personaje escrito a la medida de su talento. Play El filme, con un montaje preciso y una puesta en escena exquisita, desde el brillante prólogo hasta el logrado desenlace, no solo se desarrolla como un thriller dramático, sino que además nos presenta el mundo íntimo de un personaje femenino elocuente, de esos que lamentablemente no abundan en Hollywood. Y si Chastain nos sorprende con su composición, es en parte también, porque esta secundada por un dream-team de actores encabezado por Idris Elba, Kevin Costner y Michael Cera. Los diálogos precisos, mordaces, se lucen en boca de estos intérpretes magistrales. Los amantes de los naipes sin duda disfrutarán de un plus, ya que el guión muchas veces da por sentadas varias reglas y no se detiene en explicaciones. Pese a eso, el ritmo es tan frenético que los espectadores no podrán apartar la mirada de la pantalla. Clásica y original, una película plagada de grandes ideas y momentos fílmicos puros.
Para aplaudir de pie La película presenta un enorme trabajo de Frances McDorman como una madre dispuesta a todo por resolver el crimen de su hija En un pueblo del Medio Oeste americano, Mildred Hayes (Frances McDormand) decide gastarse todos sus ahorros en contratar tres carteles publicitarios para poner en evidencia la incompetencia de la policía. Ha pasado ya mucho tiempo desde la violación y asesinato de su hija y aún no se tiene ninguna pista de lo ocurrido. Estas tres vallas a la entrada del pueblo servirán como recordatorio de un crimen sin resolver, y constatar que nadie ha sido detenido. El británico Martin McDonagh es el responsable de esta conmovedora película, plagada de increíbles momentos cinematográficos, actuaciones asombrosas y un elegante humor negro. Play La personalidad triste, amarga pero decidida de Mildred nos sirve de guía a través de un cuento apasionante sobre la Norteamérica profunda, y es a la vez un retrato de una pérdida desgarradora, y del sentido de impotencia que genera la falta de justicia. Sería injusto destacar solo la labor de McDormand (brillante actuación), porque todo el elenco hace lo suyo de manera creíble y efectiva. El sheriff compuesto por Woody Harrelson es sensacional, un personaje que con sus zonas grises logra empatizar y emocionar. Algo similar ocurre con su asistente, el oficial Dixon (gran trabajo físico y de composición de Sam Rockwell), un policía racista y borracho que juega algunas de las secuencias más memorables de un filme que no tiene ni un solo bache argumental. El realizador, también guionista, fusiona un relato sombrío con el costumbrismo y el humor, en la línea de los Coen, de una manera tan eficaz, que el metraje pasa volando y logra mantener el suspenso hasta el último fundido a negro. No hay recursos fílmicos facilistas, de hecho solo se apela una vez al flash black en una escena tan intensa que no necesita más explicaciones que lo que se ve. Diálogos ingeniosos, situaciones de tensión, y un final polémico (que a muchos puede disgustar) pero que en realidad, es una jugada del director para que cada espectador pueda ponerse en la piel de los protagonistas y decidir también el destino de los mismos. Tres anuncios por un crimen es uno de esos filmes que marcan a una generación, así como lo fueron Fargo o Belleza Americana, un largometraje original, violento, de amor y odio, de venganza y redención.