De Rusia con amor al rock. Crítica de “Leto” de Kirill Serebrennikov. BIOPIC MUSICAL, CINE, COMEDIA, CRITICA, INTERNACIONAL Ambientada a principios de los ochenta, la cinta da cuenta de la escena rockera de la Unión Soviética. Por Bruno Calabrese. El rock, su relación con los contextos sociales y políticos han nutrido al cine de varios films. Dentro del género podemos encontrar grandes clásicos que han quedado en la historia de la industria audiovisual. “Casi Famosos” de Cameron Crowe es quizás el más popular. El film refleja la escena del rock durante los 70 en Estados Unidos. En ella podemos ver la relación de los jóvenes con las drogas y el rol de la mujer, las groupies, como musas inspiradoras cuya única función era satisfacer el apetito sexual de los rockstars para luego ser descartadas.”Quadrophenia” es otro referente del género. Basada en el elepé de los Who de igual título, nos aproxima al fenómeno social que fueron los pandilleros de los años sesenta, concretamente la juventud del arrabal londinense cuya máxima obsesión era ir a Brighton un fin de semana para armar la gran bronca del año con sus eternos rivales: moods y rockers. En la misma línea, Leto nos traslada a comienzos de los 80 en Leningrado, el rock de la ciudad rusa está en pleno apogeo. Viktor Tsoï (Teo Yoo), un joven músico que creció escuchando a Led Zeppelin, T-Rex y David Bowie, está tratando de lograr el éxito. El encuentro con su ídolo Mike (Roman Bilyk) y su esposa, la bella Natacha (Irina Starshenbaum), cambiará su destino. Este triángulo amoroso construirá una leyenda que los llevará a la eternidad. Tsoi, de origen soviético-coreano, falleció en 1990 a causa de un accidente de tráfico, con tan solo 28 años de edad. Algunas de sus canciones tuvieron un enorme éxito. Pero no vio como, un año después, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la USSR , dejaba de existir como tal. Kirill Serebrennikov nos sumerge en plena era soviética, en época de la guerra fría. Los recitales se realizaban en teatros con rígidos controles oficiales, los cuales en la película son expuestos con una dosis de humor negro. En ese clima donde surgieron artistas como el protagonista, líder del grupo Kino quien murió en un accidente de auto con apenas 26 años. A pesar de que los hechos narrados tuvieron lugar hace cuatro décadas, las circunstancias del país no han cambiado mucho. Sin ir más lejos, Leto es un filme que se estrenó el año pasado en el Festival de Cannes, justo en el momento en que se producían miles de detenciones en protesta po la victoria electoral de Vladimir Putin. El propio director, al momento de su estreno, se encontraba detenido por supuesta malversación de fondos público, siendo liberado a principios de abril de 2019, después de un año y medio de arresto. Más allá de eso, es una película divertida y llena de música. Filmada con un perfecto blanco y negro panorámico, es inevitable recordar a “Cold War”. El talento del director se ve reflejado en cada una de las escenas, con unos planos perfectos, como esa secuencia en la playa cuando ellos pueden bailar y cantar a los gritos (algo que no pueden hacer en los shows en vivo por la estricta vigilancia). Un film lleno de energía y rebeldía, reflejada en esos videoclips de grandes clásicos de los 80, como “The Passenger” de Iggy Pop y “Psycho Killer” de The Clash y en ese perfecto plano de secuencia del inicio. Pero tambien es un melodrama, lleno de nostalgia y tristeza, donde los personajes sufren por un sistema que los expulsa y no los acepta. “Leto” es una película de rock sobre artistas desesperanzados, que no están cómodos con el lugar que les toca ocupar pero que encuentran en la música una vía de escape para evitar caer en la depresión que provoca la sensación de que no hay un futuro posible para ellos. Puntaje: 90/100.
Retrato de terror sobre la violencia de género. Crítica de “Clementina” de Jimena Monteoliva Después de ser atacada brutalmente por su esposo, Juana regresa a su casa. El marido está prófugo y ella inicia sola su recuperación. Por Bruno Calabrese. A lo largo de 2018, en Argentina fueron contabilizados 241 femicidios. Y en lo que va de este 2019, hubo 54. La violencia de género sigue presente en la sociedad y es un tema que el cine ha abordado de manera recurrente. Quizás la película más realista sobre esa temática sea la española “Te doy mis ojos” del año 2003. La misma retrata de manera clara la vida de una mujer maltratada por su marido, interpretado por Luis Tosar y nos ayuda a entender la situación de las mujeres que pasan por el mismo infierno, a la vez que nos responde a las preguntas de por qué vuelve con él cuando consigue empezar a escapar de su hogar. En su ópera prima Jimena Monteoliva aborda el tema desde otra perspectiva, en una película que por momentos roza lo fantástico y lo sobrenatural. Juana (Cecilia Cartasegna) es encontrada por su vecina en el piso, bañada en sangre. Ese es el principio de un thriller que nos va a exponer la problemática. La joven estaba embarazada, el cual pierde a causa de los golpes propinados por su esposo, quien tras el episodio se dió a la fuga Al regresar a la casa, que está siendo remodelada, comienza a experimentar situaciones extrañas, golpes en la habitación preparada para la llegada de su hija y hechos curiosos que hacen dudar a a la proagonista sobre si lo que ocurre es real o es simple sugestión por la situación traumática atravesada. En esa primera mitad la directora explora en las herida producidas en la psiquis de Juana. Utiliza ciertos elementos del género fantástico para abordar una temática compleja y cotidiana. La protagonista trata de rearmar su vida, en soledad, con el peso de lo sucedido encima. Cuando parecen ir cerrando, la película pega un vuelco total. Con la reaparición de su esposo, deja lo fantástico para transformarse en un drama doméstico. Es quizás en ese momento donde se desarrolla lo más interesante de la película. Se empieza a vislumbrar la manipulación por parte de su esposo sobre una vulnerable Juana. La tensión en el ambiente se hace presente ante la actitud avasallante del marido sobre una mujer que no reacciona ante las permanentes acusaciones de que ella es la culpable de todo lo sucedido. La película cuestiona la propia cordura de su protagonista y genera intriga sobre aquello que se expone en base a una construcción argumental interesante. Aunque sobre el final se vuelca más a la violencia explícita. Igualmente la película no decae en el ritmo y mantiene la expectativa hasta el final. “Clementina” es un drama de terror, como el que tiene que vivir Juana al no poder salir de ese laberinto que le propone un ser violento y despiadado. Un villano que no es ficción, sino que existe donde uno menos lo espera. Una película que nos interpela y que duele ver, pero que sirve para reflexionar. Puntaje: 85/100.
MAY 03 Un Homenaje al Cine Argentino. Crítica de “El Cuento de las Comadrejas” de Juan José Campanella. ADELANTOS, CINE, CRITICA Una bella estrella de la época dorada del cine, un actor en el ocaso de su vida, un escritor cinematográfico frustrado y un viejo director hacen lo imposible por conservar el mundo que han creado en una vieja mansión ante la llegada de dos jóvenes que presentan una amenaza que lo puede poner todo en peligro. Por Bruno Calabrese. Sin subirse al carro de la fama, luego del Óscar ganado, Juan José Campanella homenajea al cine argentino con una remake de “Los Muchachos de Antes no usaban arsénico” de José A. Martínez Suarez, del año 1976. Clásico del cine argentino protagonizado por Narciso Ibañez Menta y Bárbara Mujica, considerada una de las más ingeniosas películas del cine nacional. La misma pasó sin pena ni gloria por las salas pero con los años ha ganado prestigio de clásico autóctono. Además significó la última película del gran actor y director Mario Sofricci. Con todo estos antecedentes, un complicado desafío se le presentaba al director de “El Secreto de sus ojos”, el cual supera con creces. Campanella logra adaptar de manera perfecta los conflictos existentes entre las brechas generacionales de los protagonistas de la primer versión a nuestros tiempos. Apoyado por la brillante interpretación de Graciela Borges en el papel de Mara Ordaz, la actriz que añora los tiempos de fama y vive venerando ese premio que se encuentra en la sala principal de la casa. Acompañada de manera magistral por Luis Brandoni como Pedro De Córdova, su esposo, un actor que vivió a la sombra de ella y que quedó postrado en una silla ruedas por un accidente. Oscar Martínez como Norberto Imbert y Marcos Mudstock como Martín Saravia, director y guionista, respectivamente, de las películas de Mara aportan los mejores momentos de humor negro. Con acidez y cinismo, debaten e ironizan sobre el cine, sobre la vejez y sobre los “tips” (consejos le dicen ellos) de la juventud que interrumpe en su casa y que a ellos no los respeta. La juventud está a cargo de NIcolás Francella como Francisco Gourmand, quien se dice admirador de Mara pero esconde oscuros intereses. La española Clara Lago (a quien habíamos visto en la divertida “Ocho Apellidos Vascos”) es Bárbara Otamendi, la mujer que se las sabe todas y que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo. Ambos se acoplan muy bien a los veteranos actores, generando un ambiente de tensión e incomodidad permanente. (Genial la escena del partido de pool entre Bárbara y Martín Saravía, donde ambos se sacan chispas). Con referencias y escenas que homenajea a antiguas películas “El cuento de las comadrejas” no solo rinde culto a una de las mejores películas del cine argentino, sino también a grandes cintas de los años 50, como “The Ladykillers” y “Sunset Boulevard”. En línea con el mejor cine de los hermanos Coen, Campanella nos trae una comedia de humor negro imperdible. El esperado regreso al cine de uno de los mejores directores argentinos de la actualidad se hizo realidad y lo hizo de la mejor manera. Puntaje: 95/100.
Un triángulo amoroso violento y perturbador. Crítica de “EL Bosque de los Perros” de Gonzalo Zapico. En su ópera prima, el director santacruceño nos trae una historia sobre un triángulo amoroso particular, repleto de violencia, rituales simbólicos y seres perturbados. Por Bruno Calabrese. Mariela (Lorena Vega), de 35 años, regresa a su pueblo natal después de quince años. Su deseo es reencontrarse con Gastón (Guillermo Pfening), un antiguo amor de la adolescencia. Al llegar se hospeda en un hotel en el cual no es muy bien recibida. Poco se sabe de Mariela, solo que es una perona apática, asegura ser diseñadora, azafata y el pasado la golpea cuando se instala la duda sobre la muerte de sus padres ocurrida en un incendio. La única que la recibe con los brazos abiertos es su tía, quien la crió luego de quedar huerfana. También recorre los lugares que conoce y se encuentra a Carlos (Marcelo Subiotto), el hermano de Gastón, el otro vértice de un triángulo amoroso que dejó sus secuelas. El filme se caracteriza por la tensión y ambiguedades de los personajes que deambulan por este pueblo parsimonioso, reviviendo una historia de abusos, secretos y mentiras. A la vez que alterna escenas del pasado, de una adolescencia donde se mezcla el triángulo amoroso con un ritual sangriento que acabó con la vida de los perros del pueblo. La aparente tranquilidad del pueblo se ve perturbada por la llegada de Mariela, principal sospechosa de esas muertes El director nos va dando información a cuentagotas, todo dentro de atmósfera asfixiante e incómoda, a la vez que no se ahorra las escenas sangrientas a la hora de mostrar los rituales. La ambientación es para destacar, las paredes llenas de húmedad, despintadas y sin revoques sirven como marco perfecto para esos seres que sufren, cuyo pasado los lastima y cuya violencia contenida parece querer explotar. Lorena Vega se destaca en papel de Mariela, la mujer atrapada en un laberinto sin salida. Mientras que el elenco joven (Angelo Mutti Spinetta, Julieta Brito y Francisco Macia) cumple con los requerimientos de la historia. “El Bosque de los perros” es un thriller de misterio, terror y venganza no apto para impresionables (sobre todo a los amantes de los perros). Una película sobre seres perturbados cuyo pasado dejó secuelas de las que no pueden escapar. Puntaje: 80/100
Homenaje al Cine Giallo. Crítica de “Abrakadabra” de Luciano y Nicolás Onetti. Lorenzo Mancini, un mago famoso y carismático que atraviesa su momento de mayor éxito, aunque siempre estuvo a la sombra de su padre, un ilusionista fallecido durante uno de sus números. Es en ese contexto que empiezan a sucederse varios asesinatos con elementos de sus trucos, volviéndose así el principal sospechoso. Por Bruno Calabrese. El cine giallo es un sub-género cinematográfico que nació en Italia cuyo máximo exponente es Dario Argento. Reúne un mix de varios géneros como el noir, el terror, el gótico y el erótico, entre otros. Se destacaba por su estética; colmada de colores saturados, sobreactuaciones, atmósferas lisérgicas y asesinos con serios problemas mentales. Se lo reconoce como el padre de otro sub-género: el slasher. Los hermanos Luciano y Nicolás Onetti vienen replicando el estilo visual, las temáticas y la narrativa de aquel subgénero, demostrando un gran conocimiento del mismo. Sonno profondo(2013) y Francesca (2015), sus filmes anteriores, son fieles exponentes del cine giallo. Abrakadabra, la culminación de la trilogía, continúa en la misma línea.. La película comienza con el mago «El Gran Dante» realizando su último acto en el que es asesinado por su ayudante y amigo. 30 años después, su hijo Lorenzo (Germán Baudino), también ilusionista, regresa a su ciudad para presentar su show. La vida del mago se complica cuando aparece un asesino en serie que comienza su raíd criminal y todo parece señalarlo como el máximo responsable. La escenografía y el vestuario recrean la atmósfera de la década del 70 de manera impecable. La corrección de color y la distorsión del sonido hacen que tengamos la sensación de estar ante una película de esa época, con el agregado del doblaje al italiano de los actores. La banda sonora acompaña acorde a la época, con ritmos beats y sintetizadores funciona como complemento ideal a la hora de rendir tributo a la estética propia de esos tiempos. Pero más allá de eso, tiene una historia atrapante, con vueltas de tuercas interesantes, sangre y un suspenso atrapante. Abrakadabra es un muy buen homenaje a un sub-género que en la Argentina tiene una importante legión de fanáticos, en la cual se nota la pasión y el arte de los directores por el cine giallo. Puntaje: 80/100.
Espacios Vacíos. Crítica de “Los Miembros de la Familia” de Mateo Bendesky Dos hermanos viajan a un pequeño pueblo costero para intentar cumplir la última voluntad de su madre recientemente fallecida: depositar sus restos en el mar. El único resto con el que cuentan es su mano prostética. Por Bruno Calabrese El duelo por la muerte de algún familiar o ser amado ha sido un tema abordado muchas veces en el cine. Todo ese proceso por la pérdida afectiva requiere un trabajo complicado para elaborar y no caer en lugares comunes dramáticos que terminan haciendo un producto lacrimógeno. Mateo Bendesky logra salir de esos esquema y nos entrega un film que sale del molde de ese tipo de películas. Gilda (Laila Maltz) y Lucas (Tomás Wicz), llegan a un pueblo costero para despedir simbólicamente a su madre. La forma no es la típica, los hermanos no tienen otra cosa más que una mano ortopédica. Lucas tiene 17 años y cierta inestabilidad sexual; Gilda de 20 años, emocionalmente frágil, trata de comunicarse con su hermano, pero este la rechaza. En la casa ninguno de los dos se atreve a entrar al baño. Lo que se suponía iba a ser un trámite expeditivo, por el cual solo iban a pasar una noche se termina transformando en algo más largo, ya que un paro de micros los obliga a quedarse más días hasta que cese el paro. El paisaje balneario fuera de época y algunos personajes más sirven para que el director profundice la relación de dos hermanos que ante la ausencia deben reconstruir su propia su relación y su existencia. La hermana basa todo lo que le ocurre en cuestiones metafísicas, mientras que el hermano busca en lo corporal cubrir esa soledad afectiva, ya sea practicando ju-jitsu o físicoculturismo como consumiendo drogas. En el medio de ese proceso aparecen algunos personajes secundarios, que, al igual que esa madre aun presente en sus memorias funcionan como espectros que entran y salen de sus vidas. Todo confluye para que los hermanos se empiecen a acercar, muchas veces diciendo las cosas a medias, con frases inconclusas. Pero el acercamiento entre ellos dos se va produciendo de manera más clara con el correr de la película. Con ello salen a la luz reproches y sentimientos que de alguna manera sirve para cerrar heridas. Con algunos gags notables, como esa charla entre seres pertenecientes a un juego en red. La película recurre muchas veces al humor y la ironía para descomprimir ese tono abúlico propio de una ciudad costera fuera de temporada. También para burlarse de ciertos recursos propios del universo evangélico que, se supone sirven para atenuar el dolor, pero que en este caso no dan resultado. Los Miembros de la Familia es una película sobre el dolor. Sobre jóvenes que tratan de evadirse pero que a medida que van enfrentándose a sus miedos y exteriorizando sus sentimientos pueden superar esa pérdida, para poder conectarse con sus deseos. PUNTAJE: 85/100
Una Lucha de Clases. Crítica de “La Guerra Silenciosa” de Stéphane Brizé Después de prometer a 1100 empleados que protegerían sus empleos, los gerentes de una fábrica deciden cerrar repentinamente el negocio. Laurent toma la delantera en una lucha contra esta decisión. Por Bruno Calabrese. Un docudrama con tintes sociopolítico es el nuevo trabajo de Stéphane Brizé. Al igual que en su película anterior, “El Precio de un Hombre”, el director aborda un conflicto emparentado con lo laboral. Mientras que en su antecesora contaba la historia de un hombre de 51 años desempleado, tratando de llevar adelante un status quo familiar, en esta el conflicto está centrado en un delegado gremial luchando por mantener su trabajo. Nuevamente Vicent Landon, de manera brillante, se pone sobre sus espaldas toda la carga dramática, con ciertos tintes heróicos, del trabajador ya entrado en años, a punto de ser abuelo, que lucha por sostener su trabajo y el de sus compañeros. El conflicto surge cuando en una fábrica francesa perteneciente a un grupo alemán se había acordado con sus trabajadores un importante recorte salarial para mantener la compañía a flote. La promesa había sido por cinco años. Sin embargo, dos años después de ese acuerdo, deciden cerrar la fábrica porque la rentabilidad, si bien es positiva, no está dentro de los estándares aceptables por los accionistas. Los empleados liderados por Laurent Amédéo (Vicent Landon) se niegan a aceptar una resolución tan injusta y comienzan sus exigencias. Lo que trae aparejado reuniones entre los distintos representantes sindicales, entre los obreros y las autoridades y una tercera en la que se suman representantes del gobierno. De un lado de la mesa de negociaciones está la cúpula directiva fría y soberbia, del otro lado los delegados gremiales temerosos y desafiantes, y en el medio los agentes del Estado que tratan de conciliar y ofrecer soluciones.Pero el conflicto se dilata, casi tres meses, lo que empieza a hacer que la unidad entre los trabajadores se empiece a resquebrajar y con ello la estabilidad emocional de Laurent. Con cámara en mano y planos generales, en los cuales el centro de atención es siempre Laurent, Refleja de manera realista los sucesos que se suceden a través de un conflicto de esta índole. El clima de tensión es permanente, sobre todo en las reuniones entre trabajadores y funcionarios de la empresa, pero también cuando empiezan a surgir los reclamos internos entre los futuros desempleados. El director no toma partido por ninguna de las partes, solo refleja a modo de documental las posturas de cada uno. No presenta a héroes y villanos, solo muestra a seres humanos luchando por sus propios intereses. Es ahí donde surge lo más interesante, cuando uno desde el lugar con el que se sienta más identificado pueda empatizar en mayor o menor medida con una de las partes. “La Guerra Silenciosa” sirve para entender el contexto actual. Refleja la desesperación de un grupo de trabajadores en su lucha por no perder su fuente de ingreso. Nos muestra como la segmentización por parte de los medios a la hora de armar un relato influye en la percepción que uno puede tener de un conflicto. Corporiza a actores que trabajan en pos de lo que dicta “el mercado”, que tardan en dar la cara ante los asalariados; y sirve para entender que no todo es blanco o negro, que dentro de los conflictos existen seres humanos, que sienten y que sufren. Todo dentro de un clima de angustia que avasalla al espectador y lo interpela a la hora de ponerse de un lado o del otro. Excelente film, necesario y revelador. Puntaje: 90.
Un drama costumbrista sobre una realidad que agobia. Crítica de “El Kiosco” CINE, COMEDIA, CRITICA, ESTRENOS “El Kiosco” nos cuenta la historia de Mariano (Pablo Echarri), quien decide renunciar a su trabajo de oficina e invertir sus ahorros en la compra de un kiosco en el barrio de su infancia. por Bruno Calabrese En su primer largometraje como director, Pablo Gonzalo Pérez nos trae un drama con toques de comedia muy actual y acorde a los tiempos económicos-sociales que se viven. Por Bruno Calabrese. En el año 1983, Fernando Ayala, dirigió la película “El Arreglo”. En ella refleja la realidad que se vivía en un barrio humilde de la provincia de Buenos Aires. La llegada del agua corriente provoca una revolución en los habitantes, pero el conflicto surge cuando, por problemas de los límites del municipio, unos vecinos no pueden acceder al beneficio. Uno es Luis (Federico Luppi), un padre de familia recto y honesto, que no acepta el pedido de coima por parte del capataz de la obra (Rodolfo Ranni) para poder acceder al servicio. Esta situación le trae problemas a Luis. Enfrentamientos con vecinos y hasta con su entorno familiar por mantenerse firme en su postura de no torcer el brazo ante la maniobra fraudulenta. La película es un clásico del cine argentino. En la misma, el director describe con trazos sencillos y bajo presupuesto un importante fresco costumbrista de época. Describe bien el lugar y época sino un modelo de familia y de relaciones interpersonales, a través de la ambientación y las actuaciones actorales, ambas excelentes en cuanto a realismo. Pero el tema central es la intransigencia de un individuo ante su principio moral (no pagar por un arreglo ilegal, no aceptar sobornar) mientras el resto del grupo lo pasa por alto por razones de comodidad y utilidad. En la misma línea que Fernando Ayala, Pablo Gonzalo Pérez construye en “El Kiosco” un escenario similar, pero en un contexto político, económico y social diferente. El director, a través de planos fijos, (un semáforo, una calesita, casas despintadas y un papel de caramelo de una marca reconocida) presenta un barrio típico de clase media. El sonido del tren de fondo nos presenta a otro actor clave dentro del conflicto. Luego conocemos a Mariano, 46 años, en una autopista, llena de autos con una radio de fondo donde el locutor describe la situación económica del país. El gesto adusto de Pablo Echarri nos retrata a un personaje cansado, triste, rumbo a su trabajo rutinario en una oficina de una empresa. Notamos su insatisfacción, en el tono de voz, en su trato con la gente. Salvo cuando llega al oasis de su hogar, con su esposa (pintora) y su hija. La oportunidad de un retiro voluntario con su respectiva indemnización despierta en Mariano ganas de darle un giro a su vida. A la par, en su barrio de la infancia, Don Irriaga (Mario Alarcón) pone en venta un kiosco. El lugar donde Mariano cobija recuerdos de esa niñez perdida, sin preocupaciones, donde solo con su pelota de goma “Pulpo” era feliz. Hoy, ya es adulto, tiene que trabajar para mantener su casa, pagar una hipoteca, una hija en edad escolar, acompañar a su esposa para que cumpla su sueño de vivir del arte. El Kiosco funciona como metáfora, de esos tiempos que pasaron y no volverán pero que Mariano se resigna a perder, sobre todo con una realidad que lo golpea y lo hace añorar ese tiempo pasado. Con ayuda familiar e indemnización, decide arriesgarse y comprar el kiosco. De esta manera da un giro a su vida, el que tanto deseaba. Pero todo se complica cuando la municipalidad del barrio decide cortar la calle donde está ubicado el kiosco para la construcción de un viaducto por debajo del paso nivel del tren. Es ahí donde surge el conflicto de la película, Mariano, comienza a buscar la manera de sobrevivir ante los imprevistos. Los conflictos familiares, las trampas, el intento por subsistir, propios de un contexto que no ayuda y que a Mariano lo agobia cada día más. Que dificulta a una sociedad oprimida por las exigencias impuestas por el sistema, pero no para pertenecer a un status quo, sino simplemente para poder tener un techo, para ser feliz, para tener una estabilidad económica y emocional que nos permita desarrollarnos como humanos. Al igual que en “El Arreglo”, todo ese contexto se ve mezclado con los conflictos morales de Mariano, quien no quiere dejarse llevar por la supervivencia a cualquier costo y la tentación de la trampa y engaño. La película aborda todos esos conflictos de manera interesante, con un Pablo Echarri cuyo papel de chico de barrio, humilde, le sale a la perfección. Un rol que le exige poco esfuerzo y en el que ya lo hemos visto varias veces. La parte cómica corre por cuenta de Roly Serrano en el papel de Charly, el pizzero del barrio, pero que a la vez se la rebusca como curandero (cura empacho y mal de ojos) y lo ayuda a buscar diferentes alternativas para salir adelante con el kiosco. A él se suman las intervenciones de Georgina Barbarrosa (Suegra de Mariano) aportando un poco de frescura a un contexto dramático muy afín a cualquier ciudadano. Con algunas referencias actuales como el famoso “Si sucede conviene”, burlándose del autoayuda y críticas a la vertiginosidad de la industria, (Buena la elección del nombre de la banda pop de moda “Recycle Bin” como esa papelera de reciclaje donde todo lo que pasa de moda se descarta en seguida) “El Kiosco” funciona como comedia pero sin dejar la crítica social de lado. Siendo su principal virtud la identificación que el espectador pueda lograr con cualquiera de los personajes de la película. Sea Mariano, con su crisis de los cuarenta sobre el lomo; Charly, el que se toma toda la crisis con humor; la esposa de Mariano, esa mujer que quiere hacer de su arte un modo de vida. La suegra de Mariano, una mujer que solo mira su ombligo pero que por momentos piensa en su hija y su nieta y recapacita y el padre de Mariano, ese padre incondicional con sus hijos a pesar de que a veces puedan tomar malas decisiones. Todo esto confluye para que “El Kiosco”, sin ser una obra notable, sea un film auténticamente argentino y costumbrista que, al igual que “El Arreglo”, a modo de espejo nos devuelve nuestra propia imagen.
Valentìn Javier Diment desenmacara el entramado social de la ciudad turística más importante de la Argentina.”La Felíz: Continuidades de la violencia” es un documental que historiza y visibiliza el origen del neonazismo y fascismo-nacionalismo que impera en Mar del Plata y advierte sobre su crecimiento dentro de la sociedad. por Uno concurre a las ciudades turísticas solo para pasar unos dìas de ocio y disfrutar de un descanso luego de un año laboral. Pero detrás de todo ese paisaje costero se esconde un entramado social particular que no solemos ver. En este caso, Mar del Plata, la ciudad balneraria, tiene un pasado oscuro, relacionado con grupos parapoliciales que formaron parte de la etapa màs oscura de nuestro paìs en los años 70. Ese peligroso germen continúa oculto dentro de la ciudad feliz y crece dìa a dìa, provocando temor y preocupación dentro de la sociedad, que guarda en su memoria el recuerdo de ese pasado violento y represivo. Diment toma nota de eso y nos traslada a la ciudad. Con el mar como principal protagonista, como metáfora de que bajo esas aguas algo se esconde. Algo que no se puede ver, pero que si uno bucea en profundidad lo puede sacar a la luz. El director lo hace a travès de testimonios de víctimas y victimarios de esa violencia oculta que impera en la ciudad. Bucea en el pasado, desde el año 1971, con el nacimiento del CNU (Concentración Nacional Universitaria), agrupaciòn fascista y ultraderechista . Vuelve a nuestros tiempos, con la apariciòn de grupos denominados neonazis liderados por Pampillón y otras personas identificadas con la derecha argentina, como Nicolás Marquez (una especie de David Duke argentino). La fotografía de Mar del Plata desde el aire, con sus playas colmadas y saturación de color contrasta con la dureza de la palabra de los protagonistas. Lo que logra que se mezclen las sensaciones que sentimos cada vez que visitamos la ciudad con la tristeza que generan los testimonios (Desgarrador el momento en que Marta Garcìa de Candeloro cuenta lo sucedido a ella y a su esposo en la llamada “La Noche de las Corbatas” en año 1977). Armando Bo, en el año 2018, con la pelìcula “Animal”, nos mostraba un lado oscuro de Mar del Plata, el de la pobreza a que uno casi no ve durante sus vacaciones.El documental nos muestra otro costado de la ciudad. El de la violencia, la que se generó a través de los años con el crecimiento de un discurso xenófobo y fascista dentro de la ciudad, que ponen en peligro la paz social. Valentín recurre a artículos periodísticos e imágenes de archivo para dar cuenta de ese presente que preocupa, sin dejar fuera de toda culpa a la aparición de líderes políticos que, en lugar de condenarlos avalan ese discurso. Como Spike Lee en “BlacKkKlansman” (“Infiltrados en el KKKlan”), el director denuncia y hace foco en el crecimiento de un discurso xenófobo y racista dentro de la sociedad, advirtiendo al espectador sobre los peligros del mismo. “La felíz: Continuidades de la violencia” describe 45 años de violencia política con un hilo conductor en el que se cruzan la divulgación histórica, el retrato humano y la tesis política. Un documental que nos cuenta sobre el pasado y nos obliga a reflexionar sobre el presente, porque para entender el presente hay que indagar en el pasado.
Luego de sorprender a la crítica y al público con “Huye”, el director Jordan Peele vuelve a hacer ruido con su nueva película. por Bruno Calabrese El realizador estrena “Nosotros”, protagonizada por Lupita Nyong´o, Wiston Duke y Elizabeth Moss. Una mezcla del mejor suspenso, humor y sangre pero con una fuerte crítica social y política hacia el capitalismo y la alienación que produce la industria del entretenimiento. Cuando es previsible, el cine de terror, cuando responde a una lógica, no genera el impacto esperado. El cúmulo de sustos que suelen agarrarnos desprevenido o tomarnos por sorpresas, tampoco está mal si es lo que buscas. Pero desde luego aterroriza menos, o con menor intensidad, que la pura irracionalidad. Cuando salimos del cine luego de ver una película de terror que solo es un cúmulo de sobresaltos que sirven para pasar el momento, pero nada más. El típico terror racional, ese que asusta con estruendos o apariciones sorpresivas. “Nosotros” es una clara muestra de terror irracional, un terror difuso y cimbreante. Ese terror que no tiene explicación pero está cargado de sentido. Como en los sueños, o mejor dicho como en las peores pesadillas. La película de Jordan Peele logra meternos en un mundo angustiante y tenso, en la misma línea de “El Resplandor”. Una película donde no sabes porque ocurre lo que ocurre, pero de alguna manera lo intuyes. En el principio vemos un parque de diversiones en el año 1986, una niña (Adelaide Wilson) que se pierde en un juego llamado “Conócete a ti mismo” y a partir de ahí todos los traumas que genera en ella por algo que no sabemos que es, pero que le ocurre dentro del juego. Volvemos al presente, con la niña, ya adulta con su esposo (Gabe Wilson) y sus dos hijos (Zora y Jason) camino a sus vacaciones en el lugar donde sucedió el hecho. Todo transcurre con normalidad hasta que por la noche irrumpe una familia igual a ellos, pero vestidos con gamulanes naranjas (similares a los que se usan en las cárceles norteamericanas), que intentan asesinarlos. Con reminiscencia al clásico “Funny Games” de Michael Haneke, la película va creciendo en tensión, cuando los invasores toman por rehenes a la familia. Con una fotografía impecable, de la mano de Michael Gioulakis, quien ya nos había deleitado antes en “Te Sigue”, “Lo que esconde Silver Lake” y “Glass”, el filme logra meternos en un espiral de suspenso que no te suelta durante las casi dos horas que dura. Lupita Nyong´o se luce en su doble papel de víctima y victimario, llevando sobre sus espaldas toda la carga dramática del film (el alter ego es realmente aterrador). Wiston Duke (Gabe) aporta el costado humorístico, lo que logra descomprimir la angustia de la película. Mientras que los jóvenes actores, Shahadi Joseph Wrigth (Zora) y Evan Alex (Jason), sorprenden en las escenas más traumáticas (el perverso rostro de Umbrae, el otro yo de Zora, provoca escalofríos). Elizabeth Moss, con una participación más breve, también se destaca en su rol de mujer que esconde su inestabilidad emocional con altas dosis de alcohol. Párrafo aparte para la impecable banda sonora a cargo de Michael Abels, aportando a las escenas de suspenso la atmósfera para generar la tensión necesaria. Con una introducción que recuerda a un clásico del género como “La Profecía” de Richard Donner mezclado con artistas de música trap y rap actuales, y otros clásicos del género. “Nosotros” es una película atravesada por alegorías y distintivos mensajes sobre la sociedad. Sobre la división humana y esconderse detrás de una máscara, el de fingir ser algo que no eres. Una crítica sobre la alienación que provoca la industria del entretenimiento en los seres humanos. Sobre intentar unirse con gente con la cual uno no tiene puntos en común para no ser olvidados, entre otros temas interesantes. Una crítica al falso estado de bienestar americano. Ese que se ve unido mediante símbolos publicitarios, que te promueven que para pertenecer es necesario tener una casa de veraneo, un coche último modelo y un yate, algo que los dobles no tienen y que, finalmente, tampoco parecen desear realmente. Todo esto otorga a la película el valor de volver a ser vista para insistir en discutir estos temas.