“BELFAST'' es una de las fuertes candidatas a los premios Oscar de este año. Con 7 nominaciones (entre ellas mejor director, película y guion) su realizador Kenneth Branagh nos presenta una obra sobre su infancia en Belfast, Inglaterra. Será un niño de 9 años que vive una serie de revueltas que ponen en duda la paz en la ciudad. El objetivo era hacer una cinta introspectiva que nos cuente la infancia de su director. Se nota el cariño que hay en la película donde todo es visto desde un ojo nostálgico. Pero la nostalgia y el cariño no bastan para hacer cine. El cine, así como una novela, es una narración. Todo el esfuerzo debe estar puesto en hacer que la misma tenga una estructura determinada, para así lograr que el espectador disfrute la experiencia al máximo. Por supuesto esto no indica que, si o si tiene que haber acción o un drama muy intenso, sino que debe ser una historia donde cada detalle cuente y forme parte de un todo. BELFAST no hace un buen manejo de la información, muestra escenas que tienen un gran valor emocional pero que podrían ser extraídas de la película y el resultado sería el mismo. Por momentos parece un conjunto de anécdotas aisladas pegadas entre sí. Sin embargo, es claro el apego hacia lo que cuenta, sobre todo en su aspecto fotográfico. Tiene un blanco y negro muy logrado qué complace a cualquiera amante de la fotografía. Además, los encuadres son increíbles. Con una gran belleza en las composiciones, muchos planos podrían ser hermosos cuadros para colgar en una habitación. Pero esto no se trata de obtener el cuadro más bello, sino hacer que las imágenes tengan significado con respecto a lo que se narra, y es algo que se le dificulta mucho a la cinta. Hay, sin embargo, destellos de lo que podría haber sido un gran filme. Cuando se escogen esas escenas que verdaderamente aportan algo a lo que se quiere contar y cuando la trama finalmente decide avanzar hacia un rumbo determinado, todo se torna más interesante. Son altibajos, por momentos avanza y por momentos se queda estancada en el tiempo sin mucho que contar. Estos pequeños momentos, sobre todo a partir de su último acto, son los que conmovieron a muchos espectadores. “BELFAST” podría haber tenido un resultado todavía mejor. Una buena fotografía y una clara nostalgia hacia cierta época y lugar son factores que suman a la potencia narrativa de una obra. Pero si no logramos que aporten algo más a una historia, todo ese esfuerzo resulta en vano. Más allá de todo, vale la pena el retrato que hace de los personajes y su historia de vida. Deja una historia que puede gustar a algunos y a otros no, pero se presenta como fuerte candidata en esta temporada de premios. Por Felipe Benedetti
“MADRES PARALELAS”, el nuevo filme escrito y dirigido por Pedro Almodóvar, ya se estrenó en cines y estará disponible en Netflix a partir del 18 de febrero. Penélope Cruz y Milena Smith protagonizan una película que está a la altura de las expectativas. Janis (Penélope Cruz) y Ana (Milena Smith) son dos madres solteras que se cruzan en la sala de parto, donde entablan una relación. Lo que en principio parecía una simple amistad entre dos mujeres con problemas similares, pronto se transformará en un drama con muchos secretos. El filme presenta varios pilares que lo convierten en una obra firme. El guion es uno de ellos. Si hay algo que caracteriza a Almodóvar es lograr personajes interesantes con historias que llamen la atención y, a su vez, sean muy distintas a lo que estamos acostumbrados. Cada relato que hace es único y parece haber un esfuerzo para salirse de los clichés. “MADRES PARALELAS” es poco predecible desde el comienzo. Si bien entendemos la trama y todo lo que sucede, se hace difícil anticipar lo que contará la próxima escena. Es un guion extremadamente complejo que nos mantiene siempre expectantes. Sin embargo, sobre el final comienza a decaer un poco, intenta atar todos los cabos sueltos, pero queda la sensación de que la obra concluyó luego de su segundo acto. A pesar de esto, su conclusión nos deja un mensaje muy interesante y sujeto a interpretaciones. La dirección tiene sus altibajos. Por momentos resulta muy cautivante y maneja a la perfección la extraña relación entre los protagonistas, pero en su última etapa se vuelve un poco más simple. A pesar de esto, no deja de ser una narración extremadamente atractiva que va revelando sus misterios de a poco. A esto se le suma una excelente dirección de arte. Los decorados presentan mucho detalle en todos los elementos que aparecen en pantalla. Junto con una paleta de colores que no solo destaca a los personajes, sino que cuenta sobre los mismos. La actuación de Penélope Cruz es brillante. Es una artista que logra que todos sus diálogos parezcan espontáneos y a su vez, cuando está en silencio, cuenta con expresiones (Merecida nominación al Oscar). Milena Smith tenía un papel difícil. El papel de Ana es el de una madre menor de edad que pende de un hilo entre la madurez y la inmadurez. La actriz logra satisfactoriamente estos cambios y entiende la dualidad de su personaje. Una obra increíble al igual que toda la filmografía de Almodóvar. Mantiene personajes extremadamente interesantes y genera tensión entre los mismos. Se nota una clara intención artística por los detalles, generando una obra que se puede analizar e interpretar desde muchos puntos de vista. Por Felipe Benedetti
Ya está en cines “LICORICE PIZZA”, lo nuevo de Paul Thomas Anderson. El autor de “Magnolia” y “Petróleo Sangriento” nos trae una comedia romántica llena de emociones por vivir. Alana Kane (Alana Haim) y Gary Valentine (Cooper Hoffman) inician un romance con muchos altibajos. Superando múltiples obstáculos, deberán aprender el significado de amarse entre ellos. No hay mucho por decir de Paul Thomas Anderson que no se haya dicho. Sabe entender el cine mejor que nadie, por lo menos dentro de la nueva generación de directores. Sus largometrajes podrán no ser los más taquilleros o los que más acción tienen, pero llegan al espectador de una manera especial. "LICORICE PIZZA" no es la excepción a la regla. Es un romance lleno de amor, aunque suene redundante, donde los dos protagonistas entran en un aura en el que lo único que importa es superar sus problemas para llegar a estar juntos. Se les plantean millones de obstáculos que deberán ir sorteando poco a poco mientras su amor se va haciendo cada vez más fuerte. Desde el principio ya sabemos que va a ser difícil y que las diferencias entre ellos abundan, pero deben transformarse y aprender que a veces son aquellas diferencias las que unen a las personas. ¿Para qué está el amor si no es para complementarse? En cada aspecto de la obra hay un claro cuidado por los detalles. El amor y la nostalgia hacia el Valle de San Fernando en los 70' es profundo, y no es casualidad que sea donde se crió el propio director. Como espectadores nos sentimos cómodos en las locaciones, como si estuviésemos allí viviendo todo. Esto sucede cuando hay una plena atención de los elementos que aparecen en pantalla. La cuidadosa puesta de cámara alimenta el relato, contando con imágenes y no con palabras. De a poco va acercando a los protagonistas y por momentos los separa. Entendemos lo que siente cada uno y lo que está sucediendo dentro suyo, no porque lo digan, sino porque lo vemos. Es el primer largometraje que protagonizan Cooper Hoffman y Alana Haim, una apuesta bastante arriesgada para una película de este calibre. Pero el resultado supera las expectativas. Presentan actuaciones realistas y naturales que nos interpelan como espectadores y nos hacen creer que podríamos ser nosotros los que estamos en pantalla. Esto hubiese sido más difícil de lograr si fueran actores de renombre. Un filme lleno de magia que no terminó resultando un producto taquillero, pero que se siente como un clásico a futuro. Tenemos personajes que llegamos a conocer como a nosotros mismos, quedándose varios días en nuestras cabezas y, a su vez, locaciones y acciones entrañables. “LICORICE PIZZA” entiende que en el cine (como en la vida) lo importante son las emociones. Por Felipe Benedetti
“ECOS DE UN CRIMEN” llegó a los cines marcando el regreso de Cristian Bernard como director y Diego Peretti como protagonista. Un thriller, como apuesta mainstream del cine argentino, que sorprende mucho. Julián Lemar (Diego Peretti) emprende un viaje con su familia a una cabaña lejos de la ciudad. Su principal objetivo es terminar su novela, pero la tensa relación con su esposa y un presunto asesinato por parte de un vecino, no lo dejaran obtener la tranquilidad que desea. Desde el primer plano la obra se hace notar y entendemos que todos los aspectos cinematográficos se configuran meticulosamente para lograr una cinta llena de misterio y drama. Algo difícil en el cine es lograr que cada plano valga la pena. Todo aquello que el director nos muestra (o nos oculta) debe cobrar sentido en algún momento, ¿sino para qué está? Esto es algo que Cristian Bernard maneja a la perfección en esta ocasión. Sentimos, sobre todo al comienzo, que cada minuto vale la pena. Estamos permanentemente expectantes a los detalles que se nos muestran y tratamos de tomar cada uno de ellos porque la dirección sabe darnos a entender que en algún momento tomarán relevancia. El filme está plagado de referencias cinéfilas que cada espectador irá encontrando e interpretando a su manera. El guion tiene un formato fascinante que nos sumerge en un mundo lleno de especulaciones y teorías. De entrada nos cautiva y se anima a contar una historia diferente. Al igual que en la dirección: en texto se nota de partida que cada detalle cuenta. El desarrollo del protagonista es increíble, leemos sus pensamientos y sus miedos mientras lo vemos transformarse, y no será solo hasta el final donde todas nuestras dudas se resuelvan. Es cierto que tambalea un poco durante su segundo acto, tornándose por momentos repetitiva y sentimos que estamos girando sobre lo mismo. Ésto parece ser algo intencional, pero que no cierra del todo. En materia de interpretaciones, todas son considerablemente buenas, más allá de algún que otro diálogo un tanto soso o falto de subtexto. Muchas veces sucede con actores muy reconocidos que, si no logran diferenciarse lo suficiente de sus papeles anteriores, sentimos como espectadores que estamos ante el mismo personaje pero en una película distinta. Con el actor protagonista en cuestión no sucede esto, Peretti sabe perfectamente cómo interpretar un personaje de comedia y uno de drama. Sus expresiones y diálogos se ven muy verosímiles en la gran pantalla, logrando que cada personaje se vuelva único. Ojalá esta obra los deje con ganas de más, mucho más. El cine argentino es un arte espléndido en todas sus versiones, sin embargo, creo que debemos animarnos a todo. Tanto espectadores, como críticos y realizadores disfrutan cada vez más que un filme nacional se anime a contar algo nuevo y diferente. Los ejemplos son miles. En este caso, “ECOS DE UN CRIMEN” es un policial que toma elementos de un cine que no es nuestro, pero lo eleva con lo mejor del que sí lo es. Por Felipe Benedetti
Se estrenó en cines “LA ÚLTIMA NOCHE”, una comedia con un reparto de lujo que roza lo bizarro. Protagonizada por Griffin Davis ('Jojo Rabbit'), Keira Knightley y Matthew Goode, marca el debut de Camille Griffin como directora. Mientras el mundo se encuentra en pleno apocalipsis, un grupo de amigos se reúne para celebrar su última navidad antes de que un gas mortífero termine con todo... Lo que en un principio parecía una festividad tranquila pronto se transformará en un día de puro caos. Es una ópera prima con buenas ideas y un concepto interesante, pero que no termina de funcionar. Todo parece acelerado y precipitado. Entiendo que la velocidad con la que transcurren los hechos y su poco desarrollo está ligado a que estamos ante una historia que va a contrarreloj de la naturaleza. Sin embargo, esto no está bien logrado. Los primeros minutos tienen un montaje infernal donde no terminamos de ver un plano y ya pasamos al siguiente, habiendo una sobredosis de información innecesaria. Recién superado este momento, afloja un poco la cuerda y va de lleno al tema que compete a la película. Hay indicios de lo que podría haber sido una obra destacable con ideas peculiares. Pero esto queda opacado por momentos de comedia innecesarios que dejan mucho que desear. Más allá de que la comedia es absolutamente relativa a cada uno, sus chistes son irrelevantes a los asuntos que trata. En un largometraje de tan solo 90 minutos, tenemos múltiples escenas que se podrían haber omitido y desencadenado el mismo final. La contaminación y el daño al medio ambiente es un tema sensible hoy en día. Esto no quiere decir que mediante la banalización y la comedia no podamos reírnos de nuestras desgracias. Incluso con esta táctica se podría plantear una reflexión sobre nuestra sociedad y su ignorancia, tal y como lo hace la reciente “Don't Look Up”. Pero este filme no logra nada eso, simplemente escoge un tema de actualidad y lo utiliza de manera obvia para intentar causar interés. Esto sumado a un final polémico que dejará pensando a más de uno acerca de lo que realmente se quería transmitir sobre el tema. “LA ÚLTIMA NOCHE” puede resultar más que interesante para aquellos fanáticos de la comedia bizarra. Roman Griffin Davis es el pilar de toda la cinta, su actuación es lo más destacable, y mejora la calidad de la obra en general. A pesar de esto, ciertas ventajas tanto en reparto y guión no se pudieron aprovechar del todo. Por Felipe Benedetti
Adam McKay, el aclamado director de comedia, estrenó en Netflix “DON'T LOOK UP”. Esta nueva obra continúa la huella del autor con una crítica hacia la sociedad estadounidense y es una comedia que nos hará reír varias veces. Además, cuenta un elenco de primera, protagonizado por Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence. Cuando los científicos Randall (Di Caprio) y Dibiasky (Lawrence) descubren un meteorito que se acerca para destruir la tierra, se embarcan en la misión de avisar a las autoridades lo que sucederá. En una sociedad que los ignora y no entiende la repercusión del problema, deben encontrar la manera de ser escuchados. La comedia es difícil. Hacer reír no es para cualquiera y esta dificultad se debe a que cada uno tiene un sentido del humor propio. Una táctica esencial en el género es lograr que el espectador se sienta identificado con la situación que se está relatando en su propia realidad. “DON'T LOOK UP” utiliza esta estrategia tanto en sus detalles como en el relato general. Toda la trama está sostenida por un paralelismo con nuestra sociedad real, planteando una reflexión sobre la contaminación, el poder económico, la política, los medios de comunicación y otros temas de actualidad. A su vez posee pequeños detalles que funcionan como representaciones de las personas en sí, de las virtudes y los defectos del ser humano. Genera de esta manera momentos que resultan muy graciosos ya que nos sentimos identificados con los mismos. Esto funciona así durante la primera mitad de la película, luego surgen algunos problemas. Toda esa profundidad lograda en un principio se tira por la borda. Pasamos de una obra que es consciente de los problemas de la sociedad y nos invita a reflexionar sobre los mismos, a una serie de situaciones bizarras que pretenden dar cátedra al espectador sobre lo que está bien y lo que está mal. Ya no se trata de una obra que tiene como subtexto a una sociedad tóxica dentro de la trama, sino que recurre a la obviedad de estos problemas. Comenzamos con personajes complejos, con un arco argumental interesante. Funcionaban como una representación simbólica de la sociedad, sin resignar su desarrollo e historia. En la segunda mitad se deja atrás todo lo construido alrededor de los personajes. Los mismos ya no pretenden representar a la sociedad, sino que tienen un accionar bizarro que solo pretende hacer reír. El presupuesto les permitió, incluso en sus personajes secundarios, utilizar actores y personalidades muy famosas de Hollywood. Leonardo Di Caprio hace un excelente papel y su actuación va mutando a medida que su personaje cambia. Por su lado Jennifer Lawrence también cumple a la perfección, pero a su personaje pareciera faltarle una vuelta de tuerca más que le permita terminar de desplegar su talento. El problema surge cuando utilizan en personajes secundarios a personalidades muy famosas (Meryl Streep, Timotheé Chalamet, Ariana Grande, Jonah Hill, Chris Evans, etc) que parecieran estar solo por su fama y carisma, sin aportar nada relevante a la trama. “DON'T LOOK UP” es un filme que tenía mucho potencial y lo aprovecha al máximo durante su primera mitad. Adam McKay sabe claramente cómo hacer reír y a la vez que su dirección sea interesante en un género que no siempre lo es. Nos hará pasar un buen rato mientras nos invita a la reflexión. El proyecto era interesante y ambicioso, pero le costó un poco sostener la calidad en su totalidad y terminó cayendo en algunos recursos básicos del género. Por Felipe Benedetti
Llegó a los cines “REY RICHARD: UNA FAMILIA GANADORA”, una obra protagonizada por Will Smith sobre las legendarias tenistas Venus y Serena Williams. Richard Williams (Will Smith) entrena desde pequeñas a sus hijas para que se conviertan en las mejores tenistas del mundo. Enfrentándose a un contexto social y económico difícil, deberá encontrar alguien que crea en la capacidad de sus hijas. Por lo general las películas basadas en hechos reales son muy difíciles de realizar, más aún cuando se enfocan en un personaje famoso. La dificultad reside en encontrar el recorte del hecho que se quiere narrar y entender que se busca transmitir sobre una determinada historia de vida. En este aspecto el largometraje tiene su primer acierto. El enfoque está puesto en Richard y en su obsesión por cumplir su objetivo. Lo fácil hubiese sido mostrar el punto de vista de las hermanas Williams para provocar una fácil identificación del espectador con un personaje ya conocido. Pero el filme no toma este camino. Decide mostrarnos el descabellado objetivo del padre en un entorno que no lo favorece en lo absoluto. La obra se propone un objetivo muy difícil, pero a la vez correcto para cualquier ficción que busca contar una historia dejando algo especial al espectador. Plantea una reflexión en torno al ego del personaje principal, quien en su búsqueda se enfrenta a un contexto social, económico y racial que le sirven de obstáculos. Es una historia de superación, pero no cualquier superación. Tenemos un protagonista que deberá enfrentar una transformación extraordinaria para que su plan se cumpla: deberá comprender que a veces lo mejor es el cambio. Es en este punto donde quizás le cuesta a la obra encontrar un rumbo claro sobre lo que desea hacer con su personaje y no termina de definir algo concreto. Es el tercer largometraje de ficción del director Reinaldo Marcus Green y esta historia ya alcanzó un alto nivel narrativo. Los planos y encuadres tienen una gran carga emocional que van directo a lo que el filme quiere transmitir al espectador. Se manejan perfectamente los momentos de tensión emocional y deportiva, convirtiendo el tenis en un deporte cinematográfico Will Smith se transforma completamente en el personaje de Richard y su actuación es uno de los pilares del largometraje. Logra que empaticemos con el protagonista, por más que por momentos no estemos de acuerdo con su accionar, lo queremos ver triunfar y lograr su objetivo. Hay normalmente una gran dificultad en el cine al hacer actuar a menores de edad. Las actrices de Serena y Venus (Demi Singleton y Saniyya Sidney respectivamente) logran esta tarea y nos hacen meternos en la historia. “REY RICHARD” es una de las grandes películas del año. Logra superar las adversidades que siempre conllevan las historias basadas en hechos reales y nos cuenta una historia emocionante en la que, a pesar de ya saber el final, estamos permanentemente expectantes del mismo. Por Felipe Benedetti
“CODA”, emocionante, y por momentos simpática, película protagonizada por Emilia Jones y dirigida por Siân Heder. Con varias nominaciones a los premios Oscars, el largometraje es un éxito en Amazon Prime Video y todavía se encuentra disponible en algunos pocos cines del país. En una familia de sordos, la hija menor Ruby, es la única que puede escuchar. Al descubrir una inevitable pasión por la música la protagonista debe tomar una decisión. Sí seguirá su sueño o si se quedará a ayudar a su familia a salir adelante de una apretada situación económica. Es una cinta que logra hacer un uso increíble del lenguaje cinematográfico. El obstáculo principal era clarísimo. Normalmente, los personajes secundarios llevan al protagonista hacia un rumbo determinado y logran así mantener el interés en la trama. En este caso la sordera de los personajes (y sus actores incluso) plantea el desafío de encontrar métodos de expresión distintos a los que estamos acostumbrados. Su directora Siân Heder sabe entender perfectamente esta problemática y la utiliza a su favor, narrando de una manera muy particular. No son siempre las palabras las que nos cuentan la historia, son las expresiones y los movimientos de los actores los que cobran relevancia. Llegamos así a su punto más destacable: las actuaciones. La película entiende que los personajes son los que llevan una obra, y que su actuación nunca debe ser dejada de lado. Al encontrarse en la dificultad de encontrar un nuevo modo narrativo, se apoya en sus actores y en su manera de transmitir al espectador. Esto concluye en un conjunto de escenas muy emotivas en las cuales podemos entender perfectamente cuál es la problemática de cada personaje mediante sus expresiones. Se destacan Troy Kotsur (Frank, el padre), con una personalidad y presencia en pantalla increíble, y Emilia Jones en un gran esfuerzo por introducirnos en el dilema de la protagonista. Entramos con el prejuicio de que sea la típica película cuyo único objetivo es emocionarnos por su temática. Si bien hay un buen trabajo de guion en llevarnos a una clara transformación de los personajes, por momentos toma el camino fácil y nos presenta escenas que no queda claro que aportan de cara al final y cuya finalidad parece ser solo emocionarnos o hacernos reír. Pero en líneas generales tiene una construcción sólida y logra una historia que vale la pena darle la oportunidad. "CODA" recupera un elemento que el cine fué perdiendo a lo largo de los años: la capacidad de expresar con imágenes y no con palabras. En la época muda los actores exacerbaban sus expresiones y movimientos, buscando una manera distinta a la tradicional para comunicarse. Este filme recupera ciertos aspectos de ese cine y los utiliza como estrategia narrativa para lograr tocarnos el corazón. Por Felipe Benedetti