¿OBSERVADOR O JUGADOR? Ser observador permite, por unos cuantos dólares, mirar a los jugadores y proponerles retos. Ser jugador implica cumplir los retos impuestos por anónimos para ganar dinero fácil y escalar en popularidad: el primero, el más atrevido, se lleva todo. Un reality transmitido a través de celulares donde los espectadores deciden cómo evoluciona. Vee Delmonico (Emma Roberts) es una adolescente tímida en el último año del secundario, con todo lo que conlleva. Sus amigas la presionan para participar en Nerve y cumplir al menos un reto, para demostrarse a sí misma que puede tomar algún riesgo. La chica acepta, pero tras cumplir su primera misión la audiencia la invita a emparejarse con Ian (Dave Franco). Y si, las pruebas empiezan a volverse más peligrosas. Los primeros minutos llevan a pensar que se trata de otra típica teen movie, llena de estereotipos y lugares comunes y predecibles. Sin embargo, el relato avanza y la trama se espesa y se vuelve más y más oscura. Para colmo, la premisa es realista, un juego como Nerve es posible en un futuro cercano. Y eso asusta. Los nativos digitales, ciudadanos de Internet, son los que probablemente estén más cerca de sufrir un nudo en la garganta porque intuyen que hay un submundo virtual donde las posibilidades son infinitas. Nerve sabe reflejar lo siniestra que puede ser una sociedad escondida bajo el anonimato que puede dar un medio como la web. El relato es muy dinámico y por momentos se vuelve muy tenso a medida que muestra su lado más oscuro. Decae un poco hacia el final, cuando repite fórmulas viejas y supuestamente probadas, aunque hay que decir que va contestando los interrogantes sin didactismos, con justificando la información que que se dosifica en toda la extensión de la historia, con una puesta que hace un buen uso de las subjetivas para desde las pantallas de los dispositivos para ver la interacción y de las cámaras para ver la filmación, como si la aplicación estuviera a disposición del espectador. Si bien los protagonistas responden al principio a estereotipos, los minutos hacen que ganen profundidad, sobre todo Vee a cargo de Roberts que se destaca, dándole a su personaje una carnadura que incluye contradicciones, timidez y la energía de una adolescente en una situación límite, mientras que Franco hace lo suyo, limitado por un guión que lo relega. Por último, hay que agradecer que el relato crezca sin satirizar a sus participantes ni a sus interacciones con la tecnología. En un mundo donde las personas se someten cada vez más a la exposición, los juegos perversos pueden aceptarse con tal de ganar algo de popularidad. Muchos usuarios de YouTube y las millones de visitas que recibe son la prueba más contundente. NERVE: UN JUEGO SIN REGLAS Nerve. Estados Unidos. 2016. Dirección: Henry Joost y Ariel Schulman. Guión: Jeanne Ryan y Jessica Sharzer. Intérpretes: Emma Roberts, Dave Franco, Emily Meade, Juliette Lewis, Marc John Jefferies, Miles Heizer y Machine Gun Kelly. Fotografía: Michael Simmonds. Música: Rob Simonsen. Duración: 96 minutos.
SOBREVIVIENDO Nancy (Blake Lively) escapa de la carrera de medicina y viaja a México para surfear en una playa secreta que su madre, recientemente fallecida, visitó estando embarazada. Tras unas cuantas olas, un tiburón blanco la ataca y ella debe resguardarse en una piedra cercana. Deberá tomar decisiones inteligentes para poder escapar del acecho del animal. Cabe destacar que se va a disfrutar más de la película cuanto menos se sepa de tiburones. En general, se va a disfrutar más cuanto menos se piense: los minutos pasan y la cinta abusa cada vez más de la suspensión de la incredulidad. Un par de jumpscares no hacen que una película “de miedo”, el Shallows del título original significa superficial, poco profundo y eso queda evidente en los primeros minutos porque sin temor a ser redundante, las cristalinas aguas permiten ver el fondo, por lo que se desprende que es mejor no acercarse a la sala esperando miedo o profundidad porque no, el relato carece de ambos. Los planos sos vistosos y la puesta de Jaume Collet-Serra (La casa de cera, La huérfana, Sin escalas, Una noche para sobrevivir) es en su totalidad es correcta, pero lo cierto es que se invierten demasiados minutos en la belleza del paradisiaco lugar y de Blake Lively. La actriz, por otro lado y obviando su físico, es de lo mejor de la película. Se carga la película al hombro (al lomo, cuac), resulta convincente y genera la empatía necesaria para mantener al espectador en la película. El crecimiento de Nancy y lo que se sabe de ella es otro punto a favor. El guión, que falla en algunas escenas llegando al ridículo, logra justificar su accionar a la vez que explica sólo lo necesario. Sin embargo, no deja de tener rasgos estereotipados, aunque el principal prejuicio, casi escandaloso, es el de un mexicano borracho y desagradable que parece diseñado de acuerdo a la mirada que tiene Donald Trump para todos los que no son blancos, anglosajones y protestantes. El concepto de la lucha por la supervivencia es bueno, pero pierde fuerza por la lentitud de la trama. Tiene picos de tensión, pero no son lo suficientemente efectivos y el relato se estanca varias veces. Es una lástima que se haya preferido convencer desde lo estético y no desde un guión efectivo. Y no efectista. MIEDO PROFUNDO The Shallows. Estados Unidos. 2016. Dirección: Jaume Collet-Serra. Guión: Anthony Jaswinski. Intérpretes: Blake Lively, Óscar Jaenada, Brett Cullen, Sedona Legge, Janelle Bailey, Angelo Josue Lozano Corzo, José Manuel Trujillo Salas, Diego Espejel y Pablo Calva. Fotografía: Flavio Martínez Labiano. Música: Marco Beltrami. Duración: 87 minutos.
SUPERFICIE, FUEGOS, LUCES Y ESTRUENDO “Si Superman hubiera decidido bajar volando, arrancar el techo de la Casa Blanca y llevarse al presidente del Despacho Oval, ¿quién lo hubiera detenido?”, se preguntan los políticos y la propuesta más brillante llega desde la funcionaria Amanda Waller (Viola Davis), que propone una opción sucia: un equipo compuesto por reclusos –la mayoría “metahumanos”, gente con capacidades únicas- con un alto potencial para generar caos y destrucción. Serían usados para detener a Superman o a cualquier otra amenaza de gran magnitud y en caso de ser atrapados, el gobierno se desligaría de ellos. ¿Sencillo, no? Realmente, no. Hay muchas inconsistencias que quedan regadas en el guión, pero son más graves cuando se trata de las motivaciones de los personajes. Un gran problema puede predecirse en los adelantos, hay muchos personajes nuevos para presentar y desarrollar en muy poco tiempo. ¿El resultado? Obviamente, desarrollo escaso o nulo en la mayoría. Se avanza bastante y bien en la historia de Deadshot (Will Smith) y un poco menos en la de Harley Quinn (Margot Robbie), pero los demás quedan desdibujados. Apenas se llega a conocer una porción del potencial de los demás personajes y poco y nada de su historia. Pero cabe anotarle un punto en el primer acercamiento, si bien resulta bastante monótona la presentación de cada uno, las escenas son dinámicas y los efectos especiales amenizan la información brindada. Incluso, invitan a ver qué puede hacer un grupo compuesto por estos inadaptados. Si están esperando un espectáculo de luces de colores brillantes e inverosímiles cantidades de balas regadas por todas partes, es la película adecuada. Escuadrón Suicida llega para convertir momentáneamente a villanos en antihéroes, aunque dejando al espectador a mitad de camino. Sin embargo las preguntas persisten: ¿Pudo Jared Leto estar a la altura del complejísimo Joker? La inevitable comparación con el increíble trabajo que hizo Heath Ledger con el mismo personaje puede poner en duda a cualquiera, pero lo cierto es que Leto esta muy bien. No tuvo suficientes minutos en pantalla para desarrollar en su totalidad al villano pero lo que muestra es eficaz. Los demás hacen lo suyo dentro de lo esperable aunque hay que decir que Harley Quinn está un escalón abajo. Otro punto flojo es Waller como personaje ¿Es necesaria la malvada que es muy, muy mala? Como recurso es barato, aunque no sea del todo una villana. Lo interesante de la película es justamente eso, que los villanos no lo son tanto porque la idea es esquivar el maniqueísmo propio del bien y el mal, sin grises. Más allá de sus errores, la película cumple con el objetivo de entretener. Sí, es cierto que tiene muchos elementos de manual y hasta predecibles, pero también es real que se mueve dentro de las reglas del género, claro, no es la mejor película de superhéroes porque para empezar no lo son y tampoco es lo peor que se vio en años, como aseguran muchos. Queda ver si cumple con otro objetivo primario, destronar a Civil War, pero eso son números y cifras de taquilla, otra discusión. ESCUADRÓN SUICIDA Suicide Squad. Estados Unidos. 2016. Dirección y guión: David Ayer. Intérpretes: Will Smith, Jared Leto, Margot Robbie, Jai Courtney, Joel Kinnaman, Viola Davis, Cara Delevingne, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Adam Beach, Jay Hernandez, Karen Fukuhara, Scott Eastwood, Jim Parrack, Ike Barinholtz, Ben Affleck, Corina Calderon, Alex Meraz, David Harbour y Ezra Miller. Fotografía: Roman Vasyanov. Música: Steven Price. Duración: 123 minutos.
EVITAR EL INFIERNO Los documentales tienen una distinción frente al resto de las películas, su objetivo principal es exponer un recorte de la realidad y en algunos casos, también entretener. Los cuerpos dóciles no cuenta con escenas de violencia o de sexo, ni ofrece los elaborados efectos especiales a los que Hollywood nos tiene acostumbrados y ayudan a descansar o embotar el cerebro. Tiene, en cambio, la sordidez del Conurbano y el sistema penal argentino y muchas preguntas hacia el espectador. Los momentos de tensión están lejos de un personaje acechado por fantasmas o monstruos de otra dimensión, sino que acercan un terror mucho más tangible: quedar preso en una cárcel bonaerense. “En provincia de Buenos Aires no se puede estar en cana, hay que pensarlo muy bien antes de cometer un delito porque si es para terminar acá… es mejor que te peguen un tiro”, explica el abogado penalista Alfredo García Kalb. A través del caso de un robo a una peluquería, el film expone cómo funciona la Justicia con las personas de bajos recursos. Kalb no es un héroe ni pretende serlo, sólo conoce muy bien lo que implica ir a la cárcel y su trabajo es evitar que sus defendidos pasen mucho tiempo ahí. La puesta de Diego Gachassin que ya dirigió Vladimir en Buenos Aires y el debut de Matías Scarvaci (aquí la entrevista a ambos) muestra un desarrollo a veces un poco denso, espeso como en lo que se está centrado. Sin embargo, planos cortos y en movimiento hacen más dinámicos y sortea el agobio en la que hace centro el relato. Las escenas que exponen la vida de Kalb sin el traje, jugando con sus hijos o descargando su tensión en la batería, tiene como objetivo mostrarlo fuera del ambiente carcelario, como un hombre común y por consiguiente, posible generador de empatía. Entonces la operación no está disfrazada, hay una postura tomada y se advierte el esfuerzo de esquivarle a la moralina aunque tampoco se cargan las tintas contra el discurso conservador. En cambio, muestra un fragmento de la realidad y hace una crítica que plantea muchos interrogantes, una interpelación sin respuestas que busca convertirse en sedimento de los probables espectadores hacia donde se dirige, un intento de problematizar en ese sujeto ajeno o no de la problemática carcelaria y un sistema penal siempre cuestionado. Siempre. LOS CUERPOS DÓCILES Los cuerpos dóciles. Dirección: Diego Gachassin y Matías Scarvaci. Argentina, 2016. Intérpretes: Alfredo García Kalb. Edición: Valeria Racioppi. Cámara y fotografía: Diego Gachassin. Diseño de sonido: Hernán Gerard. Producción ejecutiva: Diego Gachassin. Música: Juan Manuel Lima. Duración: 74 minutos.