James Bond fue bien reciclado Sam Mendes con sus guionistas le dio ‘clase’ a un mito, lo cargó de sombras y dudas, triplicó su eficacia en sus descabelladas acciones, lo enfrentó con el peligro actual y futuro del cibercrimen y puso a su lado a un jovencito muy Harry Potter (Ben Whishaw, en el papel de Q) que con el accionar de las computadoras lo descoloca por primera vez en la historia. Cuando la singular voz de la cantante Adele, le dice al espectador, mientras aparecen los créditos, “Este es el final, aguanta tu respiración”. Cuenta hasta diez y una exquisita escena submarina con luces aceradas envuelve el campo visual, uno piensa que se equivocó de película, o algo diferente está por pasar. Y pasa. James Bond (Daniel Craig) renació y sorpresivamente lo hace desde una posible muerte. Persiguiendo a uno de sus enemigos que robó los nombres de agentes secretos infiltrados en redes terroristas, Bond es aparentemente rematado por una orden a distancia de la jefa M (Judi Dench), para algunos un peligro más que una protección en la compleja burocracia del espionaje. AVE FENIX Pero no todo es tan así y OO7, un poco gastado y tambaleante reaparece como un Fénix que hace rato huyó de pesas y paralelas. Y como el gimnasio está cerca, Bond revive. Tendrá tiempo de escenas excepcionales, conquistas internacionales: Sévérine (Bérénice Marlohe), la morena Eve (Naomie Harris) y casi un decepcionado Silva (Javier Bardem), impresionantes incursiones en Singapur y Macao, desaforadas persecuciones en trenes y subtes, y hasta momentos de edípicas reflexiones freudianas en tierra escocesa. ‘007 Operación Skyfall’ es un Bond puro, reciclado a la manera de Sam Mendes, su director. No por nada Mendes estudió en Cambridge y formó parte de la Royal Shakespeare Company. Con un rico guión que recrea un Bond con sombras y luces, muy Batman y ansioso sin saberlo de un confesional sillón freudiano, la película se enriquece. Las mejores escenas de acción, significativas, nunca vanas. Con un villano para recordar, anótenlo para todo premio internacional que aparezca, Javier Bardem, en el papel de Silva, es una mezcla del temido Hannibal Lecter y el Moriarty, de Sherlock Holmes. Verdaderamente deslumbra. Y no sólo por su pelucón de pajiza pelambre, o su paladar desmontable que estremece ante su ausencia súbita. VILLANO PERDURABLE Mendes con sus guionistas le dio ‘clase’ a un mito, lo cargó de sombras y dudas, triplicó su eficacia en sus descabelladas acciones, lo enfrentó con el peligro actual y futuro del cibercrimen y puso a su lado a un jovencito muy Harry Potter (Ben Whishaw, en el papel de Q) que con el accionar de las computadoras lo descoloca por primera vez en la historia. Ah, y le dio su cuota de humor!. Un exacto Daniel Craig (James Bond), la realeza interpretativa de Judy Dench (M), el inefable Bardem (Silva), un promisorio Ben Whishaw (Q), más las bellezas de turno, Eve (Naomie Harris) y Sévérine (Bérénice Marlohe), junto con locaciones sorprendentes (las de tierra escocesa abruman) y un Albert Finney (Kincade) como salido de un western de John Houston. Verla y disfrutarla son sinónimos.
Temibles imágenes en súper 8 Ellison Oswalt (Ethan Hawke) parece estar soportando, como muchos escritores que fueron exitosos, ‘el síndrome de la página en blanco’. Busca el motivo que le permita escribir una novela tan exitosa como aquella policial que se transformó en best seller, hace casi diez años. Y todo parece encaminarse bien. Hay una realidad: un crimen ominoso, cuatro ahorcados cuyos cuerpos cuelgan de una soga y la historia de una familia que una súper 8, le revela en la casa que él alquiló. El protagonista, como el fotógrafo de ‘Las babas del diablo’, de Julio Cortázar descubre, cada vez, más realidades en las imágenes de la película en super 8, que un día encontró de casualidad revolviendo esa casa alquilada. Ellison, el escritor supone que de la investigación de esas imágenes saldrá el posible asesino de la familia ahorcada y también la novela policial que lo hará otra vez célebre. No sabe que develar ciertos enigmas tiene un precio. EL ESCRITOR ‘Sinister’ atrapa en los comienzos. Ese simpático escritor un poco neurótico queriendo escribir otro éxito para que su linda familia, compuesta por Tracy (Julie Rylance), su mujer y sus hijos Trevor (Michael Hall D’Addario) y Ashley (Clare Foley), disfruten junto a él mejores tiempo, atrae. Atrae tanto como la pintura realista y verosímil del grupo familiar protagónico; lo siniestro de ese crimen que una y otra vez revela la proyección en super 8 y ese ferviente deseo del escritor por descubrir la raíz del mal y poder construir con todo eso una nueva docuficción exitosa. Pero la película, a pesar de estar dirigida por el mismo director de la recordada ‘El exorcismo de Emily Rose’ se va a pique poco a poco, cuando empieza con el factor esotérico y las imágenes fantasmáticas, que al principio dan miedo y luego cansan. En ese momento ‘Sinister’ deja de interesar, se reitera, abusa de determinados motivos y se desbarranca. A pesar de que la historia está estupendamente fotografiada, cuenta con hallazgos sonoros y un buen actor como es Ethan Hawke, el director pierde el hilo y lo original se convierte en trillado y lo verosímil deja de serlo, para transformarse en algo poco creíble.
Un médico cómplice del placer Aunque la discriminación femenina tiene larga data, hubo momentos en que las cosas no fueron tan así. Si hasta Sorano de Efeso se especializaba en las características del organismo femenino en tiempos de Hipócrates y daba consejos para solucionar lo que el doctor Joseph Mortimer Granville (personificado en el filme por Hugh Dancy), en la época victoriana, aliviaba con masajes manuales. Hablamos de este doctor, porque en los últimos tiempos hubo intereses varios por conocer más sobre los instrumentos eróticos que utilizaba, especialmente, la mujer. TEATRO Y CINE En los dos últimos años, tuvieron bastante éxito, Sarah Rulh, que escribiera, sobre el tema, la obra teatral ‘El cuarto de al lado’, que fue estupendamente representada en Buenos Aires con la dirección de Helena Tritek y las notas del crítico de Newsweek, Howard Gensler, en las la que se inspira este filme. Brevemente, ‘Histeria. La historia del deseo’, cuenta lo que sucedió con el mencionado Granville (Hugh Dancy), que lograra industrializar con eficacia el vibrador, que a fines del XIX se utilizaría como paliativo de lo que se denominaba ‘histeria’, término eliminado médicamente en 1952, al considerar un mito la mencionada ‘dolencia femenina’. La película cuenta, con humor, las costumbres que los médicos de la época utilizaban para solucionar los casos ‘histéricos’ y la aparición del vibrador a pilas, pragmático aparatejo que las mujeres observaban con curiosidad primero y luego con simpatía. ‘Histeria...’ muestra algunas sesiones de práctica con damas de la sociedad victoriana y el encuentro del doctor Granville con Charlotte Dalrymple (Maggie Gyllenhaal), casi una sufragista en potencia, hija menor del dueño del consultorio en el que el bueno de Granville ejerció. LAS SESIONES La directora se inclinó por la clásica comedia romántica con algo de picardía y un liviano tono satírico, que grandes actores como Maggie Gyllenhaal (Charlotte Dalrymple) y Jonathan Pryce (Robert Dalrymple), acompañados por Ruper Everett (Edmund St. John- Smythe), Hugh Dancy (Mortimer Granville), se ocupan de transmitir. Tradicional, con buena reconstrucción de época e impecables rubros técnicos, el filme finaliza con un pedagógico recorrido por la historia del vibrador en el tiempo, que fluctúa entre los arqueológicos, accionados a pedal a los más actuales, disfrazados de patitos.
Dos antihéroes arrepentidos Mariano (Alan Sabbagh) no es lo que precisamente se considera un hombre de acción. Es un muchacho que trabaja en un lugar común, en este caso, una agencia de publicidad, tiene un viejo auto, un Siam Di Tella, se ha puesto de novio con Jackie (Paula Grinszpan) y piensa casarse pronto. Pero justamente, en ese tiempo especial, ideas ajenas que parecen intentar ayudarlo económicamente ‘trampeando’ la realidad, le hacen complicarse la vida, perder su auto y empeorar los problemas afectivos con su novia. Así, por salvar un problema, se mete en mil líos. El saldo, son inspectores que entran y salen de su departamento queriendo averiguar un posible fraude con la compañía de seguros y para peor un vagabundo se mete en su auto estacionado en la calle. Los hermanos Diego y Pablo Levy, directores de ‘Masterplan’, recuerdan en muchos de sus elementos estilísticos a las comedias de Daniel Burman (‘El abrazo partido’) y Juan Villegas (‘Sábado’) y remontan el absurdo a partir del momento en que Mariano (Alan Sabbagh) se encuentra con el vagabundo (Andrés Calabria). HUMOR DISPARATADO La película muestra un humor ingenuo, disparatado a veces y la primera parte difiere de la segunda en cuanto a ritmo y tono. Tiene buen desarrollo técnico. Es correcto el guión y verosímil y sincero lo que se cuenta. Su humor es especial y no todos los espectadores pueden identificarse con él, pero sus personajes despiertan algunos, estupor, otros cierta simpatía y sorpresa y en general se ven con agrado y pueden reconocerse situaciones y problemas cotidianos (el encuentro con los padres de la novia, la aparición de los burocráticos ‘veedores’ de su culpa, las acusaciones de su novia de toda la vida). Los jóvenes directores muestran buen ojo en cuanto a la elección del casting, especialmente en la selección de Mariano (Alan Sabbagh), el protagonista, un verdadero antihéroe arrepentido y su desarrapado antagonista, Pablo Levy, uno de los directores, en el papel del cuñado.
Un niño con poderes especiales Norman vive en una pequeña ciudad de Massachussetts y tiene la particularidad de ver y hablar con los muertos. O sea que es un niño con problemas. Problemas porque todos los chicos creen que lo diferente es un mal síntoma y hay que burlarse, o mantenerse alejado del que lo tiene. LA MALDICION Lo mismo ocurre con Neil, su amigo, que es gordo, por tanto diferente al común de los chicos e igualmente discriminado. En síntesis, víctima de lo que hoy se llama ‘bullying’, o acoso escolar, Norman y Neil se buscan y se apoyan. No por nada viven en Hollow Blithe, una ciudad ‘fundadora’, donde tuvieron lugar los juicios de Salem (en los que se inspiró Arthur Miller para su famosa obra de teatro ‘Las brujas de Salem’) y en la que más de doscientas personas, en 1692, fueron acusadas de brujería y algunas de ellas, ejecutadas. Norman, que ve más allá, percibe que la maldición de una bruja de esa época está por cumplirse en la ciudad y presionado por Prenderghast, su tío muerto, debe enfrentar las fuerzas del más allá. EL OTRO MUNDO ‘ParaNorman’ es un estupendo relato, que puede ser de suma utilidad a los mayores que quieran formar en los chicos una conciencia integradora. Sin descartar a los niños con problemas, que se verán reflejados y comprenderán muchas cosas. Eso sí, no tienen que asustarse de los zombies, que, llamativamente, son los que en otras épocas juzgaron seres inocentes y diferentes. Como ‘Coraline’, el filme anterior del codirector Chris Butler, ‘ParaNorman’ mezcla lo macabro y lo mágico y tiene héroes queribles y actuales, un chico capaz de hablar con el ‘otro mundo’, una adolescente muy seductora (hermana de Norman), un tío del que el muchacho hereda la aptitud de ver y hablar con fantasmas y difuntos y una abuela muerta que se niega a dejar la casa familiar para proteger al nieto en problemas. La técnica de ‘stop motion’ funciona de maravillas y el cineasta Chris Butler la sabe emplear muy bien; los protagonistas gustan, el guión funciona y los zombies asustan y dejan buenos consejos. Hasta el mensaje de paz y perdón funciona sin falsos didactismos.
Crímenes, pero sin cadáveres Una pregunta se le plantea al público con esta película: ¿Qué hubiera hecho usted si como Ezra Lieberman, el protagonista en "Los niños de Brasil" se encontrara con varios niños idénticos a Hitler y supiera que Josef Mengele los había diseñado genéticamente a semejanza física y moral de Hitler? A un dilema parecido se enfrenta el pobre Joe (Joseph Gordon-Levitt), un muchacho del futuro, que trabaja de "Looper", algo así como un mercenario destinado a sanear el exceso de individuos venidos del futuro. El siempre cumplió con lo que le pedían sus jefes los "dueños del futuro" y está cansado de hacer más fácil el camino de unos cuantos, terminando con sus obstáculos humanos. Este matador sin cadáveres se encuentra en un momento dado con el drama moral de que sus jefes le mandan a él mismo, o sea a Joe mayor (Bruce Willis) para exterminarlo. ¿Cómo sería esto de matarse a sí mismo? Eso nadie se lo enseñó. FILME AUDAZ "Looper: asesinos del futuro" es una película original, humorística y audaz. Con algo de la legendaria "Blade runner" en su atmósfera y toques de violencia que recuerdan a algunas producciones de Quentino Tarantino y Oliver Stone, este nuevo thriller futurista, dirigido por Rian Johnson, logra reunir en una buena fórmula, el humor negro, el drama sin solemnidad, el romance y el policial negro. Joe es como cualquier trabajador con un objetivo aparentemente violento, pero que en realidad termina con una entelequia: nunca más va a poder volver a ese otro sector de tiempo, al que él no llegó, o sea que desaparece sin dejar rastro. Pero no todo es como uno piensa y las dudas comienzan a azotar a este "looper" sartreano al que la violencia pretende anularle las ideas. UN LARGO VIAJE 2042 y 2072 son fechas por las que transita este singular "viaje" a la identidad, en el que la violencia va a ser el distintivo y el poco valor de la vida, una realidad, aunque en este presente no se pueda matar a ningún contemporáneo. La secta de los "loopers" son algo así como los yuppies del momento y dentro de ese mundo en el habitan, existen niños como el de la película "El tambor", capaces de levantar a cualquiera por los aires con un grito o una mirada. La película tiene suspenso, muy buenos efectos especiales, ritmo febril y actores de primera, como Joseph Gordon-Levitt (Joe joven), Bruce Willis (Joe mayor), Paul Dano (Seth) y la chica Emily Blunt (Sara). Por no hablar de una sorpresa infantil llamada Pierce Gagnon, en el papel de Cid. Este joven director llamado Rian Johnson es una especie de prestigitador con su cámara. Atropella a sus personajes en las escenas de violencia; captura hasta el mínimo gesto de sus actores y demuestra una libertad expresiva en sus sofisticados encuadres, que resultan deslumbrantes.
Ese desenfado que tiene el cómic En la década de 1970, la historieta británica necesitaba un vuelo diferente y el inglés John Wagner y el dibujante español Carlos Ezquerra crearon "Juez Dredd", una conocida serie de historietas que tiene por héroe principal al popular juez Dredd, que en ese futuro del que se nos habla, es a la vez juez, policía, ejecutor y jurado. En esta nueva adaptación, más afín a su esencia, el cómic; Dredd (Karl Urban), habitante de la superpoblada y violenta Megacity (Boston y Nueva York juntas en una atmósfera a lo "Blade Runner"), tiene una misión para cumplir: derrotar a la mafia de narcotraficantes que trabajan con "Slo-Mo", una droga que tiene el poder de transformar la realidad. Y atención que los narcos se agrupan bajo el poder de una jefa, de nombre exótico, como si la hubiera bautizado García Márquez, Madeline Madrigal (Lena Headey), a la que le dicen Ma-Ma. PODER TELEPATICO Pero Dredd, con Anderson (Olivia Thirlby), su compañera "superpoderosa" de poderes telepáticos, será capaz de todo. La película de Pete Travis, tiene el vuelo de su guionista Alex Garland que diagrama con astucia la psicología de su protagonista, un señor al que no se le ve el rostro, favoreciendo el misterio que da el ocultamiento, porque Juez Dredd, es como una suerte de paladín ejecutor en un mundo de caos. A pesar de no contar con gran presupuesto, Dredd está creativamente realizada, con impactantes efectos especiales, realzadas por el 3D, una buena utilización del "ralenti" y una impresionante recreación de una suerte de megalópolis, que mezcla la miseria, el cemento y los rascacielos con música sideral y un constante consumo de droga que va mutando la visión. Alucinada, con buenas escenas de conjunto, gran violencia como la mayorías de las producciones recientemente estrenadas, "Dredd 3D" se ve con interés y se disfruta de Karl Urban (Juez Dredd), muy bien en su papel, Olivia Thirlby (Anderson), una suerte de Milla Jovovic más joven y la musculosa Lena Headey, en el papel de la temible Ma-Ma, que recuerda a la Sigourney Weaver de la primera época de "Alien".
Variados buscadores de fraudes Estamos inundados de películas violentas, de horror y de fenómenos paranormales. Parece ser que la racionalidad, la cotidianeidad dejó de estar de moda y el que no tiene un monstruo escondido, planea un crimen, se asocia con protagonistas de un cómic que quieren apropiarse del mundo, o se transforman en aliens. En este caso, lo paranormal gana la partida. Dos investigadores universitarios: Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y Tom Buckley (Cillian Murphy). Ella es una destacada estudiosa de los fenómenos paranormales, muy racional y enemiga de todo tipo de fraude. El un muchacho con cara angélica que esconde razones afectivas que lo hacen manifestarse contra todo lo esotérico, más habiendo perdido la vida de un ser querido por creer en determinadas experiencias. Los dos se han unido con la intención de combatir los fraudes pseudocientíficos. Justamente en esos días, cuando se multiplican los presupuestos para sectores de la universidad que estudian estos fenmenos psíquicos, reaparece en escena un viejo conocido de la doctora Margaret. Se trata de Simon Silver (Robert De Niro), una especie de gurú, un psíquico con ciertas orientaciones hacia "la medicina sanadora", que opera con las manos y se ha enfrentado algunas veces con la doctora, mientras treinta años de actividad avalan su discutida virtud. SIN SORPRESAS El enfrentamiento con Simon Silver asumirá características de lucha armada y no todos podrán seguir vivos. La película del español Rodrigo Cortés, exitoso director de "Enterrado", el mismo de la remake de "La casa silenciosa", que se dio a conocer en la Argentina, como "La casa del miedo", no aporta nada nuevo al género thriller. El guión y la historia en sí es plana, sin sorpresas, con un guión débil que sólo asusta con golpes bajos y una insoportable banda sonora a puro estruendo. Lo único que vale la pena son las actuaciones de esa gran actriz que es Sigourney Weaver (Margaret Matheson), el irlandés Cillian Murphy (Tom Buckley) y la protagonista de "La casa del miedo", Elizabeth Olsen (Sally Owen) en un personaje obviable. Hay una muy buena intervención de nuestro Leonardo Sbaraglia (Palladino), personificando a otro mentalista fraudulento como el que protagoniza nada menos que Robert De Niro. En papeles menores se desempeñan Toby Jones (Paul Shackleton), un profesor universitario y Joely Richardson (Monica Handsen) -la hija menor de Vanessa Redgrave-, en el papel de la representante de Simon Silver, que hace De Niro. Como síntesis de esta película puede decirse que los buenos guiones escasean, aunque es gratificante para el espectador observar que sobran excelentes actores.
Una múltiple mirada exquisita Irrepetible, será tediosa para muchos, pero valiente por los que lograron hacerla y los que se animaron a distribuirla. Su hermana Victoria Ocampo, decía de Silvina, que "sus cuentos, son recuerdos enmascarados de sueños, sueños de la especie que soñamos con los ojos abiertos". Esta es quizás la más perfecta definición de la obra de la gran escritora argentina, que fue mujer de Adolfo Bioy Casares. El filme es una singular transcripción cinematográfica de su cuento, "Cornelia frente al espejo", integra un libro de treinta y cuatro relatos. La película respeta el texto, toma algunos de sus diálogos y no sólo recrea la atmósfera que uno siente al leerlo, sino que logra, casi en el final, algo indefinible, como es atrapar el arte en estado puro. LA PROTAGONISTA La historia de amor que cuenta Cornelia (Eugenia Capizzano), la que casi le pertenece, es la de Elena y Pablo. Cornelia, una bella mujer llega a la casa familiar para suicidarse, sus conversaciones con seres que aparecen y desaparecen como el amante (Leonardo Sbaraglia), la amiga (Eugenia Alonso), un espejo como interlocutor válido, hablan de la extraña materia con la que trabajó toda su vida como escritora Silvina Ocampo. Esa que le permitió vivir plenamente. Ficciones, imágenes, realidades, ¿qué importa mientras Cornelia dialogue como una novia renacentista, o una monja medieval aceptando, o rebatiendo la discusión sobre la realidad? Película única, creemos, en la historia del cine argentino, que reproduce el mágico mundo literario de una autora también única. Y lo hace con magia y talento, desde la adaptación impecable, hasta los actores que como la exquisita Eugenia Capizzano, hasta Leonardo Sbaraglia y Rafael Spregelburd (El ladrón) respetan silencios y palabras y aparecen y desaparecen en esa casa fantasmal de recuerdos y cajitas de música. RELATO DE CAMARA Filme de cámara en el que confluyen diálogos sin tiempo y espacio, donde se puede ingresar a una historia de amor, a través de la misma Cornelia que es una joya de sensibilidad y a la que enmarca el sonido, la música del maestro Jorge Arriagada. Daniel Rosenfeld ("La quimera de los héroes") con la chica Eugenia Capizzano, también como coguionista, son los hacedores de esta audaz propuesta de cine arte. Hipnótica, nimbada por tufillos decadentistas que pueden escandalizar a puristas y desmayar con su evanescente fotografía. "Cornelia frente al espejo" es una película con mini filme sorpresa incluído, casi al final, al que se accede por viejas fotografías y con Ana Pavlova bailando "La muerte del cisne", desde un televisor apagado. Irrepetible, será tediosa para muchos, pero valiente por los que lograron hacerla y los que se animaron a distribuirla.
Cíclica amenaza de secuestro El ritmo ideado por el director Olivier Megaton es muy vertiginoso, con buena fotografía, aceptable música y con un Liam Neeson, reciclado al cine de suspenso y con muy buen estado físico. Este nuevo "thriller"presenta una fórmula ya testeada fílmicamente, la del hombre de acción, en este caso, un retirado agente de la CIA, llamado Bryan Mills (Liam Neeson), que es víctima de la amenaza de secuestro a su ex mujer y su hija. Mientras la primera "Búsqueda implacable" presentaba a un profesional de la CIA, ante el problema de un secuestro especial, el de su propia hija; en esta segunda parte la apuesta se duplica, porque pone al bueno de Bryan, en un gran aprieto, al tener que intentar salvarles la vida a dos de sus seres queridos. En esta nueva saga, a Bryan se lo ve un poco más tranquilo y haciendo vida familiar en Estambul, Turquía, junto a su ex mujer, libre al menos por el momento de pretendientes y junto a su hija. LA VENGANZA Lo que el ex agente de la CIA ignora es que en ese lugar de veraneo hay un un malo muy malo, padre de uno de los secuestradores que aparecía en la primera película, que está dispuesto a ejercer venganza y elige nuevamente el secuestro para descontrolar la vida de Bryan Mills. La película, igual que la anterior, tiene nuevamente a Liam Neeson como protagonista y es una historia bien construída, ofrece lo que el aficionado a las producciones de acción requiere: vertiginosidad, violencia, tomas rápidas, poco diálogo y nada más. "Búsqueda implacable 2" es un filme más dentro de la fórmula del cine de género. Nuevamente los malos contra los buenos. Sólo que esta vez provienen de Albania, últimamente pertenecían a Europa del Este. El ritmo ideado por el director Olivier Megaton es muy vertiginoso, con buena fotografía, aceptable música y con un Liam Neeson, reciclado al cine de suspenso y con muy buen estado físico.