Reconstruyendo a Cyrano, es un documental sobre una obra de teatro que en pleno auge con nominaciones a los ACE Awards queda fuera de cartel tras un problema entre los actores. Cyrano, un vodevil franco-argentino es una obra de teatro independiente, chiquita y sin muchas pretensiones que sorpresivamente comienza a tener cada vez más éxito. Cuando un problema entre el actor principal y el resto del equipo se vuelve realmente grande, no se encuentra otra solución que salirse de la cartelera. El problema es el momento en que esto sucede, justo cuando su reconocimiento es tal que logran llegar a los ACE Awards. ¿Cómo presentarse ante tal evento tras todo lo sucedido de manera tan reciente? El director Eduardo de la Serna decide retratar en su documental el proceso de reconstrucción de esta obra, que viene, claro, con un nuevo protagonista. Capta a sus protagonistas en diferentes momentos de su vida, a veces con una cotidianeidad demasiado cruda, como aquella primera imagen en la que se ve al director dando testimonio sobre qué pasó brevemente (un problema que ni siquiera tenía que ver con la obra entre los actores) a la cámara mientras le cambia los pañales a su bebé. Así, nos introducimos en ensayos pero también en la intimidad de estas personas, incluyendo a su nuevo actor, que, tal como lo pide la obra, se considera a sí mismo romántico. “Extremista por momentos, como cualquier romántico. Creo que es parte de mi esencia. Si no fuera romántico no estaría haciendo teatro”. Reconstruyendo a Cyrano se convierte poco a poco en algo más que una historia sobre montar de cero una obra, sino que funciona como un reflejo de la situación del teatro alternativo en nuestro país. Lo presenta como algo hermoso, donde uno puede ser quien quiera, pero que conlleva sus dificultades. Los actores son personas que aman el teatro y lo disfrutan aunque no siempre pueden vivir de eso. El eterno dilema entre hacer lo que uno debe y lo que uno quiere porque podemos ser muy fieles a nosotros mismos pero a veces no es tan sencillo como suena. ¿Qué pasa cuando no podés vivir de lo que te gusta? La película hace ese tipo de planteos universales a través de las voces de estas personas ahora entregadas a sus personajes, o a su obra el director que además escribe. Porque para representar a Cyrano se necesita algo más que una nariz prominente. Un documental sin pretensiones más que abordar la pasión que uno le puede entregar a un proyecto y también la desilusión que acarrea una impensada caída del proyecto. Por momentos muy descriptiva de cada personaje, pero en conjunto funcionan como este retrato sobre el mundo del teatro independiente y la gente que intenta cada día hacer algo interesante allí dentro.
Zanahoria es una película uruguaya en coproducción con Argentina que gira en torno a dos periodistas a los que un informante asegura poseer información sobre crímenes cometidos durante la Dictadura Militar. Alfredo y Jorge son dos periodistas que, si bien no tienen mucha experiencia aún, se comprometen mucho con su trabajo. Un día durante octubre del 2004, un supuesto ex agente de los servicios de inteligencia los contacta prometiéndoles información muy valiosa y reveladora. No obstante, los va postergando reiteradamente y esto hace que ellos deseen esa información cada vez más. Basada en hechos reales, Zanahoria es un thriller filmado y actuado de manera muy prolija, con conocimiento del género y de climas. Aunque a veces no puede evitar caer en escenas lentas y una construcción de personajes un poco trillada. Con buen manejo del suspenso, la película dirigida por Enrique Buchichio cuenta una historia que pretende reflejar una situación actual, sin denunciar de manera directa pero con una postura política definida. Aunque quizás sus casi dos horas de duración pesen un poco, pasada la mitad de la película. Zanahoria es un logro interesante dentro de la industria cinematográfica uruguaya, aunque la historia puede terminar pareciendo pequeña para la propuesta inicial, sin duda ambiciosa.
Un documental dirigido por Alejandra Grinschpun junto a Laureano Gutiérrez en el que sigue la vida de unos niños de la calle a lo largo de varios años. Alejandra daba clases de fotografía cuando comenzó a filmar a unos chicos y a seguirlos con las cámaras sin todavía estar pensando en la película que años después decide hacer. Unos pocos encuentros (tres precisamente), pero bastante espaciados en el tiempo, le sirven a la directora para encontrarse con estos personajes y ver qué hizo el tiempo con ellos. El resultado de Años de calle es un retrato crudo sobre una realidad a la que a veces es fácil dar por sentada. ¿Cómo será el futuro de esos niños?, pregunta que seguramente nos hemos hecho pero pocas veces preocupado por contestar. Acá Alejandra y Laureano toman una cámara y los siguen, en sus entradas y salidas a la cárcel, en sus embarazos, en sus talleres de fotografía inspirados por ellos mismos. El resultado entonces es un documental pequeño, honesto, sin pretensiones, en el cual se retrata sin juzgar. Una estética cuidada y una voz en off de pocas líneas pero que se impregnan,logran este retrato intimista, poco optimista a veces pero con mucho corazón en Años de calle.
Historia y algo de ficción se mezclan en esta película enfocada en la desconocida figura que acompañó al músico durante su vida, la de su hermana mayor. Película que data del 2010 y dirigida por René Féret, La hermana de Mozart plasma a la familia del músico en algunos de sus recorridos llevando la música del pequeño dotado. Pero mientras los ojos del padre y del público se posan sobre este niño egocéntrico y caprichoso, su hermana mayor quiere tocar el violín o componer canciones y no se lo permiten. Porque no está bien que una mujer haga esas cosas. “Imagínate si ambas hubiéramos sido varones. Seríamos nuestros hermanos. Tú reinarías sobre tus creaciones y yo sobre los hombres”, le dice una de las hijas del rey con la que ella hace buenas migas al quedarse en la abadía donde las tienen escondidas en una reflexión casi final, pero que está presente desde el momento en que su padre le dice que deje de tocar el violín. Vestuario y escenografía se destacan en este drama de época, pero quien realmente se luce es su protagonista, Marie Féret. Un personaje que observa pero no siempre calla, que siente la música y quiere hacerla suya pero a quien le cierran las puertas. 14 años le edad le alcanzan a Nannerl para saber que no es como las demás chicas, y preguntarse qué hombre quisiera casarse con ella. El personaje del reconocido músico está relegado a un plano más que secundario, aunque la leyenda final enfatiza en la relación de hermanos que ambos siempre tuvieron, pero éste no termina de reflejar.
Jon Favreau es un realizador y actor que hoy por hoy se ganó el cariño de su público y también de una linda parte de Hollywood. Es por eso que para su reciente película él se permite situarse en el lugar del protagonista, pero contar con actores importantes con los que ya ha trabajado o no en pequeños papeles donde aportar cada uno su encanto, es así que Scarlett Johansson y Robert Downey Jr. por ejemplo tienen sus escasos pero lindos minutos en pantalla. En esta película de espíritu indie con un argumento simple pero sin demasiado conflicto quizás, Favreau interpreta a un chef talentoso que no tiene el lugar que se merece en el restaurante de un señor interpretado por Dustin Hoffman. No es culpa suya que el día que el crítico más importante de las redes sociales (y en esta película las redes sociales, en especial twitter, tienen gran relevancia) el menú sea anticuado y sin gracia. Pero tras no permitirle la revancha que genera casi sin quererlo por su poco conocimiento de twitter, estalla en crisis y decide largarse. Por suerte para él, tiene una ex esposa no sólo bella y sexy (Sofia Vergara, actriz que en general no suele destacarse pero acá sorprende con un encanto natural y creíble) sino que lo incentiva a hacer lo suyo y lo apoya. Es así que decide comprarse un carrito, remodelarlo (que lo necesitaba) y empezar su negocio viajando. De repente, se encuentra rodeado de su gran e incondicional amigo (John Leguizamo) y su pequeño hijo, que muchas veces tuvo que sufrir las ausencias de un padre tan dedicado a su trabajo y a su pasión. "Chef" es una película fresca, divertida, sin muchas pretensiones, que simplemente se remite a retratar el momento en que este hombre encuentra la forma ideal de hacer lo que a él le gusta. Es cierto que no hay mucho conflicto, pero no es eso lo que importa, sino más bien dejarse llevar y disfrutar. Como probando la cantidad de cosas deliciosas que van a desfilar continuamente frente a nuestros ojos, por lo que el mejor consejo que les puedo dar antes de ver esta película es tan simple como “no mirarla con el estómago vacío”.
Jauja de Lisandro Alonso, escrita por Fabián Casas y protagonizada por Viggo Mortensen, llega después de su paso por Cannes y Mar del plata. Una pantalla en 4:3 con bordes redondeados que rememoran a unas diapositivas. Una joven y un señor, ella de frente, él de espaldas, situados en algún escenario de la Patagonia, desierta. Hija y padre, dos personas casi solas en el mundo pero con dos percepciones distintas del mundo que los rodea. Jauja es una película de muchas imágenes y pocas palabras. Su protagonista, Viggo Mortensen, estuvo muy involucrado desde el vamos en el proyecto y hasta colabora con lo musical. En ella, interpreta a un capitán danés que en medio de su peligrosa expedición por el desierto patagónico su hija desaparece y emprende, a solas, su incansable búsqueda. Pero “el desierto se come todo”, como dice uno de los personajes en algún momento, y además allí nada es lo que parece. Su aventura se torna pesadillezca. Su hija, que a diferencia de él le gusta el desierto, porque la llena mientras él es un hombre sin hogar, no aparece.
“Minúsculos” es una película belga dirigida por Thomas Szabo y Helene Giraud en la cual el idioma no importa, al menos no por el que nos comunicamos nosotros. No hay una línea de diálogo en esta película en la que apenas al principio aparecen un par de seres humanos, pero que en realidad está enfocada en este mundo minúsculo al que hace alusión su título. En “Minúsculos” somos testigos de la vida de un grupo de hormigas, el animal más trabajador que existe. En realidad, de una vaquita de San Antonio que se ve inmersa dentro de una colonia. Porque de un pequeño conflicto, unos restos de comida que una joven pareja deja atrás, parte la premisa de esta película que sitúa a dos colonias de hormigas y las enfrenta. Un cuento narrado de manera delicada, podría ser una buena manera de definir a este film, que se basa más que nada en la animación, y en intentar plasmar los diferentes diálogos que estos insectos tienen entre sí. Como aclaré antes, no hay diálogos, pero eso no quiere decir que ellos no dialoguen, que no se comuniquen, a su manera, como lo hacen los animales de un modo u otro. El trabajo de sonido está muy cuidado en esta película e incluso le imprime realismo a esta historia animada, pero también ayuda a que sea así las locaciones reales en las cuales se insertan estos seres animados. Aunque hay que reconocer que por momentos los zumbidos casi constantes pueden llegar a tornarse un poco molestos. Aun así cabe destacar que más allá de la singularidad en este tipo de películas dedicadas especialmente a toda la familia de no contar con diálogos, la película es ligera y entretenida y se encarga de plantar sus moralejas y valores (compañerismo, lealtad, valentía) de manera clara y concisa. Basada en una serie de cortometrajes, "Minúsculos" es una película encantadora que fomentará seguramente la imaginación de los más pequeños que vayan a verla y, más allá de su pequeña historia, logra resaltarse entre las películas de su estilo. Acción, gags, detalles y un aspecto técnico más que correcto en esta historia de aventuras. Probablemente rememore a varias películas, desde las más obvias como "Bichos y Hormigas", hasta otras más clásicas del cine cuyos directores se permiten homenajear.
Así en la tierra como en el infierno de John Erick Dowdle, director de la remake norteamericana de Devil, aquella película de terror que contó con el guión de M. Night Shyamalan. Tuvo un exitoso paso por Sitges y acá se encargó de abrir el Buenos Aires Rojo Sangre. Así en la tierra como en el infierno se vale del famoso y muy de moda foundfootage para contar la historia de Scarlett, una joven culta y curiosa que necesitar encontrar lo que su padre tanto buscó, aunque esa búsqueda lo haya llevado a la locura. Tras los pasos de Nicholas Flamel y especialmente de su piedra filosofal, es que llega con unos amigos y otras personas del lugar expertas en meterse en lugares que no deben, a las famosas catacumbas de París. No apta para claustrofóbicos, en esta película los protagonistas se van introduciendo cada vez más en las profundidades de este lugar desconocido, al punto de encontrarse con situaciones sobrenaturales y verse obligados a enfrentar sus más ocultos temores.
Dirigida por Fernando Bermúdez, esta película es la adaptación de un cuento basado en un hecho real en el que la hija de un obrero alcohólico, violento y machista, es obligada por su padre a ser un varón desde su nacimiento. “Es difícil rebelarse en un lugar donde la injusticia y el machismo se apoderan del alma de las personas”, se dice en algún momento en la película y esa frase funciona como resumen de lo que es en gran parte esta historia. Enmarcada durante la Dictadura Militar y en “un pueblo detenido por el tiempo”, como bien define su protagonista, una zona rural apenas habitada del noroeste argentino. El tema de la identidad está presente durante todo el film, pero no como se lo suele abordar en películas que se suceden o refieren a este momento de la historia de nuestro país. Porque Bumbún, a quien su madre llamó María pero su padre llama José, transita su niñez y adolescencia, tumultuoso momento de la vida de cada persona, con el mayor de los miedos e incertidumbres. En conclusión Con contenido social y político, pero decidiendo enfocarse principalmente en su protagonista, en lo que observa, lo que hace, lo que transpira trabajando obligada por su padre, lo que vive desde ese lugar oscuro que no termina de comprender. Algunas imágenes crudas acompañan ciertas escenas y dejan en evidencia que estamos ante un film pequeño pero imponente y sobre todo arriesgado.
La directora y guionista Anne Fontaine dirige un drama intimista y peculiar protagonizado por dos actrices que hace tiempo demostraron ser más que simples caras bonitas, Robin Wright y Naomi Watts. Tras dirigir películas en Francia como “Coco Avant Chanel” y “Mi Peor Pesadilla”, llega con bastante retraso “Madres Perfectas”, su primera película en lengua inglesa. Liz y Roz son dos mujeres que rondan los cuarenta pero ellas, rubias, hermosas y sexies aunque ya maduras, viven en un lugar soñado. Ambas son amigas desde la infancia y hoy por hoy, más allá de que una de está casada pero con un esposo que no siempre está, viven a pocos metros de distancia, con un hijo cada una de la misma edad, por lo que también son, naturalmente, amigos. Familias de un buen porvenir, sin demasiadas preocupaciones. Pero esa intimidad que tienen estas dos grandes amigas de repente comienza a mezclarse y una se acuesta con el hijo de la otra. A partir de este punto bien melodramático es que comienza a desarrollarse la historia principal de esta película. ¿Qué la lleva a una a tener una relación no sólo con alguien mucho más joven, sino con el hijo de su amiga? ¿Pasa por una crisis de la edad, una forma de seguir viéndose sexy? ¿O hay un sentimiento más profundo, algo más real? ¿Se puede aceptar esta relación sólo poniéndose en el mismo lugar? La directora sabe plasmar ciertas sensaciones por las que pasan estas mujeres, el hastío, el aburrimiento, el aislamiento (apenas tienen contacto con otras personas), el paso del tiempo que ya empiezan a sentir. Hace calor y el ocio se apodera de sus existencias y es entonces que son más susceptibles a lo que las rodea, que no es mucho más que ellos mismos. Watts y Wright se entregan a sus personajes con una naturalidad sorprendente, permitiendo que el relato se suceda entre miradas, secretos y el paso del tiempo como eje de todo lo demás. Una mirada distinta a un tema complicado, que probablemente genere rechazo a simple vista, pero que acá está manejado con muchos matices que dejan muchas cosas en el aire, para que uno termine de completarlo. El final es un claro ejemplo de esto, ambiguo pero no precisamente abierto. Extraña pero interesante, “Madres perfectas” es una película a la que vale darle una oportunidad, pues al menos no dejará indiferente al espectador