¿Cómo no disfrutar de un whodunit? Para los que no saben qué es eso, se trata de una denominación nació de juntar varias palabras, pero que básicamente sería: ¿Quién fue que lo hizo? El hecho que se investiga es un asesinato, en el que hay varios sospechosos. La reina del género es aún Agatha Christie cuyos libros han vendido millones de ejemplares y sus películas y series siguen convocando público. El mejor personaje fue Hercules Poirot, a cargo de Peter Ustinov y sí, esto no tiene nada que ver y que encima la película de la que vamos a hablar tampoco se relaciona con Poirot, pero tenía que decirlo. Volvamos a Mira como corren que es lo que nos convoca. Christie escribió allá por el SXX (1952) una obra de teatro que con el tiempo fue un gran éxito, incluso se llegó a representar en la Argentina, la obra convocó público durante décadas pero la película se desarrolla el día en que el elenco original festeja las primeras cien representaciones. Función festiva y de negociaciones, porque está presente Leo Kopernick (Adrian Brody) un director de Hollywood convocado para llevar a la pantalla grande el éxito teatral, también está el guionista (con su novio italiano) y la presencia de ambos tiene a todo el mundo nervioso entre otras cosas porque lo que los actores no están seguros de ser los elegidos por el cine para la adaptación. Todo esto no los cuenta el mismísimo Kopernick, que habla a cámara y nos avisa casi todo lo que va a pasar: que estamos viendo un clásico whodonoit, que lo que suele pasar en estas historias es que el personaje más odioso es asesinado, que todos los presentes son sospechosos y que sobre el final el detective los va a juntar a todos en un lugar y va a revelar quién o quiénes son los asesinos. Unos minutos después es asesinado el mismísimo Leo, algo previsible porque el personaje era detestable. Luego de ese asesinato llega la policía, el inspector Stoppard (Sam Rockwell) con su ayudante la alguacil Stalker (Saoirse Ronan) y empieza la investigación. El inspector es un tipo de oficio que tiene una herida de guerra, es duro y un poco cínico, la alguacil está por dar su examen para sargento, es empeñosa, cinéfila y se toma su trabajo muy en serio. Los sospechosos son por supuesto todos los que están vinculados a la obra, desde la autora y el productor hasta el último del elenco. Todos cuentan su versión de lo que sucedió esa noche, aparecen historias sórdidas y ocurren más muertes, típico del género. Míralos correr cumple con las reglas del whodonoit, suma un elenco sólido, como Ronan que interpreta una alguacil con poca experiencia con mucha gracia y Rockwell que nunca falla, así que si les gustan las comedias de este tipo no duden porque está clase de producciones películas ya no se ven tanto. MIRA CÓMO CORREN Mira cómo corren (See How They Run, Estados Unidos/2022). Dirección: Tom George. Elenco: Saoirse Ronan, Sam Rockwell, Adrien Brody, Ruth Wilson, David Oyelowo, Harris Dickinson, Sian Clifford, Reece Shearsmith, Pippa Bennett-Warner y Angus Wright. Guion: Mark Chappell. Música: Daniel Pemberton. Fotografía: Jamie Ramsay. Distribuidora: Star Distribution (Disney). Duración: 98 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Las comedias románticas tienen un par de reglas invariables y Pasaje al paraíso cumple con todas. No es lo que se dice una película con destino de clásico, pero la promesa que se establece con el espectador desde el inicio se cumple, así que en ese sentido nadie puede quejarse. Georgia (Julia Roberts) y David (George Clooney) estuvieron casados durante cinco años. Su divorcio fue un desastre y quedaron alejados a tal punto que 20 años después, aún es difícil volver a juntarlos. Sin embargo, la hija de ambos, logra que vayan a su acto de entrega del título de abogada. De entrada los vemos a Clooney y a Roberts jugando un juego que ellos conocen de memoria. El centro de esta película son ellos y se nota mucho cuando ninguno está en escena. El asunto es que Lily (Kaitlyn Dever) ya tiene un puesto en un gran estudio de abogados que le consiguió su padre. Lo que se dice un futuro promisorio , pero antes de tomar ese puesto la chica decide irse a Bali con su amiga Wren (Billie Lourde) como para sacarse el stress de los exámenes finales. Pero en un incidente Lily conoce a Gede (Maxine Boutler), un muchacho que además de salvarles la vida a las amigas, se enamora de Lily y ella le corresponde así que 30 días después la chica les escribe a sus padres para invitarlos al casamiento. David es arquitecto, Georgia trabaja dentro del mundo del arte, pero suspenden todo para viajar aunque no soporten estar juntos ni cinco minutos y en el viaje unen fuerzas para evitar que la hija cometa el error que cometieron ellos, es decir, casarse jóvenes. Lo que sigue son situaciones más o menos previsibles con choque de culturas, en las que los gringos tratarán de disimular apenas la incomodidad que les provoca la cultura nativa mientras hacen lo imposible para evitar el casamiento. Cuando llega el final, como todos esperan, triunfa el amor y todos habrán aprendido una lección que bien podría ser el centro de un libro de autoayuda. Se ve que a Clooney y a Roberts las comedia les sienta bien, pero la verdad es que les saldría mejor con otro director que no fuera Oli Parker, creador de Mamma Mía y El exótico hotel Mangold, pero ellos le conocían los antecedentes, así que seguramente la comedia salió como esperaban. Simpática, enmarcada por hermosos paisajes, algunos exotismos de Indonesia y listo, todos más o menos felices. PASAJE AL PARAÍSO Ticket to Paradise. Estados Unidos, 2022. Dirección: Oli Parker. Intérpretes: Julia Roberts, George Clooney, Kaitlyn Dever, Billie Lourd, Lucas Bravo y Maxime Bouttier. Guion: Ol Parker y Daniel Pipski. Fotografía: Ole Bratt Birkeland. Edición: Peter Lambert. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 104 minutos.
«Más respeto que soy tu madre «fue primero el segmento del blog, nada menos que Orsai de Hernán Casciari. Era la época del reinado de los blogs y Orsai era el mejor de todos. Más respeto… creció, llegó a ser un libro y después se trasladó al teatro de la mano de Antonio Gasalla. No hay que engañarse, para el mundo del espectáculo, la historia central que era el diario de una película de clase media baja -con la madre interpretada por un Gasalla travestido- era una asociación directa, se caía de maduro con Esperando la carroza. No es un delito, así funciona el negocio y este funcionó muy bien. No hacía falta explicar que Mamá Cora no tenía nada que ver con la protagonista de la obra de Casciari, estaba Gasallla sobre el escenario al mando contando la degradación de una familia de clase media baja en un país que vive en crisis pero donde al final, todos los desastres o traumas tienen solución aunque a lo largo de la obra todos fueran bastante desagradables. Fue un éxito y se recibió de clásico, incluso con cambios de elenco y esas cosas habituales en obras que se representan durante varias temporadas. Era cuestión de tiempo para que la obra mutara una vez más y se transformara en otra cosa, pudo haber sido una serie, pero fue el cine quien sedujo al autor y Marcos Carnevale el encargado de dirigirla. Lo mejor que se puede decir de esta nueva versión de la misma historia, es que justamente, no es exactamente la misma historia. Casciari y Christian Basilis escribieron el guión tratando de darle un espíritu cinematográfico y modernizando algunas cosas. Pero Carnevale se puso detrás de las cámaras invocando el espíritu de Alejandro Doria y dispuesto a traer al SXXI el mismísimo espíritu de Esperando la carroza. Mirta Bertototti es la autora del blog (Florencia Peña), que rompiendo la cuarta pared nos cuenta a los espectadores las peripecias de su familia durante la crisis de 1999. Mirta tiene un esposo que hace 20 años que trabaja en lo que puede, pobre Zacarías (Guillermo Arango), ahora está de repartidor de pizzas. Tienen tres hijos que por supuesto hacen lo que se les canta y uno de ellos está de novio, es gay y se está por ir a Boston por una beca. No hay mucho más para contar si no queremos arruinar la experiencia de quien se acerque a las salas. Bueno, nos estamos olvidando de un personaje central que es el abuelo interpretado por Diego Peretti. Se trata de un anciano fumón, que escucha a Los Ramones y al que no le importó nada sostener la pizzería que heredó de su padre interpretado con cierto aire al finado Darío Vittori por el mismo Peretti en un flasback metido un poco forzadamente. Todos son buenos actores y tienen claro lo que requiere la comedia, el problema de Más respeto que soy tu madre en esta versión es su aspiración de ser una nueva Esperando la carroza cuando ya con una nos alcanza. Y sobra. No hay frases que hagan historia, no hay demasiado arte en la puesta en escena y todo está dicho a los gritos y a las apuradas. El principal problema de esta película es volver a un costumbrismo que ya pensábamos guardado en la baulera, pero que Carnevale pensó que valía la pena revivir a pesar de ya está claramente rancio. MÁS RESPETO QUE SOY TU MADRE Más respeto que soy tu madre. Argentina, 2022. Dirección: Marcos Carnevale. Intérpretes: Florencia Peña, Diego Peretti, Guillermo Arengo, Ángela Torres, Agustin Battioni y Bruno Giganti. Guion: Hernán Casciari y Christian Basilis. Fotografía: Horacio Maira. Sonido: Leandro De Loredo. Edición: Luis Barros. Música: Gerardo Gardelin. Distribuidora: Star Distribution (Disney). Duración: 100 minutos.
El Nacional es un documental sobre el Colegio Nacional Buenos Aires, lo que significa que es un documental sobre algo así como el colegio de la patria, más o menos. Depende la Universidad de Buenos Aires, tiene algo de mítico, por sus aulas pasó buena parte de la dirigencia nacional, escritores, abogados, periodistas, cineastas, científicos, parte de la cúpula de Montoneros en los setenta, músicos de rock (Manal), en fin la élite de la argentina se educó durante décadas en esas aulas. El colegio tiene un gran prestigio y una autoconciencia que sabe transmitirle a sus egresados que cuando hablan sobre su colegio secundario, simplemente El colegio. Esa manera de nombrar a la institución es la forma en que marcan la diferencia entre ellos y el resto de los mortales que no forma parte de la ese grupo, que pasa por allí con el destino manifiesto de formar parte de la dirigencia o de la vida cultural Argentina. Es cierto que todo el párrafo anterior reúne todos los lugares comunes que uno conoce a priori, pero tenía que escribirlo para sacarlo del medio y que no vuelva a aparecer, porque El Nacional, el documental dirigido por Alejandro Hartmann – que fue alumno del Nacional-, se ubica más allá de todos esos mitos. El director se metió en la vida del colegio, tomó registro de la vida diaria, filmó con detalle y cariño la parte arquitectónica de lo que fue una experiencia adolescente que lo marcó y que le dejó un grato recuerdo, pero también se dejó llevar por la vida interna que mantiene la severidad que se le conoce pero se encuentra con una generación que está agitada, no solamente porque atraviesa la adolescencia, que ya es una razón suficiente para andar convulsionado, sino porque el año en que las cámaras de Hartmann le tocó dar cuenta de días agitados en el año 2018. La última etapa de Gustavo Zorzoli como rector del colegio, el año en que las luchas de género llegaron al mismísimo centro de estudiantes del colegio. Las alumnas se plantan, exigen tener la voz en la asamblea que iba a decidir participar en la lucha sobre la ley que iba a legalizar el aborto. Hartmann sigue con su cámara esos días agitados sin intervenir, o interviniendo de manera amigable en todo caso porque nadie es indemne a la presencia de una cámara. Dividida en capítulos y repartiéndose entre la mirada neutral o simplemente de registro y el cariño que indudablemente tiene el realizador por la casa de estudio, el documental termina mostrando cómo los cambios de época y las nuevas ideas se meten dentro de la vida de la institución que se piensa de excelencia y como una reserva de excelencia para modificarla, tal cual hicieron otras generaciones anteriores seguramente de manera más impetuosa y violenta. Pero allí el Nacional Buenos Aires, con sus ceremonias inalterables, sus luchas internas que reflejan ni más ni menos que las que atraviesan a la patria de la serán una vez que se reciban parte de la dirigencia. Un hermoso documental, que se deja llevar por la frescura de los adolescentes que convivieron meses con las cámaras de Hartmann y le permitieron ser un registro de esa época la vida de la institución y que veamos las tensiones con las que conviven diariamente. Se guarda una vuelta de tuerca final, que aunque sea parte de la historia, no vamos a adelantar para que los que no conocen cómo fueron aquellos días disfruten de lo que se muestra en el cierre. EL NACIONAL El Nacional. Argentina, 2022. Guion y dirección: Alejandro Hartmann. Fotografía: Sergio Chiossone y Alejandro Hartmann. Edición: Manuel Margulis Darriba. Sonido: Martín Grignaschi y Julieta Passamonte. Música: Ciro Hartmann Martín. Productoras: Hikuri Cine y Ponchosauer. Distribuidora: PCI Cine. Duración: 82 minutos.
De la larga lista de casos oscuros de la criminología argentina, uno de los más resonantes se produjo en 1980, durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional, es decir, la dictadura. Fue en Rosario y conmovió a la ciudad, ya que se trató del secuestro del hijo menor de una acaudalada familia de la ciudad. El hecho fue tomado por el periodista Reynaldo Sietecase y transformado en una novela que llegó a ser un éxito de ventas y ahora llega al cine. El director que tomó a su cargo la narración de este hecho policial novelado es Lucas Combina, que supo hacer una serie que sorprendió bastante a los que la vieron en televisión, “La chica que limpia«, un thriller que funcionó y que dejó una fuerte impresión. Dos fiscales del juzgado del doctor Suárez (Luis Luque), son convocados por su jefe para que se ocupen de la desaparición de un personaje de la alta sociedad rosarina, Gabriel Samid, el hijo menor algo tarambana y malcriado de la familia. La personalidad del desaparecido es presentada al espectador en un montaje, acompañado por la voz en off del juez, que les cuenta a Carlos (Matías Mayer) y a Antonio (Nicolás Francella), advirtiéndoles que las autoridades están preocupadas y exigen que la investigación se agote en el menor tiempo posible. Son los años de la dictadura de Videla y el país está militarizado a grado extremo, los dos fiscales conocen el paño y saben que investigar ese secuestro los va a meter en el ojo de la tormenta de las internas de los servicios de inteligencia, de la «pesada» y a la vez de los intereses familiares. Una vez iniciada la investigación empiezan las intrigas, la familia hace la denuncia a pesar de que sospechan de la propia víctima y su vida disoluta. Por otro lado está Cervera, un miembro de las fuerzas armadas dispuesto a ejercer la violencia como sea. La única pista que tienen los investigadores es Márquez (Darío Grandinetti) un abogado que en los ambientes de la noche se lo conoce como «El Doc» y que fue la última persona con quien estuvo Gabriel Samid en un cabaret bastante concurrido de la ciudad. El relato avanza como suelen hacerlo las novelas negras, con idas y vueltas, en ambientes más o menos sórdidos y la inquietante presencia de coches llenos de tipos con anteojos oscuros (esos que los Twist confunden con cieguitos en la canción de «La dicha en movimiento). Por fin la familia recibe un llamado que pide un millón de dólares de rescate y las sospechas de un autosecuestro se vuelve una hipótesis más firme pero también aparece «El Doc», que acepta haber conocido al secuestrado. Márquez tiene un pasado cvon algo de cárcel y también un poco de militancia. Cuando estuvo preso por estafa se hizo amigo de los presidiarios a los que daba consejos profesionales. El relato entonces deja las peripecias y se centra en este sospechoso personaje, al que Cervera tiene entre ceja y ceja por una historia que viene de unos años atrás y un episodio que vincula a los montoneros con un atentado en el que murió el hermano del ahora hombre de la pesada. También se aceleran los tiempos y aparecen más presiones de los generales que gobiernan al país y a la provincia, además de la vida privada de los fiscales, uno de los cuales, Antonio, planea irse del país en poco tiempo, pero mientras tanto tiene un amorío con la compañera de juzgado, una abogada aguerrida que es sobrina del juez pero demuestra estar ahí por méritos propios. Todo lo que contemos a partir de acá arruinaría la resolución del misterio, así que alcanza con decir que a medida que la investigación se concentra en el personaje, la película pierde algo de tensión y gana en lugares algo estereotipados que vimos a la largo de tiempo en que el cine nacional supo generar una especie de género que podríamos llamar «explotation de la dictadura», aquellas películas en las que brillaron actores como Rodolfo Ranni y Federico Luppi y que tuvieron su momento de éxito. En este caso, el asunto involucra una escena de tortura bastante explícita que, seamos justos, no es gratuita. Lo mejor de la película está en la ambientación y en algunas actuaciones como la de Grandinetti, que en quien afirma el relato porque realmente es un sospechoso que puede ser fascinante y repulsivo a la vez. La buena noticia es que las historias oscuras de nuestro pasado empiezan a ser revisadas por los creadores de las nuevas generaciones, que pueden acercarse a temas como la violencia política, el foquismo, las atrocidades de la dictadura y ese espacio gris en el que la lucha política se confundía con los intereses económicos y una sociedad que se acomodó en ese clima sórdido apelando a no mirar o a mirar y hacer como si no pasaba nada. UN CRIMEN ARGENTINO Un crimen argentino. Argentina, 2022. Dirección: Lucas Combina. Elenco: Nicolás Francella, Matías Mayer, Malena Sánchez, Luis Luque, Alberto Ajaka, Rita Cortese, César Bordón y Darío Grandinetti. Guion: Sebastián Pivotto, Jorge Bechara y Matías Bertilotti, basado en la novela de Reynaldo Sietecase. Fotografía: Víctor González. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 113 minutos.
Los inquietantes minutos iniciales de ¡Nop! introducen al espectador a una experiencia fascinante que seguramente lo convencerá de la magia y del muy buen pulso de Jordan Peele. Entrar en la nueva película del director estadounidense exige atención y dejarse llevar a través de viñetas que en algún momento, terminarán por darle un sentido a un relato que en principio deja algunas imágenes de impacto que son difíciles de borrar, historias inconexas y misterios que crean un clima apasionante. Un chimpancé en un set de una sitcom donde claramente ha ocurrido una tragedia, un espectáculo casi circense con clima de western y algunas cuestiones más que mejor no revelar. En el centro de todo esto dos hermanos que trabajan domando caballos para hacerlos trabajar en la industria del cine. Oj Haywood (Daniel Kaluuya) y su hermana Esmeralda (Keke Palnmer), han perdido a su padre, el fundador de la empresa que a la vez era descendiente del primer jinete negro que apareció en una serie de fotos a finales de 1800. Ella es la encargada de contar esa historia a los clientes de la empresa, a los que suma el recuerdo de su tatatatarabuelo que trabajo con el inventor de lo que fue uno de los primeros aparatos que sirvieron para vara fotos en movimiento. En ese caso fue para comprobar si los caballos al correr llegaban a estar con las cuatro patas en el aire y el experimento demostró que oficialmente los equinos llegaban a estar en el aire al largarse al galope tendido. Pero ahora los hermanos no viven juntos y negocian los caballos que les quedan. A medida que avanza el relato todo parece raro y el clima enrarecido de todo el asunto recuerda ciertos tonos de las películas de M. Night Shyamalan como Señales, pero no es esa la única referencia que va a apareciendo y se capta que Pelle tiene mucho cine encima, como lo demuestra también la referencia a Steven Spielberg con Encuentros cercanos del tercer tipo. A la obsesión por lo que ocurre en donde tienen a los caballos y en el predio cercano, esa especie de parque temático sobre el oeste donde están ocurriendo cosas extrañas, se le suma un fotógrafo obsesionado con la captura de imágenes y se entiende la referencia al antepasado de OJ y Esmeralda. Lo que aparece es una nube que cambia de forma y que parece haberse aposentado en la zona. Para esa altura de la película, ya está claro que hay una presencia fantástica que no vamos a revelar pero que nos va sumir en innumerables situaciones virulentas y enigmáticas. Y también para ese momento, los amantes del género (no estamos seguros de que genero porque hay algo de western -incluso la música remite levemente al spaguetti western-, el terror, el cine fantástico o el cine sobre el cine), ya estará atrapado por la historia que posiblemente sea la mejor de las tres de Pelle, que confirma que tiene un futuro digno de atención. Es posible que el último tercio de la película no termine de convencer al espectador porque ese suele ser el resultado de las películas de este estilo. A nosotros nos fascinó hasta el final y los invitamos a no perderse esta película en la sala cinematográfica que le quede cerca porque el cine de estas dimensiones debe verse en una pantalla grande, con buen sonido y dejándose llevar por las manos de esos magos que pueden ser los directores que como Jordan Pellee. ¡NOP! Nope. Estados Unidos, 2022. Guion y dirección: Jordan Peele. Elenco: Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Steven Yeun, Brandon Perea, Michael Wincott, Keith David y Wrenn Schmidt. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Edición: Nicholas Monsour. Música: Michael Abels. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 130 minutos.
A esta altura, podemos hablar del cine de Adrián Suar como de un género autónomo que tiene al productor, como el centro de una serie de historias que giran alrededor de un mismo personaje con variables mínimas. Sus películas son comedias que a veces tratan de dejar además alguna reflexión mínima sobre las relaciones personales. Los personajes que interpreta Suar en el cine son en general de clase media tirando a alta, con problemas de personalidad que lo hacen enfrentar situaciones como la aparición de una hija desde el pasado más remoto, que su esposa quiera que se metan al mundo swinger, que su pasión por el fútbol termine por dañar la relación con su familia o que directamente su mujer diga que él es un boludo. Pasaron más cosas en este universo acotado, pero está bien con lo que queremos dejar establecido. Sus películas son en general efectivas, algunas han tenido gran éxito y han servido además para que sus compañeros de elenco se luzcan, como el caso de Valeria Bertuccelli. Lo cierto es que las dos últimas películas de Suar, El fútbol o yo y Corazón loco, no fueron demasiado efectivas y la última, además, fue particularmente fallida además de que la pandemia la castigó duramente en términos de estreno, como a muchas películas en estos dos años de crisis mundial. Pasado lo más grave de la pandemia, el actor y productor anunció que tenía un proyecto personal para volver al cine, con la novedad de que además, lo tendría como director, además claro, de ser uno de los protagonistas de la historia. Un paso adelante para un universo que, tras la película anterior, parecía haber quedado dañado. Treinta noches con mi ex repite un poco la forma de su cine, pero en una variante de tono más serio. «El turbo» (Suar) lleva años separado de «la Loba» (Pilar Gamboa), con quien tienen una hija que en general es la que ha mantenido contacto con su madre. Es que «La Loba» sufre un problema psiquiátrico que la ha tenido internada durante tres años, pero ahora ha llegado el momento de que se reinserte en la sociedad. Para volver, la profesional que la atiende propone que la familia haga un esfuerzo -la paciente requiere paciencia y un poco de cuidado- y lo mejor es que por un tiempo, la paciente viva con su familia. «El Turbo» tiene una vida acelerada dirigiendo una “cueva” de compraventa de dólares y no parece tener tiempo para nada, pero tras una charla con la doctora, acepta recibir en su casa a su ex, que tiene algunas reacciones que por supuesto van a volver esas treinta noches en una especie de infierno. Gamboa es una de las grandes actrices de su generación, quizás la mejor, y le saca el jugo a «La Loba» de manera eficaz. Suar, que suele ser un efectivo comediante, esta vez tiene que limitar su histrionismo a favor de una historia que exige concentrarse en el tema de una dolencia de carácter psiquiátrico, con los problemas que conlleva meterse en un tema espinoso y sacar una comedia que divierta y a la vez deje alguna enseñanza. Gamboa es una gran actriz que tira paredes y no encuentra un compañero que le devuelva la pelota como corresponde. Jugar sola es difícil y no es que Suar esté mal como «El Turbo», es que apenas parece haber dejado su cara y que su cabeza estuviera pendiente de otras cosas. Treinta noches con mi ex es graciosa por momentos, y no demasiado efectiva en su resultado familiar. Como director Suar no demuestra nada demasiado especial y la película no se puede despegar del tono televisivo que suele atravesar su cine, sin embargo el film llega a las salas de cine eludiendo algo que sabemos que le fue ofrecida al director/productor, que era la posibilidad de que su nueva película se viera directamente en una plataforma. Suar creyó que era mejor que fuera al cine, porque la pantalla grande es más adecuada para ver películas, y nosotros estamos de acuerdo, claro. Esperamos que este nuevo paso de Suar sea el comienzo de una carrera que por supuesto, necesita más metraje para encontrar un tono personal que lo haga un cineasta, además de un efectivo comediante. Se verá si se anima a salir del sitio de confort y se anime a salir de la burbuja de barrios acomodados para descubrir nuevos mundos y nuevas coloraturas para sus películas. 30 NOCHES CON MI EX 30 noches con mi ex. Argentina, 2022. Dirección: Adrián Suar. Intérpretes: Adrián Suar, Pilar Gamboa, Rocío Hernández, Pichu Straneo, Elisa Carricajo, Campi, Elvira Onetto y Jorge Suárez. Guion: Javier Gross. Fotografía: Félix «Chango» Monti. Música: Nicolás Sorín. Edición: Emiliano Fardaus. Sonido: Guido Berenblum y Nicolás Cecinini. Dirección de arte: Mercedes Alfonsín. Distribuidora: Star Distribution. Duración: 93 minutos
Tren bala es una película de gente que se agarra a piñas y eso ya nos gusta. El director tiene gran experiencia en relatos de acción y hay que decir que en los comienzos de su carrera en la industria, fue doble de riesgo nada menos que de Brad Pitt. Después dirigió Dead Pool 2 y tuvo participación como una especie de codirector, o director de la segunda unidad de John Wick. Con toda esa experiencia a cuestas, llega ahora a esta adaptación de una novela japonesa que quienes la leyeron, aseguran que es oscura y violenta. Lo que el libro sea quedará a consideración de los que lo lean, para nosotros lo que importa es lo que han decidido los productores de Tren bala, una película que no da respiro, con un montón de asesinos a sueldo que se meten en un tren bala japonés buscando una valija. Al menos algunos buscan esa valija que sabemos que tiene dinero, pero el resto tiene otros intereses que iremos conociendo a medida que avanza el viaje en el moderno transporte nipón. En principio tenemos a LadyBug (Brad Pitt), que es un criminal que se está replanteando su destino, pero que mientras decide sobre su futuro, reemplaza a un colega que se ha bajado de la misión aduciendo una molestia estomacal. En el tren viaja un dúo criminal que lleva el maletín con dinero: Lemon (Brian Tyree Henri) y Tangerine (Aaron Tyler Johnson). Estos dos personajes son uno de los puntos altos de la historia, sobre todo Johnson, que un poco se roba el show cuando todo termina. Pero no son estos los únicos pasajeros del tren, porque también anda suelto un ofidio letal cuyo veneno te liquida en treinta segundos, una asesina de tono angelical a cargo de Joey King que está muy divertida en su papel de Princesa. Por supuesto que el asunto de la valija no es más que McGuffin para ocultar la verdadera trama de la película, que no vamos a develar porque queremos que la descubran a medida que avanza la historia. Pitt y el resto del elenco se sumó a esta aventura con ánimo festivo y se nota. Las coreografías de las peleas son muy entretenidas, hay algunas cosas que recuerdan a los recursos de John Wick, porque claro, Leitch está asociado a Chad Stahelsky, el director de esa saga protagonizada por Keanu Reeves. Ritmo frenético, historia coral, banda de sonido con sorpresas, bromas todo el tiempo pero que no distraen del grado de violencia casi gore que estalla en la pantalla. Quizás no revolucione la industria del cine y su tono desenfadado tenga mucho de Guy Ritchie en Snatch: Cerdos y diamantes, junto a algunos diálogos del cine de los primeros tiempos de Quentin Tarantino. Si la idea es pasar dos horas y unos minutos divirtiéndose con un grupo de asesinos mafiosos y ninjas peleando con los avatares del karma y el destino, la película cumple aunque no necesariamente dignifica al género. Quizás el desfile de historias y la duración de dos horas pueden resultar agobiantes. Tal cual, es cine de patadas y tiros, pero nos gusta. TREN BALA Bullet Train. Estados Unidos, 2022. Dirección: David Leitch. Intérpretes: Brad Pitt, Aaron Johnson, Bad Bunny, Sandra Bullock, Joey King, Aaron Taylor Johnson, Brian Tyree Henry, Zazie Beetz, Michael Shannon, Logan Lerman, Masi Oka y Andrew Koji. Guion: Zak Olkewicz, sobre la novela de Kotaro Isaka. Música: Dominic Lewis. Fotografía: Jonathan Sela. Distribuidora: UIP (Sony). Duración: 126 minutos.
¿Se acuerdan de Elvis cuando movía la pelvis? Seguro que se acuerdan y sino, vino Baz Luhrman para recordárnoslo. No es la primera vez que el cine se ocupa de la figura del rey del rock pero en esta ocasión, a pesar del título, hay que decir que el protagonista es el Coronel Parker. Al menos es su voz la que abre el relato diciendo que él, es el que nos dio a Elvis. Lo vio en una feria, vio cómo hipnotizaba a las mujeres, vio que ese chico blanco que cantaba como un «chico de color» (negro, claro), así que fue y se convirtió en el que le dio a América su figura mas emblemática. La primera hora de la película de Luhrman es potente como un tren expreso y se lleva por delante al espectador. Todo está bien en la primera hora de película, ni siquiera molestan los kilos de maquillaje que le pusieron a Hanks para que se parezca al Coronel Parker real, pero lo más impresionante es Austin Butler que no necesitó maquillarse para dar vida a Presley. La gracia de la interpretación de Butler está en su intensidad y en sus cualidades vocales. Butler canta los clásicos de Elvis en la banda de sonido y realmente lo hace bien. La versión que se ve en las salas dura dos horas cuarenta, pero existe un corte alternativo de cuatro horas que por ahora está en la casa de Luhrman. Hay que decir que el director australiano intentó contar a Elvis y a su contexto, en su época, la Norteamérica de las luchas por los derechos civiles, y muestra que Elvis se metió de lleno en temas complicados, de manera tal que el poder trató de lavar su imagen, trató de que no moviera la pelvis de esa manera, trató de que no trasladara esa música de «gente de color» a los blancos y de esa manera los corrompiera. La vorágine de la película hace que se pierda por momento el tema de que el relato es del Coronel Parker, el manager que no era ni coronel ni se llamaba Parker, era holandés pero en los hechos no tenía ninguna patria y fue además el que finalmente terminó destruyendo a su propia obra. Espero que no se tome esto como un spoiler pero la muerte de Elvis, si Elvis está muerto, es tratada de manera sumamente edulcorada y evita los momentos que podrían haber sido traumáticos de ver en la pantalla. No sería raro que a la hora de la temporada de premios volvamos a escuchar sobre esta película en varios rubros y realmente espero que alguna vez podamos ver el corte de cuatro horas porque este videoclip acelerado deja de lado algunas cuestiones y es ganado por la vorágine pese a lo cual es una película para ver más de una vez y en el cine porque verla en una pantalla chica no le hace justicia al barroquismo y al fanatismo de Luhrman por Elvis, la pelvis. ELVIS Elvis. Estados Unidos-Australia, 2022. Dirección: Baz Luhrmann. Intérpretes: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Helen Thomson, Richard Roxburgh, Dacre Montgomery, Luke Bracey, Natasha Bassett, David Wenham, Kelvin Harrison Jr., Xavier Samuel, Kodi Smit-McPhee y Gary Clark Jr. Guion: Baz Luhrmann, Sam Bromell, Craig Pearce y Jeremy Doner. Fotografía: Mandy Walker. Edición: Matt Villa, Jonathan Redmond. Música: Elliott Wheeler y canciones de Elvis Presley. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 159 minutos
Cuarta entrega solista de Thor, el Dios del trueno, el hijo de Odín, el hermano de Loki, el vikingo galáctico o como quieran decirle. Si hace diez años alguien vaticinaba que Thor iba a tener cuatro películas como protagonista exclusivo además de sus participaciones en las historias de Los Avenger, seguramente le hubieran recetado un paracetamol y lo hubieran mandado a descansar. Recapitulemos un poco el historial del personaje que interpreta Chris Hemsworth para entender ese camino. Thor tuvo una película inicial muy divertida y una segunda parte medio lograda, la primera tuvo como director a Kenneth Branagh y el actor y director le transmitió a esa película el tono shakespeareano que todos esperaban y que es muy afín a un personaje que es un dios, menor, hijo nada menos que de Odín. La mitología nórdica estaba presente en aquella película y conformó a todos. En la segunda Marvel cambió de director y el resultado no fue tan convincente así que mientras pensaban qué hacer con el personaje se desarrollaban las historias de lo que se conoce como la Fase 3 del MCU. Cuando llegó el momento de darle una nueva oportunidad, el director elegido fue Taika Waititi y la historia elegida fue un comic book llamado Ragnarock, que es una de los libros más vendidos y trágicos de Thor, si el comienzo cinematográfico de Thor tenía tono de drama la historia original de Rgnarock estaba llena de pérdidas para el héroe. Mueren todos en esa historia pero el director elegido eligió un tono ligero para esa película que además abría la puerta a lo que fue el final de la fase tres con dos películas- evento como Avenger: Infinity war y End game. Lo conocedores de Thor odiaron Ragnarock y casi que se escandalizaron con el arco dramático dentro de los Avenger, donde directamente el hijo de Odin renunció a ser el rey de Asgard y entró en un pozo depresivo del que apenas pudo ser rescatado al final de por una asociación con Los guardianes de la galaxia. La última vez que vimos a Thor el vikingo, se plegaba a ese grupo variopinto para salvar al universo en otros confines y eventualmente volver a la Tierra. La Fase 4 de Marvel arrancó y la película de Thor venía anunciándose con imágenes de los sets y también en una Comic.con (convenciones multitudinarias de los comics) en la que Taika Waititi se mostró nada menos que con Natalie Portman. La actriz había participado de las dos primeras películas y la información era que después de la segunda la relación con Marvel había quedado dañada. Jane Foster, el personaje de Portnam, era el interés amoroso de Thor, pero sugestivamente Thor apenas la nombraba en las películas posteriores diciendo simplemente: me dejó. En la película Avenger end Game la actriz volvió para una pequeña participación pero era una obligación de guion. Así llegamos a Thor, Love and Thunder la cuarta película que arranca con un prólogo potente presentando al villano invitado que es nada menos que Christian Bale. Con un tono sorpresivamente austero y dramático, Waititi nos avisa que está dispuesto a ponerse oscuro si es necesario. Gorr (Bale) camina por el desierto con su pequeña hija buscando al dios en que cree, su planeta ha sido destruido, es el único que que queda de los fieles de su Dios y cuando lo encuentra resulta que a su Dios no le importa nada del destino de sus fieles ni se compadece de Gorr. Así nace «El carnicero de los dioses» que se empieza a pasear por la galaxia haciendo lo suyo. Tremendo comienzo que hiela la sangre pero esto es Marvel y dirige Taika Waititi, así lo que sigue es una aventura de Thor y Los Guardianes de la galaxia que siguen en su extraña alianza salvando planetas en peligro. Esta segunda escena es el regreso del tono que el director le había impreso a Thor en la tercera película, volcado a la comedia, herido que no muestra sus emociones, en fin, el humor de Waikiki que muchos veneran y que otros odian. En el desarrollo de esa aventura Thor se enterará de la existencia de una asesino de Dioses que lo está buscando, Thor al ser hijo de Odin tiene su parte divina. Así que en este punto se podría decir que empieza en serio la aventura, Mientras todo esto pasaba en las galaxias muy, muy lejanas, acá en la Tierra está Jane Foster lidiando con su propios problemas. Jane buscando una solución y un poco azarosamente se reencuentra con el martillo destruido de Thor que se vuelve a rearmar ante su presencia y así nace Mighty Thor (La versión femenina de Thor existe en los comic y de hecho las aventuras que se han editado en esta época son las de esa versión del personaje). Por supuesto que ambas versiones de Thor se van a encontrar y ese será uno de los temas de la película. A esta altura uno descubre que Waititi como director tiene que manejar distintos temas, lo hace de manera solvente pero la realidad es que el tono lúgubre y metafísico de la historia de «El carnicero de dioses» va por un lado y permite el lucimiento de un Bale que realmente da miedo cada vez que aparece en pantalla, pero hay también otra película que es la de Jane Foster y otra épica en la que Gorr secuestra a los niños Asgardianos para lo cual Thor, Jane Foster y Valkiria se van a buscar a otros Dioses para que los ayuden a matar a Gorr. La escena con Zeus (Russell Crowe) en Ciudad Omnipotencia es un gran momento que termina en una batalla tremenda y que desemboca en el tramo final donde la película se concentra y todo confluye para darle un final digno a todo, cerrar arcos dramáticos y anunciar lo que viene. Para los seguidores de Marvel hay muchos guiños pero una buena noticia es que al menos Thor parece desentenderse del tema de los Multiversos que viene apareciendo en la Fase 4 de la productora. La música de Guns N´Roses es a esta película lo que ACDC fue para Iron Man 2. Está claro que las distintas películas que existen en las casi dos horas de Thor: Love an Thunder crean alguna tensión y que cada espectador se quedará con lo que más les gusta. Para rescatar quedan lo de Christian Bale, que entra en la galería de villanos de Marvel como uno de los más temibles y dramáticos pero también hay que aplaudir el regreso de Natalie Portnam para desarrollar a Jane Foster y quedamos a la espera de la próxima película de Thor a ver que le espera al Dios del trueno. THOR: AMOR Y TRUENO Thor: Love and Thunder. Estados Unidos/2022). Dirección: Taika Waititi. Intérpretes: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Christian Bale, Tessa Thompson, Russell Crowe, Jaimie Alexander, Chris Pratt, Karen Gillian y Dave Bautista. Guion: Taika Waititi y Jennifer Kaytin Robinson. Fotografía: Barry Baz Idoine. Edición: Peter S. Elliot, Tim Roche, Matthew Schmidt y Jennifer Vecchiarello. Música: Michael Giacchino y Nami Melumad. Distribuidora: Disney (producción de Marvel Studios). Duración: 125 minutos. Apta para mayores de 13 años.