Como todo fanático de la saga creada por George Lucas allá por mediados a fines de los ’70, una vez completada la primera trilogía, que constó de los Episodios IV (Una Nueva Esperanza), V (El Imperio Contraataca) y VI (El Regreso del Jedi), siempre nos preguntamos: ¿y por qué empezó por el cuarto? Como si fuese el mismísimo Yoda quien programara los lanzamientos. Empezar por el final, para luego tener una nueva trilogía que empezaría por el episodio I (La Amenaza Fantasma) y seguiría con el II (El Ataque de los Clones) y el III (La Venganza de los Sith). Estas precuelas se estrenaron dos años más tarde del reestreno de los episodios cuatro al seis, remasterizados y con material adicional con motivo de cumplirse 20 años de su estreno en 1997. Ok, ahora sí, tenemos los todos los episodios del I al VI… pero luego, la pregunta pasó a ser… ¿Y los Episodios VII, VIII y IX? En muchas entrevistas, George Lucas dijo siempre que tenía una idea para hacerlos, pero que no estaba en sus planes llevarlos a cabo. Así, un par de años atrás, le vendió su empresa Lucasfilm a Disney y con eso se anunció lo que todos queríamos desde hacía mucho tiempo: una nueva trilogía que continuaría lo desarrollado por la saga original. Primero, se dio a conocer el reparto, parte del original, algunas caras conocidas y algunos ilustres desconocidos… luego se anunció el título, y fue todo un acontecimiento… “El Despertar de la Fuerza”… Parece mentira, pero ya pasó todo eso, muchas cosas se dijeron, se especuló desde la trama hasta si J.J. Abrams (un gran realizador de TV, director de cine y ultrafanático de “Star Wars”) utilizaría los tan mencionados destellos (flares) que utilizó en Star Trek. A propósito de eso, a Abrams le ofrecieron dirigir “Star Trek”, y cuando le preguntaron por qué un fanático reconocido de “Star Wars” va a dirigir “Star Trek”, él simplemente dijo… “porque no tengo una película de “Star Wars” a la cual dirigir”… Su deseo se hizo realidad y todos confiamos en él porque sabíamos que no iba a tratar la historia o su ambientación como lo haría cualquier otro director. Hoy es el día. Se estrenó por fin el tan ansiado “Episodio VII – El Despertar de La Fuerza” y es algo impresionante. Es nuevo, pero a la vez respeta mucho la frescura de la película original de 1977. El planeta desierto, Jakku (que no es Tattoine); un planeta muy parecido a Yavin IV en donde tienen su base los rebeldes; Han (Harrison Ford), Chewie (Peter Meyhew), Leia (Carrie Fisher)… ¿Luke? (Mark Hamill)… Jedis, Sith, Tie Fighters, X-Wings y Starkiller, algo así como una nueva Death Star, pero terriblemente más grande. Tiene todos lo que uno pueda soñar y más. Ok, y ¿la historia? se preguntarán… A eso voy. La historia comienza con un Piloto rebelde de X-Wing, Poe Dameron (Oscar Isaac) en un planeta desértico (Jakku), con un androide que contiene un mapa (BB-8), que cae en manos de una chatarrera huérfana llamada Rey (Daisy Ridley) que se junta con Finn (John Boyega), que es un Stormtrooper que acaba de desertar de la “Primera Orden”, que es algo así como una continuación del antiguo Imperio Galáctio, dirigido por el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) cuyo aprendíz de sith es Kylo Ren (Adam Driver) y ambos detectan un despertar en la fuerza. Rey y Finn tienen que dejar todo de lado para iniciar un viaje de aventuras que les cambiará las vidas para siempre. ¿Les suena familiar, no? En fin, es imposible para mi decirles más que eso porque ni se imaginan las cosas que se van a enterar cuando la vean y la cantidad de preguntas que quedan planteadas para los siguientes episodios. Lo único seguro es que se van a emocionar, reir, llorar y quedarse con ganas de más y más en los casi 135 minutos de duración.
El Agente 47 está de regreso y esta vez, al menos, parece que es para quedarse. Este personaje salido directamente de la serie de videojuegos creados por IO Interactive, y que fuera interpretado por Timothy Olyphant (“Justified”) allá por 2007, tiene una nueva versión cinematográfica mucho mejor y más cercana al juego que su predecesora. En la ópera prima del director Aleksander Bach, Rupert Friend (conocido por su papel de Peter Quinn en “Homeland”) se pone en la piel de 47, un asesino de elite diseñado genéticamente y criado desde edad temprana para convertirse en una perfecta máquina de matar. Traje negro, camisa blanca, corbata rojo carmesí, pelado, sin sentimientos y con un código de barras en la nuca como marcas distintivas, “Hitman” se une -en esta oportunidad- a Katia (Hannah Ware) una mujer obsesiva y paranoica, pero dotada de inusuales habilidades de supervivencia, que busca a un misterioso hombre (Ciarán Hinds) que quizás le de respuestas sobre su vida y sus orígenes. Lo que ella no sabe es que no es la única que trata de encontrar a esta persona. Le Clerq (Thomas Kretschmann), el líder de una mega-corporación, también lo busca desesperadamente, pero más que nada lo necesita, para poder replicar los exitosos experimentos genéticos que crearon a 47 y a los clones anteriores y posteriores a éste con el objetivo de crear un ejército que se pueda vender al mejor postor. A los fanáticos de los videojuegos seguramente les va a gustar. A los que no juegan, pero que son fanáticos de las películas de acción, también, puesto que la trama desarrollada por Skip Woods y con un guión co-escrito por el mismo Woods y Michael Finch, dejan en claro lo que es necesario saber de la historia para poder disfrutarla sin haber jugado al videojuego o haber visto la entrega anteriormente mencionada, lo cual es un gran punto a favor. El reparto se completa con Zachary Quinto (“Star Trek”/”Heroes”) como el agente John Smith, la modelo Angelababy como Diana, la responsable de 47, quien le proporciona clientes, objetivos e información, y Jürgen Prochnow (“Dune”/”24”) como Tobias, el falsificador de documentos.
Con el estreno de “Ant-Man: El Hombre Hormiga”, dirigido por Peyton Reed, culmina la “Fase Dos del Universo Cinematográfico de Marvel” (MCU Phase Two), que comenzó con “Iron Man 3? (2013) y continuó con los lanzamientos de “Thor: Un Mundo Oscuro” (2013), “Capitán América: El Soldado del Invierno” (2014), “Guardianes de la Galaxia” (2014) y “Avengers: Era de Ultrón” (2015). Podrán diferir, pero “Ant-Man” quizás sea la más entretenida de todas las películas de los Estudios Marvel hasta la fecha. Plagada de acción, aventuras, mucho humor y ciencia ficción, el film narra las aventuras de Scott Lang (Paul Rudd), un ex convicto que, al no poder mantener un trabajo a causa de su pasado, recae nuevamente en sus viejos malos hábitos e irrumpe en la casa del Dr. Hank Pym (Michael Douglas) esperando encontrar un gran botín en el interior de la enorme caja de fuerte que éste posee. Pero, para su asombro, la única cosa que se encontraba adentro era un extraño traje y desde ese momento nada será igual para él. La creación de Pym, es un traje que le permite al que lo use, reducir su tamaño, aumentar su fuerza y con el entrenamiento adecuado, controlar telepáticamente a diferentes tipos de hormigas. Por otra parte, Darren Cross (Corey Stoll), alias “Yellowjacket”, el villano de turno, se encuentra muy cerca de replicar la tecnología creada por antiguo mentor (Pym), y debido a su gran ambición lo convierten en una amenaza para el mundo. Nada pasa por casualidad y ahora Lang deberá transformarse en héroe para ayudar al Dr. Pym y Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) a proteger el secreto que se esconde detrás del traje de Ant-Man. En el medio de todo ésto nos encontramos con el personaje de Rudd tratando de restablecer su relación con su pequeña hija Cassie (Abby Ryder Fortson) quien lo considera un héroe, y convivir con la situación de que su ex esposa (Judy Greer) se encuentra en pareja con un policía (Bobby Cannavale) que le hace la vida imposible. Párrafo aparte se merecen sus compañeros de hurtos, Dave (Tip ‘Ti’ Harris), Kurt (David Dastmalchian) y muy especialmente Luis (Michael Peña) que cuenta historias de una manera muy particular. No falta nada, hay cameos de algunos Avengers, antiguos integrantes de S.H.I.E.L.D. y del genial Stan Lee. Y a no irse de la sala antes de tiempo porque aquí veremos dos escenas post-créditos que no querrán perderse Una sobre esta película y otra que enlaza directamente con la “Fase Tres” que comienza en 2016 con “Capitan América: Civil War”.
Dos años pasaron desde la última vez que “Dragon Ball Z” pasó por los cines. En aquel entonces, Goku y sus amigos tuvieron que salvar a la Tierra una vez más, peleando contra Bills, el Dios de la destrucción. La lucha fue desigual, pero Bills perdonó a la Tierra tan sólo por los manjares alimenticios que ésta ofrecía. En esta oportunidad, dos integrantes del ejército de Freezer llamados Sorbet y Tagoma, llegan al planeta para juntar las Esferas del Dragón con el objetivo de pedirle a Shenlong que reviva a su Emperador, lo cual consiguen y parten de vuelta hacia el espacio. Freezer, resucitado y con su cuerpo regenerado, tiene como único propósito volver a la Tierra y vengarse de aquellos saiyajin que lo destruyeron y enviaron al infierno terrestre algunos años atrás, pero esta vez, no va a dejar nada librado al azar. Mientras esperan por Goku y Vegeta -que se encuentran muy lejos entrenando con Whis en el mundo de Bills- y con la Tierra bajo amenaza de destrucción, Gohan, Piccolo, Krillin y el resto del grupo se convierten en la primera línea de defensa en contra del gigantesco ejército de Freezer. Cuando ambos se teletransportan hacia el planeta, comienza una pelea titánica como las que sólo nos tiene acostumbrados la saga de Dragon Ball. ¿Quién ganará? “Dragon Ball Z: La Resurrección de Freezer” es la película número diecinueve de la franquicia “Dragon Ball”, la decimoquinta de “Dragon Ball Z” y secuela de “Dragon Ball Z: La Batalla de los dioses” (2013). Mucha acción, comedia, gran calidad de animación y las inconfundibles voces de Mario Castañeda y René García como Goku y Vegeta, respectivamente -en la versión doblada par Latinoamérica-, harán que los fanáticos pasen, sin lugar a dudas, un gran momento.
Pasaron exactamente 30 años desde que Mel Gibson corría por última vez por los desérticos baldíos australianos con su Ford Falcon XB Coupé, más conocido como “Interceptor”. George Miller, el creador del género post-apocalíptico, siempre quizo darle continuidad a la saga “Mad Max” y hoy, trés décadas más tarde de la última entrega, tenemos un nuevo capítulo en la historia de este icónico antihéroe. Todo se inició allá por 1979 con “Mad Max”, en la que un ex policía de la MPF (Main Force Patrol), tras vengar la muerte de su esposa e hijo, se transforma en un brutal forajido en un mundo sin reglas, debido a la escaséz de alimentos, agua y combustible. Tuvo una continuación en 1981 con “Mad Max 2? más conocida como “Mad Max: el Guerrero del Camino” y una última entrega con Gibson como protagonista en 1985 con “Mad Max: Más allá de la Cúpula del Trueno”, muy recordada por la participación de Tina Turner como Tía Ama (o Aunty Entity en inglés). Con la cuarta entrega de la franquicia, “Mad Max: Furia en el Camino”, que puede ser tomada tanto como una continuación como un reinicio, Miller retoma el género que creó y lo lleva a un nuevo nivel: con más autos, más explosiones, más acción, más violencia, más adrenalina y pocos diálogos. Tom Hardy se pone en la piel de Max Rockatansky, quien, atormentado por su pasado cree que la mejor manera de sobrevivir es deambular solo por este mundo devastado, aunque termina uniendo fuerzas con Furiosa (Charlize Theron), una conductora de un gigantesco transporte conocido como “Camión de Guerra” (War Rig), quien se encuentra huyendo de una Ciudadela tiranizada por Immortal Joe (Hugh Keays-Byrne, actor que ya había participado en la primer “Mad Max”, interpretando a otro personaje). Éste, se da cuenta que Furiosa ha tomado algo muy preciado e irremplazable para él y, enfurecido, reúne a todas sus pandillas y los persigue violentamente por los desolados y peligrosos caminos de un mundo enfermo. La película es adrenalina pura de principio a fin. El 3D nos hace saltar del asiento en más de una oportunidad y la música, metal industrial, es el acompañamiento perfecto para pasar un buen muy buen rato. Completan el reparto Nicholas Hoult en el papel de Nux; Nathan Jones como Rictus Erectus; Josh Helman como Slit; Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Zoë Kravitz, Abbey Lee y Courtney Eaton, todas ellas conocidas como “las Esposas”.
Esta nueva película cuenta con una gran mayoría del elenco multiestelar que participó en la anterior, como Mickey Rourke (Marv), Jessica Alba (Nancy), Rosario Dawson (Gail) y Powers Boothe (Senador Roark), además de breves participaciones de Bruce Willis (Hartigan) y Jaime King (Goldie/Wendy). Pero también hay algunos reemplazos a cargo de los actores Josh Brolin, Jamie Chung y Dennis Haysbert, quienes encarnan a Dwight, Miho y Manute, personajes interpretados en la primera por Clive Owen, Devon Aoki y el recordado Michael Clarke Duncan, respectivamente. A ellos se suman las incorporaciones de Joseph Gordon-Levitt (Johnny), Eva Green (Ava), Ray Liotta (Joey), Christopher Meloni (Mort), Jeremy Piven (Bob), Christopher Lloyd (Kroenig) y Juno Temple (Sally), entre otros. Al igual que su antecesora, “Sin City 2: Una Mujer para Matar o Morir” se conforma de varias subhistorias, pero todas relacionadas entre sí y contadas de una forma no lineal y atemporal. Es por eso que algunas de las mostradas aquí suceden antes y otras después de lo que vimos en la entrega predecesora. En esta oportunidad, el protagonismo de la línea argumental principal recae en Dwight (Brolin), un hombre atormentado por sus propios demonios y asechado por Ava Lord (Green), quizás la única mujer a la que realmente ha amado alguna vez, y la que lo hará pasar por un verdadero infierno. Las otras historias tienen como protagonistas a Nancy (Alba), la bellísima bailarina exótica corroída por el deseo de vengar la muerte de Hartigan (Willis), a Johnny (Gordon-Levitt), el recién llegado a (Ba)sin City buscando hacerse de respeto y un nombre a través de las apuestas ilegales llevadas a cabo por el corrupto Senador Roarke (Boothe) y Marv (Rourke), el tipo que nunca le escapa a una buena escaramuza. Filmada casi por completo en blanco y negro (con algunos colores específicos utilizados para realzar detalles o personas), aquella estética visual que nos sorprendió en 2005, esta segunda parte contiene los desnudos y la violencia típica salida de las hojas de las historietas creadas por Miller. Si bien no aporta nada nuevo ni revolucionario como sí lo hizo la primera, nos hace estar pendiente de la trama y entretiene de principio a fin.
Si existe un clásico dentro de la rica historia de los X-Men es, sin lugar a dudas, “Días del Futuro Pasado” y Bryan Singer, director de las primeras dos entregas de la saga (“X-Men” y “X2″), vuelve a conducir los destinos de estos personajes de la Marvel Comics en esta nueva adaptación (la primera para el cine) basada en la historia de Chris Claremont (argumento/guión) y John Byrne (argumento/dibujo) plasmada en los números 141 y 142 de Uncanny X-Men, publicados en el año 1981. Con un guión de Simon Kinberg sobre la historia de Jane Goldman, Simon Kinberg y Matthew Vaughn (director de “X-Men: Primera Generación”), el argumento del film es muy similar al de aquella publicación que transcurre en dos líneas argumentales paralelas; una en un futuro distópico en donde los mutantes -y los humanos en general- están diezmados, en campos de concentración y al borde del exterminio; y otra en el pasado, antes de que todo vaya de mal en peor. Es así, que desde el futuro envían a alguien al pasado para que evitar que ese trágico futuro suceda. En el cómic es a Kitty Pride, en la serie animada de TV de los ’90 es a Bishop (Omar Sy), y en esta cinta, la responsabilidad de cambiar el futuro recae sobre Wolverine (Hugh Jackman), quien sirve de nexo entre las dos generaciones fílmicas de X-Men: los personajes de las tres primeras entregas más los de “X-Men: Primera Generación”. La trama del film comienza en ese desolado futuro no tan lejano, con grupos de mutantes rebeldes luchando contra los Centinelas más avanzados que jamás hayan existido. Kitty Pride logra enviar a otros mutantes, horas y hasta días atrás para avisar sobre los ataques que efectivamente ocurrirán en poco tiempo. Los X-Men que aún quedan con vida, como Tormenta (Halle Berry) o Iceman (Shawn Ashmore) logran reunirse y liderados por Xavier (Patrick Stewart) y Magneto (Ian McKellen), surge la idea de enviar al pasado al único mutante capaz de regenerarse tan rápidamente como las lesiones que provoca el viajar en el tiempo, Logan/Wolverine. Gracias a Kitty (Ellen Page), Wolverine logra su cometido y despierta en los ’70 -10 años después de lo sucedido en “X-Men: Primera Generación”- dentro de una versión de sí mismo de por aquellos años pero con el conocimiento de lo que está por suceder. Su misión es evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) asesine a Bolivar Trask (Peter Dinklage), el creador de los Centinelas, y para ello necesitará la ayuda de las versiones jóvenes de Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender), cuya relación está quebrada por lo sucedido en “First Class”, y de algunos otros mutantes como Bestia (Nicholas Hoult) y Quick Silver (Evan Peters). Esta “X-Celente” película deshace casi todo lo sucedido en las entregas anteriores, arregla la continuidad en el tiempo y además, a no levantarse del asiento hasta el final de los títulos, porque hay una escena más que sirve de gancho con la próxima entrega de los Hombres X: “X-Men – Apocalipsis”.
Basada en la novela homónima escrita por Orson Scott Card, “El Juego de Ender” narra las aventuras de Ender Wiggins (Asa Butterfield), un niño superdotado que es separdado de su familia y enviado a la academia militar internacional en donde se lo entrena para encontrar una estrategia que le permita a la humanidad vencer a una raza extraterrestre, de apariencia muy similar a hormigas gigantes, llamada Formics. El objetivo de esta especie alienígena es la búsqueda de nuevos mundos para colonizar y quedarse con su agua; por ello, habían invadido la Tierra en el pasado, dejándola al borde de la destrucción. Pero gracias a las hazañas del héroe de guerra Mazer Rackham (Sir Ben Kingsley), la flota alienígena fue destruida, pero no así la amenaza. Con el objeto de vencer a los alienígenas en posibles futuros encuentros, el mundo se unió y se fundó una academia militar internacional para entrenar a niños superdotados desde muy temprana edad con la esperanza de buscar al nuevo Mazer Rackham: aquel que será capáz de vencer a los Formics de una buena vez por todas. El Coronel Hyrum Graff (Harrison Ford) piensa que Ender es el elegido, aquel que guiará a la Flota Internacional en la batalla final contra el peor enemigo que ha enfrentado la humanidad y para ello, se lo hace pasar por un duro entrenamiento que comienza en la Tierra y culmina en el espacio con la mera finalidad de formar al protagonista hasta convertirlo en el líder que el mundo necesita para poder subsistir. Desde el punto de vista técnico y actoral, el film escrito y dirigido por Gavin Hood (“X-Men Orígenes: Wolverine”, “El Sospechoso”) es impecable. Pero si bien es entretenido, no aporta nada nuevo. Tiene muchísimos elementos que podrían hacer acordarnos rápidamente a otras películas del género siendo la más obvia -por su guerra contra insectos gigantes- “Invasión” (Starship Troopers de 1997). El reparto se completa con Abigail Breslin como la hermana de Ender, Viola Davis como la Mayor Anderson y Hailee Steinfeld como Petra Arkanian. Es muy probable que “El Juego de Ender” tenga continuidad en la pantalla grande, pero con argumentos originales basados en la mitología creada por Card, pero sin tener nada que ver los otros cuatro libros de la saga.
Con “El Lobo de Wall Street” (The Wolf of Wall Street/2013), Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio vuelven a trabajar juntos por quinta vez, como lo hicieran en el pasado en “Pandillas de Nueva York” (Gangs of New York/2002), “El Aviador” (The Aviator/2004), “Los Infiltrados” (The Departed/2006) y “La Isla Siniestra” (Shutter Island/2010). Scorsese dirige la verdadera historia de Jordan Belfort, un “exitoso” corredor de bolsa que, tras una serie de escándalos que lo llevaron a pasar 20 meses en prisión, escribió la novela que le da nombre a ésta larguísima película de 3 horas de duración. Desde el comienzo mismo, el film nos muestra el vertiginoso ascenso de un joven Belfort (Leonardo DiCaprio), quien a mediados de los ’80 comienza a trabajar para un desquiciado corredor bursátil llamado Mark Hanna (en una breve pero genial interpretación a cargo de Matthew McConaughey), la persona que lo introduce en un mundo lleno de excesos. Así, de ser un hombre honesto y con el afán de hacerse un nombre en el mercado de valores, pasa a fundar “Stratton Oakmont”, la agencia bursátil que utilizaron él y su amigo y socio Donnie Azoff (Jonah Hill) para lanzar indiscriminadamente empresas en la Bolsa de Nueva York, generando un sinnúmero de hechos fraudulentos que duraron hasta finales de los ’90, tras ser investigado por el FBI. Drogas, sexo, poder. “El lobo de Wall Street”, el apodo por el cual se lo conoce a Belfort en el mundo de las finanzas, es consciente de que es un adicto. Pero su adicción más grande es al dinero. Todos sus excesos son contados de una manera bastante inverosímil y hasta por momentos grotesca, pero que en lo trágico del caso, resultan efectivos y graciosos. En líneas generales, la película es buena, pero quizás se podría resolver todo el conflicto en poco más de hora y media y sin ser tan gráfico a la hora de mostrar los excesos. Por momentos me parecía estar viendo un capítulo de “Californication” y no una película de Scorsese. Aún así, y gracias a las impecables actuaciones de sus protagonistas, el exceso en su duración no se hace para nada pesado. En lo que respecta al reparto, se completa con Margot Robbie (en el papel de Naomi Lapaglia, segunda esposa de Belfort) a quien tuvimos la oportunidad de conocer en noviembre de 2013 cuando vino a ls Argentina junto Will Smith y Rodrigo Santoro para filmar “Focus”. - See more at: http://www.cineymas.com.ar/2014/01/el-lobo-de-wall-street-the-wolf-of-wall-street/#sthash.67TYa8mV.dpuf
Basada en el cuento corto "Memorias de un Wing Derecho" del recordado Roberto Fontanarrosa, Juan José Campanella ("El Secreto de sus Ojos") incursiona por primera vez en el cine de animación con "Metegol", una película desarrollada completamente en 3D, que no tiene nada que envidiarle a las producciones hollywoodenses como las que estamos acostumbrados a ver hoy en día. Con un guión escrito por el mismo Campanella junto a Eduardo Sacheri y Gastón Gorali, el film cuenta la historia de Amadeo (voz de David Masajnik), un joven que vive en un pequeño pueblo en el que pasa sus días jugando al metegol en el bar en el que trabaja y que está enamorado de Laura (voz de Lucía Maciel) aunque ella no tiene idea. Un día su rutina cambia repentinamente cuando Grosso (voz de diego Diego Ramos) un joven del pueblo, convertido en el mejor futbolista del mundo, regresa y se apodera del lugar sólo para vengarse de él, la única persona que fue capaz de derrotarlo alguna vez en su vida. Con todo en su contra, Amadeo descubre algo mágico: los jugadores de su querido metegol (con las voces de Pablo Rago, Miguel Angel Rodríguez, Horacio Fontova, y Fabián Gianola, entre otros) cobran vida y juntos se embarcan en un viaje lleno de aventuras para salvar a Laura y a su pueblo natal. No quedan dudas de que esta producción, que costó unos 21 millones de dólares aproximadamente, es un salto de calidad enorme en lo que respecta a la animación nacional y para poder realizarla se contó con la participación de más de 300 artistas de más de 15 países (argentinos en su amplia mayoría) supervisados por Sergio Pablos ("Mi Villano Favorito", "Rio"). Por su excelente animación, guión, elenco vocal y música, seguramente "Metegol" será un golazo en las taquillas de estas vacaciones de invierno.