El Mural se centra en la realización del Ejercicio Plástico en la quinta de Natalio Botana en Don Torcuato, encargado al muralista mexicano David Alfaro Siqueiros en 1933, con la compañía de tres artistas argentinos: Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Lino Spilimbergo. Esta historia ya ha sido tema para un documental muy bien logrado de de Lorena Muñoz, Los próximos Pasados (2007). En el caso de esta última ficción de Héctor Olivera, podemos encontrar una buena dirección de arte, a cargo de Emilio Basaldúa (quien lo acompañó también en anteriores películas) Las actuaciones que se destacan son las que le ponen garra a los dos grandes que parecen disputarse esta historia: Natalio Botana (Luis Machín) y David A Siquieros (Bruno Bichir). Este último es un actor mexicano que se compromete con el personaje temperamental que le toca componer y aporta la pata extranjera de esta coproducción. El resto de los personajes queda como deglutido por Botana el terrible, centro de esta historia. Sin dudas, El Mural es un film sobre él. El resultado es cinematográficamente prolijo. Sin nada formalmente osado en el planteo, es una película hecha técnicamente hablando. Más allá de esto, la película no pasa de una historia de pasiones cruzadas donde se transitan hechos fácticos, con algunos personajes, (el caso más evidente el de Salvadora Onrubia), muy desdibujados con lo que ciertas fuentes citan de ella. A nivel de los hechos históricos, hay un trabajo de catalización de ciertos hitos que son mostrados en los primeros cinco minutos de la película uno tras otro. Siquieros estuvo en Argentina durante algunos meses de 1933. En los primeros minutos de la película tienen lugar hechos que no fueron simultáneos. Como. la muerte de José Félix Uriburu (1933), el asesinato de Enzo Bordabere (1935), la llegada a la Argentina de los restos de Carlos Gardel (1935), todo junto intentando caracterizar un momento político sumamente complejo. El efecto parece ser el de acentuar las formas en las que Crítica operaba la realidad desde una práctica periodística de impacto en las masas, al servicio del presidente Agustín P Justo. En pos de crear un marco a la historia, la trama simplifica la red de relaciones de estos personajes densos y contradictorios, que terminan siendo deglutidos por la viveza y poder de Natalio Botana. Bien podría decirse que la película habla casi exclusivamente de su personalidad: la historia de Botana en el apogeo del diario Crítica parecen ser el centro aquí. Por algo Leopoldo Marechal, en esa (entre otras muchas lecturas) maravillosa parodia del campo cultural argentino de los 30 que es su novela Adán Buenosayres lo coloca en un círculo del infierno, junto a su grandes rotativas. Salvadora Onrubia, su esposa, mujer con un peso propio indiscutible como militante anarquista, encarcelada por Uriburu, periodista y poeta, aparece totalmente desdibujada y hundida en un denigrante "resentimiento". Desde hace unos años, su figura ha sido felizmente releida, con la publicación de trabajos críticos sobre ella y de sus escritos, como es el caso de Las descentradas (publicado por Editorial Tantalia), que además fue llevada al teatro en Buenos Aires en el 2009. Asímismo, los pintores argentinos parecen meros aprendices, sin ideología política ni experiencia plástica. El Mural no logra superar el nivel del melodrama. No es que no sea interesante el género, pero la densidad de los personajes en cuestión y lo fundante de las experiencias que relata en cuanto a la conformación del campo cultural y artístico argentino despiertan grandes expectativas de una película que pueda narrarlo..
Vista en Buenos Aires en el Bafici 2009, y vuelta a ver en Pantalla Pinamar 2010, llega al gran público porteño, finalmente, la última película de la directora belga Agnés Varda. Estamos ante una película inolvidable. Su vista puede resultar mucho más fructífera si se han visto los hitos fundamentales de su directora, pero si no, el producto es tan potente que no importa, sirve aunque no se tenga el punto de partida original de cada recuerdo. Porque en este caso se trata de una autobiografía tan poética, que la película se transforma en un documental intervenido por la voluntad estetizante de su directora. Como puede suceder con la búsqueda proustiana de A la recherche... no hace falta haber vivido lo que se narra y se muestra para seguir la historia y deleitarnos en el fluir del relato, la sensibilidad de una manera particularísima de percibir el mundo, la reflexión sobre las relaciones afectivas y la búsqueda de un proyecto estético personal y vital. Las playas son el suelo en donde el mar avanza y se retira sin nunca quedar inmóvil. Es una excelente metáfora para pensar los recuerdos de una mujer que ha pensado la vida en movimiento, atravesada por su profesión temprana: la fotografía. Caminando para atrás en las playas de su infancia; recorriendo Sète, Venice Beach, Noirmourtier y hasta haciendo su propia playa en Paris; navegando el Sena en un botecito; con sus dos gatos, uno real, Tamaris, uno de figuritas, Chris Marker. De la mano con Jacques Demy. Sentada frente al mar, dirigiéndolo. Clavando espejos en la arena, que reflejan a sus colaboradores y compañeros, porque al decir de ella misma "un retrato se hace de muchas personas". Con su pelo de dos colores. Disfrazada de papa. La vida es un movimiento de mareas que nos marcan. En el caso de esta artista, con pleamares sumamente productivas. En sus 82 años ha filmado más de 30 películas, obteniendo un León de Oro en Venecia en 1985 por Vagabonde, Sans toit ni loi, (Sin techo ni ley). Así mismo ha realizado instalaciones y expuesto sus obras como fotógrafa y artista integral. En 1977 funda la productora Tamaris, junto a su marido, el también director de cine Jacques Demy. Su primera película, La Pointe courte (1954) muestra la crisis de una pareja que se reencuentra (¡en una playa!). Su planteo formal, la tensión de la cámara que aparece desde lugares insólitos, los planos de ambos protagonistas de frente y perfil superpuestos, el lenguaje poético, la reflexión sobre la comunicación amorosa, recuerdan hitos posteriores del cine de Alain Resnais, como Hiroshima Mon Amour o El año pasado en Marienbad. Es considerada por algunos investigadores la primera película de la Nouvelle Vague, aunque por esas cosas no se la haya visto como su directora merecería. Otra película distintiva del sello Vardá es Cleo de 5 a 7. Todo sucederá en dos horas claves en la vida de una mujer. Una caminante parisina que sumamos a la historia de los flaneures fílmicos con los que el cine vino, un siglo después, a provocar nuevas entre imágenes con la poesía de Baudelaire. La escena del taller de esculturas es compleja y sutil. Deja ver qué clase de directora se está mostrando. Agnes Varda imbrinca de una manera sumamente personal la producción política y la estética. Dueña de un perfil bajísimo al lado de Demy, esta artista ha registrado desde la vivencia directa grandes hechos históricos del siglo XX (la revolución cubana, la revolución china, la revolución de las mujeres) que quedaron en sus películas, siendo su lucha principal el cine. Y de esa lucha principal da cuenta el gran homenaje que completa para Demy, Jacquot de Nantes, donde recrea su infancia en la segunda guerra, y su amor por el cine, con esa fuerte imaginación y ese juego plástico con los títeres, los decorados y las escenografías. Finalmente, digamos que su recolocación actual entre las jóvenes generaciones viene de la mano de su producción documental Los espigadores y la espigadora, y Los espigadores y la espigadora dos años después, películas ambas que sintetizan y disparan aspectos de la conexión entre el arte contemporáneo y las prácticas sociales. Justamente es la mayor tensión de Varda, la de mostrar que es imposible autonomizar las esferas y pensar la producción de subjetividad desde un campo que se llame cine o se llame arte sin al mismo tiempo estar afirmando una existencia particular en una historia precisa. Así, se afirma el indisoluble entretejido de ambas instancias en la vida cotidiana desde un planteo relacional que descubre cuánto de producción estética hay en la afirmación cotidiana de la subsistencia y cuánto de praxis transformadora de la vida hay en la búsqueda poética más personal. Filmografía de Agnés Varda La Pointe-Courte (1955) L'opéra-mouffe (1958) La cocotte d'azur (1958) Du côté de la côte (1958) O saisons, ô châteaux (1958) Les fiancés du pont Mac Donald ou (Méfiez-vous des lunettes noires) (1961) Cléo de 5 à 7 (1962) Salut les cubains (1963) Elsa la rose (1965) Le bonheur (1965) Les créatures (1966) Oncle Yanco, Loin du Vietnam (1967) Black Panthers (1968) Lions Love (1969) Réponse de femmes: Notre corps, notre sexe (1975) Plaisir d'amour en Iran (1976) Daguerréotypes (1976) L'une chante, l'autre pas (1977) Mur murs (1981) Documenteur (1981) Ulysse (1982) Les dites cariatides (1984) Sans toit ni loi (1985) T'as de beaux escaliers tu sais (1986) Kung-fu master! (1988) Jane B. par Agnès V. (1988) Jacquot de Nantes (1991) Les demoiselles ont eu 25 ans (1993) Les cent et une nuits de Simon Cinéma (1995) L'univers de Jacques Demy (1995) Les demoiselles de Rochefort (1967) Les glaneurs et la glaneuse (2000) Le lion volatil (2003) Ydessa, les ours et etc. (2004) Cinévardaphoto (2004) Quelques veuves de Noirmoutier (2006) Les plages d'Agnès (2008?. Premios recibidos: Premio Méliès, por Cléo de 5 à 7, 1961; León de Bronce, el Festival de Venecia, por Salut les Cubains, 1964; Premio Louis Delluc, David Selznick Award, y Oso de Plata, Festival de Berlín , para Le Bonheur, 1966; Primer Premio, Oberhausen, por Panteras Negras, 1968; Gran Premio, Taormina, por L'Une chante, l'autre pas, 1977; César Award, por Ulysse, 1984; León de Oro, Festival de Venecia, Premio Melies, y Película Extranjera, Mejor de Los Angeles Film Critics.
Daniel Burman logra desde la dirección un estrecho diálogo con el espectador. El eje de tan buena relación seguramente esté en múltiples factores de los cuales destacamos tres: las excelentes actuaciones (especialmente Graciela Borges, que sigue regalando una presencia visual contundente), una historia que vuelve a hacer pie en el meollo de las relaciones parentales, conflictivas, necesarias y sobre todo, universales, y un buen ritmo cinematográfico que no cansa en las múltiples idas y vueltas del relato. La historia se centra en la microfísica de las complejas relaciones de dos hermanos, que a su vez se entrelazan con toda una constelación mayor de padres, tía, primxs y hasta vecinos. Cuestiones de poder entre ambos protagonistas, pequeñas victorias o derrotas cotidianas, nexos indisolubles, búsquedas personales, balances, tomas de consciencia e inconsciencia, y hasta el gesto de reconocimiento de la tragedia griega marcan los caminos que ellos transitan hacia uno y otro lado del charco, entre Buenos Aires y Uruguay, ya que la trama habla de distancias y cercanías físicas también. Algo atractivo en el planteo es el juego irónico hacia el star system local y el amor por las estrellas, en este caso hacia la figura de Mirtha Legrand, sus películas y sus almuerzos. Este lugar de cholula en Graciela Borges además de acentuar el paso de comedia que teje la película tiene sabor a guiño paródico. También la escena post-final (acompañando a los créditos y cuando la película ya concluyó), con cierto aire a Slumdog Millonaire, muy fresca, es un detalle de music hall que se aprecia y cae como broche a toda la historia, Edipo incluido. Una película que está muy bien filmada, con una experimentada dirección de actores y sutilezas que se aplauden en el encuentro y desencuentro permanente de estos hermanos, logra llegarle a la gente que sigue buscando, y al parecer encuentra, en la opción nacional un cine representativo que lo conmueva. Cine argentino 2010 Quizás El secreto de sus ojos haya abierto las puertas y estemos atravesando una buena racha que empieza a proyectar también un nivel distinto para los directores de esta generación del llamado Nuevo Cine Argentino. En años anteriores pudimos ver un fenómeno de taquilla parecido al de Dos hermanos con productos muy apegados a la televisión, como el caso de Un novio para mi mujer, donde un especialista en contar ficciones de nulo riesgo para el pensamiento crítico como Adrián Suar ponía en la pantalla un producto similar al de sus ofertas televisivas, con el resultado de largas colas en los cines. En este caso no hay sostén de entretenimiento masivo. Sí hay un Antonio Gasalla fortalecido por el éxito teatral que viene de liderar, y una Graciela Borges que bien puede seguir ostentando el rótulo de gran diva argentina. Dos hermanos vuelve a conectar muy bien con el gran público. En este sentido, los datos que el INCAA ha hecho circular entre la crítica periodística son auspiciosos: “Estrenada el 1 de abril contó con (entre el jueves 1 y el domingo 4) 119.329 espectadores en 62 salas. Se calcula que un promedio de 1925 espectadores por sala fueron a verla en todo el país”. El año pasado vivimos el efecto tsunami de El secreto de sus ojos, éxito de taquilla y éxito de ventas en dvd´s formato doméstico (por no mencionar en las copias ilegales que se vendieron y se venden en parques y esquinas por centenares). En este caso, cabe agregar que los tres factores que mencionamos al comienzo de la nota (historia, actuaciones y ritmo cinematográfico) son relevantes sobre todo porque otros estrenos de este primer trimestre anunciados con grandes expectativas no corrieron la misma suerte. Por ejemplo la película Paco, que emplea muy buenos recursos técnicos y un importante casting, para un tema central en el discurso de los medios, pero que no ha recibido el lugar del público que se supone debería. En resumen, esperamos ver que en los próximos estrenos (se aproxima el turno de Eva y Lola, de Sabrina Farji, entre otras) las producciones argentinas multipliquen esta sensación de confianza de los espectadores argentinos para con su cine.
Se estrena en Buenos Aires la película que ganara la edición 2009 del BAFICI. Lo primero que hay que decir es que esta película es una sola. Ni siquiera tiene dos partes. Es una bocanada de cine fresco, personal y distinto. Con tiempos propios y personajes contundentes que tienen dos momentos para decir su papel –el del documental y el de la ficción- la unidad resultante es un camino sinuoso que roza todo el tiempo los límites. Es que es una película sobre los límites. El exceso parece serle constitutivo. Es excesiva como documental, excesiva como mezcla, excesiva como ficción. Pero no satura. Excesiva en lo sutil, en el detalle, en la búsqueda. Una película de cielos, donde todo es rojo y verde, todo es musical, todo es vino, pasiones, caminatas, montes, vistas, aires diáfanos, incendios amenazantes, hombres y mujeres que se juegan todo o nada. La magia de este film quizás radica en llevar adelante un relato concéntrico desde lo errático. Concéntrico porque todas las historias periodística y también antropológicamente mostradas al comienzo se transforman en personajes de lo que luego será la ficción. Pero esa llegada donde todo encaja es más bien rumbeante, sutil y equívoca. Hay pistas del comienzo que luego se diluyen o son solo un aire, un clima, un pequeño desliz casi caprichoso. Un director, el mismo Miguel Gomes que filma una película pero que no quiere actores, sino gente. Y esa gente que sale de los pueblos para ser lo que quizás ya es. Lo más interesante de la película tal vez sea ese continuo imperceptible entre el reality y la ficción, entre la entrevista y la actuación, entre el testimonio y el recitado. Capítulo aparte el maravilloso final, que vuelve a decirnos que todo era cine, y que reivindica a los sonidistas, a su imaginación, la caja negra de esos señores que en las filmaciones se la pasan portando una caña y metidos en su mundo de auriculares. En síntesis, una película para ver, exquisita, un director para seguir esperando, un cine que nos impone otras lógicas narrativas, utilizando creativamente recursos e historias. No se la pierdan.
Con un destacado trabajo de archivo, que incluye entrevistas y recopilación de fuentes visuales, Alicia y John, el peronismo olvidado, logra proponer para su rescate a dos personas fundamentales en la historia de las luchas populares latinoamericanas. Desde el punto de vista ideológico la película emociona y colabora con la construcción de la historia de la militancia, aportando a esa gran reflexión pendiente sobre los luchadores latinoamericanos que nos debemos como sociedad. Desde lo cinematográfico la película es correcta, mayormente apoyada en el archivo y la entrevista, y apelando, felizmente, a un uso discreto de la ficción. En este sentido la labor de Juan Carlos Portaluppi y Ana Celentano ayuda a plantear el olvido, esbozando el problema a través de la tarea actoral cuando hay poco testimonio sobre el que basarse. Sin bajar línea, reconstruye la historia a partir de las cartas entre Cooke y Perón durante la etapa de la proscripción de este último, abriendo luces desde una perspectiva poco trabajada a nivel masivo, que es la de ese peronismo olvidado, el del gran orador e intelectual maldito que fue Cooke hacia dentro del peronismo, y el de la gran militante y cuadro político que fue Eguren, y el lugar outsider y lúcido de ambos dos frente a cualquier estructura partidaria. El resultado del film de Castro es una pieza de divulgación necesaria y directa que abre el debate sobre otros modelos de participación social.