Danny Boyle nos trae, dos décadas más tarde, la secuela a su película de culto Trainspotting. Los mismos actores protagonistas vuelven a encontrarse 20 años después, retomando sus roles, ya como hombres de mediana edad. Mark Renton, personificado por Ewan McGregor, regresa a Edimburgo desde Amsterdam, donde vivía con su esposa, con la intención de reencontrarse con Spud (Ewen Bremmer) y con Simon (Johnny Lee Miller), mientras que Franco Begbie (Robert Carlyle) cumple su condena a 25 años en prisión, a la cuál le acaban de denegar el beneficio de la libertad condicional. Contada con humor y ritmo, la película entretiene y es un ejercicio de nostalgia. Su título, al igual que en la primera ocasión, remite a un juego de palabras, ya que literalmente se traduce como “avistaje de trenes” (cosa a lo que se hace referencia en una escena de la película) y al mismo tiempo al acto de consumir heroína. Uno de los personajes (según se descubre al principio de la película) ha seguido con este hábito, que lo ha alejado de su esposa e hijo mientras que otro de ellos a dejado paso a un consumo ingente de cocaína. No obstante esto, la droga -aunque omnipresente- no tiene demasiada importancia en el desarrollo de la película. Trainspotting 2 es un film que aún para quien nunca haya visto la primera, es completamente disfrutable y entretenido, aunque claro, carecerá del toque nostálgico que los más entrados en años podrán apreciar.
Aunque su deseo era retirarse de su profesión de asesino a sueldo, Jonathan Wick (Keanu Reeves) tampoco lo ha podido lograr en esta segunda entrega -de lo que claramente se convertirá en una saga del estilo Duro de Matar- y en esta oportunidad debe enfrentarse a mafia entera y el conjunto de todos los asesinos de la ciudad. Con efectos realistas, sonido impecable y peleas coreográficas bien ensayadas, Keanu Reeves vuelve a dar vida al bueno de Wick, aunque es imposible no pensar en Neo (su célebre personaje de Matrix). Evidencia de ello es que la película en sí tiene varios guiños hacia el film de los hermanos Wachowski, incluyendo la aparición de Laurence Fishburne en el papel de Bowery King. Este capítulo dos se trata de una película entretenida, exagerada, y hasta contada en código de video juego: un ejemplo claro y muy divertido es el uso de las monedas de oro en la misma. Sirven para comprar armas, sobornar a un mendigo o pagar un trago en un bar. Todo en este universo vale una moneda de oro, o a veces varias. Las múltiplas vidas del protagonista también parecen dar fe de ello: en determinado momento el personaje recibe dos tiros en el abdomen, se "hace arreglar" y sigue peleando. Y luego, claro, los clichés que sin embargo no molestan: los disparos en plena calle no llaman la atención de nadie y la policía básicamente no existe. John está dirigida por el audaz Chad Stahelski, quien -no casualmente- trabajó como doble de Keanu Reeves en Matrix (1999) y ya había dirigido la primera parte en 2014. Sin demasiadas pretensiones más que entretener a fuerza de tiros y golpes, la película no defrauda.