Héroe nacional y popular Juan Minujín se calza el traje de Zenitram, un superhombre algo torpe que le hace frente a su destino de ser argentino. "Con un poco de humor es más fácil decir cosas terribles", reflexionaba hace algún tiempo el director argentino Luis Barone. Será por eso que eligió un cuento corto de Juan Sasturain para llevar a la pantalla grande al primer superhéroe vernáculo de carne y hueso, un argentino que deberá hacerse cargo del destino que le tocó en suerte y luchar contra un presente poco alentador. Y es que Zenitram, el film que relata las desventuras de este particular hombre volador, está plagado de guiños hacia nuestra idiosincracia. Así, la historia comienza en una Buenos Aires del año 2025, una ciudad azotada por las grandes corporaciones que acaparan el monopolio del agua y gobernada por un tirano (Daniel Fanego) de gestos populistas y políticas antinacionales. Pero la contraparte antes tanta injusticia llegará del lugar menos pensando: un baño en la estación de trenes de Constitución. Rubén Martínez (Juan Minujín), acaba de perder su trabajo como recolector de basura y recibe un "don" que lo hace repentinamente poseedor de una fuerza sobrehumana y de la capacidad de volar. Claro que Martínez (Zenitram, a partir de ahora) apenas sabrá controlar esos dos superpoderes que le han sido asignados, y se las ingeniará para ayudar a la población a recuperar el libre acceso al agua. Eso hasta que él también empiece a ser manipulado, tras aceptar un cargo dentro del gabinete del tirano gobernante. Pero la súbita popularidad y los excesos, levarán a nuestro héroe a caer en desgracia y terminar internado en el "Miami Superheros Hospital", una clínica de rehabilitación en Estados Unidos. Lejos de su país, se da cuenta que su Argentina lo necesita, y Zenitram, excedido un poco de peso, vuelve a luchar por su patria. Nuestro primer superhéroe vernáculo es solidario, vulnerable, adicto a la cocaína (un hábito que adquirió para poder sobrellevar el vértigo de volar), y no siempre actúa con acierto. Un reflejo bien retratado de la identidad nacional desde el guión, con referencias a nuestro pasado histórico y también a nuesto presente más inmediato. Acompaña a esta delirante historia una correcta actuación de Minujín, aunque algunos papeles secundarios sean poco consistentes. Una buena apuesta a un género que no es común en el cine nacional -quizás el antecedente más cercano sea La antena, de Estaban Sapir-, con una realista recreación de lo que puede ser un futuro apocalíptico y efectos especiales acordes a la verosimilitud del relato. Zenitram, hay un argentino que vuela, quinta película dirigida por Barone, resultó ganadora del concurso del Bicentenario convocado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. El reconocimiento parece haber animado al creador a buscar una secuela (Zenitram, Samba y Tango) , actualmente en producción.
Pobre mi madre querida Anahí Berneri se adentra en la historia de una mujer que se ve inemersa en un mar de acusaciones, dudas y prejuicios. Por tu culpa narra un drama intimista que transcurre en una sola noche. Julieta (Érica Rivas) es una madre en plena crisis matrimonial, con un marido (Rubén Viani) de viaje y dos hijos que cuidar. Un domingo por la noche, mientras ella intenta terminar una entrega laboral, los niños juegan casi sin límites. La madre no puede contenerlos y Teo, el menor de dos años, se lastima un brazo. Julieta, de inmediato, busca asistencia en una clínica privada, pero allí será acusada de maltrato familiar. En su tercer largometraje, Anahí Berneri (Encarnación) vuelve a meterse en el universo femenino contando la historia de una mujer en constante estado de tensión, que pretende dar a sus hijos una vida ordenada y lujosa, pero cuya realidad demuestra que su familia está rota. Los primeros planos constantes, la utilización de los fuera de campo y un montaje vertiginoso contribuyen a crear este clima, con una muy lucida interpretación de Rivas. Su actuación en cuanto a carga dramática se sostiene durante toda la película, y las miradas perdidas o las situaciones en las que se desborda demuestran claramente el estado de esa mujer anulada por la sociedad machista. Lo femenino aparece en un rol de incapacidad ante lo masculino desde el comienzo del filme. El accidente doméstico es la excusa para que Julieta sea señalada culpable de todo lo vivido en su casa, y casi como consecuencia, la aparición de la figura paterna como el único competente para resolver las situaciones, aún cuando éste vive también en ausencia de su familia y todo lo que la rodea. Por tu culpa es una película fuerte que no deja indiferente al espectador y lo interroga sobre la diferencia en el trato de géneros en la sociedad argentina actual.
Una revisión extranjera El Mundial '78 y el terror que la última dictadura militar argentina supo ocultar, desde el punto de vista de un cineasta italiano. Maurizio Gallo (Alessio Boni) es un periodista italiano que viaja a Argentina para cubrir el Mundial de 1978. También espera a conocer a parte de sus parientes, que emigraron en la década del '50 atraídos por las promesas de un país vigoroso y en expansión. Así será que, recién llegado, comparte un almuerzo familiar en el que conoce a Pablo Pere (Juan Leyrado), marido de su prima, recio militar e integrante del comité que organiza el campeonato de fútbol. Al tiempo que Maurizio realiza su trabajo, conoce y se enamora de Ana (Florencia Raggi), una militante de izquierda que pondrá en peligro su vida y la de todos aquellos que la rodean. Descubierta la relación, la pareja es perseguida hasta que el periodista, sospechado de pertenecer a las Brigadas Rojas italianas, es secuestrado en un operativo militar. Allí, en un centro clandestino de detención, él comienza a comprender que ese Mundial es una pantalla para que la mayoría del pueblo ignore lo que realmente está ocurriendo en Argentina. Treinta años después, Maurizio -ahora convertido en activo militante por los derechos humanos-, regresa al país para testimoniar contra los represores. De visita al monumento en memoria de los 30 mil detenidos desaparecidos, lo invaden los recuerdos, las emociones y, también, la esperanza de los sobrevivientes. Narrativamente, Cómplices del silencio no presenta nada demasiado nuevo a lo ya revisionado tantas veces -y con disímiles resultados- por el cine argentino. Y es que este trabajo es el resultado del primer convenio de coproducción firmado el año pasado por el INCAA y su par italiano. Su director, el napolitano Stefano Incerti, pretende mostrar lo que pasaba de este lado del mundo durante la "fiesta" del Mundial de 1978, realidad que para los argentinos, luego de tantos años de democracia, ya es conocida. Por eso es que por momentos el film se vuelve predecible desde la mirada local, aunque es posible que para el público extranjero esto represente una novedad en cierto punto. Si bien la trama es débil, es destacable la construcción de personajes por parte del elenco argentino, con una sorprendente Florencia Raggi. Brillantes las escenas en que Jorge Marrale (con una correcta composición de un italiano) enfrenta al personaje de Leyrado en su despacho; y aquella en la que Rita Terranova, junto a un grupo de Madres en silencio, preparan sus carteles y pañuelos blancos para salir a la calle a reclamar por sus hijos desaparecidos. Aún con matices criticables de guión, Cómplices del silencio es un film fuerte, bien tratado desde la imagen. La iluminación y la fotografía, a cargo de técnicos italianos, retrata correctamente los momentos más dramáticos, y brindan crudeza y realismo a las escenas.