Un lugar en silencio, de Jhon Krasinski Por Paula Caffaro No hay espacio para la duda. Cualquier leve movimiento o paso en falso es más que suficiente para la inesperada, violenta y estridente aparición de unos seres que colonizaron el planeta haciéndolo callar para siempre. Un par de pies descalzos abren la escena, desértica y abandonada por Dios, en la cual una familia: madre, padre y tres hijos se encuentran en la recorrida diaria en búsqueda de provisiones alimentarias y medicinales. Por supuesto, todo en silencio. La cámara continúa su descripción, y es en esos primeros 10 minutos de film que el código de lectura se vislumbra. De ahora en adelanta se establece con el espectador un pacto de silencio cómplice el cual deberá ser respetado sin excepción. Sin embargo, y como inicio del drama, es el error que comete la hermana mayor, el principio de la catástrofe familiar. Un juguete a pilas (y su consecuente e imaginable sonido) será la causa primera del comienzo del fin. Un error que se pagará con sangre y dolor. La familia tiene su bunker aprovisionado para vivir en condiciones realmente angustiantes y en silencio mientras que la vida transcurre como en cualquier film que se proponga la representación de una escena de catástrofe. Y es ahí donde la película enamora, en cómo se utiliza la cámara para describir la situación (y sus condiciones), y en el manejo de los recursos expresivos. El juego de puntos de vista y su acusmática no hacen más que intensificar la tensión que se vive en cada segundo, conforme avanza el film, una cualidad única en estos tiempos de timing errado y poco compromiso con el desarrollo de las tramas argumentativas. Un lugar en silencio, navega por la quietud introspectiva del ser humano en tanto su dolor, su pena y la angustiante sensación de soledad que deberán atravesar cada uno de los personajes en los que se destaca el de Emily Blunt en la piel de una jefa de familia de armas tomar. Además, por supuesto, de la performance de Millicent Simmonds. Nadie tiene nombre, pues eso ya no importa ya que nadie podrá pronunciarlo. Y así, tantos otros detalles de despersonalización en un 2020 devastado por unos seres ciegos (muy parecidos a versiones postmodernas de la fisonomía de Alien) que son atraídos por el ruido y no tendrán piedad de eliminar a quien lo genere. Un lugar en silencio, es definitivamente, una gran película y una oportunidad para reflexionar acerca del poder magnético que tiene el cine cuando pone a disposición de su audiencia el disfrute de sus recursos expresivos sin pedir nada a cambio más que el goce único de la experiencia cinematográfica. UN LUGAR EN SILENCIO A Quiet Place. Estados Unidos, 2018. Dirección: John Krasinski. Guión: John Krasinski, Bryan Woods y Scott Beck. Intérpretes: Emily Blunt, John Krasinski, Noah Jupe, Millicent Simmonds, Leon Russom, Cade Woodward, Doris McCarthy. Producción: Michael Bay, Andrew Form y Bradley Fuller. Distribuidora: UIP. Duración: 90 minutos.
La reina del miedo, de Valeria Bertuccelli Por Paula Caffaro Valeria Bertuccelli debuta en el rol de directora con La reina del miedo, un film de ficción que narra la historia de una mujer súper ansiosa y con una batería de tocs. Es actriz y los síntomas se agudizan los días previos al estreno de su propio show: un unipersonal en el Liceo. Dueña de su particular estilo actoral con registros que van del drama a la comedia, el personaje de Bertuccelli se sostiene sobre la estructura de una película hecha a su propia medida. Como la estrella protagónica de su vida, pero también de la obra que está punto de estrenar, la cámara de Bertuccelli nos ubica en un punto de vista que, sin ser estrictamente subjetivo, se parece mucho a ello. Compartimos con ella sus miedos y nos lleva de viaje por ese laberinto que son sus emociones y su entorno más cercano: su mejor amiga, la empleada doméstica y otro viejo amigo con un cáncer terminal que vive en Dinamarca. La trama es sencilla, una actriz está dispersa en su mundo y no puede conectar con el timing del estreno de su show mientras que su mente vuelva por millones de lugares imaginándose miles de problemas, algunos existentes, pero otros no como por ejemplo la obsesión por los cortes de luz y su pavor a la oscuridad, así como los robos. El condimento a esta escena pintoresca es su estado civil, casada hace poco, pero en el medio de una separación de la que parece no hacerse mucho cargo. La reina del miedo explora de forma sutil el mundillo interno de la fama encarnado en la piel de una actriz a la que ser actriz le cuesta más que cualquier otro trabajo. Es una estrella del teatro, pero para ella, actuar es un trabajo tan igual (o peor) al de su empleada. Por eso, el film, además de una fotografía prolija pero que por momentos parece “lavada”, recuerda que todo lo que está en pantalla es un artificio. Todo es una puesta en escena: la obra que debe estrenarse y su propia vida, a la que no puede tomarle las riendas. LA REINA DEL MIEDO La Reina del miedo. Argentina/Dinamarca, 2018. Dirección: Valeria Bertuccelli y Fabiana Tiscornia. Guión: Valeria Bertuccelli. Intérpretes: Valeria Bertuccelli, Gabriel Goity, Darío Grandinetti, Mercedes Scapola, Anders Hvidegaard, Sary López, Stine Primdahl, Diego Velázquez. Producción: Benjamín Doménech, Christian Faillace, Santiago Gallelli, Juan Pablo Galli, Matías Roveda y Juan Vera. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 107 minutos.
Tomb Raider, de Roar Uthaug Por Paula Caffaro Alicia Vikander no es Angelina Jolie y eso, tal vez, como placer culposo, se celebra. Lejos quedó aquella femme fatale para dar paso a una nueva versión millenial de Lara Croft encarnada en una joven menudita y sin mucho dinero que es millonaria debido a una herencia que prefiere no cobrar, sabiendo que dicho consentimiento sería, finalmente, aceptar, la muerte de su padre. Todo lo que sabemos de Tomb Raider, algunos por el mítico video juego, otros por la interpretación de Jolie en el cine, está representado en esta última puesta, que deja en exposición la aparición de un nuevo modelo de mujer. Mientras que, en versiones anteriores, incluso en las primeras entregas del juego, las que predominaban en pantalla eran las virtudes corporales de la voluptuosa actriz, lo que reluce en esta nueva interpretación es un acento de las habilidades de Lara como mujer valiente y corajuda. Lara Croft vive con la angustia de haber sido abandonada por su padre hace 7 años atrás. Sin haber dejado rastros concretos, le llevará casi todo el transcurso de su adolescencia decidir dar el paso definitivo hacía la resolución de la desaparición misteriosa de su padre. Será entonces cuando una vez decidida a firmar los papales que la declaran como única heredera de la fortuna Croft, que la joven de agallas comience, a través de pistas y puzles, a conocer cuál era la verdadera misión de su padre: resolver el misterio de la tumba de la princesa Himiko en la tenebrosa isla de Yamatai. Demostrando su valor y coraje, Lara Croft emprende el viaje que le cambiara la vida para siempre. No solo porque deberá atravesar difíciles pruebas físicas y mentales, sino porque será un viaje iniciático y revelador en el que encontrará más de una respuesta a los enigmas que la acompañaron por tantos años. ¿Quién es verdaderamente su padre? ¿Cuáles eran sus sueños? ¿Cómo continuar con el legado? Tomb Raider es ágil y entretenida, además tiene un soundtrack disfrutable más allá de las seguidillas de escenas de acción que bien representan el espíritu del juego en todos sus clishés como las imágenes arquetípicas de Lara Croft corriendo con sus brazos pegados al cuerpo, las escaladas en soga por hoyos que emergen de la tierra y su clásico torniquete en la pierna. Tomb Raider toma con responsabilidad la representación de la figura femenina y Alicia Vikander es justo lo que Lara Croft necesitaba: una mujer sencilla, de belleza exótica sin la necesidad recurrir a los ángulos de cámara y planos en los que las versiones anteriores de la película se sostenían sobre la figura voluptuosa de una Jolie en todo su esplendor. La culpa, por supuesto no es de Angelina, sino de quienes creyeron que Lara Croft sólo era un objeto sexual. TOMB RAIDER Tomb Raider. Estados Unidos, 2018. Director: Roar Uthaug. Intérpretes: Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins. Fotografía: George Richmond. Montaje: Stuart Baird, Tom Harrinson-Read, Michael Tronick.
Llámame por tu nombre, de Luca Guadagnino Por Paula Caffaro Los positivistas piensan que por el solo acto de nombrar alguna cosa o ser vivo quien bautiza se convierte el poseedor de dicho ser u objeto. Llámame por tu nombre coquetea con esta idea cuando, mediante intercambio de nombres, el acto de posesión se ve doblemente expuesto. Oliver es de Elio y viceversa. Ambientada en la campiña italiana a principio de los años ochenta, el film de Luca Guadgnino es una poesía teen al primer amor. Con muchos rasgos del coming of age, Call me by your name expone el drama de un joven adolescente (intelectual y chanchero) quien está descubriendo el sexo. En el seno de una familia de profesionales de la ciencia, sus integrantes darán hospedaje a Oliver, un joven norteamericano que desea colaborar en tareas arqueológicas. Pronto el extranjero conquistará la atención de Elio, y será allí cuando el núcleo temático del film explote en una suerte de drama romántico homosexual. Oliver (Armie Hammer) llega a la mansión de veraneo de la familia pluricultural de raíz judía a pasar una temporada de investigación científica. Lo que no sabe es que pronto se verá envuelto en una trama de seducción iniciada por Elio (Timothée Chalamet) el joven adolescente de la casa. La estancia en la campiña se vuelve romántica y sensual cuando luego de algunos indicios ambos hombres finalmente se encuentran. Llámame por tu nombre es bella desde donde se la mire. Más allá de explorar un tema tabú para aquella época, el film se despega de ese prejuicio para poner en escena una película alejada de los lugares comunes. El amor, el despertar sexual y la religión son sus tópicos centrales, sin embargo, nada de lo que allí se ve se encuentra atravesado por la mirada moral o la bajada de línea. Además, se pueden ver influencias del cine de Rhomer quien en parte inspiró otras poéticas como las de Xavier Dolan y Valerie Donzelli entre otros realizadores francófonos. Estos rasgos pueden verse en la obsesión por los detalles, la calidez del relato audiovisual y la preocupación por la puesta en escena de un micro universo queer evitando el punto de vista del prejuicio de tantos otros discursos vigentes. LLÁMAME POR TU NOMBRE Call Me by Your Name. Italia/Francia/Brasil/Estados Unidos, 2017. Dirección: Luca Guadagnino. Guión: James Ivory. Intérpretes: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victoire Du Bois, Vanda Capriolo, Antonio Rimoldi, Elena Bucci, Marco Sgrosso. Producción: James Ivory, Luca Guadagnino, Emilie Georges, Marco Morabito, Howard Rosenman, Peter Spears y Rodrigo Teixeira. Distribuidora: UIP. Duración: 132 minutos.
UN PARÉNTESIS MENTAL En Pistas para volver a casa, Jazmin Stuart pone a disposición del cine la sensibilidad femenina para narrar una historia sencilla acerca de la familia, las raíces y la identidad, de la mano de un relato contemporáneo donde la mezcla de géneros se evidencia al mismo tiempo que regala una fotografía pastel dominada por claros oscuros que no hacen más que enfatizar el tema que la actriz y directora expone. Así mismo en Recreo en codirección con Hernán Guerschuny (El crítico, Una noche de amor), la directora retoma aquella temática de la opera prima, pero esta vez con otra sensibilidad, tal vez consecuencia de su madurez como realizadora. Es por eso que su segundo filme tiene los que ya podrían nombrarse como rasgos de estilo (la fascinación por los detalles, el amor a la música clásica, la predilección por los planos detalle, un cuidado minucioso de la puesta en escena, la selección del casting, entre otros) signo de la evolución artística de Stuart quien sigue apostando a las historias sencillas cargadas de emoción, filtrada por momentos puramente catalíticos. Es como si no pasara nada, cuando de repente todo estalla por los aires y el relato se sobresalta, así como los personajes que parecen destinados a vivir vidas circulares encerrados en sus sueños y proyectos. Carla Peterson, Fernan Mirás, Juan Minujín, la propia Stuart, Pilar Gamboa y Martín Slipak le ponen el cuerpo a un grupo de amigos quienes al pie de los cuarenta, tras largos años de amistad y algunos secretos, se reúnen a pasar un fin de semana en el campo. La trayectoria de la amistad pronto se comienza a descubrir, así como sus personalidades repletas de miedos, complejos, dudas y un alma joven que aún los ubica más del lado de la barrera de los treinta que de la década que están a punto de comenzar. En sus diálogos de sobremesa o mientras fuman un porro a la luz de un velador tapado por una manta mientras se dejan llevar por la música, se construyen los mundos que la imagen no muestra dando espacio a la imaginación del espectador, quien más de una vez, podrá sonreír (o reír carcajadas) al sentirse identificado con alguno de los personajes. Recreo es una comedia, sin embargo, es constantemente interrumpida por abruptos cortes que desatan en el relato giros sorpresivos provocando más de un choque en cadena donde una palabra lleva a la otra, por supuesto, induciendo a futuras peleas de alcoba, más de un replanteamiento existencial y una catarata de consecuencias que se verán expuestas durante el desayuno comunitario de la mañana siguiente. Puede que por momentos las extensas escenas de diálogos demoren un poco la acción, pero como es ésta la que proviene de las palabras, todo cobra sentido cuando el ritmo del filme es incesante, dinámico y divertido. Tomemos un recreo para ir al cine a reírnos un poco de nuestras propias miserias. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
INCOMPRABLE Inspirada en hechos reales y a través de la mirada del gran Ridley Scott, Todo el dinero del mundo es uno de esos filmes que coquetean con las ventajas y desventajas de ser o estar relacionado con el hombre más rico del mundo, en este caso el magnate norteamericano Jean Paul Getty (Christopher Plummer). La película explora, una vez más, el lado más oscuro de la riqueza, la avaricia. Sin embargo, logra presentar el tema de una forma diferente. A raíz del secuestro del nieto predilecto del “viejo millonario”, Jhon Paul Getty lll (Charlie Plummer), se activa el mecanismo de negociación más grande de la historia: los secuestradores piden 17 millones, pero Getty no está dispuesto a mover un solo centavo de su fortuna en pos de liberar al muchacho. El problema es sencillo aún, teniendo todo el dinero del mundo, no será para nada fácil el regreso de Paul a su hogar junto a su madre y hermanas. Además de ser un filme de acción ambientado en los años setenta, la película navega por cuestiones sensibles como la soledad y el desamor. Es muy sintético Getty cuando explica cómo amasó su fortuna: con un bolsillo tacaño, un poder de negociación extraordinaria y una adicción por la compra de objetos invaluables como obras maestras del arte y propiedades. Según él sólo los objetos serán los que siempre permanecerán idénticos a su estado al momento de haberlos adquirido y por ello jamás podrán decepcionarlo, no así su propia familia. A grandes rasgos el filme está bien narrado, pero se demora por demás cuando desarrolla las idas y vueltas del mecanismo de negociación. El ritmo decae considerablemente una vez que las cartas están sobre la mesa y los participantes sólo tienen que hacer sus jugadas. Los aspectos técnicos son correctos, pero lo que se destaca es la ambientación y la actuación de Michelle Williams en el rol de Abigail Harris, la madre del joven Paul Getty lll. Será el rol de la mujer el que a través del desarrollo de la trama vaya en crecimiento hasta lograr un final inesperado y con más de un matiz irónico. Todo el dinero del mundo es una pequeña muestra del comportamiento al interior de la mente de un millonario quien en una profunda soledad y rodeado de potenciales traidores sólo piensa en cómo obtener más dinero teniendo en cuenta que para él esta palabra ya perdió todo significado, pues no hay nada que pueda hacer para evitar su destino, aun siendo el hombre más rico del mundo. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
NADIE ES INOCENTE Barrefondo, la última película de Leandro Colás y primera incursión suya en el terreno de la ficción pone en evidencia la trama secreta del accionar de dos grupos en teoría enemigos, por un lado, la mafia delictiva de las bandas que roban barrios cerrados, y por el otro la policía, la ley, los responsables de velar por la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, en este filme que está basado en la novela homónima de Felix Bruzzone, lo que queda expuesto es cómo ninguna persona es del todo inocente. Tavo (Nahuel Viale), el piletero, está a punto de ser padre. Abatido no sólo por el calor sino por el constante hostigamiento que recibe a diario por parte de sus refinados clientes, sus días pasan sin pena ni gloria aún, teniendo que regresar a casa y encontrarse con la presencia insoportable de su suegro, un ex seguridad con un pasado bastante turbio. Tavo también levanta quiniela, y eso a Gaby, su mujer, no le gusta para nada. Pero más allá de esta rutina desgastante lo que más le pesa a Tavo es pensar en su futuro: un hijo por nacer y la incertidumbre de saber que no cuenta con un trabajo fijo ni seguro social. El verano sólo dura 3 meses, época en la que tendrá que dar lo mejor de sí para recaudar fondos para pasar el invierno, larga y cruda temporada en la que hay que rebuscársela con otra changuita. La tentación está latente y en este caso la encarna “El Pejerrey” (Sergio Boris), el capo de la banda que asalta countries quien le propone a Tavo un negocio ineludible: ser el informante de la organización delictiva, pues quien más que el piletero puede conocer con detalles exactos el movimiento interno de cada casa. El negocio es perfecto, y Tavo no tendría que ensuciarse las manos, sólo ganar dinero fácil y también un poco de respeto, principalmente el de su suegro. El negocio comienza, pero algo sale mal, y como producto del karma o justicia poética el futuro de Tavo estará signado por la compañía inevitable de su mayor adversario. Barrefondo tiene una narración sencilla que avanza sin cesar y es este ritmo el que permite disfrutar del filme a la vez que decepcionarse al pensar el grado de corrupción al que estamos expuestos a diario. Nuestra seguridad parece ser la moneda de cambio perfecta que se debate en los rincones más turbios de los espacios en los que creemos vivir seguros. Nadie es inocente y la película se hace cargo de este mensaje cuando no busca representar personajes del todo buenos o malos, intentando poner en escena una problemática tan actual como preocupante.
Las grietas de Jara, de Nicolás Gil Lavedra Por Paula Caffaro Nicolás Gil Lavedra pone en escena la adaptación cinematográfica de la novela homónima de la escritora Claudia Piñeiro, una suerte de thriller con rasgos bien localistas. Jara, interpretado por Oscar Martinez, cree que debe luchar por sus derechos cuando siente que éstos están siendo amenazados por causas injustas como lo es, en este caso, la construcción de un edificio moderno en el terreno contiguo a su casa. Al parecer los movimientos de la maquinaria pesada han dado por dibujar en una de sus paredes una gran grieta que no deja de crecer. Así la vida de esta pintoresca rasgadura no sólo es el motivo principal del drama del film, sino la huella de un síntoma mucho más profundo. La grieta representa la injusticia, pero tal vez mucho más que ella. Pablo Asimó (Joaquín Furriel) es uno de los arquitectos de Borla y Asociados, un estudio comandando por el gran Santiago Segura en la piel de un capitalista que lo único que parece importarle es el dinero y los negocios. Lo acompaña Marta Horvart (Soledad Villamil), su mano derecha y un pasado amoroso sospechoso que los condena. Los tres guardan un secreto que saldrá a flote cuando una joven y muy bella fotógrafa irrumpa en sus oficinas preguntado si conocen a Nelson Jara. La pregunta causó horror en cada uno de ellos provocando el inicio de una serie de flasbacks que vendrán a reconstruir quién fue Nelson Jara y cuál fue el vínculo con el estudio. La historia es sencilla y peca de distante cuando los diálogos aparecen forzados en personajes estereotipados. Además, la cámara, más allá de su prolijidad y corrección técnica, no ofrece ningún tipo de innovación ni carácter. Pero no todo es tan negativo en Las grietas de Jara. La película es correcta y por momentos cómplice de una audiencia preferentemente local que pueda disfrutar (y sentirse identificada) con más de un guiño propio de los argentinos. Oscar Martinez es excelente, pero eso ya lo sabe todo el mundo, mientras que Furriel parece flaquear en un rol que parece no sentarle del todo bien. De todas formas, es un film que hay que ir a ver sobre todo para apoyar a la producción nacional y por qué no, a un realizador prolífico que pudo haber tenido un producto no tan bueno sin opacar su intachable trayectoria. LAS GRIETAS DE JARA Las grietas de Jara. Argentina/España, 2018. Dirección: Nicolás Gil Lavedra. Guión: Nicolás Gil Lavedra y Emiliano Torres. Intérpretes: Joaquín Furriel, Oscar Martínez, Soledad Villamil, Sara Sálamo, Laura Novoa, Zoe Hochbaum, Santiago Segura. Producción: María Luisa Gutiérrez, Diego Kolankowsky, Axel Kuschevatzky, Matías Levinson, Carlos Mentasti, Mili Roque Pitt y Cindy Teperman. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 100 minutos.
Coco, de Lee Unkrich y Adrián Molina Por Paula Caffaro La nueva película de Pixar es un estallido de colores y una fiesta musical. Ambientada durante el popular festejo de El Día de los Muertos, el film es atractivo desde todo punto de vista. Pixar ha recuperado su vitalidad de la mano de esta pequeña joyita emocional. Miguel Rivera es un pequeño niño mexicano que sueña con ser músico, pero desgraciadamente le tocó nacer en una familia en la que esa disciplina artística se encuentra estrictamente prohibida. Una larga tradición familiar puso a la música como el espacio de significación del desamor y el abandono. Cinco generaciones atrás, el padre de Mama Coco abandonó a su pequeña hija e esposa tras perseguir el gran sueño de alcanzar la fama con sus canciones. A partir de allí la música sólo recuerda lo cruel que puede llegar a ser la vida, y es así como Miguel ve su sueño desvanecerse detrás del mandato familiar. Sin embargo, eventos sobrenaturales y misteriosos darán comienzo a la peripecia del protagonista cuando el niño haga caso omiso a la tradición y decida escapar tras su anhelo. Es en este viaje iniciático que emprende Miguel en el que se desplegará todo el esplendor audiovisual del film, además de brindar escenas de gran comicidad y entusiasmo a través de carismáticos personajes que sólo la animación de calidad y sentido del gusto de Pixar pueden ofrecer. Dosificando la carcajada y la emoción que brota hasta las lágrimas, Coco presenta enmascarado en un film para niños, un drama que reflexiona sobre la soledad y olvido, así también como la traición y el precio de la fama. Coco es cruel, pero a la vez es una película que se anima al estallido de color y a imaginar un mundo imaginario que más de uno considera oscuro, solitario e irreversible. La música y la mística mexicana son el condimento que se agrega a la genialidad de un guion que eriza la piel e invita a compartir por 105 minutos un viaje colorido a través de mundos fantásticos e imaginarios. COCO Coco. Estados Unidos, 2017. Dirección: Lee Unkrich y Adrián Molina. Guión: Adrián Molina y Matthew Aldrich. Intérpretes: Anthony González, Gael García Bernal, Benjamin Bratt, Alanna Ubach, Renee Victor, Jaime Camil, Alfonso Arau, Edward James Olmos, Gabriel Iglesias, Ana Ofelia Murguía. Producción: Darla K. Anderson. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 105 minutos.
No dormirás, de Gustavo Hernández Por Paula Caffaro El uruguayo Gustavo Hernández reincide con el género cuando vuelve a plantarse en el set a la cabeza de un thriller de suspenso, en esta oportunidad, fuera del circuito independiente. No dormirás, su tercer film, narra la historia de una joven actriz que sueña con triunfar, es por eso que la película, si bien enmarcada en un contexto de intenso suspenso, propone no sólo una oportunidad para experimentar el miedo, sino una excusa para reflexionar acerca del comportamiento humano y los sacrificios que todo aquel que quiera cumplir sus sueños debe transitar. Bianca (De Dominici) vive al cuidado de su padre con Alzheimer mientras que intenta triunfar en el mundo de la actuación. De casting en casting y con el objetivo siempre puesto en el éxito, el agotamiento mental y físico de su rutina cotidiana, muchas veces la dejan afuera lograr el rol protagónico, por lo tanto, éste se transformó en su meta: dejar de ser Ismene, para, por fin, convertirse en Antígona. Al parecer, luego de tanta lucha personal, el día llegó, y tras una nueva función en un teatro pequeño de la capital, un hombre misterio le ofrece el papel protagónico de su vida, sólo que, a cambio deberá pagar un costo muy alto. Tentada por la suerte, Bianca acepta la propuesta dando comienzo a una larga peripecia en la que se pondrán en tela de juicio las facultades psíquicas propias y de quienes la rodean. Para acceder al rol principal deberá pasar algunas pruebas creadas por la vanguardista directora de teatro Alma Bhon (Belén Rueda), una entusiasta de los métodos alternativos de creación de personajes, esta vez incursionando en una teoría que aboga sobre los beneficios sensoriales que provoca la privación de sueño. Los actores se vuelven más perceptivos, maleables y dóciles, pero la leyenda cuenta que una vez superadas las 108 horas sin sueño, más que hipersensibilidad lo que se experimenta es el pasaje a otro lado, un limbo donde las almas se pueden adueñar de tu ser. Y, por supuesto, esto sucederá cuando a Bianca la ofrezcan el papel de Dora, una madre que no podía querer a su bebe. Pero parece que Dora más que un personaje de ficción, fue una verdadera mujer que atravesó esa dura situación. ¿Podrá Bianca finalmente encontrar la forma de componer el personaje de Dora sin caer en la locura víctima de la privación prolongada de sueño? No dormirás es la respuesta a esta pregunta y la invitación a reflexionar acerca del mundo de la actuación. Y es en este punto donde considero que a grandes rasgos el film falla cuando se interesa por más de un tema importante y no logra desarrollarlo con claridad. Sin embargo, su cast es de muy buen nivel con Rueda a la cabeza que le aporta ese toque de misterio que buscamos cuando vamos a ver “una de terror”. Otro punto a destacar es la buena dosificación del suspenso y un uso moderado del efectismo del susto, bien aprovechado en momentos precisos que los hacen resaltar y cobrar sentido expresivo sin caer en la previsible repetición. NO DORMIRÁS No dormirás. Argentina/España/Uruguay, 2018. Dirección: Gustavo Hernández. Guión: Juma Fodde. Intérpretes: Belén Rueda, Eva De Dominici, Germán Palacios, Eugenia Tobal, Natalia de Molina, Juan Manuel Guilera, Susana Hornos, María Zabay, Miguel Ángel Maciel, Joche Rubio. Producción: María Luisa Gutiérrez, Ignacio Cucucovich, Cristina Zumárraga, Pablo Bossi y Agustín Bossi. Distribuidora: Fox. Duración: 90 minutos.