Statham juega a ser Bronson (imaginen el resultado!) Jason Statham apareció allá por el año 2002 con "The transporter" sorprendiendo a la audiencia por su carisma y habilidad para el género. Claro, atleta (integrante del equipo olímpico británico de natación en 1992) y ex modelo , todos supimos inmediatamente que había nacido un nuevo héroe de acción. El hombre combina muy bien su estilo dinámico para las coreografías de lucha con cierto encanto personal para resolver las escenas donde no hay violencia que mediatice. No es que sea un negado, Statham sabe actuar ("Lock, stock & two smoking barrels", "Snatch" y "Revólver", sin ir más lejos) pero en general se lo convoca para trabajos donde hay que poner el cuerpo y hablar poco. De hecho, mucha gente lo conoce por "Crank", bizarra cinta donde la acción descarnada y sinsentido se muestra en toda su vulgar expresión. Podríamos decir, en otras palabras, que Jason Statham, como otros actores de la industria, elige lo que puede, dentro de lo que le ofrecen. Hay buenos y malos guiones en su camino... Este, "The mechanic", remake de un exitoso film del año 72 protagonizado por Charles Bronson parecía apriori una apuesta segura... Pero no. "El mecánico" intenta conservar la esencia de su relato original, pero sólo logra mantener una estructura pseudo coherente donde apoyar las secuencias de acción que hilvanan el film. Dirigida por Simon West (cuyo único mérito importante parece haber sido insistirle a Jerry Bruckheimer con toda su convicción para que comprara el guión de "Black Hawk Down" con la intención de filmarla aunque él no terminara haciéndola!), no esperabamos nada novedoso, si quizás una decente recreación de un buen libro. Quienes ostentamos años y vimos mucho cine de acción de los 70, siempre conservamos la esperanza de ver un film bien actuado, con antihéroes consistentes y la dosis justa de violencia que el guión propone. O sea, la violencia por la violencia misma no. Tiene que tener un sentido y ese sentido debe ser interesante para el espectador. La historia es bastante lineal. Arthur Bishop (Statham) es un asesino a sueldo. Pero no cualquier asesino a sueldo. Es un artista en su medio. Elige cuidadosamente sus métodos para acercarse a sus víctimas y las mata, de manera que no se descubra que fueron asesinadas, sino que parezcan, accidentes. Cobra bastante bien por sus servicios, le gusta trabajar sin compañía y tiene un solo amigo en el negocio, Harry (Donald Sutherland). Este hombre fue quien le enseñó todo lo que sabe, y está retirado hace tiempo. Luego de conocer el modus operandi de trabajo de nuestro "mecánico", éste se verá obligado a eliminar a su mejor amigo, por pedido de sus empleadores. Arthur no duda al principio, pero con el correr de las horas, empezará a sospechar que algo no está funcionando bien en esta tarea y se aliará con el hijo de Harry, Steve (Ben Foster, lo mejor de la película, lejos) para descubrirlo. Claro, él es un novato en el negocio, tiene problemas serios para relacionarse con el mundo (quien no?!), y encima, hay que entrenarlo... Su perfil psicotico y autodestructivo le dará bastante trabajo a Arthur que intentará moldear un profesional a su medida para que lo acompañe, aunque no será fácil. Finalmente y como todos suponemos, harán equipo contra sus propios jefes en una lucha sin cuartel. Bueno, lo que se imaginen que puede pasar, pasará. No hay mucha sorpresa a lo largo de la cinta y siempre anticipamos al equipo en sus misiones. La pareja central no tienen nada de química y sólo se puede rescatar la actuación de Foster, que muestra su mejor faceta de perturbado y siempre nos hace pensar que su imprevisibilidad puede salvar la película a cada instante. Pero es sólo una ilusión. Nada la salva. Y no hay mucho más. Los fanáticos del género quizás salgan satisfechos de la sala, visto y considerando la respetable cantidad de lucha, golpes y estallidos que atraviesan la cinta de lado a lado. Pero nada más. "El mecánico" es nada más que una mediocre película de acción. Su mejor lugar es el estante de tu tienda favorita de DVD. Sin dudas.
Choque de culturas en clave nacional Es imposible comenzar cualquier crítica de este film, sin hablar de Ricardo Darín. Un consagrado actor argentino, de proyección internacional que, merced a su talento y carisma, ha llegado a convertirse en un profesional seguido incondicionalmente por el público. Hace poco decía, un poco en broma y otro poco en serio, que Darín podría hacer "Los tres chanchitos" y que irían 100000 espectadores a verlo seguro, el fin de semana del estreno. Ese atributo que posee, hace que "Un cuento chino" haya sido elegida en forma masiva por la audiencia, a poco de estrenarse. Proyecto apoyado económicamente por muchos notables del mundo de la industria y de afuera, le llega el momento a su director, de dirigir un film masivo y elige apoyarse en la solidez de un intérprete notable que blinda la película ante cualquier tipo de fracaso. Este trabajo de Sebastián Borenzstein no me parece uno notable, ni mucho menos (en más, si no estuviera el hombre en cuestión estaría dentro de las regulares, promedio que el cine argentino nos trae en forma bastante habitual), pero completa su cometido primario: entretener al público con nobles armas. Cuando el guión se queda corto, hay alguien que toma las riendas y no podemos dejar de seguir en pantalla, con lo cual, la llegada a la audiencia está garantizada. Señores, es Ricardo Darín, alguien puede quitar los ojos de la pantalla cuando él domina la escena? "Un cuento chino" es el segundo largo en nuestras tierras del conocido guionista y productor, Sebastián Borenzstein, el anterior ("La suerte está echada") ya había plasmado cual sería el leiv motiv de su línea, el azar, las situaciones cotidianas que devienen en complicaciones, leves, pero molestas, la incomunicación, la voluntad para enfrentar lo que el destino trae. A Borenzstein eso le interesa y mucho. Su veta deviene rica, si se piensa en que hay un campo fecundo para desarrollar ideas divertidas e intensas en esos contextos. Y también, porque no, pensarlas con sesgo dramático. Este cineasta es muy hábil en la construcción de situaciones en las que la ironía fina de dibuja en los rostros de sus personajes, aunque no haya palabras que la pongan en juego en el afuera. O sea, la línea del film será entonces, cómo la suerte, de alguna manera, juega de extraña manera en la vida de los sujetos y cómo, por mucho que intentemos esquivarla, nos termina golpeando en la cabeza. Bah, como una vaca caída del cielo. Esa es la anécdota (real?) de salida: Jun (Ignacio Huang) vive en una provincia china, está enamorado e invita a su novia a dar un paseo en bote. En esa circunstancia, y cuando él se prepara para proponerle casamiento, desde el cielo se desploma la nombrada vaca y... bueno, fin del romance. Esta depresión hará que Jun viaje a Buenos Aires, con una dirección escrita en un brazo a buscar a su tío, en busca de consuelo y protección ante tanta adversidad. Aquí, aparecerá Roberto (Darín), un hosco y duro ferretero que parece vivir encerrado en sus propias fobias y neurosis. Posee un local donde atiende al público y la casa en el mismo lugar, es ex combatiente de Malvinas y está soltero. Su madre murió cuando nació y su padre, a los 18 años. Está solo, y no es broma: su vida es devastadoramente rutinaria. Horarios asfixiantes, panes comidos sólo en su miga, miedo al amor (es perseguido por una encantadora Muriel Santa Ana, en un rol luminoso para la trama) y obsesión por los detalles son su carta de presentación. Y nada más. Indudablemente, la vida golpeó fuertemente a Roberto y lo endureció, está preso de sus costumbres y creencias. Pero es un buen tipo. Es noble. Y eso, termina haciendo querible al personaje. Ricardo Darín corporiza al argentino medio, 50 años, culto a la muerte (y no lo digo en forma despectiva, sino como rasgo notable) y veneración del pasado, barrio, nobleza, ironía y apego a las tradiciones. Su Roberto levanta la ceja y todo el cine contiene la respiración, para emocionarse o para reirse. Todos somos Roberto y eso permite que el relato, que no es gran cosa, cobre vida y altitud. Cuando Jun se cruza, solo y deseperado, con Roberto a pocos metros del aeroparque, el destino cambiará para los dos. El muchacho que viene de oriente sólo habla chino y Roberto, bueno, no. Este ruido en la comunicación hará que el choque cultural sea más interesante para ver, porque no estará expresado en palabras sino en gestos. Cuando los dos acuerdan (tácitamente) convivir hasta que aparezca el tío de Jun, el ser nacional se enfrentará con el ser chino y será entretenido ver cómo se articulan las dos culturas, en una situación extraña, a veces delirante, pero que termina siendo creible por el oficio de Darín y el correcto trabajo de Huang. Lo que del film no termina de cerrar es esta contenida disyuntiva entre el relato cómico, o el drama sutil. "Un cuento chino" coquetea con los dos, le agrega crítica social (la escena en la comisaría lo muestra) y muestra un tablado austero donde hay muchos gestos y pocas palabras. Como historia, me parece que le falta definirse, como producto para pasar un buen rato, le sobra. El problema es que el guión es lento (y para marcar las rutinas, abusa de algunos señalamientos) y el film es un poco largo, la anécdota inicial atrae durante el principio, pero cuando las sonrisas comienzan a escasear y lo inevitable se aproxima, falta intensidad dramática. El tono elegido no está en la paleta del director y eso hace que el cierre pierda fuerza. De todas maneras, a esa altura, la entrada está pagada con un par de escenas donde el malentendido brilla con fuerza. No hay problema. Todos salen del cine con la sensación de que la pasaron bien, pero que esperaban más. Quizás porque profundizando la veta del desencuentro, la película podría haber sido inolvidable. Y si se hubiese elegido ir en busca de un drama hecho y derecho, con todas las de la ley, seguramente también, Materia prima había de sobra. Pero en esta vuelta, nos quedamos a mitad de camino y sólo podemos confirmar que la última película de Sebastian Borenzstein es aceptable, genera buen diálogo con el público y se deja ver. No es un film de fuste (ni creo que pretenda serlo) ni mucho menos. Es sólo una correcta cinta para pasar el rato. Es esperable un salto de calidad en este director de cara a lo que viene: ya tiene al público de su lado. Gracias a Ricardo Darín, por supuesto.
Cuento de hadas a la irlandesa Neil Jordan es un cineasta de prestigio cuya línea de trabajo es abordar los límites entre la fantasía, lo silencioso pero presente en cada sujeto, y la terrible realidad en que éste está inmerso. Si recordamos "The Crying Game" o "Interview with the vampire", distintas como son, vemos claro que Jordan coquetea con lo oculto y en general, siempre sale bien parado de esas construcciones. En esta oportunidad, este director irlandés vuelve a su tierra para filmar un cuento de hadas romántico, un relato sobre la fantasía y su contraste con la más dura realidad. Una historia sobre perdedores que se vuelven ganadores y cómo eso altera el equilibrio del medio en el que se mueven, mostrando lo peor del corazón humano. "Ondine" es un relato ambientado en la costa de un pequeño pueblo pesquero en Irlanda. Allí conoceremos a Syracuse (Colin Farrell), quien es un trabajador independiente, separado y con problemas financieros. Ha sido alcoholico años anteriores y de ahí el apodo que tiene en el pueblo: "Circus". En aquel remoto lugar, Syracuse sale con su barcaza a pescar, aunque tampoco eso es su fuerte: tiene muchas deudas y apenas puede darle algo de dinero a su ex esposa para mantener a su hija, la encantadora Annie (Alison Barry). Ella está enferma, tiene una disfunción en uno de sus riñones y recorre su pueblo (para hacer los trayectos desde y hacia su escuela) en una silla de ruedas. Annie es absolutamente luminosa: es muy inteligente, dulce y es capaz de entender rápidamente las situaciones nuevas. Un día, su padre saldrá a navegar y encontrará una... sirena. Bueno, en realidad, al subir su red de pesca encontrará enrededada a una bella mujer. Ella se llama Ondine (Alicja Bachelda, habla poco (y tiene un lenguaje particular que usa en ciertos momentos) y no quiere ser vista ni relacionarse con la gente. Canta, con una voz única y cada vez que lo hace, la red de Syracuse se llena de peces. De todo tipo de peces, lo cual es muy complicado de explicar a las autoridades que controlan la pesca de la zona. Pero lo central es que Ondine es una mujer, en apariencia, sin pasado. Syracuse, carente de todo en la vida, se enamorará perdidamente de ella pero con el correr de los días, la noticia de su llegada a ese pequeño pueblo (donde todos se conocen), traerá complicaciones a la relación y el conflicto se instalará en el seno de esa comunidad. Superficialmente, "Ondine" puede ser vendida como una historia de amor, "sin límites". Prefiero pensar que es más que ello. Primero, porque hay un gran trabajo desde lo visual que enmarca la acción con prolija e intensa emoción (la fotografía estuvo a cargo de un Christopher Doyle, quien hizo 8 películas con Kar Wai Kong), las colinas costeras de Irlanda fotografiadas con una paleta apagada y melancólica son el marco perfecto para este tipo de historias. Segundo, porque el cast ha sido exacto: cada papel está perfectamente dibujado e incluso los secundarios que tienen poca participación, hacen lo suyo a la perfección (Maura y el sacerdote -jugado por un actor fetiche del director, Stephen Rea). Hay mucho trabajo en lo que aparentemente parece una película chiquita, y que no lo es. El punto neurálgico del relato no es, la existencia de una sirena que irrumpe en la vida de un pobre pescador, sino la modificación de un equilibrio que está preestablecido en cierta comunidad. Lo extraño, mágico o inusual es asimilado de diferentes maneras por la gente que nos rodea, y "Ondine", muestra en los rostros asombrados de ese pueblo, esa sensación de ser testigos de algo único y no poder entenderlo desde la mente. En definitiva, ciertos eventos de la vida de las personas, sólo son asequibles mediante la emoción. Si no hay corazón, no hay manera de decodificarlo. Bueno, Neil Jordan y su equipo nos muestran una historia de amor, pero más que eso, buscan instalarla en un terreno donde las miradas y las acciones de los hombres muestran el desconcierto ante la alteración de lo que, en apariencia, es inmodificable. Lo rico de "Amor sin límites", está en la mirada triste de cada personaje y su viaje hacia el asombro y la emoción más primaria. Desde ese punto de vista, me resisto a recomendarla como una historia de amor tradicional. Un film para ver con lentes curiosos e inquietos. Ideal para compañías sensibles y gente que le gusta asomarse a las sensaciones encontradas, donde el descubrimiento de lo mágico, tiene que ver con un descenso a las profundidades del corazón humano. Volvió Neil Jordan, y eso siempre es una buena noticia.
La fantasía no todo lo puede Nos ha llegado el último trabajo de Zack Synder, tipo controversial en la industria por la dirección que le imprime a sus proyectos. Synder, responsable de la aclamada "300" es un cineasta que se destaca siempre por sus por abordar el mundo de la fantasía y el comic, recreando el clima que impregna cada historieta de manera que se vistan de carnadura cinematográfica. No siempre le ha ido bien, pero hay bastante respeto en el medio por sus ideas y concepciones y le fue confiado un proyecto bastante poco usual. Aquí, no hay cómic de referencia, sino un guión pensado por el mismo director, en el cual se volcaron muchas influencias de grandes clásicos del cine de acción y aventuras de estos últimos años y esta mezcla, peligrosa, se convierte en un producto altamente inflamable. Ya les anticipo: amarán "Sucker Punch" o la odiarán. Yo? Bueno, es difícil tomar partido en una discusión acerca de los valores que la cinta posee, pero tiendo a creer que hay mucho aporte de otros films que deslucen y desorganizan bastante la película, llegando al punto que le quitan personalidad. Creo que ese es el mayor problema de "Mundo Surreal": quiere trabajar con varios niveles que se interrelacionan entre sí y éstos no terminan de cerrar por ningún lado. Tanta parafernalia técnica ayuda, cuando la idea se apoya en personajes creíbles que transmiten emociones. Eso aquí no pasa. La historia es poco convencional. Y no es que eso sea malo en sí, sino que requiere mucho trabajo hacerla llegar al público. Aquí, sentimos que el relato se ladea peligrosamente en cada curva del guión y descarrila. en más de una oportunidad. Cuidado, durante gran parte del film me sentí conmovido por la banda de sonido y las coreografías de batallas pero... No alcanza tener toda una descomunal maquinaria de efectos, buenas canciones que marcan la acción si no se puede enhebrar un relato interesante. No todo está perdido para "Sucker Punch". Para entender de que hablamos, hay que internarse en la historia que cuenta. Corren los años 50, Baby Doll (Emily Browning) acaba de perder a su madre. Junto a su hermana, ven venir lo que se avecina: su padrastro quiere apoderarse de la fortuna de su difunta esposa y cuando consulta el testamento descubre que las únicas beneficiarias son las chicas. Eso lo enfurece y va directo a lastimarlas, pero en el camino Baby Doll se enfrentará a sus siniestras intenciones y evitará una tragedia haciéndole frente, pero será acusada porr el hombre de insanía y será trasladada a una clínica neuropsiquiatrica de dudosa reputación. Allí, ingresará como paciente, con el agravante de que en 5 días vendrán a practicarle una lobotomía (la destrucción de los lóbulos frontales sin ablación, procedimiento bárbaro que se practicaba con furor en Estados Unidos en esos tiempos para "curar" los desórdenes psiquiátricos) y si no logra salir de allí antes de ello, su vida habrá terminado. Baby Doll conocerá a sus compañeras de nosocomio y las prácticas de quienes lo dirigen, pero es tanta la presión que siente, que su cabecita terminará desconectándose de la realidad, y transportándola a otra distinta, en donde sus características personales cambiarán por completo. Cuando la protagonista atraviesa el umbral que la aleja del mundo físico real, es donde todos nos miramos en la sala y sonreimos. Synder juega a tomar notas de "Inception" y apoya su construcción en tres niveles paralelos que interactúan entre sí. Estrategia poco efectiva, porque falta sustento dramático para convencernos del camino por el que nos lleva: las chicas, a saber, Sweet Pea, Rocket, Blondie y Amber (sus compañeras en el encierro), nunca logran transmitirnos la más mínima emoción por su destino. En su salvaje fantasía, la protagonista llegará ante un gurú que le dirá que el camino para la libertad, surge de enfrentar una serie de batallas y conseguir cinco elementos para poder lograrla. Baby Doll se sumergirá entonces en batallas titánicas al estilo Kill Bill (otra enorme influencia) y Matrix para mostrarnos como la chica de aspecto inocente se transforma en una guerrera sanguinaria. Su objetivo, completar una serie de misiones para obtener su pase de salida. Cómo? Qué libertad? De qué nivel quiere escapar? Bueno, de todos. Digamos, por no ser medicada en forma, Baby Doll imaginará un mundo y un sendero a transitar para escaparle a la lobotomía. El resultado, se verá. Lo que si nos queda claro es que las actrices son una banda de adolescentes simpáticas con poca ropa. No mucho más. Y si miramos de lejos la diagramación que Synder propone apoyándose en ellas, estamos en el horno. Browining tiene una apariencia dulce, al igual que el resto, pero nunca parece convencida de lo que está haciendo. Nunca. No importa. Subimos el volumen, que la banda de sonido todo lo puede y seguimos adelante. Volviendo a la idea central, "Sucker punch" es un film raro. No para cualquiera. Los adolescentes quizás lo amen (está lleno de alusiones destinadas a afianzar las posibilidades personales de cada uno, es como un libro de autoayuda de a ratos-?-), el resto lo mirará con desconfianza y saldrá de la sala confundido, cuanto menos. Eso si, habrá disfrutado de una selección de canciones con lenguaje de videoclips (porque cada una juega a eso) única. Absolutamente bien lograda. Eso quedará en mi retina, el resto, prefiero olvidarlo. Ir advertidos y no quejarse, el tipo (Synder) es auténtico. Eso no se le puede negar, aunque no siempre alcanza para crear un trabajo aceptable a todo nivel.
Mirada claustrofóbica y letal desde el campo de batalla En general, el cine bélico moderno está estableciendo parámetros más interesantes en esta última década, a partir de muchos procesos autorreflexivos intensos, en las distintas geografías donde se filman. A ver, "The hurt locker" (ganadora del Oscar), "Waltz con Bashir", "Black hawk down" la francesa "Joyeux Noël (Noche de paz)" , la coreana "Taegukgi (Lazos de guerra)", y más allá, en los 80 y 70's, las increíbles "Das boot", "Apocalypse now" y alguna otra que se me escapa. En todas ellas, lo que les da sustento es la descripción del corazón de cada combatiente y su relación con camaradas y enemigos. La mirada está siempre puesta en el sufrimiento y dolor que cada hombre que participa en una contienda armada atraviesa, señalando su humanidad, resaltando sus miedos, subrayando su temperamento. Este cine (alejado del típico producto Hollywoodense que suprime las emociones y trae héroes fríos y sanguinarios) colabora a traer luz sobre los aspectos oscuros de la guerra. No importa si es en Irak, Corea o Medio Oriente. Lo cierto es que los conflictos bélicos son estúpidos, inútiles y es bueno que eso lo tengamos presente siempre. Películas como "Lebanon" refuerzan esa concepción y siempre son bienvenidas. La historia está basada en las experiencias del director, Samuel Maoz, como soldado en el primer día de la Primer Guerra del Líbano, allá por 1982. Nosotros acompañamos el ingreso de Shmulik (Yoav Donat), soldado artillero, a un blindado de su ejército. No tiene mucha experiencia en combate (de hecho, ninguna), aunque todos creen que debería saber que hacer en circunstancias de enfrentamiento con el enemigo. El será nuestros ojos, como se une a la compañía justo sobre el incio de las acciones belicas, nos fundimos con él ante la adversidad de la circunstancia, ninguno de nosotros entiende muy bien como funciona todo (Shmulik y los espectadores), pero está claro que no será un viaje de placer meterse en un tanque e ir a zona de combate. Para quienes no recuerden el conflicto armado, tropas israelíes invadieron el sur del Líbano, en busca de desestabilizar a la OLP, en ese año. Hubo una enorme cantidad de civiles muertos en ese ataque y pasó un tiempo hasta que los invasores revisaron su accionar para dar pasos en relación con la retirada y la negociación. Volviendo al campo de batalla, nos subimos al tanque con el resto del equipo y estamos listos para la contienda. Allí, desde el blindado mismo, seguiremos las directivas radiales que durante un día completo recibe ese grupo: apoyar a la infantería, entregar heridos, atacar ciertos sectores, barrer un territorio que ya fue bombardeado por la fuerza aérea. Tareas que al decirlas, parecen fáciles (el poder de fuego del vehículo es importante), pero llegado el momento, se volverán titánicas y con resultados inciertos. Como en el comienzo del film mismo, cuando Shmulik, no dispara a una presunto enemigo por no tener valor y temple para ejecutar la orden de matar. Ya en terreno enemigo, el tanque apoyará a sus fuerzas con todo lo que tiene, pero cada paso en busca de su objetivo tendrá un precio, y ninguno querrá pagarlo a la hora de abonar semejante trayecto plagado de peligros y regado de sangre inocente. "Lebanon" cuenta con una cámara particular. Vemos el exterior como si fueramos el artillero, a través de una mirilla que nos señala el objetivo, y además percibimos los movimientos metálicos de la torreta a cada instante, mientras nos desplazamos barriendo el terreno. Estamos dentro del tanque, así de simple. Este encuadre nos posiciona de manera peculiar, somos parte de la tripulación y lo sentimos en el cuerpo. Ese efecto apoya y destaca cada fotograma de la acción, no dando resquicio para huir de lo que estamos presenciando. Participamos de las discusiones dentro del blindado y nos conmovemos a cada paso de la tarea: la guerra nos atraviesa y entendemos la gravedad del conflicto a medida que avanzamos en el trayecto. El team militar funciona como un reloj, las acutaciones (Itay Irán, Oshri Cohen y Michael Moshonov) son sólidas, se respira electricidad en el ambiente, hay tensión y enojo, vivimos la guerra con nuestras peores angustias y luchamos por sobrevivir a cualquier precio. Sentimos los tableteos de las ametralladoras y seremos testigos de masacres y enfrentamientos muy sangrientos. La sensación de miedo y claustrofobia está lograda en su máxima expresión. Esta es una de esas películas que aparecen de vez en cuando en nuestras salas, una joya antibélica que nos humaniza, trayendonos historia y reflexionando sobre el crudo drama de la guerra, para todos y desde el ángulo de quienes la sufren, sean soldados o civiles. No hay ganadores en ningún conflicto armado y eso "Líbano" lo deja claro. De lo más intenso que vimos este año en el género. Pulgares y cascos arriba.
Detrás de las noticias (el debate) En general, cuando uno comienza a leer las gacetillas de prensa, y ve quien produce, quien dirige, quién actúa, cuáles fueron sus trabajos anteriores, se da una idea de por dónde el film transitará. No digo que es infalible. No, para nada. Pero da una orientación que a veces, se cumple. La guionista de "The devil wears Prada" (Aline Brosh McKenna) nos trae una película, peligrosamente parecida a la anterior. Recordemos, (en "El diablo viste a la moda"), una chica de pueblo (en ese caso Anne Hathaway), llega a la gran Manzana (NY) y aterriza en la oficina de una importante figura del mundo de las pasarelas. Ahí, pasará las de Caín para adaptarse al medio; su lucha personal por decodificar cómo funciona ese mundo será el punto basal de la historia, más allá de que es una comedia romántica con todas sus letras. Es más, ahora que lo pienso, habría que presentar un nuevo género: "Comedia romántica workaholic"! Protagonista que se transforma en adicta al trabajo, dejano su vida de lado para entregarse a la profesión, un amor que se va acercando y problemas en el lugar donde ella intenta desarrollarse profesionalmente. Esa sería la idea. Volviendo a "The devil..." es TREMENDAMENTE parecida a "Morning glory" (o al revés?), pero con otro medio , dejamos la moda y nos metemos con el periodismo. Antes de seguir, ustedes se preguntarán..."Son tan iguales?". Y... si y no. La estructura del film es bastante parecida, pero (y aquí está el nudo de la cuestión), "Un despertar glorioso" aborda y reflexiona con crudeza sobre la televisión matutina como entretenimiento o información y en algún punto, intenta sentar las bases de un debate indirecto sobre qué prefiere el público a esa hora del día. Y no es cualquier debate. En "The devil...", el mundo de la alta costura nos parece lejano, exótico, glamoroso. De última, lo que pasa allí, a nosotros, los mortales, no nos afecta. En "Morning glory", vemos como funciona la producción de un programa matutino y cuáles son las estrategias para levantar el rating, y... debo decir que se parece peligrosamente a la televisión que tenemos en nuestro país (glup!)... O sea, si nos afecta. Entonces, lo que comienza entre sonrisas y guiños, llega un momento en que se pone serio: al menos, los que tenemos cierta mirada crítica, no podemos acompañar lo que se dice, porque nos afecta. Ya verán porqué cuando se adentren en el film. En pocas palabras, se juegan en la cinta dos posiciones encontradas sobre la labor periodistica en televisión; por un lado, están los que promueven el entreteniminto furioso y delirante, con algún toque de actualidad frívola, y por el otro, los que buscan informar con solemnidad. Debate muy interesante y jugoso que está tapado por la estructura de comedia romántica workaholic que tenemos sosteniendo la acción... Becky Fuller (Rachel McAdams) acaba de ser despedida de su trabajo en una productora televisiva. Ella estaba encargada de conseguir material para un programa matutino de primer hora, por lo que su vida estaba afectada por este hecho. Becky está abocada a su profesión (podríamos decir que es una enferma del trabajo). Tiene su Blackberry encendido todo el tiempo y no puede desconectarse de su actividad: está alerta todo el tiempo. A poco de quedarse desocupada, consigue una entrevista con un pope de un canal rival para ocupar la posición de productora en otra cadena de televisión. Jerry Barnes (Jeff Golblum) será el encargado de hacerlo un ofrecimiento irresistible: oficiar de productora en "Daybreak", su programa matutino caído en desgracia. Allí llegará Becky a tratar de remontar un envío que está en franco descenso. Su conductora es Colleen Peck (Diane Keaton), y en cuanto la nueva líder del grupo entiende el juego, despedirá al co conductor de la misma, y traerá a un periodista de renombre para "Daybreak", nada menos que a Mike Pommeroy (Harrison Ford). Pommeroy es un hueso duro de roer. Tiene prestigio, muchos premios ganados y hace periodismo serio... No quiere dejar su sello personal caer en un ciclo de incierto resultado. Aquí se expresa la controversia: periodismo en serio= bajo rating; periodismo de entretenimiento y del ridículo= rating en alza, dolorosa comparación que a quienes estamos en el medio nos parece, simplista, pero... real. Es así. En el medio de todo, Becky se enamorará (pero eso no es muy importante, les advierto) y tratará de sacar su relación y el programa adelante. Como saldrá todo, tendrán que averiguarlo en los 107 minutos de proyeccción. Que son disfrutables, entretenidos y amables. Rachel McAdams se luce en su papel y se roba la película, los baldes de pochoclo y los vasos largos de gasesosa: sabe a que juega y lo hace a la perfección. No podemos despegar los ojos de la pantalla, magnetismo puro que le dicen. Harrison Ford está mortal en su rol y es muy agradable saber que el tipo está intacto: cada aparición suya es un festival, sólido por donde se lo mire... y haciendo comedia con seriedad!!! Sólo podría haberlo reemplazado con éxito, Santo Biasatti. Nadie más. El sudafricano Roger Michell hace un trabajo sólido en la dirección. Tuvo buen cast y consiguió buenos resultados. En definitiva, si eligen "Un despertar glorioso" como comedia romántica pura, quizás se queden cortos... Porque el romance (que hay) está muy subordinado al debate. Pero la cinta, es divertida, no hilarante, pero aceptable. Y trae un buen regreso de Harrison Ford, lo cual ya de por sí solo paga el precio de la entrada. Para pasar un rato agradable, da. Sin dudas.
Cuando el aburrimiento se asemeja a un abismo sin fin "Sanctum 3D" tiene una particularidad que la hace singular: hereda el uso de la tercera dimensión que James Cameron perfeccionó en "Avatar". El produce esta cinta y aplica todo lo que su equipo técnico sabe y domina y se nota. Hay un cuidado muy particular en el trabajo de las imágenes, los paisajes y las paletas de colores. La atmósfera en la que se desenvuelve la historia está bien lograda (es una cueva inmensa) y los anteojitos nos venden una película que, de no tener esta particularidad, no la alquilaríamos ni en cien años. Encima Cameron trae a la dirección a Alister Grierson (que venía de hacer algo distinto en "Kokoda", bélica, hace algunos años), quien sólo parece haber seguido firmes directivas y su aporte es muy pobre a la hora de llevar la película adelante. Producciones de equipos que hacen tareas riesgosas en ambientes inexplorados o riesgosos ("Vertical limit", "Descent", "The Core", etc) y enfrentados a vencer a la naturaleza hay unos cuantos a lo largo de la historia. No son recordadas como grandes películas, pero han tenido su público y en general, dependiendo de varios factores, se dejan ver. Bueno, algo salió mal cuando escribieron el guión (y no culpemos solo a los novatos Andrew Wight - famoso buzo e investigador marino puesto a escribir un libro cinematográfico, o al menos, a dar ideas- y John Gavin). Como los dos (Wight y Gavin - quien también actúa!-) tienen claro de que escribían (toda la parafernalia de condiciones en las que se debe llevar a cabo la expedición), seguramente James Cameron debe haber apostado a que el relato que generarían fuera muy real y técnicamente impecable. O sea, tuvo dos especialistas (Gavin también es buzo y especialista en el tema) y les confió que escribieran un guión muy parecido a lo que sería una situación como esta si fuera cierta. Y no era una mala idea, a priori. Pero esto es cine. Y el cine es entretenimiento. Lo que lograron con Sanctum es que nos sintiéramos en un capítulo del National Geographic sobre el tema. Y encime en un capítulo aburrido, denso, pausado y insípido (no cualquier capítulo!). Porque eso es Sanctum, una película técnicamente impecable. Gran uso de las 3D, profesionales que dominan el tema escribiendo el guión, las mejores condiciones... Todo estaba dado para hacer un gran film. Claro, salvo que la dirección que le imprimieron al guión terminó dando por tierra con eso. Sanctum termina siendo un producto profundamente soporífero como hace tiempo no veo. A ver, la historia es la de un team especializado en exploración de cuevas que llega a una enorme, donde están realizando una investigación. Allí un grupo de investigadores liderados por un veterano buzo, Frank (Richard Roxburgh), están emocionados ante la idea de ser los primeros en explorar tan inhóspita e inaccesible zona. Ellos están junto a su equipo en las profundidades de un pasaje desconocido que Frank quiere visitar. Finalmente llegará allí, a ese enorme "santuario", en las profundidades de una especie de volcán. Carl (Ioan Gruffudd) es quien financia la tarea, y a poco de iniciada la cinta llegará al lugar junto a su novia, Victoria (Alice Parkinson) y el hijo de Frank, Josh (Rhys Wakefield) para participar del trabajo. Como el lugar donde están es bastante aislado hay varios puestos intermedios para llegar hasta las profundidades del volcán. Una tormenta tropical entonces entra en acción y corta las comunicaciones con el equipo de vanguardia, dejando aislados y a su propia suerte, a seis hombres dentro de la cueva. Cuando un desprendimiento de rocas sella la entrada, no les quedará otra alternativa que internarse más en ese territorio inexplorado, sumergido en gran parte, para buscar una salida antes de que el agua avance y su fin sea la muerte. De ahí en más, sólo quedará ponerse el traje de buzo y sumergirse en la trama evitando quedar dormido. Los peligros que enfrentan son previsibles, la composición actoral es pobre y el ritmo de narración es lento. Miré el reloj ya a los 40 minutos, lo cual en un film de estas características es algo grave (los primeros 20 preparan la acción, y hacia los 30 empieza a desplegarse la acción). No hay mucho más para agregar, creo que sin la característica 3D, Sanctum no debería haberse estrenado. Mientras esperamos Titanic y The Abyss en 3D, (Sí, es un rumor MUY fuerte), Cameron produce para recuperar la inversión en todos los recursos técnicos en los que invirtió tantas horas. De esa factoría, nació "Sanctum 3D", lo cual nos deja preocupado ante la perspectiva de que puedan seguir produciendose más cintas similares en esta dirección. Luz de alarma para el genio de la industria. No ir, bajo ningún concepto.
Menor y aburrido retorno de la Mamma A veces uno se piensa que el trabajo del crítico es algo maravilloso. Ven las películas antes que uno, tienen funciones especiales para ellos, reciben material promocional, escriben sobre lo que ven...Pero un periodista que se dedica a cubrir cine, tiene que ver todo tipo de films. No sólo los que le gustan, o interesan, sino los que la gente pide. "Big Momma 3" es uno de esos casos en que entrar a la sala es difícil y uno hace esfuerzos sobrehumanos para predisponerse... Y no lo logra. Este es el tipo de cine que más me cuesta ver,...Ojo, me cae bien Martin Lawrence y sin ir más lejos, la saga "Bad Boys" me gusta. No digo que sea buen cine, pero es entretenimiento bien filmado, sin mayores pretenciones. Bueno, aquí, vamos a la que lleva adelante uno de los comediantes más taquilleros de los Estados Unidos. Lawrence factura alrededor de diez millones de dólares por película. Por qué? Bueno, "Big Momma 2" abrió con un box office de 28 millones la primer semana que se estrenó en 2006... Casi 70 en territorio americano y alrededor de 135 internacionalmente, así que era de esperarse una tercera parte donde los bolsillos de todos los involucrados se volvieran a llenar a tope. De eso se trata "La abuela es un peligro 3". De llenarse los bolsillos a tope. Ustedes dirán...¿Por qué hablás tanto de cifras y tan poco de cine? Simple. Este Lawrence es un fenónemo en la taquilla y te puede gustar o no lo que hace, pero los fríos números dicen que a mucha gente, definitivamente le gusta su trabajo. Según datos en las revistas especializadas, nuestro comediante en cuestión quería relanzar la saga y redireccionar un poco el film hacia los adolescentes. Es así que esta parte vuelve a traer los elementos probados que ya han funcionado en las dos anteriores (a ver, en el sentido de que la audiencia los ha aceptado, no que sean dignos de mención) e intenta situarse en un marco que le de un poco de aire a la historia. En esa dirección fue el conocido director John Whitesell, con vasta experiencia en productos masivos (viene de la televisión) y que ya condujo la anterior: pensar una película con mucho gancho para los teens y abrir un mercado nuevo (las anteriores eran más para chicos). Para los que no conocen de que va la saga, Martin Lawrence es Malcolm, un policía honesto que hace un par de films atrás, descubrió que vestirse de mujer grandota y fingir que es una abuela sureña y mandona es buen negocio. Digamos que es su alter ego! Hablando en serio (si esto se puede hacer, cosa que no creo), Malcolm debe recurrir a su disfraz lleno de goma espuma y a kilos de maquillaje para ser una abuela querible, intensa y divertida capaz de resolver las conspiraciones más peligrosas. Bue, tampoco para tanto! Aquí, nuestro amigo está en un operativo para dar con unos delicuentes cuando recibe la noticia de que su hijastro Trent (Brandon T Jackson) ha sido aceptado en la universidad de Duke. Lo que él no sabe, es que Trent se dedica a la música urbana (el rap-hip-hop o lo que sea), y no tiene ninguna intención de ir a cumplir el sueño de su padre. Para colmo, recibe una oferta millonaria para irse de gira con un grupo de jóvenes raperos y si no tiene autorización firmada de Malcolm, no podrá ir. Esto dinamita la relación justo en un momento crítico, accidentalmente Trent es testigo de un asesinato y su padre tendrá doble trabajo: protegerlo de los delincuentes que saben quien es y además, dar con una memoria usb que contiene datos importantes para encerrar a un jefe mafioso. El pendrive está en algún lugar en una escuela de artes, donde padre e hijo irán caracterizados como mujeres (Big Momma y Charmaine). Allí, harán migas con las chicas del lugar, la pasarán bien y tratarán de descubrir quien tiene la memoria para resolver la cuestión. Lo primero que hay que decir, es que Brandon T Jackson le pone mucho ritmo a la cinta. Su habilidad para la música le permite mantener algo de interés y en los cuadros musicales en los que aparece, "Big Momma 3" cobra algo de vida. Hay mucho pop y buen rap en la película y eso ayuda. Es lo que más trabajaron, me atrevería a decir. El resto, gags sobre la desnudez, los problemas para ir al baño, el acoso de algunos hombres a los que les gustan las mujeres entradas en carnes y... No mucho más. Sin embargo, "Big..." se alcanza a soportar, sobre todo porque Lawrence tiene algo de oficio probado y Jackson le pone mucha atención a su rol. Pero el guión (guión???) se puede definir como "espejitos de colores"... No hay nada que valga la pena y solo los fans de la franquicia saldrán satisfechos de la sala. El resto, se preguntará seguramente cómo hizo para venir a ver "Mi abuela es un peligro 3". Sinceramente, quién podría ir a verla en este mercado? Las cifras de recaudación nos darán una idea si estrenarla fue un fracaso o no. En mi humilde opinión, es sólo una pobre y menor comedia a la que el DVD le queda hasta grande, diría...
El combate ideológico parece ganado de antemano! Hay varios colegas que abordaron su enfoque de "Battle Los Angeles" tratando la película exclusivamente por sus valores cinematográficos, despojándola de su ideología y centrándose en su grandilocuencia visual. En este debate acerca de los valores de esta cinta, es difícil ser objetivo ya que el tinte elegido por los productores y guionistas es muy difícil de disfrazar: se la amará o se la odiará, simplemente., sin medias tintas Esto se produce porque "Invasión del mundo...Batalla Los Angeles" es un propuesta de ciencia ficción contaminada de propaganda pro-americana ,al límite de lo tolerable. Es decir, vemos una película de ciencia ficción, pero es tan fuerte lo que aparece como el contexto en el que se da la historia, que a algunos de nosotros termina por vencernos y perdemos la línea de análisis que intentamos venir trabajando. "Battle LA" me puede. A ver, trato de ser objetivo pero pasado cierto punto en el transcurso de la película, uno comienza a sentir que el peso que tienen ciertos diálogos es superior a cualquier valor técnico que pudiera ostentar la cinta en cuestión...En pocas palabras, sentí que me adoctrinaban para alistarme!!! Y la verdad es que son cosas que uno no puede, o debe dejar pasar. Ideológicamente (perdón que vuelva sobre el tema, pero es inevitable), es muy fuerte ver esta película y no estoy convencido que haya razones suficientes para equilibrar su discurso y que sea una más del montón (para bien o para mal). "Battle LA" es la historia de una invasión extraterrestre. Una colonización bien ejecutada y simultánea en varias ciudades del mundo. En pocos minutos nos vamos enterando de que viene la cosa, un grupo de meteoritos se aproxima a la tierra, los militares esperan lo peor y sus hipótesis se confirman en horas: lo que sucede, es, nada menos, una monstruosa invasión de seres del espacio exterior . Organizada y sanguinaria. El sargento Michael Nantz (Aaron Eckhart) será el protagonista de nuestra historia: representará el ideal del sacrificio marine para todos los espectadores desde su misma en escena. Nantz viene golpeado, estuvo en Irak y todo su pelotón fue exterminado, goza de dudosa reputación y nos enteramo que pide la baja porque ya no tiene fuerzas para seguir adelante, el peso del fracaso lo aplasta y quiere abandonar la fuerza. Junto a él, conoceremos a todos los miembros de una unidad dirigida por el teniente Martínez (Ramón Martínez). Cada uno de ellos tiene una situación familiar determinada, movilizante, que los ubica como hombres de bien en la víspera de una poderosa tragedia. Al comenzar la invasión propiamente dicha, todos los cuerpos marine de Los Angeles comienzan a operar en la zona de emergencia, primero como grupo de rescate, luego intentando detener a los alienígenas. Martínez se ve obligado a trabajar junto a Nantz, a pesar de que no confía mucho en él, y junto a un pelotón se adentrarán en territorio enemigo (la ciudad, pero devastada) para investigar algo sucedido en una estación de policía y traer a zona segura a los civiles que hayan quedado con vida. A poco de adentrarse en el foco del combate, se les unirá una sobreviviente de un escuadrón especial, la sargento Santos (Michelle Rodríguez), hábil tiradora que posee informacion útil acerca de lo que pasó en los frentes de batalla de las afueras. El grupo comando marine luchará a brazo partido para cumplir los objetivos fijados y regresar a la base sanos y salvos. A los grandes estudios les gusta esta veta: son películas que recaudan mucho y funcionan siempre, sino fijense en "Skyline! Costó 10 millones de dólares e internacionalmente recaudó más de 60... Y todos sabemos que es malísima. Es más, se hizo con parte del equipo técnico que Sony contrató para esta "Battle LA" (hubo un problema legal hace contra los directores de Skyline). Hay que asumirlo: este tipo de films funciona. El guión de Christopher Bertolini ("La hija del general") está pensado para servir de sostén y coyuntura a las escenas de lucha que encontraremos a cada paso en la cinta. No tiene profundidad, no aporta nada interesante y encima, en los momentos complicados resuelve con sentimentalismo barato o propaganda marine cualquier conflicto. Claro, no podíamos pedirle a la dirección de Johnathan Liebesman grandes cosas (es el hombre detrás de las cámaras en "La masacre de Texas: el incio"), todo se debería subordinar a las arengas patrióticas dichas en tono alto y la bandera flameando como estandarte. Y eso es fuerte de ver. Encima, elige una cámara nerviosa tipo documental para seguir las acciones y llega un momento en que buscamos la bolsita de papel madera para poder descargar tanta nausea generada por el movimiento: es un enfoque cansador, innecesario e inútil. Esto no es "Saving Private Ryan"... Quienes van a salvar al mundo de la invasión extraterrestre serán entonces los marines norteamericanos, hombres plenos de lealtad y patriotismo que dejarán la vida para proteger a la población civil y cumplir con las directivas de su superior. Nos ponemos de pie y aplaudimos. Estados Unidos vuelve a proclamarse la policía del mundo y publicita globalmente su capacidad para enfrentar cualquier ataque que reciba y repelerlo con la peor violencia imaginable. El cuerpo de Marines hace todo bien, riega el terreno de combate con su sangre para convencernos de las bondades de su sistema y deja lugar para que la emoción por su labor crezca y se comparta a lo largo de toda la duración de la película. Hay escenas que son patadas en el hígado para cualquiera y que está bien que sea cine, pero que no podemos aprobar ideológicamente. No amigos, es un film descarnadamente pro-yanqui mal, en el cual el espectador se siente mal por no estar protegido y cuidado por el ejército norteamericano! No se puede hablar mucho de la caracterización que se hace de los alienígenas porque es casi inexistente. Corramos la visión y prendamos las luces de alarma: esta vez, tanto discurso conspira contra el andamiaje de la película y tira por la borda el trabajo técnico del equipo que editó "Battle LA". Sí, tiene muy buen sonido, efectos especiales de primera y buen ritmo de narración. Si pueden abstraerse por completo del discurso, hasta puede que les guste. Quiero decir, quizás pasen un rato entretenido y nada más. A mí, la catarata de mensajes proamericanos me supera. Anula lo que se podría rescatar del film. En definitiva, para quienes buscan una película de acción bien filmada, y pueden "verla" sin prestar atención a los poderosos mensajes que se proyectan para enaltecer el ser norteamericano, es una alternativa. Si son espectadores sutiles que leen entre líneas y ponen en la balanza la intencionalidad del film, es mejor dejarla pasar (y advertir a los distraídos de los valores del film!!!!)...
Orquesta afinada ofreciendo espectáculo de alto nivel En general, cada tanto la cartelera nos regala un film singular. Algo único, quizás no tan original, pero maravillosamente ejecutado y que conmueve. No pasa siempre (este año no recuerdo ninguno, todavía, de ese calibre), pero ha llegado a nuestro país "Le concert", una película elegante, divertida y que nos roba el corazón desde el primer fotograma. Film nominado al Globo de Oro en 2010, arriba con bastante retraso aquí pero es de celebrar que los distribuidores hayan puesto en pantalla una cinta de tanta calidad, sabiendo que su impacto en la taquilla será más que discreto, seguramente. A los argentinos, en general, no nos atrae el cine europeo. Estamos muy influenciados por el pensamiento único, el discurso dominante pro-Hollywood y fuimos educados, desde los tanques de Disney en nuestra niñez hasta las aventuras de Di Caprio, los thrillers de De Niro y Pacino y el cine de acción de Stallone, Schwarzenegger y compañía en la adultez. Eso, sumado a que cuando vamos al cine a ver cine argentino, las películas de relieve terminan siendo dramones de aquellos conectados a...los desaparecidos y la década del 70. La tendencia que siempre nos dio resultado en el exterior. Volviendo a la idea anterior, si esa es nuestra cultura, estamos seteados para ir y dejar de lado el cine europeo. En general, se cree que está reservado a los intelectuales, universitarios y cinéfilos de gusto exótico. Nada que ver. El cine del viejo continente es como el de todas partes, claro, si tiene particularidades regionales (su ritmo de narración lo distingue del americano) pero tiene películas regulares, buenas y malas. Eso si, nuestros distribuidores, eligen cintas ganadoras de festivales internacionales, de directores interesantes pero poco conocidos para el gran público y siempre que se estrena algo de esta geografía hay que prestarle atención. Repito, la filmografía que llega a nuestras salas ha sido seleccionada por gente que sabe y tiene mucho aval y prestigio ganado, por lo que vale echarle una buena mirada cuando se producen esta clase de estrenos. "Le concert", es un exquisito y simpático film de un director al que hay que prestarle atención: Radu Mihaileanu. Rumano, filma aquí con actores rusos y franceses, una historia muy movilizante para el público politizado. Treinta años atrás, un director de orquesta soviético, Andrei Filipov (Aleksey Guskov) en el pico máximo de su carrera ve interrupido su concierto más importante (Tchaikovsky) cuando Brezhnev ingresa en medio del mismo a llamarlo "traidor" y "enemigo del pueblo". Filipov había desobedecido la orden de desafectar de su banda a los músicos judíos, razón que le valió ser expulsado de su puesto y degradado desde lo artístico hasta terminar con su carrera como un simple ordenanza. Cuando comienza el film, Andrei oficia de empleado de limpieza en el Bolshoi, en Moscú. El marco de partida, es indudablemente fuerte. Un artista en el pináculo de su carrera, defendiendo sus convicciones, cae bajo la presión política del régimen soviético de ese entonces. Pero los tiempos han cambiado. Y ya nada es lo que era. Cierto día Filipov, mientras limpia la oficina de su jefe donde trabaja, recibe un fax dirigido a su director, donde se invita a la orquesta a hacer una presentación en París, más precisamente en el teatro de Chatelet. La idea se le viene a la cabeza al instante, rearmar a su viejo grupo de aquel entonces e ir en busca de la reestauración del prestigio de su orquesta, suplantando a la original del Bolshoi. Osado punto de partida, juntar a más de treinta músicos desperdigados por todo Moscú y convencerlos de las bondades de volver a tocar juntos. Ya, instalados en la historia, comienza la diversión: estos sujetos son una postal de la Rusia actual, pobres, usureros, mafiosos... Pero talentosos. Cuando logran plasmar la idea, necesitan un jefe de negociaciones para arreglar lo contractural con los franceses, labor que hará un antiguo enemigo de los músicos y de Filipov que buscará reposicionar el sentimiento comunista en Francia, junto a ellos. El viaje viene madurando. De ahí en más, y sin anticipar mucho (hay mucho y es muy disfrutable), habrá que seguir el derrotero de la orquesta, desde su patria hasta Francia. Y allí, pasar dos días antes del concierto viendo como los sujetos que vienen del este, (rusos que beben en cantidad, judíos que traen caviar para vender, gitanos que comercializan productos truchos, viejos dirigentes que sueñan con reflotar el pensamiento stalinista como bandera, etc) llegan a París dispuestos a hacer la suya , dejando de lado la actividad primordial por la que están ahí -ensayar y prepararse para tocar-. La película trabaja varias puntas, la situación arte versus política; el choque cultural este-oeste y el problema de la identidad y el origen, corporizado por la deliciosa Melanie Laurent, (Anne Marie Jacquet en la película) violinista famosa que desconoce quienes fueron sus padres y las circunstancias en que ellos murieron y que será la solista invitada del evento. Todas ensamblan bien y logran un maridaje perfecto: la película es absolutamente disfrutable y deja satisfecho hasta al público más exigente: el cierre de la misma es para aplaudir de pie, una secuencia de 20 minutos que arrancará lágrimas a más de uno en su butaca. Muchos colegas piensan que es un film correcto, pero no de gran vuelo. A mi me parece que Mihaileanu armó un escenario magnífico y montó su propia orquesta donde todos los instrumentos suenan afinados y se complementan de maravilla. En este cuento del director de orquesta, la audiencia sale de la sala con una amplia sonrisa dibujada en el rostro y eso, amigos, no hay precio de entrada que lo pague. Un film de gran factura que nos transporta al mundo del arte, las ideas y las emociones y que no debemos dejar pasar en cartelera. Ir tranquilos, un concierto inolvidable los espera.