UN FILM REACTIVO AUNQUE NO REACCIONARIO Nadie es profeta en su tierra, afirma una máxima y efectivamente, en este nuevo film de Duprat y Cohn se reconfirma. El ciudadano ilustre es un film confrontativo -entre la alta y la baja cultura, entre lo rural y lo urbano, entre el primer y el tercer mundo-, un film de reactivos sin ser del todo un film reaccionario. Este camino, que no es en lo absoluto nuevo para esta dupla de realizadores (Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, El hombre de al lado, El artista, Yo Presidente), encontrará por momentos grandes logros y, en otros, algunos obstáculos. No es un film sencillo, de esos en los que se encontrará absoluta homogeneidad por parte de la crítica y por parte de los espectadores, pero tal vez por ese motivo sea interesante abordarlo. Daniel Mantovani (Oscar Martínez), un escritor nacido en Salas, una localidad rural de Buenos Aires, vive exiliado hace más de treinta años en Europa. Recientemente ha recibido el premio nobel de literatura y se encuentra en un blanco creativo desde hace unos cinco años. Gracias a una inusual invitación, por parte del intendente de Salas, Mantovani es convocado a participar de una serie de actividades de la localidad argentina con motivo de su bicentenario y, entre ellas, se encuentra la de recibir el galardón máximo de la ciudad: la del ciudadano ilustre de Salas. Allí, el escritor reencuentra a sus viejos paisajes y personajes, puesto que todas sus narraciones han estado centradas en el modo de vida de Salas y de la experiencia que este dinámica ha impactado en él imágenes de su juventud. Los reencuentros con viejos amigos y viejos amores no se hacen esperar, al igual que el descubrimiento de los pequeños virajes que la localidad ha desarrollado. Pero tal vez el giro más importante, e impensado, sea el que proviene del choque cultural entre su vida de exilio y ese presente de Salas. No pasa mucho tiempo para que comiencen a surgir conflictos, algunos derivados de viejas rencillas y otros producto del rumbo de vida de Mantovani y la confrontación con ese modo de vida que él ahora desconoce y ya no lo representa. De alguna manera la ficción (dentro de la ficción) no logra ganarle a la realidad que se representa en El ciudadano ilustre. Mantovani cuenta a un poblador un relato de uno de sus viejos libros: la historia que narra la pelea fatal en Salas entre dos hermanos mellizos enfrentados durante décadas por una mujer. En esa pequeña historia, el enfrentamiento es entre polos evidentes así como su resolución también lo es: uno tiene barba y el otro no, uno es rico y el otro pobre. Se trata de llevar la pelea a la fatalidad y hacer una sustitución de roles. Por momentos el film juega a que se va a desplegar esta historia, a que se hará carne el cuento de Mantovani dejándole a él como uno de los protagonistas. El escritor enfrentado a Antonio (Dady Brieva) por un supuesto viejo amor, Irene (Andrea Frigerio). Y sin embargo, la visita del escritor es más compleja, involucra a otros personajes, otros desprecios -sociales y políticos además de afectivos- así que paulatinamente va prometiendo otro final muy diferente del que se resuelve en la ficción del cuento de Mantovani. De seguro, algunos dirán que este film es reaccionario a la vida de pueblo. Sin embargo, es un film que habla de reacciones propias de cierto perfil de ciudadano; el del exitoso, el del pueblerino, el del político, etc. Duprat y Cohn montan simulaciones y simulacros o, de alguna manera, dan cuenta de la existencia de algunos de ellos. Y algo ya sabíamos antes de ver el film: aquí no van a encontrar ningún ciudadano ilustre. EL CIUDADANO ILUSTRE El ciudadano ilustre, Argentina, 2016. Dirección: Gastón Duprat, Mariano Cohn. Guión: Andrés Duprat. Realización y montaje: Jerónimo Carranza. Intérpretes: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigeiro, Nora Navas, Manuel Vicente. Duración: 118 minutos.
UN INUSUAL FILM: HONESTO PERO CON ANTIFAZ Tal como su nombre lo indica, el film transcurre durante los tres meses de la estación del florecimiento, la renovación y el amor. Coincidiendo con esta circunstancia, Primavera (aquí la entrevista a Santiago Giralt) está narrada desde el punto de vista de Leopoldo (Angelo Mutti Spinetta), un niño de 11 años criado en un ambiente atípico y rodeado de personajes a los que no les faltan las complicaciones, las desilusiones y fundamentalmente el deseo de amor. Leopoldo vive y aprende, escucha e interpreta, se contacta con su medio y pocas veces teme al fracaso o a las implicancias, que el accionar de los adultos que lo rodean, podrían impactar en su vida cotidiana. El film se inicia el 21 de septiembre y, tal como señala Leopoldo en una voz en off, esta fecha es importante para su núcleo familiar, no solo por lo que implica esta estación anual sino porque coincide con el día del cumpleaños de su padre, quien ha tenido ya hace tiempo su propio despertar. José (Nahuel Mutti), ya separado de la madre de Leopoldo, ha salido del closet, se encuentra en una pareja establecida con otro hombre y vive sus deseos sin fronteras. Leopoldo, quien vivencia esta situación con total naturalidad, también se enfrenta a las escenas críticas de su madre (Greta, interpretada por la genial Catarina Spinetta), quien al principio parece tener meros desórdenes hormonales, debido a su avanzado embarazo, pero al tiempo Leopoldo descubrirá que su madre duda de la paternidad de su inminente nuevo hermano y de su deseo en general. ¿Es ese bebé hijo de un negro producto de un revolcón en Brasil o bien hijo de Ramiro, su actual pareja (Mike Amigorena)? ¿Están su madre y su tío (Chino Darín) enamorados? A este desorden afectivo -aunque hay que decir que por momentos es inusualmente una situación de extremo equilibrio amoroso-, se suman los pormenores de la obra teatral que el padre y la madre de Leopoldo (director y productora) intentan montar. El equipo y familia tienen que lidiar con una gran estrella, una Luisa Kuliok -en el papel de Mecha- brillante, desestabilizada y poco colaborativa, al tiempo que solapadamente se deben a las demandas de aquella que ha invertido una fortuna en la producción: Reina, interpretada por Moira Casán, o bien a la inversa, porque la cautivante de Reina es que es Moira y Moira es Reina, nada más ni nada menos. Por supuesto, algunas escenas o vínculos secundarios se van adosando a estas escenas centrales pero lo más importante es que el film comienza prometiendo ser una comedia de enredos en su primera secuencia pero el enredo en cuanto tal no es inexistente sino más bien culmina siendo un telón de fondo que acompaña una puesta en escena que despliega fundamentalmente personajes y no tanto una historia en la que poco y nada sucede. Efectivamente no hay demasiada progresión en la acción pero poco importa porque no es ese el mérito de Primavera, sino el de construir, en principio, su propio verosímil de realidad y, en segundo término, el de generar una estructura en la cual el despliegue del personaje es lo esencial. Podría decirse que es un film de personajes, un film en el cual la micro historia se cuela en esa piel y desde ahí establece algunas relaciones con los restantes. Así que no hay que dejarse engañar por los gritos iniciales de Greta, los caprichosos pijamas de José, ni por las botas de Reina, porque algo honesto se teje debajo de ellos. ¿Qué cosa? Bueno, es tarea del espectador encontrarla. PRIMAVERA Primavera, Argentina, 2016. Dirección y guión: Santiago Giralt. Intérpretes: Catarina Spinetto, Nahuel Mutti, Angelo Mutti Spinetta, Moira Casán, Mike Amigorena, Luisa Kuliok, Chino Darín. Duración: 76 minutos.
EL CLON Podríamos considerar a Inseparables la primera remake argentina de una película francesa. La original, estrenada en el 2011 con el título de Intouchables había sido dirigida por Olivier Nakache y Eric Toledano y, al igual que esta nueva versión de Marcos Carnevale, está basada en una historia real. Es improbable determinar qué margen de realidad se maneja tanto en Inseparables como en Intouchables respecto de la verdadera historia entre este tetrapléjico millonario y su asistente terapéutico. Pero no hay dudas de que Carnevale estaba más interesado en emular la ficción del film francés que de investigar y de recrear, según su particular perspectiva, esta historia real que resulta, cuando menos, emotiva. Podríamos sugerir que, salvo algunas excepciones relativas a acondicionar la historia a nuestro contexto local porteño -que obliga necesariamente a trabajar sobre la tipificación de los personajes-, las modificaciones entre un film y otro son sorprendentemente escasas. Estas similitudes alcanzan incluso ciertos trabajos de montaje, de encuadre y composición de la imagen así como del mismísimo decorado, que parecen estar calcados entre un film y otro. Y no exageramos si decimos que la habitación, baño e incluso el acolchado de la cama de nuestro asistente terapéutico Tito (Rodrigo de la Serna) es la copia exacta del que se utilizó para el afroamericano del film francés. Creemos atinar si afirmamos que Marcos Carnevale quiso acercar esta historia al espectador local, a través de actores de renombre que, desde ya, tienen su propia convocatoria: Oscar Martínez, en el papel del empresario millonario que, dada su condición de tetrapléjico, ha perdido su vitalidad y energía, y Rodrigo de la Serna en el lugar del fiel, desarreglado y desestructurado asistente de Felipe. Con esta lógica, las modificaciones que se observan y aprecian se centran en los gustos musicales de Tito (la cumbia), las impresiones del mismo cuando visita el Teatro Colón, una galería de arte contemporáneo local, las recreaciones en los escenarios de Puerto Madero y demás. No hay dudas de que esta historia está “bien” filmada, que sus actores -ya los conocemos a todos- son buenos actores y que la recreación está afrancesada. Si observamos un poco más de cerca vemos algunas deficiencias en el guión relativas al pésimo trabajo en la transición que sufre no tanto el personaje del millonario Felipe -aunque podría haber cuestionado cuando menos al comienzo algunos gestos de su nuevo ayudante, por ejemplo en el uso de la marihuana- sino en el de Tito. La idea es que dos personajes antagónicos se encuentran y se potencian en sus diferencias. La idea puede y es de hecho genial, pero exhibir y acompañar ese proceso de aprendizaje es más difícil y es lo que marcaría la diferencia entre un buen y un mal guión: cómo llega Tito a apreciar el arte, cuál es el verdadero motivo que lo lleva a intentar expresarse artísticamente, qué piensa, o mejor cómo se siente Felipe frente a los gustos de su nuevo asistente. En fin, entendemos que ciertos problemas ya estaban presentes en el film original, pero no existe tal cosa como “original” o en todo caso el origen fue devenido en función de la historia real entre asistente y tetrapléjico. Tanto mejor le hubiera ido a Inseparables si se hubiera animado a ver este particular vínculo sin el tamiz de la versión de 2011. Pero aparentemente esa no era la intención. INSEPARABLES Inseparables. Argentina, 2016 Dirección: Marcos Carnevale. Intérpretes: Oscar Martínez, Rodrigo de la Serna, Carla Peterson, Alejandra Flechner, Flavia Palmiero. Adaptación del guión: Marcos Carnevale. Montaje: Luis Barros. Música: Gerardo Gardelin. Duración: 107 minutos.
SOBRE LA RECONFIGURACIÓN DE LA FAMLIA Mi amigo el dragón es sin duda un pequeño hallazgo de los estrenos semanales. David Lowery, un director de poca trayectoria, es quien estuvo a cargo de hacer esta impecable remake del film de 1977, manteniendo su espíritu general al tiempo que hace su propia recreación a través de todos los recursos que la tecnología actual brinda al cine industrial. El Pete´s Dragon (1977) de Don Chaffey, al igual que esta versión, apostaba por narrar la historia original de Seaton Miller, a través del registro fílmico. Pero dadas las limitaciones tecnológicas, Chaffey incluyó a Elliot, el encantador dragón que entabla una relación con Pete, a través del dibujo animado. Por su lado, Lowery logra digitalizar a Elliot haciendo que niño y bestia logren compartir, para los ojos del espectador, el mismo registro, además de que estos efectos se ven potenciados por el hecho de que el film estará disponible en 3D. Pero esta remake interactúa con la primera versión de la historia en varios niveles que merecen la pena ser señalados. Mientras que el film de la década del 70 estaba ambientado a comienzos del siglo XX, esta nueva versión también desdeña ser contextualizarla en su propia contemporaneidad, optando por una coyuntura de la década del 70 con su estética y dispositivos comunicativos que ahora se confrontan con la tecnología actual que posibilita un film como el que estamos presenciando; tal vez en una suerte de homenaje al film de Chaffey. Y sin duda, lo más interesante atañe a las modificaciones relativas a la historia original, tanto del libro como del film de Chaffey. La primera versión fílmica también hace referencia a la historia de la relación entre un huérfano y un dragón, pero aquel Pete intentaba “escapar” de su familia adoptiva y el film, de alguna manera, invitaba a repensar la configuración de la identidad familiar. Este espíritu se conserva en la trama de la nueva versión de Pete´s Dragon pero esta búsqueda de identidad familiar y de reconfiguración de la necesidad afectiva se ve fuertemente reforzada y complejizada. El choque entre orfandad y la presencia de Elliot emerge de inmediato en la vida de Pete reforzando tal vez la sensación de ambigüedad entre ficción y realidad que vive el protagonista. Por otro lado, Pete conoce a Grace (Bryce Dallas Howard), la guardabosques del lugar quien, al igual que él, ha perdido a su madre y quien vive con su padre Meacham, interpretado por el genial Robert Redford, único habitante que afirma haber visto al dragón por aquellos parajes. Grace por su lado, mantiene una relación afectiva con Jack (Wes Bentley) padre de una niña que tampoco posee madre, aunque el film no se detiene en cuestionar la ausencia de esta figura materna. El entramado de todos estos personajes sumados a la particular experiencia de Pete y Elliot, quien también presuponemos como un dragón “perdido”, enriquecen esta historia que comienza siendo una narración simpática y simple sobre la existencia de seres fantásticos para terminar configurando una historia más compleja sobre la manera en que se tejen las relaciones interpersonales. Sin duda, un film que, considerando que está pensado para asistir con toda la familia, merece la pena ser considerado como una opción interesante para esta semana. Un diálogo entre el registro de lo fantástico y el del realismo. MI AMIGO EL DRAGÓN Pete´s Dragon. Estados Unidos, 2016 Dirección: David Lowery. Intérpretes: Oakes Fegley, Robert Redford, Bryce Dallas Howard, Wes Bentley. Guión: David Lowery, Toby Halbrooks. Historia: Seaton Miller, S. S. Field. Duración: 102 minutos.
UNA QUE SEPAMOS TODOS En el 2008 un espectador, rozando su quinta década, salió con gesto apático; acaba de ver la particular versión de Meteoro de los hermanos Wachowski. “No me gustó”, le dijo a un crítico de cine que lo acompañaba. Este, con un gesto de ánimo le habló de la manera en que los realizadores intentan dar su personal visión a un clásico de la animación: la complejización de la trama, el uso de nuevos elementos estéticos provenientes de otros formatos narrativos -que no son necesariamente los del cine- al tiempo que se intenta mantener el espíritu del original, etc. En definitiva, agrega, cada producto debería intentar ofrecer algo nuevo. Entonces el primero de ellos pensó un poco más su parca postura y dijo: “es que yo quería más de lo mismo”. Justamente, esto es lo que sucede con Jason Bourne. Si como espectadores pretendemos no más que embelesarnos con la majestuosas imágenes de persecuciones automovilísticas, el salto entre una ciudad a otra del planeta que puede generar por un segundo cierta confusión entre espacial y cognitiva, las luchas cuerpo a cuerpo en la que Jason demuestra que no existe pelea a la que no pueda darle tregua ni golpe que lo noqueé, entonces Jason Bourne nos maravillará y hasta nos hará aplaudir como en aquella escena de fuga entre balcones y azoteas en La supremacía Bourne. Pero, si pretendíamos que este nos traiga algún giro sorprendente en el guión, algún elemento impactantemente revelador sobre el oscuro pasado de Jason, entonces el film de seguro nos defraudará. Así y todo, este despliegue visual se merece una vista en la pantalla grande del cine. Recordemos que este film equivaldría a una quinta entrega de la historia, más allá de como se haya estructurado el libro original que dio vida a los dos primeros films. El primero de ellos, The Bourne Identity (2002) dirigida por Tony Gilroy, introducía a un personaje misterioso cuyo pasado parecía haber sido robado por un inexplicable accidente en el mar, el cual había dejado a Jason en estado amnésico. Un film que, a pesar de dejar muchos cabos sueltos, que solo podían ser resueltos con la entrega siguiente, resultó impecable puesto que era tanto un film con un valor autónomo al tiempo que, en retrospectiva, demostró ser el prólogo perfecto de The Bourne Supremacy, estrenado dos años después. Tanto este film como The Bourne Ultimatum (2007), ambos de Paul Greengrass, se centraban en la compleja trama que encierra la CIA en el despliegue y encubrimiento de operaciones cuya ilegalidad resulta innegable. Las operaciones en cuestión eran Treadstone y luego Black Briar, un anexo y continuación de la primera de ellas. Cuando todo parecía indicar que este serial veía su clausura, un tercer director, Tony Gilroy, se hace cargo de El legado Bourne (2012) aunque ya no con la participación de Matt Damon sino con la de Jeremy Renner personificando a otro agente renegado al que se desea eliminar: Aaron Cross. La historia en cuestión se supone transcurría en paralelo a la de The Bourne Ultimatum; nos referimos por supuesto a los tiempos ficcionales. Este film resultaba de alguna manera una desviación y produjo cierta resistencia. Tal vez no tanto por el hecho de que el personaje no fuera Jason sino porque el film introducía un elemento cuando menos novedoso en el padecer de los agentes: el consumo de drogas específicas que, además de potenciar las capacidades de estos, poseían efectos colaterales dañinos. Este gesto del despliegue fantástico que produce al alteración del ADN y la conversión de un hombre a un super hombre evidentemente proviene de otro tipo de formatos narrativos que se percibieron como alienígenas en un serial de Bourne. Por ello, tal vez Paul Greengrass haya prescindido de intentar producir algún lazo con esta historia y haya preferido empalmar directamente con lo que él mismo había dejado pendiente en The Bourne Ultimatum. Jason Bourne, como ya señalamos, ofrece más de lo mismo con algún plus que bien podría sintetizarse de la siguiente manera: algún aporte más al misterioso pasado de Jason que involucra a la figura paterna, un Tommy Lee Jones en la figura del malo que nos hace extrañar a todos los malos anteriores -y con malos nos referimos solamente a los directivos de la CIA-, una nueva operación llamada Mano de hierro que, más que centrarse en la operatividad de los agentes, nos recuerda al tipo de operaciones que encubría la CIA en Los tres días del Condor (1975) de Sydney Pollack y el uso de una ciudad nueva para la saga, Las Vegas, elegida para ese despliegue persecutorio infernal cuya duración, en este momento, no podría estimar pero tal vez supera a las anteriores. En fin, Jason Bourne aún decepcionando, tiene la virtud de impactar. JASON BOURNE Jason Bourne. EEUU, 2016. Dirección: Paul Greengrass. Intérpretes: Matt Damon, Tommy Lee Jones, Julia Stiles, Alicia Vikander. Guión: Paul Greengrass, Christopher Rouse, Robert Ludlum. Música: David Buckley, John Powell. Director de fotografía: Barry Ackroyd. Duración: 127 minutos.
SPIELBERG Y DAHL, DOS GRANDES PARA UN UN TRABAJO PEQUEÑO Sophie (Ruby Barnhill), una pequeña huérfana noctámbula descubre, por azar, la existencia de un colosal hombre deambulando por las calles londinenses. Al parecer, las 3 de la mañana suele ser la hora “mágica”, aquella -tal como relata Sophie- en la que los monos no salen a pasear o en la que las personas desaparecen. Y tal parece ser el destino de la pequeña huérfana. El gigante, al saberse observado, rapta a la niña y la traslada hasta la tierra de los gigantes. Por supuesto, tal como indica el título del film, no pasará mucho tiempo hasta que Sophie descubra el gran corazón que alberga su nuevo compañero, el cual en su tierra, es más bien un enano vegetariano a diferencia de los nueve restantes. Aparentemente, a pesar de que a los ojos de Sophie este sujeto es colosal, el mismo no posee ni el tamaño ni las prácticas carnívoras de sus compañeros, motivo por el cual es acosado y hostigado. giganteBautizado por la niña como BAG -Buen Amigo Gigante-, este descomunal personaje posee la habilidad de capturar e insuflar nuevamente los más diversos sueños y pesadillas. Y este particular trabajo será, en el marco de la historia, el elemento que permita destrabar esta carnicería “come niños” que parece no poder dejar de practicar sus compañeros de especie. Ciertamente, de no ser por el magnífico trabajo de fotografía, realizado por Janusz Kaminski, que capta hábilmente el carácter lúgubre de los espacios retratados en la novela original de Roald Dahl, al igual que el extraordinario trabajo que el film presenta en el marco de sus despliegues visuales, este film de Steven Spielberg está lejos de marcar una impronta. Aunque para ser justos, de seguro The Big Friend Giant, no es el la novela de Roald Dahl que mejor se preste para una trasposición ni de seguro tampoco está dentro de sus escritos más destacados. De todas maneras, es un film que los niños disfrutarán, además de ser un trabajo bien logrado. Esto más allá de que el guión no tenga, ciertamente, nada más interesante para ofrecer que estas dos ideas: los niños londinenses son sabrosos y siempre podemos contar con la reina cuando las salidas se acotan. EL GRAN AMIGO GIGANTE The BFG. Estados Unidos/Gran Bretaña/Canadá, 2016. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Melissa Mathison, basado en la novela de Roald Dahl. Producción: Steven Spielberg, Frank Marshall, Sam Mercer. Fotografía: Janusz Kaminski. Montaje: Michael Kahn. Música: John Williams. Duración: 117 minutos.
El estreno de este documental en coincidencia con los recientes episodios que ha vivido la redacción de Tiempo Argentino, sin duda profundiza la reflexión que dispara este breve, aunque comprometido film: ¿cuál es el lugar social de los medios de comunicación? ¿cuáles son las condiciones mínimas para trabajar con un margen de dignidad y objetividad? A través de la articulación de diversos testimonios y discursos, Sin recortes propone por un lado, una lectura respecto de la situación laboral de los periodistas al momento de desatarse el golpe militar de 1976 y, por otro, la manera en que comienza a circular la información una vez que la situación de exilio se encuentra asentada. Esa circulación involucra desde los discursos que gestan los medios de comunicación oficiales -a través de periodistas argentinos que aún persisten trabajando en Argentina, muchos de ellos a favor del gobierno de facto-, pasando por la emisión de información que los mismos periodistas locales enviaban al exilio a través de otros canales de difusión, hasta llegar a la elaboración de información gestada por el propio exiliado. En esta ida y vuelta comunicativa se va construyendo paulatinamente un saber alternativo y contrario al que emiten los medios que desemboca, desde el exilio, en la edificación del periódico “Sin censura”. Este medio, gestado por periodistas e intelectuales radicados en Francia -Julio Cortázar, Osvaldo Bayer, Carlos Gabetta, Gino Lofredo Chino Martínez, Osvaldo Soriano- se proponía emitir no solo información sobre hechos concretos que acontecían en el marco de la dictura sino reflexionar, opinar, gestar discursos desde un marco de libertad. Para ello, y a través de corresponsales en toda Europa, confeccionan este periódico cuya sede de trabajo era Francia pero que ingresaba a Latinoamérica a través de Estados Unidos con el fin de no levantar sospechas. Dada la cantidad de factores que requería dicha empresa, Sin Censura solo editó seis números, pero su mera existencia, como proyecto, hace trascender su propia tirada. Siempre hay un espacio para repensar términos elementales: justicia social, libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo y democracia. Y al parecer, nunca es tarde para dimensionar el poder interpretativo de dichos conceptos. S.C. (RECORTES DE PRENSA) S. C. (recortes de prensa, Argentina, 2016. Dirección: Oriana Castro, Nicolás Martínez Zamborain. Guión: Oriana Castro. Producción: Oriana Castro, Nicolás Zamborain. Montaje: Emiliano Serra. Fotografía y cámara: Fernando Marticorena. Duración: 69 minutos.