¿Podrías compartir tu cuerpo con un alma extraña? ¿Y si fuera una alienígena que sintiera lo mismo por el chico que amás? Este es el dilema que nos invita nuevamente Stephenie Meyer. "La Huésped" es una novela más adulta de romance y ciencia ficción, que trata sobre una invasión alienígena de almas parásitas y una humana que se resiste a abandonar su cuerpo y se rebela. La autora de la taquillera "Saga Crepúsculo" sobre el amor entre una humana y un vampiro, nos traslada a un futuro no muy lejano, en el que los extraterrestres se apoderan de los cuerpos humanos y crean una sociedad basada en la confianza y la amabilidad. Cualquier similitud con las películas de terror clásicas como "Invasión de Cuerpos" o "La Guerra de los Mundos" es pura coincidencia. El tema no se complicaría tanto para Melanie (Saoirse Ronan),una joven temperamental, que en su vorágine por escapar de los invasores se cruza en su camino un modelo de Calvin Klein Jared, interpretado por Max Irons (hijo del talentoso actor británico Jeremy). Y el despertar sexual vuelve a reaparecer tal como lo había hecho en la saga anterior. Los jóvenes se enamoran perdidamente hasta que ella intenta suicidarse cuán Julieta contemporánea para salvarlo a él y a su pequeño hermanito. Cuando vuelve a la vida, se encuentra que su cuerpo fue poseído por Wanderer (nómada) un alma que viajó por muchos años y pasó por varias vidas. Ambas deberán aprender a convivir con los recuerdos, los sentimientos y los sueños de cada una si quieren lograr su objetivo. A pesar de que Wanda no pertenece a este mundo, comienza a sentir sensaciones en su cuerpo cuando besa a Jared, pero también a Ian (Jake Abel) un joven que convive con la resistencia que lidera Jeb, el tío de Melanie. Quizás la cuestión más firme de la historia reside en cómo otra especie nos ve como seres violentos que viven sin pensar. La confianza de la palabra que ya es olvidada por la sociedad ambiciosa que se mide por lo mundano y el capitalismo. La maldad recae en la "Buscadora" con aires prusianos más parecidos al nazismo que a las tradiciones norteamericanas, Diane Kruger, musa inspiradora de Quentin Tarantino en "Bastardos sin Gloria". Ella no se dará por vencida, desatando un guerra interna contra la raza humana. Una persecución que no da respiro. Como una de las presencias que da cátedra a tantos actores de la nueva generación es el inglés William Hurt, quién interpreta al tío de Melanie, quien como si fuera un padre aconsejador y atento no descreerá de su sobrina, a pesar de lo que opinara el resto de la comunidad. La relación de confianza es el filtro de la historia. Un concepto olvidado por muchos. Técnicamente, la película dirigida y guionada por el neozelandés Andrew Niccol ("Gattaca", "El Señor de la Guerra", "El Precio del Mañana"), no tiene grandes efectos como los que presentaba los films de la "Saga Crepúscul"o, a no ser por la aparición metafórica de lo qué es el "alma", representado como un ente de luz y pureza que transmite paz. La adaptación es bastante fiel al libro y deja un pie al final para una próxima entrega. Se sabe que Meyer habría escrito dos volúmenes más que aún no tienen definido el lanzamiento.
Cuando uno ve en el cine una película épica de este genéro, percibe con qué se encontrará sin leer de antemano la trama. La trilogía de "El Señor de los Anillos", a diez años de su estreno en la pantalla grande, sigue ganando fanáticos en todo el mundo. Con "El Hobbit: Un Viaje Inesperado", ocurre exactamente el mismo éxito. Su director, Peter Jackson, logra plasmar en cada escena un "revival" de lo que fue en su momento "La Comunidad del Anillo" (2001). La diferencia, radica en que el nuevo film presenta un guión con más humor y aventura que sus antecesoras. La fluidez de las escenas hacen que no de respiro ni para ver la hora, ya que su duración es de aproximadamente tres horas. El hobbit Bilbo Bolson, interpretado por el actor británico Martín Freeman, logra transmitir una mirada fresca y desentendida de la responsabilidad que el viaje hacia la aventura de lo desconocido se le presenta y que podría modificar su vida radicalmente. La aparición de los trece enanos (cuyos nombres cuesta memorizar), le dan un toque grotesco y nórdico que rompen con la oscuridad que presentan algunas escenas con los orcos o trolls, y con la aparente normalidad de Bilbo en la Comarca. Gollum (Andy Serkis) y su precioso anillo reaparecen sólo quince minutos en la entretenida escena de los acertijos, necesaria para comprender el origen de toda la historia. Por supuesto, no se puede pasar inadvertida la presencia de Sir Ian McKellen como Gandalf, el mago que llega en el momento justo y salva a nuestros pequeños héroes; Christopher Lee como el oscuro brujo Saruman (aún no perturbado por el lado oscuro); y los reyes élficos Galadriel y Elron, interpretados por Cate Blanchett y Hugo Weaving respectivamente. Lo llamativo de este tanque que corona un 2012 de récord en las salas, es la implementación de una filmación de 48 cuadros por segundo o 48 fps; es decir, un sistema que reemplaza al de 24 cuadros por segundo utilizado desde 1927. Esta nueva forma mejora la experiencia cinéfila de los espectadores, se presenta sólo en veinte salas. Lo fascinante de esta experiencia es que la imagen es tan limpia y nítida que pareciera que fuéramos testigos espiando a través de una ventana. Es posible que esta diferencia en la imagen, sea percibida después de los 15 minutos de la película en los planos más cerrados que sirven para relatar más cercanamente las acciones de los personajes. Los libros de J.R.R Tolkien suelen tener un mensaje de valentía y confianza en uno mismo, cualidades que en la actualidad se ven relegadas en cualquier ámbito. Simplemente, hay que salirse de lo rutinario y de lo correcto para poder vivir una gran aventura y cambiar la lente con la que se mira la vida. Siempre hay algo más allá del horizonte, que nos espera. Sólo resta en nosotros decidir si nos animamos a correr el riesgo.
Muchas risas y poca sangre. De forma simultánea, llegó a los cines de todo el mundo la quinta y última parte de "La Saga Crepúsculo", franquicia basada en la serie de novelas escritas por Stephenie Meyer que ha marcado a toda una generación de lectoras asiduas del romance entre un vampiro y una humana. Como espectadora y fanática de los libros, siento que el director Bill Condon ("Dreamgirls") no ha cumplido con las expectativas. La presentación de los títulos en fundido rojo y blanco (y muy largo por cierto), hace crecer más la tensión por ver qué pasó con Bella (Kirsten Stewart) desde la última escena en la que despierta al final de la primera parte de "Amanecer". Lo que sigue a continuación es muy parecido a los films anteriores: escenas en la que la familia se reúne, pasea por el bosque, caza algún que otro animalito y dos especialmente románticas de los tortolitos que continúan su luna de miel eterna. Las mismas resultan ser cursis o chistosas para los fans como por ejemplo cuando Jacob (interpretado por Taylor Lautner) intenta explicarle a Charly (Billy Burke), el padre de Bella, que ella había "cambiado". Sutilmente, el chico se empieza a desnudar en cámara y se convierte en lobo. El griterío del público femenino -en su mayoría adolescente- rápidamente se escucha por todo el cine. El personaje de vampiro histérico de Edward (encarnado por el actor en ascenso Robert Pattinson), sigue subestimando a su amada, aún cuando ella ya es convertida al vampirismo y es más poderosa que los Volturi y todo el clan Cullen juntos. En este film, el actor británico se encuentra más suelto y dinámico... y hasta se permite salirse del guión, al igual que papá Cullen, el doctor Carlisle (Peter Facinelli). Otro punto criticable y que genera una extraña sensación de que estamos viendo un film de bajo presupuesto, es el efecto especial que se utilizó sobre el personaje de Reneesme. Es muy gracioso ver la diferencia visual de la cara de la beba en comparación al resto del elenco. Lo mismo ocurre cuando aparece Mackenzie Foy, la joven actriz que la interpreta más adulta. Sin embargo, a pesar de la poco efectiva puesta en escena -ni la labor del mexicano Guillermo Navarro ("El Laberinto del Fauno") en la fotografía logra salvar el film- si hay algo que vale la pena destacar es el tan esperado momento del enfrentamiento entre los clanes, cuyos efectos que no se pudieron lograr en las anteriores, aquí se resaltan increíblemente. No apta para amantes del clan Cullen, ya que pueden volar cabezas. Al final hay un video recopilatorio, en la que Bella y Edward recuerdan, recostados en el jardín de lirios, su historia de amor con escenas de las anteriores películas. Bien podría parecerse a un video editado por los fans y posteado vía YouTube. En lo que respecta a la música, la banda estadounidense punk rock Greenday presenta el tema principal titulado "The Forgotten", el cual vale la pena escuchar. Se suponía que el film iba a trascender como una culminacíon épica, pero lamentablemente decepciona a la mayoría de los fans, ya que su final se asimila a las anteriores, sin ninguna novedad que deje boquiabierto al público. Sin dudas no fue la mejor de las cinco, pero hay que verla para cerrar el ciclo.
Entre cajas de maní con chocolate y revólveres, un chico de 12 años, Juan (Teo Gutiérrez Moreno), y su pequeña hermana, tratan de llevar su vida clandestina lo más parecido a la normalidad. La ópera prima de Benjamín Ávila revive la dictadura argentina desde la mirada de un preadolescente cuyos padres, Charo y Daniel, militantes montoneros (interpretados por Natalia Oreiro y César Troncoso), deciden volver al país luego de un largo exilio en Cuba bajo una doble identidad. Así, Juan debe fingir -en la escuela- llamarse Ernesto e inventar una vida que no es suya, hasta que se cruza con María y descubre el primer amor. A diferencia de otros films basados en esta temática, éste intenta no mostrar un enfoque político sino retratar cómo vivían cotidianamente quienes se ocultaban con sus familias por perseguir sus ideales. Lo interesante de la trama no es ver lo traumático o lo angustiante que fue ese momento en la vida de los protagonistas sino que, a pesar de lo que debían superar como familia, nada se logra sin el amor, la esperanza y la contención de esos lazos que unen de por vida. La historia toma mayor fuerza, ya que el director plasmó parte de su vivencia personal viviendo en la clandestinidad junto a sus hermanos, hecho que luego devino en el secuestro de él y la desaparición de su hermano menor. La cercanía con la historia permitió que conmueva aún más al espectador. No es para menos que el productor sea Luis Puenzo, quien 25 años después del estreno de "La Historia Oficial" decida apostar nuevamente por este duro relato. Casualmente, o no, el hijo de Héctor Alterio, Ernesto, interpreta al divertido, despreocupado y entrañable Tío Beto, quien le abre las puertas a su sobrino a vivir la vida como quiere y sin traicionar a los que ama. Puenzo asegura que "Benjamin hacía catarsis cada vez que se terminaba de rodar una escena, y que fue necesario que tanto él como los protagonistas se distanciaran de todo lo que conocían acerca de la dictadura". Un detalle relevante es que los momentos extremadamente violentos se representan con animación al mejor estilo Tarantino en "Kill Bill", lo que permite la construcción de una nueva realidad, que en palabras de Ávila, "termina cerrando en la cabeza del espectador y ayuda a comprender el lugar desde donde Juan observa y siente". El film da la sensación que hay que ponerse desde otro lado para poder comprender el porqué de su lucha y el mundo que querían para sus hijos. Un mensaje para animarse por lo que uno ama. Imperdible el final de los títulos con el tema compuesto para la película de Divididos, "Living de trincheras".