Llega a los cines “50 Sombras Negras” y es muy complicado tratar de entender por qué se siguen haciendo estas películas. De los creadores de “Scary Movie”, con Marlon Wayans, de “Scary Movie”, llega la parodia a “50 sombras de Grey” y es muy mala. Michael Tiddes dirigió previamente las parodias de “Actividad Paranormal” y ya tiene conocimiento del “”””género””” en el que se metió. Aprovecha que se puede hablar de sexo y todos su círculo de palabras y acciones que lo rodean.
Cuando las parodias fallan Era solo una cuestión de tiempo para que alguien tomara el monumental éxito que resultó tanto el libro como la película de 50 Sombras de Grey y lo transformara en una parodia. Lamentablemente para nosotros, ese alguien no fue los hermanos Zucker o Jim Abrahams, los genios detrás de comedias como The Kentucky Fried Movie, Airplane!, La Pistola Desnuda o Hot Shots!. La tarea recayó en Marlon Wayans, quien desde su participación en Scary Movie en el año 2000 difícilmente volvió a filmar algo gracioso y/o divertido. 50 Sombras Negras es una película que apunta a dos tipo de público: el primero es público el afroamericano, ya que la mayoría de los chistes van por el costado racial, y el segundo obviamente es quienes disfrutaron de 50 Sombras de Grey. Entonces, si no sos negro o fanático de las novelas de E. L. James, dudo mucho que esta película vaya a hacer algo por vos, a menos que disfrutes de tirarte al piso y llorar cuando salís del cine por haber gastado tu dinero en este esperpento de proporciones épicas. Si están leyendo esto imagino que conocen de que va la historia del film, ya que no se aleja demasiado -casi nada diría- de lo que fue la adaptación de 50 Sombras de Grey, caso contrario pueden leer la opinión de un indignado Fede Cobreros acá. Pero si hay algo que podemos rescatar de esta parodia es que desde el primer momento acepta que el material original en que está basada es una basura. No faltarán chistes al respecto, uno esperable pero gracioso, y no mucho más que eso. De hecho, nada más que eso. Los chistes no tienen construcción alguna y en su mayoría son solo punch lines o momentos de comedia física que muerden el polvo inmediatamente. Todos obvios y esperables. Si bien las interpretaciones son odiosas y todos los actores y actrices que aparecen en escena simplemente están haciendo el ridículo (y cuando digo todos es TODOS), vale la pena destacar la horrorosa labor de Jenny Zigrino como una suerte de Rebel Wilson clase z, a quien no conocía hasta ahora y lo único que espero de la vida es no tener que verla nunca más en una película. Su trabajo es verdaderamente insoportable incluso en una película que falla en todo desde el primer momento. Conclusión 50 Sombras Negras es una película que hasta los fanáticos de las novelas de E. L. James van a odiar. Es una experiencia sumamente aburrida, con chistes obvios que no dan gracia y donde la mayoría de sus interpretes dan pena desde el momento que aparecen frente a cámara. Créanme, soy el primer en admitir que me río de cualquier cosa y hasta entré a la sala esperando divertirme viendo como se mofaban de la nefasta 50 Sombras de Grey. Pero lo único que logra esta película es que 50 Sombras de Grey parezca una obra de arte filmada por Paul Thomas Anderson (Brrrrrrrrr, de solo escribir eso me dio escalofríos).
Sombras que aburren Es curioso como en algún momento el cine de parodias terminó convirtiéndose en un género en sí mismo, y si Y dónde está el piloto? (Airplane!, 1980) fue una de las primeras que supo emular, dentro de su estructura narrativa, a algún blockbuster popular para generar empatía con el público, fue en ese período cuando el cine de Hollywood comprendió que el nicho para generar este tipo de films estaba sembrado. 50 sombras negras (50 shades of Black, 2015) con Marlon Wayans a la cabeza, es la continuación de una serie de películas que le sirvieron al actor -y director- la posibilidad de consolidar su carrera de intérprete dentro de la comedia burda sin otro interés que generar ingresos en la taquilla y en sus bolsillos. En esta oportunidad será la saga literaria creada por E.L.James, y adaptada recientemente al cine por la directora Sam Taylor-Johnson. En 50 sombras negras al igual que en Cincuenta sombras de Grey (Fifty Shades of Grey, 2015), una joven, en este caso Hannah (Kali Hawk) caerá en las redes del misterioso Sr. Black (Marlon Wayans) un exitoso empresario con gustos particulares sobre sexo y relaciones con el género opuesto. El trabajo del director y guionista será de sumar, en el medio, bromas y chistes sin gracia, con algún que otro punchline o gag (siempre relacionados a lo escatológico) donde la sonrisa asoma por encima del tedio generalizado de la aburrida propuesta. El problema de 50 sombras negras es justamente la falta de parodia, y respetar casi literalmente el guión de Cincuenta sombras de Grey. La frescura se pierde y sólo asistimos a una sucesión de chistes sin remate, enfocados en la fealdad de la protagonista, el tamaño del miembro de Black y el de su hermano (Affion Crockett) y en cómo la compañera de cuarto de Hannah la pasa mucho mejor que ella. 50 sombras negras se suma a una larga lista de títulos que sólo intentarán que el incauto que se acerque a las salas y que decide a último momento que ver, elija esta propuesta, que hace de cada chiste un golpe a los buenos momentos que en otras oportunidades Marlon Wayans, nos hizo disfrutar.
Sombras aburridas Los Wayans son parte de una de las familias afroamericanas más reconocidas del cine de Estados Unidos, todos son comediantes, escritores y actores con una larga trayectoria. Empezaron a funcionar como una factoría y a realizar sus propias películas donde se encargaron de parodiar varios films con Scary Movie (2000), donde Keenen Ivory Wayans dirigió y escribió con sus hermanos Shawn y Marlon (quienes también actúan) esta parodia de Scream (Wes Craven, 1997). También se hicieron cargo de su secuela pero no de las otras tres películas de la saga, y repitieron colaboraciones en las asquerosas ¿Y Dónde Están las Rubias? (White Chicks, 2004) y Chiquito pero peligroso (Little Man, 2006). Marlon Wayans decidió escribir y producir sus proyectos, junto con el director Michael Tiddes y el guionista Rick Alvarez llevaron a cabo Hunted House (2013) y Hunted House 2 (2014) donde llegaban a parodiar el terror found footage. Esta vez le llegó el turno a 50 sombras de Grey (Sam Taylor-Wood, 2015) la adaptación del exitoso libro erótico. Tomando como premisa el argumento del libro/película, en este caso Hanna Steele (Kali Hawks) una estudiante universitaria sin experiencia iniciará una relación con Christian Black (Marlon Wayans) un rico hombre de negocios cuyas prácticas sexuales se basan en sodomizar y castigar a las mujeres. La comedia se basa en chistes (o golpes en la variante slapstick) que funcionan, pero para que eso suceda debe cumplir con dos con requisitos fundamentales: timing y creatividad. En este caso no hay ninguna de las dos, toda la película se repiten cientos de chistes vistos en la filmografía de la que Marlon Wayans ha sido parte en su carrera y se agregan los que la trama sobre sadomasoquismo propone, todos bastante trillados, sobre todo los sexuales. Además abunda en referencias a la cultura pop que intentan ser graciosas (desde Donald Trump hasta Netflix) en las que también falla. Cabe destacar que uno solo está realmente bien construido y vale la pena. El guion es casi inexistente, solamente se toma de partida el material, se le agrega cierta concepción que en USA tienen sobre los negros y los chistes que no paran de salir mal; además de no tener una construcción en la que haya una progresión sólida de la historia. Una vez que se conocen es todo una sucesión de escenas donde el personaje de Hanna no sabe si aceptar o no el ofrecimiento, concretan donde en el acto pasan cosas que deberían ser graciosas, luego le reprocha sus actitudes, escenas de relleno y el inevitable arreglo. Además tiene un personaje realmente insoportable que imita a la actriz Rebel Wilson, pero es más escatológica y adicta al sexo 50 Sombras Negras es una mala película, no es entretenida, ni graciosa, ni siquiera podría ser considerada “pochoclera”. Hay una media de público que disfruta y se ríe inexplicablemente de estas películas, probablemente de ser un éxito tenga una secuela cuando en 2017 se estrene la secuela de Grey. En conclusión, no aporta nada y sólo sigue golpeando al género de la comedia.
La parodia de la película y novela “50 Sombras de Grey”, llega a los cines argentinos con un humor vulgar y simplista. El film dirigido por Michael Tiddes, director de las películas “¿Y dónde está el fantasma?” es el encargado de llevar a cabo esta cinta que cuenta con las actuaciones de Marlon Wayans, un regular ya en sus proyectos, y Kali Hawk, en los roles de Christian Black y Hannah, respectivamente. La trama es una parodia cómica del best seller “50 Sombras de Grey”, que también tiene una mezcla con otras producciones que podrían decirse románticas. El humor empleado es bastante escatológico y chabacano, desde desnudos hasta diálogos muy subidos de tono. Solo en ciertos momentos hay algunos chistes bien empleados que dan cuenta de la realidad social como las diferencias raciales o el maltrato a la mujer, aunque éstos son escasos. Los personajes están sobreactuados al nivel del ridículo lo que hace que por ciertos momentos se espere ansioso el cambio de escena. Algunos de los actores logran mínimo un chiste bueno,pero ese no es el caso de Jenny Zigrino, quien interpreta a Kateesha, la amiga de Hannah, que resulta ser lo más vulgar y aburrido de la cinta. La película como parodia tiene sus momentos, principalmente cuando hace burla directa de la obra original o cuando se hace mención de la actualidad, e incluso en algunos diálogos en lo que se hacen bromas sobre cultura general. Es el típico film que debería haberse salteado la proyecciones en cine e ir directamente al catálogo de Netflix
Una típica película de Marlon Wayans Luego del éxito comercial de las parodias de Actividad Paranormal (A Haunted House 1 & 2), la dupla Marlon Wayans + Michael Tiddes vuelve a la carga con 50 sombras negras, un film que se construye a imagen y semejanza de la película 50 Sombras de Grey pero con sus habituales ribetes cómicos basados en lo obsceno y lo grotesco. El protagonista es Christian Black, un multimillonario que amasó su fortuna en las redes del narcotráfico. Cierto día recibe en su oficina a una estudiante de literatura inglesa con la que empieza una relación un tanto más asquerosa y exacerbada que la original… En su rol como co-guionista y productor del film, Wayans intenta replicar el estilo de películas como “Scary Movie” (2000), algo que se ha vuelto reiterativo y cansador, sobre todo porque el ex G.I Joe sigue sin demostrar ingenio creativo alguno para la parodia. En este caso, la pereza intelectual del actor se refleja en una historia cuyo único objetivo es reírse del negro punga, del negro analfabeto, de la gorda sexópata o del pseudo amigo violador. El repertorio humorístico, en este sentido, se articula a partir de un conjunto de estereotipos racistas, misóginos y discriminatorios puestos al servicio de gags muy forzados y elementales, en estrecho vínculo con lo sexual. Lo descripto anteriormente no es nada distinto a lo que Wayans venía haciendo, por lo que su nicho de seguidores seguramente recibirá de buen agrado esta nueva entrega. En lo personal, creo que se trata de un humor agotado y pasado de moda desde, al menos, “Una loca película épica” (2007) o “Una loca película de Esparta” (2008). Lo único bueno, más allá de valoraciones positivas o negativas, es que cuando entras al cine sabés con qué te vas a encontrar.
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Una parodia de las Cincuenta sombras de Grey hecha con una pareja de afroamericanos. Humor obvio, chancho, reiterativo, exagerado, fundamentalmente escatológico, pretendidamente delirante
na parodia de la exitosa Fifty Shades of Grey era fruta que estaba colgando muy bajo del árbol, y la dupla del actor Marlon Wayans con su director predilecto Michael Tiddes vieron la oportunidad y se lanzaron al vacío. El resultado, como siempre, es un refrito de la historia que tiene el humor habitual de la dupla, que tanto los caracteriza: burdo, simple y gastado. Soy de esos que consideran que la película original no es un producto malo, pero tampoco es bueno. Es mucho mejor de lo que a simple vista el libro puede llegar a considerarse, y eso habiendo leído algún que otro pasaje de la inleíble novela. Ya el guión de Kelly Marcel se prestaba a la parodia sutil, a reírse del producto tan solapadamente que uno no sabía que estaba viendo una comedia en modo ninja, riéndose de la visión tan vainilla del mundo de la dominación que presentaba la historia de Anastasia Steele y Christian Grey. Es por eso que Fifty Shades of Black es tan innecesaria. Puede resultar catártica en algunos momentos, cuando tanto Wayans como Tiddes son iluminados desde arriba y le propinan a la naciente saga un par de golpes bajos que te pueden sacar una sonrisa, pero hasta ahí llegan. Si vamos a destacarle alguna que otra cosa antes de pegarle miserablemente, es que en algunos momentos, los escenarios son prácticamente calcados del film original. La sala de juegos de Grey, o la oficina con luz tenue y cálida donde se firma el contrato de confidencialidad se notan tan o igualmente similares que abruman y le dan un toque extra. Wayans a esta altura es inimputable, puede hacer lo que quiera porque total el dinero lo va a recuperar -estas parodias cuestan un vuelto en Hollywood, prácticamente- y las expresiones faciales que hace pueden hacerte bufar de la risa. Eso, y que de paso siempre elige mostrar su esbelto cuerpo, para aquel que le preocupe admirarlo. Kali Hawk, la Anastasia de turno, es una interesante comediante, que obviamente supera las circunstancias a las que se ve encasillada en el pobre guión, pero le sigue el ritmo a Wayans en todas las escenas. No se pierden oportunidad también de pasearse por la película los cameos de comediantes como Fred Willard y Mike Epps, así como también la aparición de Jane Seymour, lejos ya de ser la Doctora Quinn que todos conocimos. Si entran a la sala de cine para ver Fifty Shades of Black los felicito, tienen mas coraje que el que les escribe. Si están sentados en la butaca, sabrán que pasarán hora y media con una comedia cuyo humor conocen de antemano, y no habrá muchas sorpresas de por medio. Están avisados.
Cómo empobrecer una sátira ingeniosa La idea era burlarse de "50 sombras de Grey" aplicando su esquema en un ambiente afroamericano. En vez del frío, tortuoso y pálido yuppie Christian Grey, he aquí al pícaro (y acomplejado) yuppie de cuarta Christian Black. La historia empieza más o menos parecida, la escenografía es ocasionalmente parecida, sólo que el fulano le roba al prójimo de manera más evidente y la tierna víctima no es tan tierna y pavota como la otra. En algunas partes, la película calza bien como parodia del éxito y como sátira sobre el comportamiento de diferentes razas y sociedades. Pero en otras partes es sólo una serie de guarangadas tan berretas que, por contraposición, hacen que la película original parezca mejor de lo que es. Curiosamente, además de alegremente vulgar, éste resulta un pasatiempo negramente racista: las mujeres blancas y orientales quedan como unas locas desatadas. Para equilibrar, los hombres negros son vagos y mal entretenidos, amén de ridículos. Responsable principal del chiste, en su triple carácter de coproductor, coguionista y cara convocante, es Marlon Wayans, un hombre que se lucía muy bien en el dramático "Requiem por un sueño", pero que después, con las "Scary Movie", encontró el modo de hacer plata fácil y ya no hay quién lo reencauce. Algo similar pasa con Kali Hawk, que según dicen egresó de la escuela con los mejores promedios, estaba con un pie en la universidad, alguien le sacó una foto y adiós estudios. Con la carita levemente ordinaria y un cuerpo, no digamos extraordinario pero sí atendible, ella acá se dedica a lucir varios conjuntos de ropa interior y dejar bien parada a su raza: su personaje empieza igual que la tonta de "50 sombras de Grey" pero tiene su carácter. Un detalle: la comedia sienta posición desde el título, jugando con los apellidos (sombras de Grey, sombras de Black), pero acá se rebautizó jugando con la redundancia: sombras negras. Graciosamente, la secuela de la original, "50 sombras más oscuras", ahora va a parecer secuela de la parodia. Si es que dentro de unos meses alguien todavía la recuerda. Desde ya estamos dispuestos a olvidar la participación de Joan Seymour y Florence Henderson, tan "señoras" que eran en otros tiempos.
Quizás resulte atractiva para los seguidores del género o para quienes amen u odien la novela de “50 sombras de Gray”. Los chistes que se realizan no resultan muy graciosos y es todo muy obvio. Y cuando uno sale de la sala se pregunta ¿para qué?
Quienes vieron Chicas armadas y peligrosas saben que en realidad Marlon Wayans es un buen actor y buen comediante. Pero en estos casos de parodia anual de “lo que más vendió de Hollywood” (aquí es el sexo bobo del tal Gray) siempre sucede lo mismo: una catarata de chistes de golpe y porrazo que requieren que uno tenga en la cabeza todo lo “famoso” que pasó en los EE.UU. durante todo un año. Y a veces uno se ríe, pero también a veces uno se asusta si ladra un perro.
En un 2015 récord en la taquilla vernácula en cuya olla se cocinó de todo es lógico que algunos ingredientes fuesen de factura mediocre pero muy comercial, tal el caso de “50 sombras de Grey” o de “Actividad Paranormal 5”, pésimas muestras de cine norteamericano. El actor, guionista y director Marlon Wayans vive de este tipo productos, tomando su argumento para realizar parodias satíricas. Una suerte de carroñero de popularidad si se quiere, lo cual no significa que el resultado final sea del todo convincente. La muestra más cabal del (des) aprovechamiento del recurso sería la saga de scary movie porque en “In-Actividad Paranormal” (2013) sí había una mezcla balanceada de gags, combinados con la verdadera burla a la forma de instalar códigos narrativos (la cámara en mano o las de seguridad), para luego traicionarlos, propios de la saga original. En el caso de “50 sombras negras” es como hacer leña del árbol caído. Es fácil mofarse de una película fallida que por pretenciosa cayó en el ridículo. Todavía causa risa la escena de Grey en el piano con lo cual hacer otra escena igual exagerando todo es (mucho, demasiado) más de lo mismo. Huelga ahondar en el argumento porque el guión está calcado, pero aquí se subraya todo de forma tan obvia que el espectador que haya visto la original el año pasado podrá hasta anticipar los remates de cada escena y hasta si se toma algunos segundos posteriores al chiste, idear una mejor opción. Si bien no se pueden negar algunos gags que tienen vida propia, aunque aislada del contexto, lo cierto es que la conclusión final también es obvia. Dicho de otra manera: ¿Cuál puede ser el resultado de una parodia sobre una mala película? Una mala parodia.
Siguiendo la tradición iniciada hace ya más de una década, es el turno de la comedia anual de los hermanos Wayans, en su mayoría spoof movies (o parodias para hablar en criollo). Esta vez, abandonan la premisa de burlarse del taquillazo de terror, para arremeter contra lo que fue el furor de la temporada 2014, inicios de 2015, 50 Sombras de Grey. A decir verdad, como en los dos últimos films, del clan, solo quedó el hermano Marlon – aunque se las siga reconociendo como películas "de los Wayans" – sumado a un nuevo equipo formado por el director Michael Tiddes y el co-guionista, junto a Marlon, Rick Alvarez; nombres que solo cuentan en su filmografía con estos tres largometrajes. Retomando, esta vez, el eje central es la adaptación al cine de la novela de E.L. James, producto que ya de por sí rozaba la comedia involuntaria; punto de partida para disparar todo tipo de chistes hacia la cultura y actualidad moderna. Hannah (Kali Hawk) es una estudiante universitaria de Letras que tiene que remplazar a la compañera con la que convive en una entrevista al ¿Empresario? Christian Black (Marlon Wayans). Ni bien se conocen el flechazo es inmediato, pero hay varios asuntos que los distancian. Hannah pareciera ser mucho más introvertida que Christian. El hombre sufre de una suerte de bloqueo emocional que lo lleva a prácticas sexuales extremas y no está dispuesto al compromiso; es más, pretende que Hannah firme un pesado contrato dando permiso a esas prácticas. Uno de los aportes nuevos corre por cuenta de la ignota actriz Jenny Zegrino quien interpreta a Kateesha, la compañera de departamento de Hannah, una burda copia de los roles que suele jugar Rebel Wilson. Burda en todo sentido, si ya el humor grueso de Wilson es de dudosa eficacia, Zegrino redobla la apuesta componiendo uno de los personajes más desagradables que recuerde en los últimos tiempos. Hay otros agregados como las clásicas apariciones de alguna estrella, en este caso Jane "Dra. Queen" Seymour, como la madre de Christian, limitándose a dos secuencias en donde solo espetará todo tipo de humoradas racistas, supuestamente hilarantes. Cincuenta Sombras Negras oscila entre el aburrimiento y el gesto de desagrado, rara vez transita con acierto el humor (sí, algún gag suelto si nos agarra desprevenido puede dibujar una sonrisa o hasta una solitaria carcajada). No vamos a cuestionar el por qué de su realización, tienen su público y suelen ser de cierto éxito fugaz. Es simplemente la opinión de quien escribe, pensando en la paradoja de su premisa y los resultados del film. Sí, es calcado el argumento del film original, con algunos agregados y quites menores. ¿Es eso un problema? No, los problemas pasan por otro lado. En lo que parece un copiar y pegar de opiniones en todos los films de esta camada; hay que aclarar que no hay casi nada nuevo bajo el puente. El error es simple, Cincuenta Sombras Negras no es graciosa en ningún momento. Agradeciendo una duración corta – que lo podría ser más sin embargo – se suman gags repetidos (aun dentro de la misma película), obvios hasta ser adivinados antes de que ocurran, infructuosos, otros de mal gusto, remarcados, de remate tardío (o sin él), y lo que es mucho peor, explicados. Es una regla básica y primordial del humor, si al chiste hay que explicarlo pierde la gracia; no hay necesidad de verbalizar un gag visual, alcanza con ver lo que sucede en el cuadro de escena; parece algo simple, pero para esta película es casi una tarea imposible.
Guarradas gratuitas Fenómeno comercial con más de cuarenta millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, la tetralogía Cincuenta sombras llegó al cine de una forma tan tardía como incompleta: en el interior de la adaptación del primer libro, Cincuenta sombras de Grey, anidaba el espíritu grasa y la ilustración banal y superflua del deseo de esos thrillers eróticos berretas de los primeros 90 (El cuerpo del delito, Sliver), pero no su goce culposo ni mucho la autoconciencia de sus limitaciones. Difícil, pues, esperar algo bueno de una versión cómica de una película de por sí mala. El máximo responsable de 50 sombras negras es el aquí actor, productor y coguionista Marlon Wayans, un rostro quizá no tan conocido por estos pagos –una de las películas más populares, ¿Dónde están las rubias?, es una fija de la rotación de Telefe– pero de amplia trayectoria y, siendo un poco generosos, ciertos pergaminos en el terreno de la búsqueda de risas gracias a la creación de Scary Movie. Esa saga, además, cimentó el que con los años se convertiría en el procedimiento habitual de su trabajo, que consiste en tomar el éxito de turno y refritarlo en clave de comedia por momentos absurda y por otros gruesa, dando como resultado films en la línea de ¿Y dónde está el fantasma? o Inactividad paranormal, ambos con inexplicable paso por los cines argentinos, y dirigidos, al igual que aquí, por Michael Tiddes.Lejos del carácter metadiscursivo e irónico de las primeras comedias de Mel Brooks, quizá el referente más lejano –en tiempo, pero también estilo y forma– de Wayans, 50 sombras negras se limita a apelotonar guarrerías sexuales gratuitas y de dudoso gusto en medio de una estructura narrativa similar a la del film protagonizado por Dakota Johnson y Jamie Dornan. Nada nuevo bajo el impetuoso sol de enero, dirán a coro y con razón aquellos espectadores que recuerden las dos primeras Scary Movie (la tercera y cuarta, dirigidas por David Zucker, creador de La pistola desnuda, son otra cuestión). Tampoco es novedoso que el film llegue apenas un año después del estreno del objeto a parodiar. La premura es acorde al carácter efímero del éxito de Grey y oportuna en términos comerciales y de visibilidad, pero difícilmente positiva en términos artísticos: cada plano exhibe una facturación apurada y vaciada de cualquier tipo de reflexión, y su guión una falta de puntería casi perfecta a la hora de dar en el blanco humorístico. Falta de puntería y de timing, ya que, al igual que la adaptación del libro de la británica E.L. James, 50 sombras negras llega tarde a todo, incluso a una dosis de escatología que hará respingar las narices de los amantes del buen gusto. Proyecto 43 lo hizo mil veces mejor y casi tres años antes.
Una película un tanto bobita, pero en su defensa se puede considerar que la sátira está prácticamente hecha escena por escena y por lo tanto no hay mucho lugar para la originalidad, es decir, no es del estilo de las que hace referencia a las...