El fin del patriacardo Aguas Verdes (2009) del director argentino Mariano De Rosa (Mala época, 1998), film que participó en el Fórum de la 59ª edición del Festival de Cine de Berlín y tuvo su paso por diferentes festivales internacionales como el de Chicago, San Pablo y Calcuta, desarrolla una historia desde el absurdo con un notable trabajo desde lo narrativo. La trama parte de la premisa paranoica de un padre de familia (Alejando Fiore) que siente perder su lugar ante la aparición de Roberto, un extraño y onírico personaje, que conquistará a cada uno de los integrantes de esa familia desmembrada. De Rosa construye una serie de climas, a partir de una estructura narrativa que cruza diferentes tipos de géneros. Comedia familiar, suspenso, thriller, drama y hasta cierto surrealismo se pueden apreciar en Aguas Verdes. Para el realizador la película es un hibrido y por eso no se sabe muy bien como clasificarla. "Siempre fui consciente de eso desde que escribí el guión y era el riesgo de la película. Una forma de clasificar la película, sería como una comedia negra, por la estructura dramática, pero en realidad es una comedia que se convierte en un thriller y es una película de “arte” donde hay un objetivo que tiene que ver con lo artístico pero que tiene a la vez una veta comercial importante “. Más allá de ciertos errores desde lo formal como planos mal resueltos, abuso del fundido o situaciones que no quedan muy en claro porqué sucedieron, el film sale airoso en su conjunto gracias una idea central bien resuelta. Algo poco visto en el Nuevo Cine Argentino que muchas veces no saba como contar un hecho. De manera mínima y con escasos recursos plásticos –solo el agua como elemento simbólico y una playa argentina- se presenta un film simple que servirá para poner en crisis el patriarcado familiar, augurándole un promisorio futuro para este director que estrena de manera independiente y, como su película, con escasos recursos (económicos).
De Rosa, Aguas Verdes y un estreno negro Mariano De Rosa es uno de los "secretos" mejor guardados del nuevo cine argentino y, lamentablemente, parece que va a seguir siéndolo. Director en 1998 de Vida y obra, uno de los episodios más logrados del tríptico Mala época, tardó una década en concretar su ópera prima, Aguas Verdes. Tras múltiples dificultades, logró que el film tuviera su première mundial nada menos que en la sección Forum de la Berlinale 2009. Luego, recorrió el circuito de festivales locales e internacionales (IndieLisboa, Chicago, La Habana, San Pablo, Leipzig y un largo etcétera) hasta llegar este jueves 22 al estreno comercial. Como suele ocurrir con muchas películas argentinas, casi no tuvo promoción ni publicidad. Al menos, en mi caso, recién me entero de su lanzamiento en cinco salas (que, con la excepción del Gaumont, no suelen tener demasiada convocatoria) gracias a un e-mail que envió el propio director el mismo día del estreno. Tampoco he leido notas ni críticas del film en otros medios. Es una pena. No estamos ante ninguna maravilla o genialidad, pero esta tragicomedia sobre las desventuras de una familia disfuncional durante un viaje de vacaciones al balneario del título tiene unos cuantos hallazgos narrativos, de guión, actorales y visuales. La película bordea el patetismo, la ridiculización de sus anithéroes, pero termina gambeteando los peores vicios y peligros para lograr una historia bastante convincente e ilustrativa de ciertas miserias y contradicciones de la clase media urbana. Cuando dialogué por primera y única vez en mi vida con De Rosa, con motivo de la proyección del film en la Berlinale, me dijo que la veía como una película "con una temática a la americana, pero con una factura a la francesa", y algo de eso hay. Lo triste es que su carrera comercial, parece, será bien "a la argentina". Las películas con méritos artítiscos (y Aguas Verdes los tiene) merecen mejor suerte.
Paranoia y alienación en Aguas Verdes El director Mariano De Rosa se inserta en este film en las aventuras y desventuras que vive un matrimonio y sus dos hijos. Juan (meritorio trabajo de Alejandro Fiore), el padre, decide ir a pasar una temporada de descanso al balneario de Aguas Verdes acompañado por todo su grupo familiar. Nada parece perturbar esos días de descanso de Juan, hasta que Roberto, un individuo misterioso que se desplaza en una motocicleta, traba relación con su hija adolescente. Esto desencadena en Juan una angustiante paranoia; el hombre salido de la nada va conquistando a su familia y él se siente cada vez más marginado, mientras se dedica a espiar los movimientos de sus allegados. La idea original no carecía de originalidad, fundamentalmente en la pintura de ese padre que va perdiendo la confianza en sus seres más cercanos, pero el guión cae en una permanente monotonía que, sumada a unos rubros técnicos de notorias fallas, hacen de Aguas Verdes un film que promete más de lo que da. Lanzada repentinamente a las pantallas de los cines con muy escasa promoción, la película demuestra, no obstante, que el director Mariano De Rosa (que en 1998 había realizado uno de los episodios de Mala época) posee oficio para manejar la cámara.
La playa del misterio El filme de Mariano de Rosa, con Alejandro Fiore, sigue a una familia en unas complicadas vacaciones en la costa. Entre la comedia y el misterio, Aguas verdes, de Mariano de Rosa, es una apuesta de riesgo de la que el director -que hizo uno de los mejores cortos de Mala época (1998) y debuta, más de una década después, como "solista"- no consigue exprimir todas sus posibilidades. La película arranca, costumbrismo puro, con una familia yéndose de vacaciones al balneario que da título al filme. Pero, pronto, el padre de familia (Alejandro Fiore) comienza a sentir que su hija adolescente y su esposa le prestan cada vez menos atención, situación que recrudece cuando un joven atractivo y misterioso aparece en la playa y empieza a ser el centro de las miradas de todas las mujeres del balneario. Estudio sobre los celos, sobre la paranoia y los roles cambiantes en una familia de clase media, Aguas verdes empieza a correrse hacia el suspenso y la contenida violencia. Pese a tener muchas escenas mal resueltas desde lo formal y lo actoral, Aguas verdes se sostiene como un ejercicio, esforzado, de hacer un filme de género(s) con bajos recursos.
¿Qué esperar de un viaje de vacaciones con tu familia tras un intenso año de trabajo? La cabeza de familia, Julian (Alejandro Fiore), es un padre estresado, a quien sus hijos púners cada día que transcurre se alejan aun más de la imagen parternal, inclusive su mujer se presenta algo tediosa por el comportamiento paranoico que el marido va acrecentando. Julian sube al clan familiar al Peugeot y el viaje comienza. El destino: Aguas Verdes, una pequeña y hermosa ciudad balnearia de la costa argentina. El arribo: Conozco Aguas Verdes y debe de ser uno de los lugares más tranquilos por los cuales he transitado con un carro, ahora, tal es el estado de alteración de Julian que, al transitar en las primeras entrecalles de la via principal, choca su automovil. Aguas Verdes, transita por varios géneros, comedia, drama y suspenso. Tiene elementos de Balnearios conjugados con La Mirada Indiscreta (Rear Window) y Pauline en la Playa. El personaje de Julian minuto a minuto incrementa su obsesión, en gran parte hacia su hija, a quien sigilosamente observa - largavista de por medio - en numerosas ocasiones cercanamente a otro chico, Roberto, interpretado por Diego Cremonesi, con un rol similar, su perfil lo permite, al del tipo fanfarrón de Masacre ésta Noche, film de horror/suspenso galardonado en el pasado BARS, producción platense (Paura Flics), al igual que el director de ésta, Mariano de Rosa. Roberto, se inserta en el clan, en el mundo de Julian de manera abrupta. No sólo es tedioso, machista y egocéntrico, sino que, encanta a las mujeres de su entorno. Dos maestras en vacaciones se hacen amigas, un pequeño apartado para las fantasías de Julian, quien las ve desvanecidas una vez que el chico entra en acción. Julian queda en segundo plano, no emite opinión, está ausente aunque físicamente se encuentre sentado cenando en la misma mesa. Al estar en la playa, su hija se escapa a cada rato, con sus amigos o con Roberto. Su hijo no hace màs que jugar con un pescado que se va pudriendo secuencialmente al igual que la trama. Su esposa es distante, pero sólo con el. Los cuestionamientos que como espectadores nos hacemos, son los mismos que el excelentemente interpretado por Fiore realiza. ¿Yo genero esto o mi familia está tan podrida como el pescado que terminaré tirando?. Mariano de Rosa dirige sigilosamente éste film, con muy buenas intenciones y con conocimiento de lo que hace. Hay puestas de cámara interesantes, dando la sensación de un estudiante de cine que minuciosamente ha analizado otros films y querido transportar sensaciones encontradas a su propia obra. El film recorrió diversos circuitos de festivales, destacándose en la Berlinale 2009. Queda por cuestionarse, el por qué un film argentino como éste, importante por sus resultados, haya tenido tan baja difusión por medios, y escasas salas de exhibición. El film contiene elementos más que suficientes como para atraer al público amante de los thrillers franceses. Considerar que sea un ejemplo más de cine argentino que es ovacionado en el exterior e inentendiblemente en su país de origen le cerremos las puertas y bocas de exhibición, cuando en realidad deberíamos abrazarnos todos a ejemplos de cine hechos a pulmon, con bajos recursos e ideas eficientes.