La casa del puente El documental de Gerardo Panero retrata la vida y obra de Amancio Williams, uno de los más famosos arquitectos modernos argentinos cuya obra aún hoy sigue siendo desconocida para muchos. Amancio Williams (2013) se estructura en dos hechos puntuales de la vida de este arquitecto fallecido en 1989. La construcción de “La casa del puente”, una vivienda montada sobre el puente que atraviesa un arroyo en la ciudad de Mar del Plata y, por otra parte, su relación profesional con el arquitecto moderno suizo-francés Le Corbusier durante la construcción de la Casa Curutchet en La Plata. Gerardo Panero toma estos dos hechos puntuales, y tal vez los más trascendentales en la obra de Amancio Williams, para trazar un mapa sobre la vida de este hombre hijo del músico Alberto Williams que cambió los conceptos sobre la arquitectura moderna. Admirado por Le Corbusier, fue el elegido para colaborar en la construcción de la Casa Curuchet, además de ser el creador de un cantidad de obras modernas hoy desaparecidas. Es en la desaparición de la obra de Williams en donde Panero también hace foco para plantear la carencia en las políticas de conservación del patrimonio cultural por parte de los gobiernos de turno. Su obra más característica, "La casa del puente", pese a la ley de preservación, estuvo a la deriva y sin ningún tipo de mantención, sufriendo incluso dos incendios intencionales. El gobierno de Mar del Plata se hizo cargo de la misma pero, aunque es utilizada como un museo, su restauración aún se hace esperar. Desde lo formal, Panero reconstruye a Amancio Williams a través de los testimonios de entendidos en la materia, su hijo, historiadores y gente que tuvo alguna vinculación directa con él, para entrelazarla con material de archivo visual y gráfico. Un relato clásico pero no por eso académico, sino todo lo contrario. Amancio Williams se constituye en un material audiovisual de inconmensurable valor histórico que rescata de las arcas del olvido a un hombre, que pese a ser desconocido por muchos, es una piedra fundamental en la concepción de la arquitectura moderna, aunque como pasa muchas veces nadie lo sepa.Un buen momento para conocer a Amancio Williams.
Apasionante retrato de un arquitecto Uno tiene ganas de decirle a mucha gente que no se pierda este documental. Pero Amancio Williams se da en pocas funciones en una sola sala del Centro Cultural San Martín. Es un estreno mínimo, como el de tantos otros documentales argentinos. Amancio Williams es uno de los destacados, de los importantes, de los fascinantes. Claro, para todos aquellos que valoran -y mucho- las buenas películas sobre arquitectura, arquitectos, urbanismo. Las ideas sobre cómo habitar el espacio pueden conectarse muy bien con el cine. Amancio Williams fue uno de los grandes de la arquitectura moderna argentina, y la película de Gerardo Panero (exhibida en las últimas ediciones del Festival de Mar del Plata y el Bafici) plantea un retrato de su obra, sus influencias, sus conexiones -especialmente con Le Corbusier-, sus obsesiones. Y lo hace con una solidez notable, una lógica expositiva clara, que explica sin caer en demagogias didácticas ni en formas meramente informativas. Amancio Williams es una película clara y a la vez sofisticada, que rodea sus temas y a su retratado con recursos variados: entrevistas, claro -bien dosificadas, bien montadas, que nunca se extienden de más-, observaciones de construcciones, planos de bocetos y de espacios proyectados. Y material de archivo que inevitablemente muestra un pasado más creativo, más pujante, menos pobre que el actual. Por otra parte, el film logra de forma consistente esquivar el habitual riesgo de musicalización en modo televisivo de muchos documentales al decidirse por las composiciones del padre de Amancio, el músico Alberto Williams, y usarlas de forma sutil, climática, sobria. La película también funciona como un retrato en el tiempo de "la casa sobre el arroyo", o "la casa puente", la obra más conocida de Williams (además de la Casa Curutchet de La Plata, que diseñó Le Corbusier, pero cuya obra dirigió Williams, incluso con variantes). La casa sobre el arroyo no sólo es importante en la obra de Williams, también es una de las construcciones destacadas en listas de obras arquitectónicas de todo el mundo. El eje puesto por el film sobre esa casa funciona de forma descriptiva (el montaje y los recorridos aportan a la relación interior-exterior buscada por Williams) y de forma narrativa, al contar sin ripios el triste destino del inmueble, dentro del triste destino de la cultura relevante del siglo XX en esta Argentina contemporánea.
Por un espacio libre El documental sobre el arquitecto Amancio Williams (1913/1989), dirigido por Gerardo Panero, sin sobresalir como pieza indispensable dentro del género, ostenta algunas aristas estéticas que pretenden (y convencen) no sólo a un espectador experto en el tema. El documental sobre el arquitecto Amancio Williams (1913/1989), dirigido por Gerardo Panero, sin sobresalir como pieza indispensable dentro del género, ostenta algunas aristas estéticas que pretenden (y convencen) no sólo a un espectador experto en el tema. Eligiendo testimonios privados (esposa, hijos) y públicos (colegas del pasado y del presente), el trabajo de Panero se estructura desde la "Casa sobre el arroyo" o la "Casa del puente", obra representativa de Williams concebida en Mar del Plata siete décadas atrás. Pero esta elección del realizador funciona como un pretexto para que el documental desoville una historia donde confluyen los primeros años de actividad del personaje, la amistad con Le Corbusier y su "Casa Curutchet" de La Plata, fragmentos de archivo en blanco y negro y referencias privadas sobre Williams, junto a opiniones certeras y contundentes sobre sus propósitos dentro de la arquitectura. El material no es abundante pero sí valioso para armar un rompecabezas sobre una vida artística que pensaba en el futuro y que no ha perdido un ápice de vigencia. "Las nuevas ciudades no destruirán ni tampoco aplastarán la naturaleza, la pondrán en valor", expresaba Williams, acaso fijando la atención en este ciclotímico siglo XXI. Y allí está como ejemplo su "Casa sobre el arroyo", a la que se vuelve una y otra vez, registrada en plena construcción, filmada en blanco y negro y color, antes y después del incendio. Una obra única que resplandece como un Mac Guffin al estilo Hitchcock, recurso narrativo más que valioso para contar la vida de un artista moderno del siglo pasado mirando al presente.
Típico exponente del documental “de artista”, "Amancio Williams" intenta abarcar varios aspectos del personaje del título, y en especial el valor de su obra. Williams es uno de los exponentes de la arquitectura moderna más reconocidos a nivel mundial, su obra es admirada por muchos entendedores; y sin embargo, como suele suceder, pareciera carecer del reconocimiento popular. De esto parte Gerardo Panero para plantear su recorrido, hacer que los espectadores lo conozcan. Hijo del músico Alberto Williams, una de sus obras más relevantes fue "La casa del Puente", o "Casa sobre el Arroyo", ubicada en Mar del Plata y construida en la década del ’40. Durante su vida fue admirado por el mítico Le Corbusier, quien lo convocó para colaborar en otra obra fundamental, la Casa Curuchet, en La Plata, y con quien mantuvo una estrecha relación profesional. Panero toma todas las herramientas conocidas de estos documentales y los utiliza en pos de revalorizar algo perdido. Por momentos, pareciera que Williams es sólo un botón de muestra para hablar de las huellas perdidas, de la pérdida del patrimonio cultural del país. Williams falleció en 1989 y desde ese momento, la Casa del Puente tuvo un destino variado, fue vendida y utilizada como sede una emisora radial, se le realizaron varias remodelaciones ad hoc; luego entró en un espiral en el que su titularidad quedó indefinida, sufrió incendios, vandalismo, fue declarada Patrimonio Cultural (aunque fue abandonada), y recién hoy en día es reconocida, utilizada como museo aunque falta (mucho) para reparar todos sus daños. El documentalista, se vale de testimonios de familiares, conocidos, historiadores, arquitectos, y teoristas del mundo de la arquitectura para diagramar su idea y dar una imagen de la figura desaparecida. También utilizará imágenes y filmaciones de archivos. Técnicamente formal, Amancio Williams (el documental) no va a sorprender con ningún hallazgo estético o narrativo; su peso está totalmente centrado en la figura a la que rinde homenaje y a la idea que hay detrás. El hecho de que siguen faltando políticas reales de preservación, o la aplicación fehaciente de las mismas es palpable en todo minuto. Así como la sensación de estar asistiendo a un paseo por la vida de alguien fundamental para nuestra vista del país en el mundo. "Amancio Williams" es un documental más sencillo que la figura a la que homenajea, posee buen ritmo y sabe quitar el tono aleccionador. Quedará en el público ver si Panero cumplió con su objetivo, que más y más gente conozca a un arquitecto centralque transformó su actividad con una óptica increíble, pocas veces reconocida.
Recuerdo de un arquitecto clave Gerardo Panero, egresado y docente de la Enerc, no quiere llamar la atención sobre sí mismo. No pretende hacer un "documental de autor". Su trabajo está al servicio del tema y del espectador que quiere informarse, es "convencional" para ciertos gustos, y eso se agradece. Porque el tema es muy rico, lleno de información y de propuestas de reflexión: se trata de la vida de un arquitecto, la descripción de su obra más famosa, y la denuncia de un mal típicamente nuestro, fruto de la ignorancia, la desidia, el vandalismo y la impunidad. Se trata de Amancio Williams, figura clave de la moderna arquitectura argentina, autor de la famosa Casa sobre el Arroyo, vecina a Mar del Plata, y de otros cuantos trabajos que inspiraron a sus continuadores pero sin alcanzar la suficiente difusión. Aún más: fue venerado, respetado a nivel internacional, pero la mayoría de sus proyectos quedaron en el tablero. Para conocer su pensamiento, y sus ideales, basta escuchar su voz en una vieja grabación que la película recupera: "Las ciudades deben devolver a los hombres lo que les quitaron. La luz, el aire, el sol, el goce del espacio y el tiempo, lo que necesita para su salud física y mental. Las horas que hoy pierde estérilmente en el transporte, y que podría aprovechar para la producción, el descanso o el placer." ¿Quién no podría estar de acuerdo? ¿Qué intereses o desintereses impiden ese sueño? Tras una búsqueda de material que le llevó cerca de cuatro años, Panero nos cuenta la vida de Amancio Williams, su paso por la ingeniería y la aviación, su trabajo con el famoso Le Corbusier (él y Simón Ungar concretaron la Casa Curutchet de La Plata, aportando además algunas ideas), el aprecio que el genio suizo le mostraba, otros proyectos en los que trabajó sin que después se llevaran a cabo (los hospitales para Corrientes, el aeropuerto sobre pilotes en el Rio de la Plata, una sala de conciertos de igual nivel de acústica en cada uno de sus rincones, etc.) y la Casa sobre el Arroyo. La pensó para su padre, el músico Alberto Williams. El mismo condujo su construcción, vigiló cada detalle, hasta su inauguración en 1945. Una casa en medio de un parque, con las copas de los árboles a la altura del ventanal. El padre la habitó, escuchaba los pájaros, tocaba el piano. Por alguna razón, muchos años después, quedó deshabitada. Llegaron los depredadores, hubo un incendio, el Estado, que la reconocía como monumento, tardó en hacerse cargo. Recién hace dos años la compró la intendencia, y ahora empieza, quizá, la recuperación. Al menos hay visitas guiadas. Todo esto, expone la película de Panero, despertando el interés y también las inquietudes. Están la compañera y colega Delfina Vázquez de Williams, los hijos Claudio (a cargo del archivo) y Pablo, colegas como su amigo Juan Manuel Boggio Videla y Graciela Di Iorio, hoy vigilando la recuperación de la Casa, y muchos otros conocedores, todos ellos de expresión clara. Se aprende mucho con esta obra. Sobre planeamientos, construcciones, y también destrucciones. Sobre Argentina, en síntesis. La música, hermosa y muy adecuada, es del maestro Alberto Williams, interpretado por Valentin Surif. La película debería darse en todas partes. Solo se da dos días por semana, en el Centro Cultural San Martín.
Vida de un perfeccionista Hijo del célebre compositor Alberto Williams, protagonista de la cultura en pleno apogeo de las vanguardias, Amancio Williams (1913-1989) fue una figura central de la arquitectura argentina. Que muy pocas de sus obras hayan podido concretarse, por la disparidad de sus ambiciones y las posibilidades que ofrecía el país, explica a Williams como una figura marginal, un soñador utópico que prefirió (según declara el mismísimo Clorindo Testa en el documental) avanzar en cada proyecto sin importarle mucho que finalmente se realizara. La Casa sobre el arroyo es la más famosa de sus obras finalizadas, la que más tiempo encuentra en el documental. Construida en Mar del Plata entre 1943 y 1945, la casa, sostenida sobre una suerte de puente, representa las ideas de su autor acerca del uso del espacio y la preservación del suelo. Un año después, Williams concreta los planos de su obra más ambiciosa: un edificio de oficinas suspendido; la obra (como el aeropuerto sobre el río) no se llevaría a cabo y presagia las ideas de Richard Rogers y Norman Foster. El documental muestra la tensión entre Williams y Le Corbusier, cuando el francés lo alentó a realizar, en la práctica, su diseño de la Casa Curutchet; muestra su fugaz relación con Walter Gropius, creador de la escuela Bauhaus, y termina mostrando la brutal vandalización de la Casa sobre el arroyo, símbolo del descuido del patrimonio argentino. Con el testimonio de arquitectos de renombre, familiares y colaboradores de Williams, la película es un documento de enorme valor, no sólo para los interesados en la arquitectura.
El hombre y sus obras A la hora de abordar una figura artística desde el documental, se corre el riesgo de caer en el didactismo biográfico, enlazando todos los aspectos con cuestiones personales del personaje. Por suerte, Amancio Williams, centrada en el destacado arquitecto argentino, no hace eso, sino que sabe hamacarse adecuadamente entre las diferentes variables, contribuyendo a enriquecer la experiencia de cualquier espectador. El film de Gerardo Panero parte y termina con la famosa “Casa del Arroyo”, la obra más reconocida de Williams, que está situada en Mar del Plata y que funciona como símbolo de la personalidad innovadora y rupturista del arquitecto, pero también de un contexto profesional y social con el que siempre pareció estar a contramano. Y va haciendo un análisis ciertamente apasionante, a través de los testimonios de diferentes personalidades de la arquitectura y familiares de Williams de un hogar que supo repensar las formas en que se podían vincular los edificios con el paisaje natural, sin violentarlo, sino todo lo contrario: fusionándose con él. La película permite que vayan sumándose apreciaciones y pensamientos sin grandes invenciones formales -de hecho tiene un estilo quizás demasiado llano en su realización- pero con el convencimiento de que lo que tiene para contar y explorar es de suma complejidad. A la vez, Amancio Williams es lo suficientemente inteligente para permitirse señalar que en cierta forma lo que cuenta es una vida de frustraciones y proyectos no concretados, con lo que le da un espacio capital a muchas obras que se quedaron en el papel, sin llegar nunca a cumplirse o su aporte -no exento de conflicto- en la Casa Curutchet. De hecho, hay una persona que afirma de forma bien directa que la Casa del Arroyo no es la obra más importante de Williams, sino que esas son otras que no llegaron a entrar en la etapa de construcción, en parte por la intransigencia del arquitecto y también por la incomprensión de quienes le encargaban los trabajos. De esta forma, a partir de ese individuo pleno de inquietudes, sin miedo a decir lo que piensa, que cuestionaba con valentía -y hasta algo de saludable inconsciencia- las convenciones más afincadas, el film trasciende el piso meramente psicologista, convirtiéndose en un relato de conformación de identidad que posee asimismo fuertes rasgos políticos. Y es que la forma en que narra Amancio Williams la historia -o más bien la sucesión de sufrimientos- de ese hogar/declaración de principios que es la Casa del Arroyo, fusionándola con la rica trayectoria y temperamento de Williams, termina funcionando como alegato político sobre las construcciones (o destrucciones) culturales y los modos en que (no) se sostiene la memoria arquitectónica en nuestro país. Que este valioso documental, humilde y a la vez incisivo, no se haya estrenado en Mar del Plata en la misma semana que en Buenos Aires y sólo tenga tres funciones a fin de mes en una sala no comercial como es la del Museo de Arte Moderno, dice mucho tanto sobre la cultura marplatense como sobre la nacional.
Al maestro con cariño Para los arquitectos (o para quienes conocen del tema), la figura de Amancio Williams (1913-1989) es la de un mito, una leyenda, un prócer, un pionero, un vanguardista, un soñador, un creador genial. Aunque muy pocas de sus ideas (esas que trabajaba obsesivamente en los planos) lograron cristalizarse, sus proyectos y las obras que sí se concretaron son objetos de estudio no sólo aquí sino en el mundo entero. Pero la vida de Amancio tiene también bastante de esa épica tan argentina que va de la veneración al olvido, de la glorificación al derrumbe. Allí está como ejemplo contundente -que sirve además como eje del impecable relato de Gerardo Panero- la historia de “La Casa del Arroyo” o “La Casa del Puente”, una de sus primeras obras (1943-1945) que concibió en Mar del Plata para el disfrute de su padre, el brillante compositor musical Alberto Williams. Una joya arquitectónica que hoy está abandonada luego de sufrir actos de vandalismo y dos incendios intencionales. En esa casa construida, efectivamente, sobre un arroyo se condensan varias de las principales ideas que reivindicó Williams: la integración con el medio ambiente, el respeto por la naturaleza, dejar el suelo libre, la tridimensionalidad (se ve desde los cuatro costados, pero también desde arriba y desde abajo) y la puesta en valor de los materiales, de los detalles y del diseño. A partir de un interesante trabajo de selección y montaje con los materiales de archivo, con los planos originales y con declaraciones de sus familiares (sobre todo de sus dos hijos), de sus viejos colaboradores y de reconocidos arquitectos que interpretan y realzan su obra, Panero va construyendo un relato apasionante, incluso para aquellos que no necesariamente tienen (tenemos) un conocimiento del personaje y su obra. En ese sentido, el film es didáctico sin resultar jamás obvio ni torpe. La tradición artística de esta familia de origen inglés (afincada en la Argentina desde 1821), su personalidad obsesiva y soñadora (casi utópica), su decisión de jamás transigir (lo que le valió numerosas peleas con los clientes) y la relación de admiración mutua con Le Corbusier (Williams fue el encargado de concretar la famosa Casa Curutchet en La Plata) son sólo algunos de los aspectos que se recorren en los 77 minutos de un film cuidado, respetuoso, sólido y fascinante sobre este referente insoslayable de la Arquitectura Moderna del siglo XX. Para no dejar pasar.
The documentary Amancio Williams, la película, by Argentine filmmaker Gerardo Panero, is an informative, very detailed, and quite engaging take on the life and work of the late Amancio Williams, a key figure in Argentine architecture and a member of the Movimiento Moderno Argentino. Widely regarded as one of the most important architects of the first half of the 20th century, Williams was also an influential theoretician who designed many groundbreaking projects. He’s probably most famous for having designed Casa sobre el arroyo for his father, composer Alberto Williams, in the resort town of Mar del Plata. Unlike many documentaries that focus solely on the artist’s work — and in so doing neglect the human side of it — Amancio Williams, la película goes for a more wide-ranging approach. At first, much of the film revolves around the celebrated Casa sobre el arroyo, which sadly turned into ruins as a fire destroyed it a long time after it was built, and then places its gaze on his many other projects, some of which never got to be built. Williams was such a perfectionist, so obsessive an artist that he demanded absolute excellence and nothing but. In the end, when it came to actually materializing his designs, not a lot of them were all that feasible — on the contrary. It may come as a paradox that such a gifted, avant-garde artist who really wanted his designs to become a reality could not compromise some of his principles, which ultimately became a prison of sorts. This and other aspects of his personality are explored by resorting to precious archive footage and to a series of carefully-selected interviews with the people who knew him best — that is to say next of kin, friends and those who have studied his oeuvre. Gerardo Panero’s insightful documentary also addresses Williams’ relationship with Le Corbusier, as well as his contributions to the Casa Curutchet. So as you get to be familiar with his work, you start to be aware of who the man behind the artist really was. But since he was such a complex individual, a full and definite picture is never drawn. Which is a good thing, because this way there’s always a layer of slight mystery as to why he made some decisions and took unexpected actions. So if you are acquainted with Williams and his work, this is a chance to know more interesting facts and opinions about him. Otherwise, it’s a good excuse as any to discover a unique individual who left indelible traces in the field of Argentine architecture.
Si quiere ser feliz y aprender, corra estos fines de semana de agosto a ver Amancio Williams al Centro Cultural San Martín. Es el retrato de un gran arquitecto modernista que pensó el espacio y su utilidad sin dejar de lado el arte. El material que este film de Gerardo Panero pone ante los ojos del espectador es fascinante, obliga a perderse en él. Y como si esto fuera poco, terminamos entendiendo que es ese arte a veces secreto de la arquitectura. Puro placer para ojos y mente.
Noticias desde un país lejano Amancio Williams es una rareza; una película imbuida de una discreta sofisticación, cuyas escenas discurren transparentes e inspiradas y que se encamina secretamente hacia una forma de tristeza inesperada que concluye iluminándola en forma retrospectiva. Lo malo es que, también, se trata probablemente de una película destinada a perderse, echada sin miramientos a los leones de una cartelera que amenaza languidecer de irrelevancia ante el copamiento de las salas por parte de los “tanques” y la demagogia televisiva. El nombre propio que sirve de título a esta película singular es el de un arquitecto argentino, figura ineludible de la modernidad en nuestro país. Williams colaboró en la construcción de la denominada Casa Curutchet de la ciudad de La Plata (la que aparece largamente en la película El hombre de al lado) y produjo, en el año1942, una obra fundamental conocida como la Casa del Puente, ubicada en las afueras de Mar del Plata y construida en homenaje a su padre, el músico Carlos Williams. Hay una idea central muy hermosa que la película toma desde el vamos para sí misma, casi como si fuera una especie de santo y seña, tributo al arte elusivo de la arquitectura, a los Williams (padre e hijo) y a una Argentina que no parecía imaginar en su horizonte un futuro cercano que no estuviera esencialmente ligado a las innovaciones y a la prosperidad creciente. Esa idea es la de producir para el país un todo orgánico, en la que el confort no significara una destrucción de la naturaleza, ni la originalidad implicara una renuncia a la igualdad en pos del capricho de una modernidad presuntamente efímera. La película traslada ese carácter venturosamente plástico a su narrativa, y hace convivir de modo aireado y pertinente los testimonios en forma de entrevistas y las imágenes de archivo; o el uso nunca intrusivo de la música del mencionado Carlos Williams junto a las explicaciones perfectamente legibles acerca de la construcción de la casa. Como si se tratara de una composición musical de peso, Amancio Williams exhibe un equilibrio entre sus partes que respira en cada escena con una cadencia notable, dictada con precisión y ligereza (dos características del que el mal cine didáctico carece), para un espectador que puede informarse sobre algo que desconocía mientras se sumerge progresivamente sin darse cuenta en el relato de un país que no fue como se imaginó, que quedó trunco o fue a parar al catálogo de los sueños perdidos, acaso olvidados para siempre. La película no renuncia a una vocación de objeto fascinante, ciertamente extraño en el panorama del cine argentino actual por su capacidad para generar asociaciones impensadas, al mismo tiempo que sostiene, con una exquisitez subterránea, el eje puesto en la figura de un hombre cuyo nombre no aparenta decir mucho en estos días pero que vuelve en las imágenes con una fuerza sorprendente. La película parece en realidad reclamar prácticamente en cada plano no la necesidad sospechosa de una evocación estéril, sino la pregunta más o menos desolada por el presente a partir de una figura destacada del pasado. El director hace a su modo una apuesta política que podría operar como reflejo de los ideales del propio Amancio Williams, que se desempeñó en un país lejano atravesado por la idea del crecimiento y progreso ligado a la modernidad, en un tiempo en que esta palabra expresaba un futuro deseable pero –sobre todo– todavía plausible.
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Publicada en la edición digital #265 de la revista.
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