El pasado 12 de marzo estrenó en Netflix (la reconocida plataforma que cada vez más productoras de primer nivel eligen para estrenar sus nuevos productos), la nueva película de Alex Garland: un thriller sic – fi , basado en la novela de Jeff VanderMeer de primer nivel en cuanto a efectos visuales, actuaciones, en donde se destaca la brillante (e hipnótica) Natalie Portman (“El cisne negro”). En “Aniquilación”, Lena (Portman), es una ex soldado y biologa que se encuentra casada con Kane (Isaac Oscar), un Sargento que conoció en sus días en el Ejército. Cuando este debe marchar a una misión secreta, de la cual vuelve sin pronunciar palabra un año mas tarde, Lena es reclutada por un grupo de científicos que planea una expedición a una región acordonada en donde sucesos inexplicables acaecieron. La zona “X” debe ser investigada con el riesgo que esto implica: “nadie” que entró, logró salir con vida. Garland decide comenzar la historia por el final, en donde Lena es interrogada por un grupo de científicos acerca de la paranormal experiencia que vivió durante la expedición, de la cual fue la única sobreviviente. ¿Qué fue lo que allí pasó con exactitud? ¿A qué se debió que ella fuera la única sobreviviente?. Con flashbacks constantes al pasado, que alternan la travesía de las científicas, con recuerdos de la relación entre Lena y Kane, el filme toma elementos del thriller, la ciencia ficción y el suspenso, para brindar un ambicioso pero efectivo relato en el cual nada es predecible hasta el ultimo segundo. Con un numeroso equipo a cargo de los elementos técnicos como efectos visuales, fotografía, dirección de arte, maquillaje y sonido, la película se convierte en una experiencia diferente y provocativa, en donde permanecer al margen es casi imposible. Natalie Portman, protagonista indiscutida del film, realiza un gran trabajo, acompañada por un elenco en el cual se destacan reconocidas figuras como Jennifer Jason Leigh (“Twin Peaks”, “Amytiville”) y Jena Rodriguez (“Deepwater horizon”), entre otros. “Aniquilación” no es apta para escépticos, pero sí para aquellos dispuestos a abrir la imaginación.
El resplandor alienígena… Annihilation es una película inmersiva y envolvente que, si bien sabe transmitir miedo y desolación al espectador, se entrevera en su confusa y ambiciosa complejidad argumental. Funciona por momentos, pero en su totalidad es inverosímil. Lo mejor: el bien logrado clima de suspenso Lo peor: la trama central es vaga e imprecisa
La ciencia ficción como género tiende a una paradoja. Al menos la ciencia ficción “suave”, así llamada según la denominación ortodoxa que colocaría en extremos opuestos de la gama a Phillip K. Dick y a Isaac Assimov. De todas maneras, por cuestiones del zeitgeist, o simplemente por afiliaciones estéticas, la vertiente “suave” ha tenido mayor representación en el cine. La paradoja consiste en que esa variante del género utiliza una cosmovisión racional y positivista, como lo es la de la ciencia y sus practicantes, para explorar temáticas irracionales, por llamarlas de alguna manera. Y es que las ciencias “suaves”, las sociales, aplican un sistema y una metodología para aprehenderse de cuestiones que más tienen que ver con el vértigo de un salto de fe. En esta tensión entre método y objeto de estudio, la ciencia ficción suave disfruta produciendo hipótesis, teorías, experimentos mentales, especulaciones, es decir, una serie de creaciones lúdicas que parten del lenguaje —esa herramienta tan poco científica y subjetiva— y que cobran vida siempre en forma de metáfora. El éxito o el fracaso de estas apuestas más artísticas que científicas, al menos bajo la lupa de la crítica cinematográfica, dependen de la relación más o menos armónica, más o menos verosímil, más o menos artificiosa entre texto y subtexto. Aniquilación (2018), la segunda película de Alex Garland (Ex Machina, 2016), fue noticia mucho tiempo antes de su estreno. Protagonizada por Natalie Portman y Oscar Isaac, se trata de una producción enorme, financiada por uno de los principales estudios de Hollywood y escrita por un nominado al Oscar (el mismo Garland). Pero ni siquiera el star power combinado del cisne negro y Poe pudieron conseguir que Paramount Pictures estrenara la película en salas. Salvo en tres países, Aniquilación puede mirarse únicamente a través de la plataforma digital Netflix. En los noventas el mote “direct-to-video” era un eufemismo para no llamar a las cosas por su nombre: mala película. Hoy, la ecuación es distinta (o al menos eso es lo que el marketing quiere que pensemos): pantalla chica para un nicho acotado, porque las ideas son demasiado grandes. Y si bien la ambición temática del film no está puesta en duda, es en el manejo de estas pretensiones que la película trastabilla. Como se vio en La llegada (2016), Aniquilación sigue con la tendencia de usar como protagonista a una mujer cuya profesión no está directamente asociada al género. En el primer caso se trataba de una lingüista, en este, Lena (Natalie Portman en un rol en el que no termina de sentírsela cómoda), que es bióloga. Su esposo, Kane (Oscar Isaac), partió en una misión encubierta del ejército y lleva más de un año desaparecido. Hasta que un día aparece y esto dispara una serie de acontecimientos que conducen a Lena al meollo del fantástico. ¿De qué se trata? De un campo de fuerza con los colores del arcoíris que se expande de manera excéntrica a partir de un evento de apariencia alienígena. El campo de fuerza, o shimmer, va consumiendo todo a su paso y los esfuerzo del ejército para entenderlo y/o contenerlo han resultado en la muerte y desaparición de todos los involucrados. Desde el vamos, ya las metáforas son quizás demasiado patentes: el shimmer como representación simbólica de un tumor, como ese Otro que en realidad es Uno Mismo, esa pulsión de muerte que está “codificada en nuestro propio ADN”, como dice una de las compañeras de Lena (que, por supuesto, termina ingresando al shimmer, donde nos damos cuenta de que además de bióloga es excelente manejando rifles de alto calibre). Pero peor que eso es la “esquizofrenia genérica” del relato. Garland no intenta ocultar sus referencias: La saga Alien, Stalker (1979), Solaris (1972), Contacto (1997), La fuente de la vida (2006), todas aparecen citadas de una u otra manera, lo cual, como cinemateca personal, no representa un problema, pero en una misma película le exigen a la diégesis saltos tonales demasiado abruptos. Porque una cosa es el simbolismo feminista, cyberpunk, de “survival maternal” en Aliens (1986), y otro el lirismo trascendental de Tarkovski. El cambalache posmoderno de apropiaciones que está presente en Aniquilación funciona en detrimento del poder de su premisa: la autodestrucción es inherente a nuestra condición humana, como la apoptosis celular, y es justo en esa lucha inútil contra la muerte que agotamos nuestro tiempo y nuestro cuerpo y morimos. Desafortunadamente, la inconsistencia narrativa es tanta que cuando llegamos al tercer acto, ni siquiera el encantamiento visual de las escenas puede evitar la sensación de que algo se perdió en el camino, llámese el foco, el verosímil o algún vestigio de sentido.
El color que cayó del cielo Ignacio Andrés Amarillo iamarillo@ellitoral.com Netflix se metió en el último tiempo como un actor fundamental en la generación de contenidos audiovisuales: hace rato que dejó de interesarse solamente en la distribución de los contenidos. Ha mantenido en los últimos tiempos una polémica con Amazon Studios sobre la circulación: al tiempo en que concuerdan en la parte -llamémosle- “televisiva”, distribuida por streaming, Amazon se ha vinculado con el cine desde el lugar de un estudio tradicional, apuntando a la coproducción, la adquisición de producciones independientes y finalmente en la distribución para salas; así, debutó con “La rueda de la fortuna” de Woody Allen, sosteniendo al mismo tiempo la estructura del sistema de premios y la prensa que da la vida pública de las cintas exhibidas. Netflix por su parte apuesta a la distribución directa por streaming de materiales a los que llega de las mismas formas, por lo que empieza a generarse un contingente de filmes que son capturados en Sundance, Cannes y mercados de otros festivales para su distribución directa en la plataforma, saltándose en las salas (aunque en algunos casos se exhiban en California, para cumplir con los requisitos de la temporada de premios). La apuesta en cuanto a “nichos” parecen ser dos: por un lado el universo de los documentales, que históricamente tienen mayor dificultad a la hora de su circulación en las salas: “Icarus” se acaba de llevar el Oscar en la categoría, como “Amy” lo hizo en 2016. El otro terreno estaría dado en cierta ciencia ficción que quizás se perdería en el mercado de la exhibición tradicional, o ni siquiera tendría mucho apoyo de las distribuidoras. Un ejemplo de esto es “The Cloverfield Paradox” (tercera entrega de la “saga conceptual” liderada por J. J. Abrams), “Mudo”, de Duncan Jones, o “El Titán”. En este terreno se inscribe “Aniquilación”. Lo desconocido La historia se mueve en flashback. En principio, se nos muestran dos circunstancias: una especie de meteorito impactando en un faro costero, y el interrogatorio a una mujer que después sabemos que se llama Lena, en un lugar aséptico, sobre la misión de la Expedición 12, en la que participó. Con el correr de los saltos temporales nos vamos a enterar de que ella es una ex militar y profesora universitaria de biología, casada con un soldado en actividad, que estuvo desaparecido por casi un año y un día llega a su casa actuando como extraviado y con severos problemas de salud. Cuando él, Kane, se descompone, Lena llama a una ambulancia pero el viaje es interceptado: ambos son conducidos a una instalación secreta llamada Área X, donde se percata de que Kane se perdió como integrante de la Expedición 11 (de la que es el único sobreviviente), vinculada con el impacto: el meteorito ha generado un campo extraño en la zona circundante, al que llaman “El Resplandor”, que se va expandiendo y altera los parámetros físicos y biológicos en el área. Al poco tiempo, se entera de que está por partir una expedición integrada sólo por mujeres que va a seguir los pasos de las anteriores para encontrar el lugar del impacto y saber de qué se trata, ante el miedo de que la expansión de la zona anormal sea indetenible. La misma está integrada por Josie Radek (física), Cass Sheppard (topógrafa y geóloga) y Anya Thorensen (paramédica), y liderada por una de las jefas en el Área X, la doctora Ventress (psicóloga), con sus propias motivaciones para lanzarse a esa peculiar aventura. Da la casualidad de que justo las habilidades de Lena como bióloga y ex soldado vengan de perillas para redondear el equipo femenino, por lo que termina uniéndose a él con la expectativa de saber qué le pasó a su catatónico esposo. Lo indescriptible Al adentrarse en la zona espectral irán descubriendo las diferentes alteraciones que allí sufre la biología, lo cual las enfrentará a diferentes peligros, y las pondrá en crisis entre ellas. No vamos a spoilear más al estimado lector, pero podemos afirmar que la historia funciona bastante bien, por lo menos para la gente que podría engancharse con cintas como “La llegada” (decimos esto porque hubo detractores que decían que “La llegada” era mala sólo porque era compleja). “Aniquilación” tiene una dimensión superficial, de terror y aventuras (hay una familiaridad en algunas escenas). Aquí se juega con la alteridad de lo alienígena, incluso tiene su clímax de contacto (ups, estamos volviendo al spoiler), pero donde más se trabaja en la cuestión estética. Hay un gran acierto en la fotografía, que desde el vamos (en las escenas del mundo “normal”) trabaja una estética crepuscular, con soles bajos entre los árboles y las ventanas, o luces artificiales incidiendo perpendicularmente. La idea de crepúsculo siempre circunda el pasaje entre nuestra realidad y una alternativa (pensemos ya desde el título en “Desayuno en el crepúsculo” de Philip K. Dick), así que esa imaginería ya genera una intranquilidad sobre el espectador. Ni hablar de lo que pasa en el mundo del Resplandor. Si bien se basa en la novela de Jeff VanderMeer (primera parte de una trilogía, llamada Southern Reach) la búsqueda va para el lado de una estética a lo H. P. Lovecraft: colores cambiantes e indescriptibles (como en “El color que cayó del cielo”, que tenía su propio meteorito), criaturas de biología irregular (como en “La sombra sobre Innsmouth”, por poner un ejemplo, y “algo” que podría ser “el mellizo” de “El horror de Dunwich”). Pocos e intensos El experimentado guionista y escritor Alex Garland (autor de la novela de “La playa”) hace aquí su segundo trabajo en la dirección, algo no menor teniendo en cuenta de que su primera experiencia fue realizar su propio guión en “Ex Machina”, cinta sobre inteligencia artificial que se ha vuelto de culto (y cimentó la carrera de Alicia Vikander). Aquí vuelve a una ciencia ficción “para pensar”, con elenco acotado y tensiones veladas entre los personajes. Y convoca nuevamente a la dupla compositiva integrada por Geoff Barrow (el “cerebro” de la banda Portishead) y Ben Salisbury, una garantía de extrañeza e intranquilidad. También le da margen de lucimiento y fortaleza a una protagonista que de lejos parezca frágil: en este caso es Natalie Portman la que se mueve holgada en su personaje, llenando la pantalla con sus diferentes registros. Jennifer Jason Leigh puede mostrar algunos matices como Ventress. Complementa Gina Rodríguez en la piel de Thorensen, fuerte pero siempre al límite; Tessa Thompson como Radek, la más frágil del equipo; y Tuva Novotny como Sheppard, la más “de vuelta”. Oscar Isaac, ahora en alza como el Poe Dameron de “Star Wars”, vuelve como Kane, pero más como un amuleto del director, ya que estuvo en “Ex Machina” (como Sonoya Mizuno, que repite en un rol menor). Redondean el cast Benedict Wong (el Kublai Khan de “Marco Polo”) en el rol de Lomax, el interrogador de Lena, y David Gyasi, colega docente con secretos compartidos. Quizás Isaac pueda expandir su rol, si se filman las siguientes novelas de la trilogía. Los misterios quedan en el aire, es cuestión de abrir los ojos a los colores que no queremos ver. * * * BUENA “Aniquilación” “Annihilation” (Estados Unidos, 2018). Dirección: Alex Garland. Guión: Alex Garland, sobre novela de Jeff VanderMeer. Fotografía: Rob Hardy. Música: Geoff Barrow y Ben Salisbury. Edición: Barney Pilling. Diseño de producción: Mark Digby. Elenco: Natalie Portman, Jennifer Jason Leigh, Gina Rodríguez, Tessa Thompson, Tuva Novotny, Oscar Isaac, Benedict Wong, David Gyasi. Duración: 115 minutos. Apta para mayores de 16 años. Se lanzó directamente para streaming en Netflix.
Alex Garland: director y escritor de culto. Todas las obras en donde metió mano son inteligentes, lo que no implica que sean totalmente redondas. Por cada 28 Days Later hay un Sunshine, Alerta Solar, en donde el brillante desarrollo termina tirado por la borda sobre el final. Algo se eso ocurre con Aniquilación, un filme excelente en muchos sentidos, en donde el clímax no satisface. No es indescifrable, pero era de agradecer algún pequeño speech que explicara lo que había ocurrido, o diera una opinión sobre la naturaleza del fenómeno. Sin reflexiones ni conclusiones, la película baja la persiana y te deja con una sensación incómoda, como si hubiera que esperar a una futura secuela para obtener algunas respuestas. Y considerando que el público yanqui la odió – qué se puede esperar de un pueblo que vuelve taquilleras las películas de Michael Bay y Tyler Perry, eso sin contar al cromagnon de jopo rubio que pusieron en el sillón presidencial – y terminó siendo adquirida por Netflix a precio de ganga apenas dos semanas después de su estreno, olvídese de que haya un segundo capítulo. Una lástima, considerando la altura que Garland había demostrado en Ex-Machina y que quizás despuntara aquí, si le hubieran dado 90 minutos mas de metraje… Yo tengo la firme opinión de que todo director de calibre quiere despacharse, en algún momento de su carrera, con su propia 2001 – una obra de ciencia ficción pensante que te haga tambalear tus creencias; un filme existencial que dé pie a debates intelectuales durante años -. Danny Boyle quiso hacerlo con Sunshine, Alerta Solar (con libreto de Garland), y Darren Aronofsky hizo la prueba con La Fuente de la Vida. El único que logró algo parecido fue un tipo que estaba fuera del sistema, el ruso Andrei Tarkovsky, con obras maestras como Solaris y Stalker – La Zona. Precisamente Aniquilación absorbe muchas ideas de estos dos filmes: la idea de una zona dominada por anomalías fuera de lo comprensible (y que la transforman prácticamente en una zona alienígena), y la idea de una entidad pensante que afecta la vida de una pareja de amantes y se dedica a crear (real o mentalmente) clones de ellos. Acá el concepto es mas ambicioso: un meteorito ha caído en un pueblito de Estados Unidos y ha creado una zona plagada de mutaciones, rodeada por una neblina espesa y cuyos limites se expanden de manera constante día a día. Y si no detienen / averiguan la naturaleza del fenómeno, quizás en un par de años absorba al resto del país y, mas tarde, al mundo entero. Y si la idea es desactivar ese fenómeno, donde se queda corto Aniquilación es al restringir la visión del relato a la pareja protagonista. La fría científica que compone Natalie Portman, y el soldado de élite que interpreta Oscar Isaac (¿cómo estos dos pudieron enamorarse?). Ver a la Portman teniendo un amante explicaría el desapego de Isaac y el deseo de aceptar una misión suicida como es internarse en “El Resplandor” (como le llaman a la zona)… pero cuando llega el final, la reacción de Portman resulta incomprensible. (alerta spoilers) Si no lo amaba, si lo dañaba al estar con su amante, si la cosa que ha regresado de la zona es un clon no demasiado maduro de su esposo… ¿por qué aferrarse a él?. ¿A esa pálida imagen de un ser querido que, para colmo, carece de personalidad?. Eso sin contar que ella misma está contagiada con el virus mutante alienígena. (fin spoilers). Terminamos dejando de lado el destino del mundo – o la naturaleza del fenómeno, su último significado – para darle bola a una pareja de amantes desgastados. Lo cual es una lástima porque el resto del desarrollo de Aniquilación es fascinante. El meteorito despierta todo tipo de mutaciones bizarras y es, en cierto sentido, un tumor que viene a absorber toda la vida del planeta Tierra tal como lo conocemos. Garland no escatima en golpes de efectos, algunos de ellos espeluznantes como el oso mutante que absorbe la naturaleza de las victimas que devora – y que genera la secuencia mas inquietante y sangrienta de todo el filme -, o la vivisección de un soldado infectado, el cual muestra que sus intestinos han cobrado vida propia…. oh, sí, Aniquilación está plagado de momentos que te erizan los pelos de la nuca. El problema con todo esto – los excelentes shocks, las conclusiones científicas brillantes, las buenas perfomances, el suspenso, la sofisticación del misterio – es que termina desinflándose en los últimos cinco minutos del filme. No se trata del clímax del faro sino de lo que ocurre después, que se alterna entre lo deprimente y lo inexplicable, y que te deja una sensación incómoda. Garland se despacha con un final pesimista – las obras maestras están plagadas de ellos, ese no sería el problema – pero te deja con la palabra en la boca. Me resulta imposible imaginar lo que ocurriría después con toda esta gente, amén de seguir sin saber si el meteorito era una simple infección de procedencia alienígena que llegó a la Tierra de manera fortuita, o si realmente hay un propósito superior detrás de todo esto. Preguntas que lamentablemente quedarán sin respuesta a menos, claro, que uno termine adquiriendo el resto de los libros que escribió Jeff VanderMeer sobre el tema, una necesidad acuciante para aquellos a los que nos gustó la película.
Garland va definiendo su impronta Cada vez son más las películas originales que llegan a través de plataformas On Demand como Netflix. En este caso llega un film de ciencia ficción y suspenso dirigido por Alex Garland, el artífice de la aclamada "Ex Machina". ¡Ojo! Debo aclarar a los espectadores despistados que probablemente este trabajo fílmico no sea lo que imaginan luego de ver los trailers promocionales. No es Rambo femenino en un planeta extraterrestre. Aclaro esto porque muchas veces pasa que al ver una cara muy conocida en el elenco y un trailer lleno de acción, el público piensa que se trata de una especie de "Aliens" o similar. Tiene acción, claro, pero sobretodo tiene la impronta de un director con gran imaginación y cuyas raíces tienen que ver con la escritura, con ese nivel de detalle que va succionando al lector en la historia que quiere contar. En "Aniquilación" se nota esa dinámica, con un avance calmo y detallista pero a la vez contundente sobre lo que quiere transmitir. La historia se centra en Lena, una ex soldado cuyo marido, también soldado, vuelve en estado catatónico de una misión ultra secreta. Lo que sucede es que una fuerza natural desconocida está avanzando sobre una zona rural de varios kilómetros en Estados Unidos modificando genéticamente todo a su paso. Para entender qué es lo que sucedió con su esposo, Lena se embarca en una misión junto a otras mujeres especialistas en distintas materias de las ciencias. La misión será una locura total a medida que van descubriendo el fenómeno que está teniendo lugar. El film es un ensayo casi filosófico acerca de la relación de la naturaleza y el hombre, en donde el control esta vez está totalmente a cargo de la primera. Mutaciones genéticas imposibles y espeluznantes cobran vida en este film que mezcla suspenso, drama y horror. Ya en "Ex Machina" exploró la relación del hombre y la robótica en una visión bastante oscura e irónica. Con "Aniquilación" hace lo propio pero en relación a la biología. Presenta algunos planteos quizás muy conceptuales y sombríos, pero si se dejan llevar por Garland y prestan atención a las secuencias que nos va regalando, se van a encontrar con una gran película. El final es un tanto abierto a interpretaciones varias y creo que es de lo más endeble de la propuesta, pero aún así logra atrapar y hacer disfutar a montones.