¿Quién fue Antonio Puigjané? Es la pregunta central de este documental de Fabio Zurita que propone acercarse a la figura de este sacerdote franciscano, conocido más por su vinculación a la toma del regimiento La Tablada, en 1988, que por su trayectoria previa en distintos movimientos sociales. No tuvo la popularidad (ni el destino trágico, claro está) de Carlos Mugica, pero su compromiso y su lucha por los derechos humanos no dejan de ser significativos. Utilizando como base una entrevista a Puigjané hecha en 2005 y otras a distintos compañeros de ruta, Zurita narra cronológicamente el derrotero del "Piru" resaltando sus eslabones más significativos. Desde su temprana decisión de ser cura, pasando por su trabajo social en la VILLA El Martillo (Mar del Plata) y en Anillaco (La Rioja), donde en ambas oportunidades él y su grupo fueron echados por el poder político de turno (el inefable clan Menem ya era amo y señor en La Rioja), hasta su relación con las Madres de Plaza de Mayo. Pero es la radicalización del sacerdote y su incorporación al movimiento Todos Por La Patria, con el posterior copamiento al cuartel, a lo que el director le dedica más espacio. A través de su voz y otros testimonios, se intenta dejar en claro que, si bien Puigjané adhirió a las ideas de la agrupación de Gorriarán Merlo, nunca estuvo al tanto del golpe que se cocinaba. De poco le sirvió, ya que pasó diez años en la cárcel de Caseros junto a otros presos políticos. Zurita trabajó quince años para este documental de perfil clásico (cabezas parlantes intercaladas con material de archivo) y consigue interesantes testimonios de referentes como Nora Cortiñas, Osvaldo Bayer y Adolfo Pérez Esquivel. Aunque no le sobre nada en los recursos técnicos, la propuesta bien vale para conocer a este carismático personaje que aun hoy, a sus 88 años y postrado en una silla de ruedas, mantiene intactos sus ideales.
Sobre héroes y tumbas Fray Antonio Puigjané estuvo preso en Caseros durante una década acusado del ataque perpetrado al regimiento de La Tablada en 1989. Pero, ¿por qué estuvo realmente preso? Esta pregunta moviliza al director Fabio Zurita para desarrollar un documental que versa sobre la vida y obra del sacerdote referente social de la argentina contemporánea. Puigjané integraba la conducción del Movimiento Todos por la Patria (MTP) cuando se produjo el asalto al cuartel de La Tablada en enero de 1989. Pero el sacerdote no ingresó al regimiento y siempre sostuvo (con pruebas que así lo confirman) que no estaba al tanto de los planes para el copamiento. Sin embargo fue condenado a 20 años de prisión en la cárcel de Caseros (edificio levantado por la última dictadura militar), convirtiéndose en el primer preso político del periodo democrático. Zurita traza un mapa de la vida y obra del fraile que pasó por la villa Martillo Chico de Mar del Plata, que estuvo en La Rioja junto con Monseñor Enrique Angelleli, de donde fue expulsado por los Menem, y por Buenos Aires junto a las Madres de Plaza de Mayo en la época más comprometida. Es el mismo que pidió perdón por el rol de la iglesia durante la dictadura y que fue sancionado por la cúpula eclesiástica. Sus vínculos con las altas esferas del poder político y clerical siempre estuvieron en conflicto. Y es a partir de su historia personal que se puede entender porque terminó condenado por el poder mediático antes de que la influenciable justicia hiciera lo suyo. Antonio Puigjané: Un franciscano a contrapelo (2015) se destaca no solo por un gran trabajo de investigación (tanto en material de archivo como de los testimonios que aparecen) sino también porque a través de la confrontación de ese material se puede encontrar la respuesta a la hipótesis generada en un principio. Zurita no tiene la necesidad de tomar partido porque serán los simples datos que presenta quienes darán cuenta de la verdad. Documental contundente que genera preguntas y encuentra respuestas Antonio Puigjané: Un franciscano a contrapelo, es el resultado de un intenso trabajo de investigación que se nota en el resultado final. Un suceso cercano que desafortunadamente puede trasladarse a un resonante caso de la actualidad.
Predicar con la palabra. Fabio Zurita construye la figura del sacerdote Antonio Puigjané y trata de contestar ciertos interrogantes sobre su trayectoria vinculada con la política y el movimiento Todos por la patria, que le valieron un juicio y la posterior condena a 20 años por considerarlo partícipe del copamiento al regimiento de La Tablada.
Un fray en la tormenta. Aun cuando pueda compartirse el escepticismo de Borges respecto de las clasificaciones (Otras Inquisiciones “El idioma analítico de John Wilkins”), muchas veces nos ayudan en el difícil arte de comunicarse. Las películas pueden agruparse por géneros o por muchas otras categorías, pero a fin de tratar la que motiva el presente, parece pertinente un orden que distinga entre aquellas que interpelan al espectador y las que no. Todo el cine del mundo entra en ambas clases. No hay en el distingo valoraciones, como si lo hay entre películas buenas y malas. Pues bien, "Antonio Puijagne, el Piru" es una muy buena película, que interpela. La circunstancia de que sea un documental no debiera ser relevante, aun cuando parece definitoria a la hora de las opciones de aquellos que solo consumen cine.El filme acomete el siempre difícil oficio de narrar una vida que, para colmo, aún está entre nosotros. Esa vida atraviesa momentos lacerantes de nuestra historia y convoca a personajes que aun transitan las noticias en lugar de tener su lugar en las necrológicas políticas.Y la interpelación no es solo para reflexionar sobre nuestra historia reciente y vigente, sino también para interrogarnos sobre los roles de la iglesia, la posición en la sociedad de los sacerdotes, la opción por los pobres y tantos otros tópicos que a diario desgrana el Papa Francisco. El fray de la película fue un pastor “con olor a oveja”, pero también con sangre política. Personaje central en el turbio proceso judicial de La Tablada, que evoca sus consecuencias presentes. Todos son temas abiertos y que permanecerán así por mucho tiempo, y por eso la contundencia del vínculo que demanda la película.Los documentales suelen opacar en su contenido la gramática de la obra cinematográfica. Es complejo estar siendo interpelado por la historia presente, conmovido por la intensidad de algunos gestos del personaje y a la vez percibir la orfebrería del montaje y la pertinencia del tratamiento emocional. Hay un momento visceral: el fray regresa a su prisión, en Caseros, mientras está siendo demolida: toda la secuencia, además de hermosa, es una página de muy buen cine.El ritmo tiene la intensidad del paso por la vida de un franciscano, humilde pero constante y sin decaer. Cada elemento de la estructura es mesurado. Zurita ha hecho un trabajo mayor que, lamentablemente, recibirá en “nuestro mercado” una repercusión menor.En definitiva, una convocatoria cinéfila, política, histórica y actual, a la que se debe asistir absolutamente desprovisto de pochoclos.Nuestra calificación: Esta película justifica el 100% del valor de una entrada.
Su desarrollo cuenta con muy buenos testimonios (Nora Cortiñas, Osvaldo Bayer y Adolfo Pérez Esquivel, entre otros), imágenes de archivo, y distintos elementos que favorecen al documental que nos ayuda a conocer todas las vicisitudes que debió pasar El Padre Juan Antonio Puigjané, por estar con el necesitado. Buena fotografía, resulta emociónate y tiene vital importancia poder conocer nuestra historia un pueblo sin memoria está condenado al fracaso.A través de este documental tenemos la posibilidad de conocer un poco más a este carismático sacerdote quien hoy tiene 88 años y, mantiene intactos sus ideales.
PROMESAS “Antonio estuvo preso por lo que hizo pero por lo que hizo toda su vida; no por La Tablada”, asegura Osvaldo Fernández, psicólogo y autor del libro ¿Por qué estuvo preso Puigjané? Y entonces la pregunta latente pero oculta se vuelve corpórea frente a una respuesta palpable. Allí, en ese testimonio, el documental adquiere su esencia y el protagonista se torna sublime. Pero para llegar a esa bisagra tanto en el relato como en el mismo Antonio Puigjané, el director Fabio Zurita primero recorre toda su vida de forma lineal a partir de imágenes, de una filmación detenida en algunos espacios significativos y de una vasta cantidad de testimonios de amigos, vecinos, compañeros y del propio sacerdote. En Antonio Puigjané, el piru también se utilizan algunos materiales de archivo como una suerte de círculos más pequeños o microhistorias que se van cerrando a medida que se desarrolla el relato. Tal es el caso de las primeras imágenes de Puigjané con las Madres en la Plaza de Mayo un 25 de diciembre y su posterior exhibición, de forma más completa, alrededor de la mitad del filme. De la misma manera, Zurita se vale de las grabaciones de algunos espacios para realzar la figura del protagonista, sobre todo, hacia el final de la película. Los vasos se chocan en un brindis por lo que fue y lo que aún queda, por esa promesa adeudada pero con la suficiente intensidad para determinarse a sí mismo y al otro. Por Brenda Caletti redaccion@cineramaplus.com.ar
Religión, compromiso y militancia Si uno se guiara sólo por la búsqueda de valores cinematográficos a la hora de establecer algún juicio sobre Antonio Puigjané, El Piru – Un franciscano a contrapelo, no encontraría necesariamente la respuesta en el documental de Fabio M. Zurita. No es una afirmación peyorativa, puesto que su interés reside, en todo caso, en manifestar una ética en torno a las acciones del personaje retratado y en contribuir a la memoria de aquellos que mantuvieron ideales y los acompañaron con acciones sin vacilar. Y con buenas acciones, aclaremos. En este sentido, el lugar de enunciación que se escoge es el de la semblanza afectiva y razones no le faltan al director para hacerlo. A través de testimonios diversos, se reconstruye con material de archivo el itinerario de “El Piru” desde sus orígenes humildes hasta el presente (enero de 2015 en el Santuario de Nueva Pompeya). Hay una línea argumentativa donde las voces de quienes lo conocieron dan fe de su labor como fraile de la orden capuchina al lado de los más humildes y en momentos críticos de la historia del país. Se destaca, además, su incondicional apoyo a las Madres de Plaza de Mayo y el punto de partida para describir esa relación es una conmovedora anécdota contada por una de ellas. Este original fraile, con estilo confrontativo, franco y aventurero, se animó a enfrentar a figuras eclesiásticas de poder, cómplices algunos de ellos de estructuras militares o gobiernos provinciales propios de un feudo (se destaca el episodio con los Menem en La Rioja donde el empresario Amado le dice “los dos no cabemos en el mismo lugar” y un tal Carlos le promete falsamente interceder por él ante su expulsión) y supo utilizar el evangelio no como instrumento de opresión sino como enseñanza humanista. Por eso, como resalta uno de los entrevistados, “la iglesia lo dejó solo”. Ahora bien, el punto de quiebre si se quiere se produce en el momento en que Puigjané se involucra partidariamente con el movimiento “Todos por la patria”. No es un hecho que atañe solamente a la biografía que el documental traza sino a su propia vida, porque como suele suceder en estos casos, las contradicciones afloran. Y es aquí donde inteligentemente Zurita se permite tomar una sana distancia e instala un subtexto de preguntas en torno a las tensiones que aparecen entre el accionar franciscano hacia la no violencia y la contraria respuesta de la lucha armada en el contexto de la democracia, más precisamente retomando el caso de La Tablada. Hay un testimonio de Pérez Esquivel al respecto que pone el acento en ello y donde se deja ver que el propio Antonio tal vez no pudiera resolver tal contradicción. Es una jugada que excede el registro de la alabanza y pone en un plano más concreto la figura evocada sin resignar el cariño inicial. A partir de ese momento, las dudas sobre esas formas de intervención política se instalan en algunas respuestas de los testigos y amigos (hay una mujer que dice haberlo acompañado en todas sus labores humanitarias pero no partidarias). Quien no tiene dudas es el propio Puigjané, que nunca vaciló en apoyar a sus compañeros caídos y que sufrió una condena sin ser partícipe directo del hecho en cuestión. De modo tal que en esta tensión entre la mirada personal afectiva y la discusión implícita sobre hechos recientes del pasado se encuentran los eslabones más jugosos de la película.
A los once años, Antonio Puigjané decidió ser sacerdote. Desde su ordenación, el fraile de la orden capuchina trabajó en los lugares más humildes, como las villas en los márgenes de Mar del Plata y La Rioja de Anillaco, en el ombligo del menemato, donde lo encontró el golpe del ’76. Durante las primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo, se convirtió en el primer sacerdote que apoyó la causa a viva voz. Descubrió un hilo conductor entre Cristo y el Che Guevara, viajó a Cuba, conoció a Fidel Castro y ya entonces, ideológicamente hablando, Puigjané era un representante absolutamente idiosincrático del catolicismo. Gente como Osvaldo Bayer y Adolfo Pérez Esquivel, que dan su testimonio en el documental, dan cuenta de esta faceta inclasificable, a la vez que entrañable, del cura. Pero lo que mueve a este trabajo de Fabio Zurita es indagar su encarcelamiento en la cárcel de Caseros, durante diez años, tras los incidentes de La Tablada. El “Piru” fue un activo militante del Movimiento Todos por la Patria (MTP), pero estuvo ajeno a la revuelta de sus compañeros; pese a su desconocimiento, aceptó ir a juicio junto a los sobrevivientes. La postura de Zurita es interesante, muestra las grietas de un período santificado, pero así como la historia que vincula al sacerdote con el MTP es lo más jugoso, hubiera precisado más elaboración; los hechos de La Tablada, por ejemplo, sin contexto (ni siquiera introducción) resultan incomprensibles para un espectador extranjero.
Un documental que indaga en la vida de este sacerdote ( “un franciscano capuchino a contrapelo” subtituló el director Fabio Marcelo Zurita) perteneciente al partido que tomo la Tablada, sin su conocimiento. Sin embargo fue condenado a la cárcel a 20 años. Muy interesante.