Lo que se dice sin decir A través de distintas situaciones que bien pueden ocurrir en la vida cotidiana, Aprox (2014) intenta descifrar lo que comunica el lenguaje corporal. La película dirigida por Víctor Kesselman presenta momentos interesantes con los que el público se sentirá identificado, pero no logra inmiscuirse completamente en el tema, por lo que deja sabor a poco. “El lenguaje corporal dice más que las palabras” o “La comunicación oculta del cuerpo”, podrían ser las hipótesis de Aprox. Basado en un manual de técnicas de ventas de los años 80, desde el inicio queda claro que se trata de un ensayo en el que se demostrará la importancia de los gestos, y en especial, todo lo que ellos esconden: mover el pie de una manera particular, acercarse impulsivamente a alguien o tocarse el pelo reiteradas veces cobrarán otro significado al ver el film. Centrándose en el accionar cotidiano de los empleados de una oficina, las diversas formas en las que se expresan y actúan son el objeto de estudio con el que Kesselman quiere dar cuenta de lo que en verdad manifiesta el lenguaje no verbal. Pero también se recurre a situaciones en las que se evidencia el accionar corporal de una persona mientras habla por teléfono, ya que la voz, a diferencia de los gestos, puede ser controlada. Los actores (Elisa Carricajo, Eduardo Iacono, Hernán Crida, Laura Casalongue, Paula Pichersky, entre otros) se desempeñan muy bien en sus papeles, y el narrador (Gustavo Pomeranec) es el encargado de explicar el lenguaje corporal y traducir en palabras lo que no se dice. Los puntos fallidos de Aprox son aquellos en los que se busca descontracturar el relato, por ejemplo, en los fragmentos en los que diversos actores bailan libremente. Además, queda la sensación de que el tema podría tratarse con mayor profundidad: la repetición de algunos gestos y la no explicación de otros, dan cuenta de ello. Se trata de un film llevadero que propone descifrar un tema que ha cobrado relevancia en los últimos años. En parte cumple lo que promete al comienzo, pero no sorprende.
Gestos y poder en el ámbito laboral Inspirado en varios postulados que fueron tomados de un manual de técnicas de ventas de los años 80, este largometraje de Víctor Kesselman se propone como un ensayo desprejuiciado sobre ciertos intentos por analizar el lenguaje corporal, sobre todo en el ámbito laboral con sus inevitables manipulaciones psicológicas y luchas por el poder. Entre el falso documental (hay incluso un narrador que da ejemplos con gráficos y animaciones que recuerdan al Telebeam de las transmisiones deportivas) y la ficción (dramatizaciones de las situaciones planteadas en el marco de una oficina, de varias llamadas telefónicas y hasta de algunos encuentros sexuales), Aprox está estructurada a partir de viñetas que apuestan casi siempre al humor absurdo. El principal problema de este film de espíritu experimental es que no resulta demasiado gracioso. Los conflictos entre jefes y empleados, por ejemplo, están llevados siempre al extremo (desde el tono de las actuaciones hasta la musicalización estridente), pero sólo en algunos pocos momentos alcanza el grado de inspiración y provocación suficiente como para conseguir una mirada irónica y despiadada sobre ciertas verdades que se han manejado respecto del lenguaje corporal en el ámbito de los negocios y, más precisamente, a la hora de disputar espacios de decisión. La película apela a múltiples recursos narrativos, pendula entre tonos muy distintos (va de la seriedad "científica" al ridículo de algunos comportamientos humanos y al artificio de un puñado de poco inspirados números musicales) con la idea de desmitificar ciertas verdades supuestamente sistematizadas, exponer sus contradicciones, y dejar en evidencia los secretos y mentiras tanto del sistema como de los individuos. Lo mejor del film -además, claro, de su audacia, de su permanente apuesta al riesgo a la hora de probar con elementos que no siempre funcionan- pasa por algunas actuaciones como, por ejemplo, la de Elisa Carricajo, en el papel de una empleada de medios de una agencia de publicidad, y por la curiosidad de breves apariciones de artistas como Marcos López o Vivi Tellas. Se trata, en definitiva, de una verdadera rareza, aunque esta vez sólo con hallazgos parciales.
Como un ensayo La realización de Víctor Kesselman, más que un filme, es un personal ensayo cinematográfico. Los riesgos que asume Víctor Kesselman, el director de Aprox, con este híbrido experimental que resulta su película, podrían disminuirse fácilmente poniéndole el rótulo de ensayo. Ni documental ni ficción, tal vez sea éste un personal ensayo cinematográfico, pero su ambigüedad, cruce de sátira y lenguaje científico, definitivamente le juega en contra. En su opera prima, este publicista y músico que se dio el lujo de cantar a Ramón Ayala en el documental de Marcos López, se propone recorrer y analizar diversas situaciones cotidianas basándose, a veces de manera paródica, en el estudio del lenguaje del cuerpo, en las disputas de poder canalizadas a través de los gestos y movimientos. El epicentro de la acción es una agencia de publicidad, pero suma historias paralelas. No por casualidad el filme arranca citando a Lie to Me, la serie en la que Tim Roth las juega de psiquiatra experto para desentrañar los engaños más importantes del mundo. Al contrario de la serie estadounidense, aquí los engaños se juegan en escenas cotidianas. La competencia laboral en extremo, las mentiras inocuas, el flirteo sexual como llave de poder absoluto. Reconozcámosle a Kesselman su mirada personal. Ese punto, y quizá la identificación de los espectadores con algunas de las escenas son el salvoconducto de Aprox. “Cada idiota ejerce su cuota de poder sobre nosotros”, exagera el filme. Pero a su vez deja en evidencia las miserias humanas. Los vicios, giros comunicativos, observados desde lo que no se verbaliza. Vivezas, estrategias de sometimiento, recursos retóricos para controlar al otro. Un teatro de idiotas. ¿Kesselman podría convertirse en un autor de manifiestos, al estilo Lars Von Trier y su dogma? Se distancia del cine oficial, nos enrostra la idiotez. Pero sus personajes no fingen para librarse de las ataduras. Las ponen en práctica en el cine también.
Leyendo Cuerpos Lo curioso de "APROX"(Argentina, 2013), de Víctor Kesselman, no es tanto el hecho de que por tratarse de un ensayo su visión se ajuste más a un ámbito académico que a una sala cinematográfica, sino que deja una huella y una impronta que sobrevive días después de verla. Sin quererlo, hace unas horas veía cada ejemplo de ese Manual del vendedor en imágenes de los años setenta, con indicaciones precisas, casi irrisorias, en una situación laboral propia. En los gestos, en los movimientos de piernas, de un grupo de ansiosos jóvenes que intentaban quedar bien con un seleccionador, algunos de los ejemplos de "APROX" se hacían realidad. Víctor Kesselman junto a un grupo de actores, entre los que se destaca Vivi Tellas, llevan al extremo situaciones en las que la teoría del amo y del esclavo generan, en espacios de poder, una dinámica en la que siempre alguien pierde. No importa si es el experimentado jefe, o el verborrágico e incontrolable vendedor los que mueven sus manos y manipulan al otro, tampoco si en la voz se puede llegar a percibir una mentira telefónica, o un deseo por el otro inquebrantable, en el análisis de los cuerpos y gestos, en la prosemica imperante, un presentador desnuda las miserias de las relaciones sociales y laborales del voraz sistema capitalista. "APROX" incomoda y mucho. Por sus planos, su música, sus separadores coloridos y saltos de eje y actuaciones que no logran un nivel aceptable, pero justamente en esa incomodidad va construyendo una reflexión que la hace trascender más allá de la proyección. Incómoda y Arriesgada, pero finalmente fallida. PUNTAJE: 3/10
Lo primero que siento decir sobre este documental de Víctor Kesselman es que es, original. Sí, es probable que su modesta factura lleve a algunos análisis a la conclusión de que no presenta un exhaustivo acercamiento a la temática que aborda o quizás, que incluso la forma en la que expone sus argumentos, peque por ser un poco distante y hasta experimental. Quizás. Lo que sí, no puede negarse es que la cuestión, atrae. "Aprox" es un film que presenta un grupo de postulados tomados de un manual de técnicas de ventas bien ochentoso (debe haber corrientes posteriores que hayan profundizado algunos preceptos, supongo), acerca del lenguaje corporal, la manera en que nos relacionamos con nuestro medio y cuánto decimos desde lo no-verbal en situaciones cotidianas. Hay un par de escenarios para comenzar a explorar estas ideas. El que ocupa más tiempo es el que describe escenas que se pueden dar en cualquier momento laboral en una oficina, aunque hay algunas otras de menor duración que también aportan otros elementos para reflexionar sobre el objeto de estudio. Decíamos, hay un espacio laboral, un grupo de personas haciendo sus pequeñas rutinas de relación, algún vendedor que intenta colocar su producto y muchas luchas de poder silenciosas que se pueden advertir con facilidad. Tenemos un narrador que se ocupa de graficar y señalar que cosas expresan los protagonistas de esos segmentos para mostrar aquello que aparece como implícito, y que hay que saber leer. Supongo que ahí se encuentra el mejor acierto de Kesselman. Busca, en líneas generales, dar un corto pantallazo de algunos hechos que dan cuenta de la importancia de lo no verbal y de fijar la atención en nuestros interlocutores a la hora de decifrar sus motivaciones. Aporta algo de teoría aunque deja varios fragmentos sin explicación y quizás eso no termina por convencer al espectador. En el debe, el guión marca mucho los gestos y lo que deben hacer los actores y eso le quita espontaneidad a la presentación generando una situación de observación de "laboratorio" que luce quizás, demasiado artificial. Hay tramos con música donde los actores "bailan" y una edición poco cuidada que le resta puntos a la hora del balance final. Sin embargo, como intento, búsqueda y propuesta, a "Aprox" hay que reconocerle que aporta en el terreno que propone una visión fresca sobre el fascinante mundo de la comunicación interpersonal.
“Aprox” es un documental experimental, y la ópera prima del realizador y publicista Víctor Kesselman. En ella, lo que se hace es intentar explicar y entender cómo funciona nuestro lenguaje corporal, y cómo suele decir mucho más que lo que dicen nuestras palabras. Un intento por deschavar el engaño y reírse de quienes queremos hacer creer algo que no podemos demostrar con nuestro cuerpo. A simple vista no podemos evitar rememorar a la serie “Lie to me”, aquella protagonizada por Tim Roth. Y el realizador de “Aprox” es absolutamente consciente de que si hoy por hoy muchos podemos saber de qué se habla cuando se habla de lenguaje corporal es gracias a la popularidad de aquella. Y es por eso que su mención aparece en una leyenda introductoria al comienzo de la película. Pero “Aprox” es extraña. Mientras hay un narrador que nos explica diferentes situaciones, hay otro grupo de actores que personifican a un grupo de gente que conviven en una situación laboral, en este caso una empresa de publicidad. Vamos a ser testigos de la interacción entre estos personajes y después, sólo a veces, su narrador nos explicará en detalle cómo funciona su lenguaje corporal. No obstante no se divide en estas dos partes nada más la película, las escenas de ficción y luego la más académica, a veces repitiéndose una para poder explicarnos en detalle, sino que también aparecen fantasías que los protagonistas tienen, y por momentos nos encontramos ante escenas absurdas que poco tienen que ver con lo documental. Con un tono irónico, burlesco, sarcástico a veces, la película intenta demostrar lo inútil de querer creernos algo que no somos. Para eso utiliza esta historia sobre el poder, con personajes que parecerían ser salidos de la cotidianeidad pero dibujados de una manera un poco más ridícula, lo que agrega humor y hace que la película sea más llevadera pero, a la vez, tomada un poquito menos en serio quizás de lo que se pretendía.
Curioso ensayo de divulgación He aquí un ensayo de divulgación bastante curioso, liviano, con algo de instructivo y mucho de lúdico. Se nota que los participantes se soltaron a gusto durante el rodaje. El tema es el conocimiento del lenguaje corporal como herramienta de dominio sobre los demás, según los manuales y según alguna gente que sospecha de los manuales. Todo parte de unos textos del zoólogo Desmond Morris, el de "El mono desnudo", que algunos vendedores confunden con Dale Carnegie, el de "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas" y "Cómo hablar bien en público e influir sobre los hombres de negocios". Mención al paso, la serie relativamente reciente "Lie to me", sobre cómo captar a los mentirosos (y mentir a las personas para hacer negocios o esquivar reclamos). Morris y la serie son mencionados rápidamente, para contar luego lo lentamente que se gestó la película. De ella vemos, como primer gancho, la representación de una escena típica de las agencias de publicidad. Por si el lector no lo sabe, no sólo en las oficinas públicas tratan mal a la gente. Y acá viene lo singular: tras esa representación, un comentarista vuelve sobre la misma, señala posiciones del cuerpo de los personajes, retracciones de los pies, "el encantamiento de una estilográfica en la era cibernética", y otros detalles de interés. Ya alertas, observamos mejor ciertas charlas de mujeres al teléfono o al acecho, o unos juegos sexuales con mujer al mando y el Dúo de los Gatos, de Rossini, como fondo. El chiste suena atractivo, o al menos entretenido, pero se desperdiga demasiado en una sucesión de tomas a modo de cortinas inconducentes e interminables sin mayor sustancia. Eso es todo, o poco menos, aunque se reconoce lo antedicho: éstos se soltaron a gusto. Responsable del crimen, Victor Kesselman, creativo publicitario, miembro del colectivo que actualmente expone en la Embajada Argentina en París, director de teatro, autor de "Los sexos (caso número 3)", "What the Hell is Patagonia", y de unos documentales sobre los caballos y la vida silvestre. Al respecto, acá se incluye de pronto el registro de un paisano quitándole las cosquillas al animal. Muy lindo, pero peligroso: podría darle ideas a la mujer de los gatos.
Publicada en la edición impresa.
El teórico Merleau Ponty se preguntó una vez si se podría concebir un amor que no sea usurpación de la voluntad del otro, explicando que detrás de todo vínculo se encuentra la necesidad de influir sobre su libertad, influenciar al prójimo, entrar en una relación indivisa con él. Para resolver esta consigna y de paso adentrarnos en una serie de microhistorias satíricas muy bien logradas, Víctor Kesselman nos acerca, con pizcas de humor ácido y análisis psicológico, este mockumentary o falso documental que analiza las vidas de un grupo de trabajadores de oficina. Víctor se apropia en esta película de los códigos y las convenciones propias del documental pero con pequeñas intervenciones ficcionales que devuelven por momentos al público al mundo de la ficción y el humor absurdo. La sátira implícita presenta una visión política del cuerpo y sus leyes que apunta -basándose en un manual de técnicas de ventas de los `80- a la historia secreta de sus protagonistas, con sus fantasías y su cosmovisión, develándose así una trama de poderes y sometimientos. La forma en que están filmadas las microhistorias le devuelvan la autenticidad del documental al film, mientras que las intervenciones ficcionales y satíricas de su presentador son la pauta para integrar a Aprox dentro del género del mockumentary. La película indaga en este mundo artificial rodeado de mentiras que flotan en la superficie, y también se transforma en una crítica indirecta a los documentales, series y programas televisivos que señalan la configuración del cuerpo al momento de la mentira, derribando los muros del falso cientificismo. Así descubrimos un mundo donde hay que cuidarse de quien te miente en cada esquina, una parodia de las clases sociales, el machismo, el sexo. El mundo competitivo y capitalista al que se entregan los trabajadores, las relaciones amorosas furtivas, las ilusiones más secretas que debemos guardar a la hora de volver a la gris oficina. Todo esto con vistas a la creación de un llamamiento lúdico que esquiva la acción tradicional del documental -movimiento típico del falso documental- en pos de promover en el público grandes connotaciones sociales y políticas a través de risas.
¿EL DETALLE QUE NO MIENTE? Para engañar no sólo son necesarios los hechos o las palabras sino también los gestos del cuerpo y la voz, que actúan como indicios. Pero, al mismo tiempo, hay otro elemento que se inserta de una forma más sutil: la mecanización. Entonces, ¿cómo mentir bien? O ¿cómo hacer para descubrirlo? Estos interrogantes se plantean y conectan el relato de Aprox, película dirigida por Víctor Kesselman. Podría desglosarse la historia en dos partes: por un lado, el relato principal que se desarrolla en una oficina y que evidencia la competitividad entre los diferentes cargos de los empleados. Estas situaciones se intensifican a partir de la llegada a la agencia de un vendedor de revistas de caballos (Eduardo Iacono). A su vez, en ciertas ocasiones, se interrumpe la acción mediante pausas en las que ingresa un presentador (Gustavo Pomeranec) que describe la escena, pone en evidencia ciertas poses o gestos y los explica. Por otro lado, se desarrolla en paralelo una serie de historias breves y separadores que exploran, modifican y ponen en cuestionamiento la gestualidad y la voz como actores principales a la hora de engañar. En estos casos, no hay interpretación de las mismas. En segundo lugar, trabaja a partir de la idea de proceso. Busca enfatizar cambios en los aspectos físicos de los actores. Por ejemplo, cuando el vendedor llama a la recepcionista (Laura Casalongue) y le dice que ahora tiene barba, o la misma recepcionista, en principio, con el pelo corto y rojo fuerte, y luego con el pelo largo y más claro. Además, y tal vez en clave irónica, se exhibe una placa que indica que el proyecto comenzó antes que la serie “Lie to me”. Kesselman postula su proyecto como un ensayo sobre el poder y el lenguaje del cuerpo. El tratamiento del filme está articulado en varias premisas: en principio, toma como base un manual para vendedores y pone en juego las nociones de persuasión y conocimiento como formas que esconden ciertos grados de manipulación y dominio. El director se centra en el cuestionamiento de la mecanización de los gestos. El relato está construido en base a la experimentación y el absurdo y esto se puede ver por ejemplo, en los separadores donde aparecen los actores moviéndose o gesticulando, y se superponen las imágenes, o no mantienen cierta continuidad como marcas de fin y comienzo de escena. Los gestos y movimientos de los actores, sobre todo en los rostros, se vuelven por momentos exagerados en un primer plano. Kesselman también plantea un juego a partir de los planos detalle de los pies como idea de sostén del cuerpo y del relato, así como también de pantallas divididas o recortadas, y la inserción de placas o texto. A pesar de estas búsquedas y de los recursos empleados, se produce un desmoronamiento en la coherencia del relato: la hipótesis sobre la que trabaja Aprox - descubrir el engaño a base de gestos y voces y usar el detalle como rasgo singular- termina no sólo como una pregunta sin resolver sino, además, diluida. Entonces la repregunta de si se puede filmar una película sobre el estudio del cuerpo se torna vacía. Claro que, al tratarse de un ensayo, no hay una certeza acerca de la efectividad del planteo y el error es una opción probable, no obstante, Aprox termina adoptando, en cierta medida, esa postura de naturalizar aquello que busca exponer como singular. De esta forma, los elementos que emplea como registros distintivos pierden efectividad desdibujándose en fragmentos inconexos y distantes. Por Brenda Caletti redaccion@cineramaplus.com.ar
Cuerpos que hablan y mienten Si hay algo singular y de cierta manera atrapante de Aprox, film de Víctor Kesselman, una rápida respuesta orillaría en su difícil clasificación como documental o cine experimental de ensayo porque tanto uno como el otro están presentes en esta película, que toma como punto de partida el contraste desde la mirada ácida e irónica al clásico método conductista o estandarizado que define libros de capacitación con las claves del éxito para vender mejor o a veces incluso alcanzar la felicidad. En este caso un manual de los años ochenta que hace referencia al lenguaje no verbal fue el detonante para que Kesselman y sus guionistas Bruno Gerondi y Viviana Vázquez se valieran del microcosmos de una oficina, con sus empleados más representativos en función a la dinámica de la guerra de sexos, para demoler o derrumbar los mitos alrededor de la moda de la interpretación del lenguaje del cuerpo que se puso en boga con la serie norteamericana Lie to me, también utilizado por ejemplo por el programa TeleVisión Registrada para retratar de manera antojadiza y tendenciosa las mentiras en los gestos de las celebrities vernáculas o de la clase política. Con una base estructural de viñetas para recoger situaciones cotidianas, la contrapartida de este recurso no es otra que la exposición del artificio a partir de la presencia de un analista que explica a cámara con tono didactista y de monótono documental televisivo aquello que se debe observar para argumentar una teoría basada muchas veces en la más absoluta subjetividad cuando no en psicologismo que pretende encontrar explicaciones a toda conducta humana. Más allá del tono desacartonado de Aprox, y su libertad a la hora de exponer la tesis en pantalla, debe destacarse el rigor de la propuesta al tomar la crítica como una punta de lanza y apelar al absurdo y a la exageración para remarcar la presencia de la subjetividad ante una falsa o pretendida objetividad científica. En el terreno netamente de la dramatización o la ficción que se inserta en el documental es digno de mencionar la presencia de un elenco sólido que supo decodificar las coordenadas de esta anómala y atractiva película.
Mirá lo que te digo Víctor Kesselman, director debutante, publicista y artífice de una idea, en apariencia, poco vinculada al cine, propone en Aprox un híbrido de documental y ficción; su finalidad es demostrar la relevancia de los gestos y por qué, a diferencia de las palabras, ellos nunca mienten. Quizá sea su demora en salir a luz, con el consecuente anacronismo de los celulares y monitores que se muestran, junto al escenario, natural para Kesselman, de una agencia publicitaria, y un humor absurdo, lo que hace de Aprox un trabajo que emerge fuera de contexto con lo que actualmente ocurre en el cine argentino (y, quizá por eso, intermitentemente entrañable). Las intermisiones del autor entre escena y escena, para demostrar su teoría gestual mediante gráficos y flashbacks, recuerdan a algunos trabajos de El Pampero Cine (la productora de Mariano Llinás), mientras que tanto la estética como el humor remiten a cierta lógica picaresca del cine durante la primavera alfonsinista. A través de su estructura desarticulada, Aprox pretende un estatus experimental, pero es más bien un capricho de autor para ser disfrutado u odiado.
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