Piñas van, piñas vienen Un gimnasio subterráneo en Constitución, eje de este interesante documental. Va sólo en el Arte Cinema. El gimnasio subterráneo del andén 4 de la estación de trenes de Constitución es un secreto para muchos de los que transitan el Ferrocarril Roca. Pero no para los amantes del boxeo. El realizador austríaco Jakob Weingartner, quien dirigió los cortos Obras y obreros y Murga en Lugones , se metió de lleno en un mundo de sudor, golpes, ilusiones y fracasos donde la lucha diaria no sólo está en el ring, sino en la vida misma. Boxeo Constitución sigue el camino de los debutantes Federico Rodríguez y El colo. Este último quería ser una estrella, tocar la guitarra y después se le dio por el boxeo, mientras trabaja en una carnicería. “No tengo la violencia que debe tener un boxeador, es un deporte”, dice. Los muchachos anhelan la fama, el reconocimiento y respeto, una inocente inercia que choca con la cruda realidad del debut sobre el cuadrilátero. Con sus limitaciones, desconfianza (“tu entrenador te ve el signo de pesos, nadie te quiere, no tenés amigos”) y el apoyo familiar, Fede y El colo se abren camino en el espinoso universo pugilístico. Las rutinas de trabajo en esta locación sombría son seguidas con un gran detalle mientras los sonidos cumbieros de El Remolón le meten frescura y ritmo a un relato que a veces exagera el dramatismo. El predio inundado, problemas de electricidad, típicas discusiones alumno-entrenador y exigencias varias -bajar de peso o lograr volumen corporal a fuerza de gimnasio- son momentos que llenan de vallas a un documental correcto. Y gusta decorarse con paisajes tormentosos, con una mirada intimista que roza lo bizarro como los innecesarios planos detalle de dientes recién extraídos en un consultorio odontológico. Todo, para mostrar la otra cara de un mundo a los golpes.
A fines de los años ’90 cuando de la crisis social surgió el llamado Nuevo Cine Argentino, el foco se poso sobre una zona olvidada durante mucho tiempo por nuestro séptimo arte, el conurbano bonaerense. Los directores nacidos en esa época lentamente fueron “evolucionando”, y hoy en día nuevamente ya no es tan común encontrarse con historias centradas en las zonas olvidadas al “costado” de la Ciudad de Buenos Aires. Por eso, Boxeo Constitución, documental estrenado esta semana de manera limitada en la sala Artecinema luego de su paso por el BAFICI en su edición de este año, vuelve a poner en escena a estos personajes que la luchan día a día, nunca mejor dicho. La opera prima de Jacob Weintgartner pone su foco en dos boxeadores jóvenes, los muestra desde sus comienzos, los sigue en su entrenamiento en un gimnasio ubicado bajo la estación de trenes de Constitución y los acompaña hasta la primer subida al ring. El documental pone el acento en mostrar a estos dos jóvenes con sus esperanzas y sueños, la posibilidad de abandonar su “calidad de vida”, la relación con el entorno y sus personajes, y los confronta con la cruda realidad en la cual los sueños no son tan fáciles de cumplir. La cámara de Weintgartner es una ojo atento, cuidado, casi detallista; no sólo muestra a sus “protagonistas” como boxeadores, sino como luchadores de su vida, los muestra en su día a día; y acá es remarcable que no carga las tintas en ninguno de los dos sentidos, no los muestra con realismo mágico, dando esperanzas de final feliz; pero tampoco se regodea en las miserias, elude los golpes bajos. Simplemente muestra el hecho, tal vez con una mirada algo alejada, pero que le otorga cierta objetividad. Es fundamental para la conquista del espectador lograr la empatía con los personajes, y en este punto, los dos boxeadores tienen un extraño carisma con la cámara, lo mismo algunos otros secundarios; claro está, no son personajes de ficción, exudan realidad.La película da mucha importancia también a su banda sonora. Andrés Schteingart, conocido como El Remolón, es un músico pionero de la llamada Cumbia Digital, su música es omnipresente en el documental, y funciona a la manera de crear entorno... eso sí, hay que advertir a los que este estilo de música les puede resultar molesta. Boxeo Constitución quizás no sea un documental remarcable de los estético, lo artístico, y tampoco pareciera buscarlo. Simplemente es un documental sobre historias de vida, vidas que crecieron a los golpes, y a los golpes intentan salir adelante todos los días; el resultado es interesante.
Golpe de efecto El documental del austríaco Jakob Weingartner se mete en el gimnasio subterráneo del andén 4 de la estación de Constitución para mostrar a las personas que día a día luchan para triunfar en el boxeo y conseguir así una mejor calidad de vida. Boxeo Constitución (2012) sigue la historia de Federico y El Colo. El primero es un chico ex adicto a las drogas que vive con su madre y sus hermanos en un barrio del conurbano bonaerense. Su marcada desconfianza en los entrenadores hace de él una persona cautelosa tras cada paso que da en un mundo difícil. Desde el trabajo en el gimnasio hasta la visita al dentista en la Federación de Boxeo. Weingartner y su cámara nos harán testigos de su evolución hasta el tan anhelado debut. Por otro lado, El Colo quería ser estrella de rock. Un día el profesor dejó de darle clases de guitarra y se inclinó por el boxeo. Ahora trabaja como ayudante en una carnicería y asiste a su padre, un trabajador rural. Aclara que él no es violento como debería ser un boxeador. Además otras personas darán vida a un documental que no edulcora la realidad. El director se limita a mostrar los hechos y deja entrever el difícil mundo en el que estos chicos quieren desenvolverse. Universo atractivo por las posibilidades del éxito deportivo y monetario, pero peligroso por las obvias secuelas físicas que trae aparejadas la actividad y por el aprovechamiento de ciertos individuos que ponen el acento en un negocio mal regulado. Una y otra vez aparecerá el tren como vehículo que los transporta a ese submundo que es el gimnasio y los devuelve a sus casas en donde continúan la lucha. La banda de sonido desempeña un papel fundamental y tiene en la música de Andrés Schteingart un acompañamiento ideal. Conocido como "el Remolón", es el creador de la denominada Cumbia Digital. En sintesís, Boxeo Constitución es una crónica de la pelea que estos chicos llevan día a día dentro y fuera del ring. Una realidad que buscan cambiar a mano limpia y que Weingartner refleja de la manera más honesta.
Los golpes de la vida Ironía del destino es que haya tenido que ser un austriaco el que retrate de muy buena manera a la Ciudad de Buenos Aires y al conurbano. Jakob Weingartner realizó un posgrado sobre documentales en la FUC y, como parte de esa práctica, quiso buscar una historia sobre la gente de bajos recursos económicos que no se victimizara. Lo encontró, según comentó en las funciones del BAFICI 2012 -donde siempre debatió con el público- en el boxeo, un deporte donde se le debe “pelear” a la vida. El film se adentra en un gimnasio, tan decadente como profesional, del barrio de Constitución, justo debajo de la estación de trenes, donde se entrenan varios pugilistas, tanto los nóveles como algunos que han triunfado en sus categorías. Al mismo tiempo, recorre la vida de esos protagonistas de carne y hueso: sus luchas, sus familias, sus orígenes, etc. No olvida mostrar el peligro que confiere esa actividad, en la experiencia de uno de ellos, que en un accidente durante una pelea tuvo un coágulo en el cerebro que casi lo mata. El documental llega a mostrar cómo él lucha, junto a una abogada, por los derechos de los boxeadores, por la posibilidad de acceder a una obra social, entre otras causas. Un mundo tan fascinante como injusto -en varias oportunidades, como cuando un campeón relata que solo ganó 2.000 pesos por la pelea en que triunfó–, tan lejano como cercano, lleno de anécdotas sobre ascensos y caídas.
Un deporte con futuro posible Varios años atrás en uno de los subsuelos de la estación Constitución se creó un gimnasio dedicado al boxeo. En el lugar, bastante precario, se instaló un ring, "bolsas", guantes, y otros elementos para entrenarse en ese deporte. El lugar, a cargo de José Sosa, un ex boxeador retirado, de origen italiano, quien cuenta en el documental, peleó en Alemania, Londres, España y Australia y prepara a jóvenes de escasos recursos, que llegan al gimnasio, con la ilusión, de lograr superar, en algunos casos, la situación de extrema pobreza en la que viven. En ese gimnasio nadie paga las clases y su entrenador, Sosa, comenta que todo se hace por el deporte y por ayudar a muchos de los muchachos que llegan al lugar, los que en su mayoría no tienen casa, ni trabajo, o viven de pedir en la calle y a través del boxeo descubren una vocación impensada y logran abandonar, incluso, algunas adicciones. LOS TESTIMONIOS El director alemán Jakob Weingartner filmó los testimonios de algunos de los jóvenes que se entrenan en el gimnasio, en las profundidades de uno de los últimos andenes de la estación. Varios de ellos ya han hecho sus primeras peleas e intentan abrirse un camino en ese campo, en el que admiran a "La Tigresa" Acuña, a la que visitaránun día en el Luna Park y se sacarán una foto con ella, o a Juan Martín Coggi, entre otros. En "Boxeo Constitución", la mayoría de los que se entrenan, no sólo se preparan para una pelea arriba del ring, lo de ellos es "una pelea diaria con la vida", sintetiza José Sosa. A lo largo de la película, Weingartner sigue a algunos de esos muchachos más allá del gimnasio. Así el espectador se entera que Federico Rodríguez, a veces llegaba a entrenar sin haber comido nada. Hijo de madre separada, con varios hermanos, se dedicó a colaborar en la crianza de sus hermanos y lentamente fue abriéndose un camino propio. Otro caso es el del "Colo", quien abandonó el boxeo para ayudar a su padre, que hace tareas rurales en una zona del conurbano bonaerense, mientras él, trabaja en una carnicería. TODO UN GANADOR Un caso distinto es el de Ariel "Chino" Abalos, que desde los siete años, según dice, quería ser boxeador y lleva varias peleas ganadas, en algunas se lo pudo ver en el ring de la Asociación de Box. "Boxeo Constitución" abre un contundente y por momentos desolador panorama de lo que puede llegar a ser el mundo del boxeo, en el que no todos logran ingresar, porque hay que dedicarle tiempo, disciplina y entrenar sin descanso. Un aspecto que describe con crudeza el filme, es el uso que se hace de muchos de esos jóvenes que depositan sus ilusiones en el ring. Un testimonio triste es el de Ignacio Artime, el que en una pelea recibe un golpe, en el que casi pierde la vida y si no es ayudado por un grupo de compañeros de trabajo, hubiera muerto sin ser atendido, debido a que sus promotores se desentendieron de él. "Boxeo Constitución" muestra, con buenos recursos narrativos, el duro camino en el que muchos jóvenes sin recursos depositan muchas de sus ilusiones.
La miseria del boxeo Documental sobre las diferentes vivencias de un grupo de boxeadores que se entrenan en un sórdido gimnasio de constitución. Si bien narra hechos bastante interesantes, hay demasiada falta de objetivos claros en la película. Casi como si no se supiera del todo que es lo que quiere narrar. Incluso el continuo cambio de eje, hace de que las vivencias de cada persona vaya perdiendo peso y sus dramas, algunos terribles, sean solo un postal y no se los desarrolle. "Boxeo constitución" tiene solo miserias y casi nada de boxeo. Lo cual es bastante absurdo si tomamos en cuenta que lo que más se observa en el documental son imágenes de entrenamiento. Como lo enfatiza uno de los entrevistados, "el boxeo es una oportunidad de revancha con la vida" y hay algo de esto en la película. Sin embargo, esta revancha nunca se materializa en la pantalla. No se visualizan peleas de boxeo. Este deporte, es solo una excusa para que el realizador indague en los más marginados. Solo en una instancia, hay un acercamiento concreto al boxeo y es la parte más interesante del documental. Allí, se narra como un boxeador sufrió un coágulo en el cerebro que casi lo mata. A través de esta persona se muestra el peligro y falta de moral de este deporte. Después de allí, las continuas frases infundadas (no es que no sean reales, pero el documental no les da contexto) en desprecio hacia los promotores, entrenadores y empresarios dan un concepto mejor de lo que "Boxeo Constitución" termina siendo. Una película que si buscó adentrarse en el boxeo amateur y de bajos recursos, se olvidó de los combates; si intentó denunciar la cara más cruel o criminal del deporte, faltó describir el modelo de negocios; y si, por último, quiso develar el costado más precario de las personas de clase baja que alimentan al boxeo, debió haber incluido más boxeadores que realmente compitan. Por otro lado en lo que se refiere a la construcción del documental, fácilmente se puede advertir una narración algo torpe y muy simplista. Por momentos busca tener un registro observacional, a veces es básicamente un rejunte de entrevistas y en otros es un video música. Naturalmente, uno ve torpeza cuando hacia al final del documental el circulo de amigos del protagonista, incluida la novia, se presentan en la pantalla sin razón ni consecuencia, o también simplista cuando es evidente que todo se construye a base de testimonios y casi nunca de manera visual. Incluso el documental tiene un desenlace extraño, ya que el protagonista en un momento expresa su temor de perder la atención de su entrenador si pierde su primer combate. Lo cual sucede e irónicamente la película lo abandona luego de haber sido derrotado en tal pelea.
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Testimonio verídico y de gran sensibilidad social del mundo de los boxeadores. Jakob Weintgartner es un joven y entusiasta realizador nacido en Feldkirch (Voralberg), una de las ciudades más occidentales de Austria al punto de que casi linda con Suiza y Lichtenstein. A la Argentina vino para realizar un posgrado en la Universidad del Cine (FUC) de Buenos Aires. Además tuvo tiempo y ganas de filmar ?Boxeo Constitución?, su primer largometraje, que como él afirmara durante la primera presentación en el BAFICI fue hecha a pulmón y con poca plata. Con toda certeza el nombre del film condensa las dos temáticas centrales del mismo y en el orden de importancia. Porque ante todo se trata de un testimonio verídico y de gran sensibilidad social del mundo de los boxeadores, que en su mayoría como la película subraya provienen de las villas. Es lo que declara Nacho, quien tuvo además un grave episodio (coágulo en la cabeza), cuando dice que ?les sirve que seamos ignorantes pues así no reclamamos nada?. Se refiere obviamente a los oscuros intereses que se mueven detrás del negocio pugilístico. La segunda vertiente del cine se refiere a la estación Constitución, donde insólitamente en un subsuelo funciona un gimnasio y lugar de entrenamiento de boxeo. Ya en el documental ?Un día en Constitución? de Juan Dickinson, estrenado el año pasado, se mostraba que la estación es muy fotogénica permitiendo tomas desde lugares de aparente difícil accesibilidad. Es lo que logra ahora Weintgartner con la asistencia de su equipo binacional de fotografía, que integran el europeo Antonio Schade y el argentino Andrés Riva. La reiterada imagen de un tren que llega a la Terminal ferroviaria y el poblado interior de sus vagones destaca la proveniencia de los boxeadores desde humildes hogares provinciales y con escasos recursos. Incluso se ve a uno de ellos tomando un baño higiénico en un andén vacío, donde los únicos que lo ven son un grupo de perros posiblemente vagabundos. Hay una impactante escena frente al Congreso en que la abogada Miriam Peral de Trotzki encabeza una protesta en favor de los boxeadores amateurs en procura de un reconocimiento, ya que carecen de obra social y beneficios que otras agremiaciones poseen. Una de las mayores riquezas del documental son las declaraciones de la media docena de boxeadores y dos entrenadores ante cámara. Uno de los pugilistas se pregunta que sería de él si no fuera boxeador y llega a decir que no se ve en otra actividad, rematando lo dicho al afirmar que ?es feo ser obrero pues te forrean?. Otro hace una simpática alusión a sus movimientos durante una pelea y los compara con los de Michael Jackson. A rescatar además la actitud altruista de los entrenadores y la notable carrera del más veterano cuya carrera local e internacional empezó a inicios de la década del ?50. La presencia de casi todos los boxeadores y de los entrenadores al final de la función fue un digno y emotivo broche de oro para un documental que tiene muchos méritos que hasta justifican una segunda visión. Muy buena y apropiada la música de ?El Remolón?. Publicado en Leedor el 14-04-2012