Valorar la amistad para sembrar nuevos bosques de esperanza Esta coproducción entre Argentina, España y Suiza, con una fuerte presencia de la provincia de Misiones, tuvo muchos contratiempos para concretarse pero finalmente tanto su director, Gastón Gularte (ver entrevista), un elenco internacional, su equipo y todos aquellos actores no profesionales que aportaron su granito de arena, pueden decir “tarea cumplida”. La idea de amalgamar una aventura en live action genera por un lado un desafío con la vara del estándar en lo que a animación dirigida a niños se refiere y mucho más cuando se trata de coproducciones que involucren a la Argentina con otros países. En ese sentido Cara sucia… sale indemne no sólo por la factura técnica sino por darle vida desde la animación a un mundo de fantasía con personajes propios y en correspondencia con un mensaje de carácter ecológico que se nutre de una paleta de colores y despliegue de imágenes entre subtextos para todo tipo de edad. El protagonismo de un colectivo de niños para tomar conciencia de la importancia de la solidaridad cuando la villana de turno en la piel de Laura Novoa busca arrasar con bosques y árboles añejos para mantener el negocio de su empresa, brazo minúsculo de una multinacional que genera enormes tragedias ecológicas, suma a la propuesta extra cinematográfica una carta en un mazo sumamente cargado de ideas y comodines. A eso debe sumarse otra intención que conlleva implícito el intento de hablar de cosas reales para la vida de cualquier niño sin abandonar la niñez y la inocencia de una mirada distante a la de cualquier adulto que haya perdido la capacidad de la niñez intrínseca así como la creatividad para imaginar utopías como la que en definitiva busca sembrar la película de Gastón Gularte. Si bien no hay tanta correspondencia entre las actuaciones de actores conocidos como Laura Novoa, la española Ana Fernández o Iván Moschner respecto a algunos de los actores secundarios es destacable la labor de Isabella Caminos Bragatto, su capacidad de jugar un personaje de heroína y cargarse a las espaldas el mensaje más importante de esta aventura live action que no solamente mezcla lo digital con lo real, a veces en escenarios naturales de gran belleza, sino que además regala energía, una banda sonora original y la inconfundible marca artística de Rubén “El negro” Rada para darle vida a Vivaldi, el sabio mono que convive con el mono sabio de carne y hueso en la piel de Jesús Pérez Echanique. Es hora de que el cine dirigido a los más pequeños busque cambiar y en buena hora que lo haga en épocas donde la necesidad de recuperar valores colectivos desplace cualquier intento individualista o marketinero sin contenido como suele ocurrir con algunas propuestas de animación destinada a la reproducción sistemática de modelos de representación nocivos.
Neoliberalismo para niños La ópera prima de Gastón Gularte, Cara Sucia, con la magia de la naturaleza (2019), propone un recorrido hacia el multiculturalismo que habita en Misiones y la resistencia de aquellos damnificados que frente al avance de empresas que destruyen la naturaleza, recuperan valores de pueblos originarios y la ecología como forma de vida. Mariel (Isabella Caminos Bragatto) es una niña que pasa la mayor parte del día haciendo “tavesuras”, pero también explorando el lugar en donde vive, utilizando unas piedras mágicas que siempre lleva consigo y buscando ayudar al prójimo. Inesperadamente se le revela que es parte de un plan para proteger el medioambiente, decide aunar esfuerzos con sus amigos para combatir a una malvada empresaria (Laura Novoa), que sólo piensa en sacar provecho del entorno en el que vive la nena, destruyendo la selva, arrasando árboles y buscando maximizar sus beneficios. Ayudados por un chamán, Mariel y compañía, podrán detener las topadoras que arrasarían con todo para seguir produciendo negocios, neoliberalismo subido a las máquinas, que rompe la quietud del lugar, un espacio habitado por pájaros, flores salvajes y tierra roja, con los que Gularte reafirma el lugar de origen de la producción. La película transita la fábula, con moraleja incluída, salteando entre el género fantástico, la comedia y el drama, para configurar un entramado de temas y subtemas, que refuerzan las premisas originales del relato y que en las participaciones de figuras como Gustavo Garzón, Rubén Rada (animado), Iván Moschner o la española Ana Fernández, se construye la contención necesaria para solventar las actuaciones de los más pequeños, quienes debutan en la pantalla grande con esta producción. Cara Sucia, con la magia de la naturaleza junto con Mi mamá Lora (2016), de Martín Musarra, configuran un panorama sobre el nuevo cine del NEA, una sector productivo inquieto con historias para niños enmarcadas en un realismo mágico que absorbe la polisemia de la región para narrar historias autóctonas y que además incorporan otros tipos materiales audiovisuales para cerrar el relato. En lo simple de sus tramas, y el subrayado de los personajes con los que trabajan, estas películas se animan, además, a jugar con animaciones, las que, en sus detalles, posibilitan la identificación con la fauna y flora autóctona, alejándose del exotismo con el que podrían haber sido reflejados y agregando localismo a la propuesta. Así, por citar un ejemplo, Laura Novoa deslumbra en cada escena jugando a ser una Cruella De Vil local, potenciando la caricatura con la que el guion describe a su personaje, cumpliendo con su función, moviéndose como una diva, enfundada en lujosos vestidos de diseñador, gritándole a sus empleados, y chocando con los lugareños. Película pensada para los más pequeños, a pesar de sus carencias, Cara Sucia, con la magia de la naturaleza demuestra su sinceridad en cada escena, generando empatía e identificación con los protagonistas, favoreciéndose por una línea narrativa simple, sin otro sentido más que el que de entretener, transmitiendo valores y pasión por el trabajo en equipo y la ecología.
Cara Sucia, con la magia de la naturaleza es una película ambiciosa e infrecuente para el cine nacional: filmada en Misiones, en coproducción con España y Suiza, combina animación con actores y escenarios naturales para contar la lucha de los niños de un pueblo selvático contra una empresa que viene a deforestar la zona. Rodada en 2011, los efectos visuales de posproducción hicieron que su estreno se demorara hasta ahora. De un lado está la heroína, Mariel, conocida por todos como Cara Sucia, que pasa sus días con su hermanito jugando con la flora y la fauna de la selva misionera. Hasta que un día llega la bruja Melany (Laura Novoa), dueña de poderes mágicos y económicos: capaz de hipnotizar a los adultos con su mirada, es además la dueña de una compañía que se propone vender al extranjero la madera del lugar. Esta fábula ecologista dedicada a los chicos habla, con trazos gruesos, del poder corruptor del dinero: la bruja seduce a los adultos con regalos costosos y sólo los más pequeños, aún puros, son quienes se dan cuenta de sus verdaderas intenciones. La jungla se defiende dándoles a Cara Sucia y sus amigos la capacidad de transformarse en criaturas con superpoderes para combatir a la invasora. El exuberante paisaje misionero es la escenografía ideal para una película de aventuras. Pero si bien las tomas de las cataratas del Iguazú, la tierra colorada y la tupida vegetación cumplen con creces los propósitos de promocionar turísticamente la provincia, no son suficientes para que la ficción funcione. Es destacable el esfuerzo del misionero Gastón Gularte por disimular las carencias tecnológicas y presupuestarias: las animaciones y su combinación con actores están, dentro de todo, bastante logradas. Pero no hay nada que compense la falta ritmo y las flojas actuaciones, por lo que Cara Sucia, con la magia de la naturaleza no cumple con su función primaria: entretener.
Al rescate de la selva misionera Mariel es una jovencita que recorre los bellos paisajes misioneros, a los que llega una ambiciosa mujer que desea destruir esa selva para construir en ella modernas casas. De aquí en más se producirá la lucha de Mariel para salvar a la naturaleza. Con estos elementos, que combinan armoniosamente la actuación de actores con poéticos dibujos animados, el director Gastón Gularte logró un ameno film que habla de la necesidad de concientización del cuidado del medio ambiente y la diversidad de la flora y fauna del NEA. Isabella Caminos Bragatto y Laura Novoa encabezan el elenco de este film que atrapará a los niños y no dejará indiferentes a los mayores.
Con guión y dirección de Gastón Gularte, producida y realizada en la provincia de Misiones, con coproducción de Suiza, España y Uruguay, es una película dedicada a los niños, con acción de actores y momentos de animación. La idea es revalorizar el medio ambiente amenazado por una mujer de negocios sin escrúpulos, una verdadera bruja que intenta talar y robarse la madera de un parque nacional obviamente protegido. Frente a esta amenaza, se despiertan los espíritus del bosque que necesitan la ayuda de chicos valientes para impedir tamaño atropello. Un buen intento, por momentos demasiado ingenuo pero efectivo y entretenido. Con algunos hallazgos notables como la malísima de poderes oscuros que encarna como nadie Laura Novoa, en una villana excelente. Otros lujos de la película la participación de Iván Moschner y las participaciones de Gustavo Garzón y el Negro Rada.
Fabula ecologista fallida El primer largometraje infantil producido en Misiones parte de buenas intenciones, pero no cuenta con los recursos para el tono buscado. Rodada en 2011 y paralizada durante años por problemas de producción ligados a los segmentos de animación –que la recorren de principio a fin, interactuando con los intérpretes de carne y hueso–, Cara Sucia, con la magia de la naturaleza, se presenta como el primer largometraje infantil producido íntegramente en la provincia de Misiones, aunque con aportes suizos y españoles (por ahí andan dando vueltas un par de personajes andaluces, cortesía de las obligaciones contractuales). Como suele ocurrir en muchos casos, las intenciones son buenas. Las mejores, incluso, teniendo en cuenta el preponderante mensaje ecologista. La protagonista es Mariel (Isabella Caminos Bragatto), una chica inquieta, sensible e inteligente nacida con un par de marcas de nacimiento en el rostro, origen de su particular apodo. Viviendo, como lo hace, cerca de los límites de la selva misionera, es consciente del delicado equilibrio de la naturaleza y es por ello por lo que ha desarrollado precozmente un compromiso serio con el medio ambiente. A poco de comenzada la historia, Mariel también caerá en la cuenta de que el poder del dinero es capaz de atropellar con sus topadoras los árboles más longevos, incluso aquellos que están protegidos por las leyes. La malvada titular –la “bruja”, como comenzarán a llamarla sin remilgos– es una despiadada empresaria interpretada por Laura Novoa, suerte de Cruella de Vil local emperifollada en trajes de Miuki Madelaire, reina de los sobornos y las dádivas con cláusula secreta, personaje esperpéntico que se choca de frente con la construcción bastante menos caricaturesca del resto de los personajes. Estos incluyen a un grupo de chicos y chicas transformados por las circunstancias en grupo de resistencia, un anciano que parece estar en contacto directo con las fuerzas espirituales de la selva –cruza de sabio y chamán de pueblo– y la empleada de un hotel boutique en el cual transcurre parte del relato. En el departamento animado, los seres –que cobran vida gracias a algún extraño conjuro ligado al candor de los niños– pertenecen a una raza híbrida entre el mundo animal y el humano, criaturas con algo de mitológico comandadas energéticamente desde la distancia por el Mono Vivaldi, caracterizado con la voz siempre profunda de Rubén Rada. Ya la secuencia de títulos anticipa que las ambiciones no están a la altura de lo deseado.La necesidad de crear los dibujos a partir del diseño hiperrealista del cine de animación mainstream contemporáneo atenta contra el tono de fábula buscado: la técnica y la tecnología son insuficientes, y la posibilidad del encanto se rompe casi desde la primera escena. Tal vez la situación hubiera sido otra si el estilo de animación hubiera buceado en búsquedas más poéticas, menos obsesionadas en seguirle el juego a las producciones multimillonarias. Cuando, sobre el final, un grupo de ambientalistas llega a bordo de dos helicópteros, lanzándose en sogas como un grupo militar comando, resulta claro que en Cara Sucia cualquier cosa es posible.
Por el Cuidado del Medio Ambiente. Crítica de «Cara Sucia con la Magia de la Naturaleza» de Gastón Gularte.I Un grupo de chicos se unen para luchar contra las máquinas depredadoras que amenazan la naturaleza que los rodea. Para ello deberán transformarse en dibujos animados que lucharán con una bruja ambiciosa. Por Bruno Calabrese. Mariel (Isabella Caminos Granatto), más conocida como Cara Sucia, pasa sus días con su hermanito jugando con la flora y la fauna de la selva misionera. Hasta que un día llega la bruja Melany (Laura Novoa), dueña de poderes mágicos y económicos: capaz de hipnotizar a los adultos con su mirada, es además la dueña de una compañía que se propone vender al extranjero la madera del lugar. Completamente filmada en Misiones, el director y guionista, compone una película dirigida a niños, niñas y preadolescentes. Protagoniza por chicos y chicas, el film combina sus imágenes con dibujo animado. Al equipo de niños y niñas se suma un gran elenco de actores y actrices de Misiones y también forman parte del filme figuras de renombre nacional e internacional como Laura Novoa, Gustavo Garzón, la española Ana Fernández y el paraguayo Jesús Pérez Echanique. A ello debe agregarse el debut cinematográfico del cantautor uruguayo Rubén “el Negro” Rada poniéndole la voz a uno de los personajes animados y a las canciones de la película. La música original fue compuesta por Osvaldo de la Fuente quien convocó a los Grillitos Sinfónicos para interpretar algunos instrumentos de la banda sonora. El argumento de la película gira sobre el respeto al medio ambiente. Lo hace de manera entretenida, sin vueltas, con un mensaje claro y conciso: los chicos son el futuro y son los únicos que pueden salvar la selva, ya que los adultos están infectados de codicia, sin importar las consecuencias. Los niños y niñas son el eje central del argumento y, en sociedad con la Naturaleza, luchan en la ficción contra la devastación de los recursos naturales. Ellos darán batalla a las potentes máquinas de la empresa que quiere desmontar hasta el último árbol en busca de mayor riqueza. La fotografía y los escenarios naturales de la provincia brillan en las tomas de «Cara Sucia». La fisonomía natural de la tierra colorada quedó retratada en las imágenes de esta obra de Gularte. También se hace presente el componente cultural, retratándose pequeños pueblos con sus costumbres, personajes con claro acento en sus raíces étnicas y una muestra de la diversidad que representa Misiones. Laura Novia se destaca en el rol de la excéntrica villana de la película, Melany. Gustavo Garzón y la consagrada actriz española Ana Fernández, con participaciones fugaces, son otras de las caras conocidas que uno se encuentra en el film. Para resaltar también la composición de los dibujos. A pesar de que son hechos por computadora, se nota un trabajo que intenta combinar lo artístico del dibujo por sobre lo tecnológico, sobre todo en el diseño de Vivaldi y de los personajes de los niños. «Cara Sucia» habla de la defensa de la tierra en momentos en que la misma está pidiendo a gritos que la cuiden, con un claro mensaje de concientización. Una película distinta, un producto nacional que irrumpe dentro del bombardeo de producciones internacionales para chicos. Puntaje: 65/100.
El cine para chicos o si se quiere el cine familiar, requiere el mismo rigor o incluso más que el cine exclusivamente para adultos. Tal vez los guiones puedan tener algunas libertades de verosimilitud, pero el relato debe ser fluido, dinámico, inteligente y visualmente cuidado. Los críticos de cine parecen olvidarse de eso y a la hora de la crítica se vuelven paternalistas e indulgentes, como sabiendo que los chicos no leen críticas pero los que hicieron la película tal vez sí. Cara Sucia con la Magia de la Naturaleza se suma a un largo historial de cine argentino para chicos bienintencionado que queda muy lejos de obtener un resultado con algún tipo de valor cinematográfico. La calidad técnica, el simplismo de las situaciones, la realización en exceso artesanal, todo lo que aquí y en cualquier lugar del mundo es sinónimo de película mala. Mariel, cuyo apodo es Cara sucia, pasa sus días disfrutando con su pequeño hermano en la selva misionera. Pero ese mundo bello y pacífico se ve amenazado con la llegada de la malvada Melany, una malvada ingeniera, dueña de poderes mágicos y también económicos. Ella quiere arrasar con el lugar y las máquinas de su compañía buscar adueñarse de toda la madera de la selva. Una clásica historia ecológica contada de mil formas diferentes en todos los países del mundo y no por eso agotada. La película jamás encuentra el tono y técnicamente está a años luz de sus pretensiones. Cuando la historia requiera la intervención de personajes animados, estos no lograrán la calidad mínima necesaria para deslumbrar desde lo técnico o desde lo artístico. Ni se aleja por completo del cine industrial más comercial, ni se lanza a una animación personal y única. Las actuaciones están lejos también de conseguir se convincentes y la villana interpretada por Laura Novoa es una payasada propia de un mala obra de teatro infantil y no se una película comercial. Otros rostros, como el de Gustavo Garzón, pasan sin pena ni gloria por la pantalla por unos pocos minutos. La voz de Rubén Rada le termina de dar, a través de la canción del film, un tono fuera de época, demodé, de otro momento del cine argentino. Todo el film parece salido de aquellos años pasados, cuando los cineastas mediocres y los críticos blandos se cuidaban mutuamente las espaldas en lugar de avisarle al público lo que les esperaba si pagaban una entrada para ver algo así.
Curioso estreno tardío el de Cara Sucia, con la magia de la naturaleza. Tardío porque se estrena luego del período de vacaciones de invierno en todos los territorios nacionales, sin duda producto de la masificación conglomerada que ofrece cuantiosos dividendos a Disney con El Rey León y Toy Story 4. Mucho más tardío porque la película de Gastón Gularte terminó su filmación en 2011, y el trecho hasta su arribo a las salas comerciales se debe a la minuciosa post-producción que mezcla el costado live-action, con actores de carne y hueso, con una primorosa animación para esta aventura ecoamigable para toda la familia
Directo desde Misiones, la postergada producción "Cara Sucia", de Gastón Gularte, es una cálida bienvenida al cine infantil más autóctono e inocente, sin dejar de lado, un profundo mensaje. En una cartelera infantil plagada de títulos provenientes del mainstream hollywoodense, encontrarse con películas como "Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza", debería ser un orgullo para todos nosotros. Que no se mal entienda. "Toy Story 4" es una maravilla a la altura de toda la saga; "El rey león" es un prodigio visual sin precedentes; y "La vida secreta de tus mascotas 2" tendrá un público al que le guste. Pero todas están pensadas para un público universal, y si se quiere, con una idiosincrasia que no es la nuestra. Por el contrario, nadie puede negar que "Cara Sucia" es una nena 100% argentina, y que todo lo que sucede alrededor suyo, respira aire bien autóctono. El segundo largometraje de Gastón Gularte, director de “Detrás del sol, más cielo”, vuelve a apostar por un relato sencillo y directo, que apunta al corazón, y a las metáforas simples para un público amplio. En aquella oportunidad no necesariamente se trataba de un film infantil, presentaba un retrato juvenil adulto, haciendo pie en el drama, con mucha calidez, y consciencia de hacer un cine para el público al que se apunta; constante que se repite en "Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza". Vamos a aclárarlo de una. Probablemente una película como esta sea mejor apreciada por los niños (y adultos con corazón de inocencia) alejados de la urbe capitalina de Buenos Aires, que por aquellos más acostumbrados a la vorágine de la jungla de cemento; pero esto para nada va en detrimento con el resultado final, por el contrario, hablamos de una película que define perfectamente su target. Detrás de esa pátina de inocencia y simpleza mágica, se esconden profundos valores que no son tan comunes de encontrar en una propuesta orientada a un público menudo. Amor por la naturaleza pero desde la tierra, alejado de toda superficialidad, con consciencia de lo que se habla; respeto a los adultos sin condescendencia, valorizando la infancia sin la presión de hacer que salten etapas; y una interesante crítica al consumismo, el capitalismo, las grandes corporaciones, la crisis laboral, y el vivir para lo material. Todo transcurre en Misiones, con la selva misionera como escenario predominante. La actividad predominante es el aserradero, que los trabajadores locales explotan a consciencia, reforestando todo lo que extraen. Pero eso está a punto de cambiar. Los hijos de los trabajadores juegan en la selva y se divierten sana e inocentemente, respiran de un aire puro que difícilmente encuentren en otro lugar. Entre ellos está Mariel (Isabella Caminos Bragatto), a la que todos llaman Cara Sucia por su afán de jugar hasta altas horas en la selva y estar siempre con la cara sucia signo de la desprejuiciada diversión sana. Junto con un amiguito forman un dúo al que ocasionalmente se les unirá un tercero, un niño turista español que se hospeda con su madre en un hotel cabaña de la zona. El trío pasa sus días en la selva, juega, se entretienen, y aprenden a amar la sabiduría de la naturaleza, de la mano de un chamán que le confía a Mariel unas piedras mágicas que ella utilizará para ayudar a todo el que puede. Los problemas comienzan cuando a la zona llega una vil empresaria (Laura Novoa) que desea llevar a cabo un emprendimiento inmobiliario a costa de la selva, y a cambio promete emplear a los trabajadores del aserradero. Claro que todo trato tiene su costado negativo, y acá la víctima directa será la naturaleza, y a la (no tan) larga serán los propios lugareños, ya que el trabajo será sólo temporal – después se remplazará por maquinaria – y ya no tendrán a su amada selva. En realidad, esta mujer es una suerte de bruja o hechicera con poderes oscuros, un opuesto a los poderes de las piedras otorgados a Mariel. Llegado el momento, el chamán, junto con un ser mitológico de la selva, ayudará a los chicos a convertirse en criaturas del bosque con poderes para combatir los funestos planes de la hechicera, y liderar una rebelión para salvar el lugar. La historia no presenta grandes sorpresas y no lo necesita. Gularte antepone los valores, las enseñanzas, y la simpleza e inocencia de los elementos. No intenta eludir lugares comunes, subrayados, ni varios tramos declamatorios; todo será válido para llegar a la calidez de una historia con alma y corazón. La mezcla de acción real con animación (para las criaturas) es fluida, y se nota un esmero de producción tratándose de una producción chica imposible de comparar con un tanque de Hollywood. "Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza" demandó muchos años de producción, y es todo un logro que finalmente arribe a su estreno comercial. Acostumbrados a un cine industrial que proviene de la urbe, esta es una producción que respira puro aire del interior, y eso sólo ya la convierte en una realización notable. Sí, algunos podrán decir que es una película que atrasa, tiene cierta estructura similar al cine infantil nuestro de los años ’80, hasta a alguna producción de Manuel García Ferré. En todo caso, habría que analizar, por qué una producción que responde a códigos aplicados años antes es vista con malos ojos. No trata a los chicos como personajes adultos (sin significar esto que los subestima o trata como estúpidos, respeta su inocencia), transita un camino contrario a todo el consumismo, y antepone la nobleza de su mensaje por sobre cualquier artilugio que la haga ver más grande. Las dos protagonistas de esta historia son el gran hallazgo. Isabella Caminos Bragatto es pura sencillez y frescura. Salida de un casting multitudinario realizado entre chicos de la provincia, la niña expresa todo lo que Cara Sucia tiene que ser, dulzura, inocencia, y espíritu de amor. No es una nena que quiere ser grande, quiere seguir siendo lo que es, y esparciendo bondad entre los suyos. En la vereda opuesta, Laura Novoa es una villana de lujo. La actriz se divierte componiendo a un personaje que parece Lady Gaga. Con vestuarios armados, estrafalarios, llena de gesticulación, una sobre actuación buscada y lograda. Es graciosa y a la vez atemorizante. Una suerte de Cruella DeVille 2.0, mala por ser mala, nacida del peor infierno capitalista. Cada aparición suya es digna de festejo. Colorida, alegre, pura, con un bello leit motiv, "Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza" es una propuesta de nobles intenciones, que responde a un mercado que necesita de más producciones como está con más corazón y consciencia, que grandes armados vacíos.
El director Gastón Gularte, un rosarino radicado en Misiones, decidió plasmar un filme con enfoque ecologista y combinarlo con animación. Con una imagen de alta definición, “Cara Sucia, con la magina de la naturaleza” plantea una historia simple y heroica, en la que unos niños de Misiones pretenden evitar la poda de árboles para defender la naturaleza y oponerse a una villana todopoderosa. “Nada es imposible con la libertad del dinero”, dice la malvada Melany, que es una suerte de bruja estereotipada a cargo de la siempre eficaz Laura Novoa. Los niños actores, surgidos de un casting realizado en la región, tienen limitaciones en lo expresivo pero la suplen con calidez. En el momento de la transformación de los dos protagonistas en personajes animados hay una sintonia estética hacia el universo Disney, que va en contra de todo intento de buscar una identidad de cine de autor a la propuesta. La película apela a una resolución algo simplista y a un recurso dramático que tampoco le suma a la historia. Sin embargo, es válida la apuesta por una producción que surge de Misiones y tiene un nivel profesional para el cine comercial.
Todos sabemos lo difícil que es filmar una película, incluso los documentales, que hoy se pueden realizar con cierta facilidad. Pero una producción que mezcla ficción y animación creemos que es aún mas difícil, y si la tarea la ubicamos en Misiones, bueno, ya lo podríamos considerar milagroso, y calificar como una “misión imposible”, ojo que no me refiero a la serie de TV o las de Tom Cruise, sino a la realización de Gastón Gularte que nos ocupa, su segunda película, pues su opera prima fue “Detrás del Sol, mas cielo” (2007), también filmada en Misiones. Por lo tanto estamos hablando de un cine regional, y entonces el sacrificio es doble, o triple, de lo que cuesta hacerlo en los tradición ales centros de producción. Dicho esto, vamos a nuestro asunto. En su contenido la película gira sobre el respeto al medioambiente. y la participación de niños y niñas para poner de relieve que ellos aún no están corrompidos, ellos son el eje central de la historia que narra la obra, en sociedad con la naturaleza, en oponerse a la devastación de los recursos naturales que enmarcan la existencia del ser humano. El 07 de febrero de 2011 se iniciaba el rodaje, abarcando no menos de cinco lugares diferentes de la provincia de Misiones como escenarios naturales, así se asoman las Cataratas y un hotel de Iguazú, el casco de una estancia (Santa Inés), entre otros, que lograran dejar admirados a los espectadores por su belleza natural, punto a favor por mostrar un lugar turístico de hermosura sin igual. Durante dos meses el equipo técnico de más de 40 personas estables, y el elenco, recorrió las locaciones seleccionadas de la provincia. Una vez concluida la filmación, los procesos de post producción, incluido segmentos importantes de dibujos de animación (bien logrados), recién culminaron a fines de 2018 Es destacable que la mayoría del equipo técnico es misionero, el que contó con la participación de profesionales de España, Suiza y México. El director y guionista se animó a realizar una película dirigida a los niños, que los tiene como protagonistas, y combinar sus imágenes en vivo con cine de animación, lo que supone un gran trabajo, el que se dilató por la salida del proyecto de coproductoras europeas por problemas surgidos en sus lugares de origen. Para la obra fueron elegidos, con mucha dedicación y horas de trabajo del casting que convocó a más de 700 postulantes, 30 niños a fin de cubrir a los cuatro personajes principales y a los extras. La tarea posterior fue la de instruirlos actoralmente para enfrentar la cámara, siendo seleccionados para protagonizar la historia Isabela Caminos Bragatto (Cara Sucia), Matías de Jesús, Karen Slabcow, Vladimir Krauczuk y David Rodríguez Pérez. A ellos se sumaron actores profesionales, entre otros Laura Novoa, como la excéntrica villana (Melany), cuyo vestuario diseñó la misionera Miuki Madelaire, quien también encarna a Tryce, la asistente de Melany, Gustavo Garzón animando al doctor, la reconocida actriz española Ana Fernández, y Jesús Pérez Echanique (actor paraguayo), con la participación del cantautor uruguayo Rubén “el negro” Rada, poniéndole la voz a uno de los personajes animados. Los profesionales cumplen satisfactoriamente con sus respectivos roles, llamando la atención la naturalidad de los chicos y, en general, todos salen airosos en sus cometidos. La fábula ecologista dedicada a los chicos plantea el poder corruptor del dinero, la bruja seduce a los adultos con regalos costosos, y sólo los pequeños, aun puros, son quienes se dan cuenta de las verdaderas intenciones. La música original corresponde a Osvaldo de la Fuente quien, a pedido del realizador, convoco a los Grillitos Sinfónicos para interpretar algunos instrumentos de la banda sonora Es destacable el esfuerzo del misionero Gastón Gularte, quien logra sobreponerse con habilidad e ingenio a las carencias tecnológicas y presupuestarias, para ofrecer una realización honesta y digna de ser tenida en cuenta en el actual panorama cinematográfico nacional.