Otra muestra del buen momento del cine de género español valiéndose de íconos religiosos y una muñeca que esconde, en realidad, el pasado de una niña que volverá para que se sepa qué pasó con ella. Suspenso y tensión escena a escena.
La sinopsis del filme dice: Finales de los 80, en un pueblo no determinado. Sara (Carla Campra) acaba de llegar al pueblo y no encuentra su lugar en ese espacio cerrado. Su mejor amiga es Rebe (Aina Quiñones), mucho más extrovertida. Una noche van a una discoteca, toman drogas y durante el trayecto a casa encontrarán una muñeca vestida de comunión. A partir de ese momento, comenzará la pesadilla. En realidad es en la primera mitad de la década del 80: Como todo un clásico, el filme abre con una escena que servirá de prologo y establecerá determinados parámetros para la progresión del mismo. El filme se construye a partir de la presentación de un universo que le es propio, en base a una cierta leyenda urbana transitada en una pequeña comunidad, en la que todos se conocen. El mayor logro del filme es la excelente utilización
Esta semana nos llega Comunión con el Diablo, una película española de horror dirigida por Víctor García y cuyo elenco incluye a Carla Campra, Manuel Barceló, Claudia Riera y Marc Soler. Comunión con el Diablo sigue la historia de Sara, una adolescente recientemente llega a un pueblo rural de España, durante una noche de juerga con su prima y unos amigos se topan con una niña en el camino y una extraña muñeca. Comunión con el Diablo es una película mediocre, no podemos negar esto. No llega a ser mala y eso se agradece, pero se queda a medio camino. Primero hablemos de lo bueno que tiene la cinta, las actuaciones son por lejos lo mejor, todo el elenco se mantiene firme y coherente sin exageraciones típicas del género de terror. Otro punto a favor es el maquillaje, la niña de la comunión es bastante escalofriante. El problema con Comunión con el Diablo es que es una historia que ya hemos visto, casi nada sorprende y la “explicación” no tiene sentido, parece un deus ex machina para que no se sienta una copia a una película del género muy conocida y galardonada. No voy a decir a cuál me refiero, pero si ven este film español se darán cuenta a los pocos minutos de metraje y en ese intento de originalidad falla estrepitosamente con la explicación final. En este sentido el guion flaquea. Si bien la dirección de Víctor García no es mala hay un abuso de los scare jumps, que terminan siendo cansinos para el espectador. Esto hace que se pierda suspenso ya que varias de las resoluciones de estos “sustos” son las mismas, repetidas una y otra vez por diferentes personajes. En fin, Comunión con el Diablo, no llega a ser mal film, pero es olvidable casi al finalizarlo y, lo peor, es que cuanto más se piensa en su trama más fallas se le encuentra. Tal vez le guste a personas que no son asiduas a este tipo de género cinematográfico, pero a los amantes del terror probablemente la detesten.
El cineasta español Víctor García, formado en EEUU, hace su primer film local donde combina todos los elementos de terror sin más pretensión que entretener y darles satisfacción a los amantes del género, y de paso rendirle tributo a no pocos films que debe admirar. Básicamente en una historia ambientada en los 80 donde el mundo adulto confronta con la necesidad de sacudirse las estructuras sociales tradicionales, de parte de un grupo de jóvenes. Ambientada en un pequeño pueblo, de rígidas creencias, que posee, como corresponde, su propia leyenda de apariciones. En este caso se trata de una niña desaparecida en el día de su comunión, con sospecha de filicidio, que aparentemente quedó congelada en ese horroroso pasado, que repite constantemente. Busca compañeros de juego y es la desolada portadora de una maldición. Con temas sobre el autoritarismo, los abusos en la iglesia, el bullying, y los excesos, la trama avanza alegremente para asustar y por sobre todo sobresaltar con golpes de efectos de sonido y apariciones.
Cine de terror español efectivo y sólido. Hay en esta cinematografía una tradición que suele tener un piso de calidad que justifica acercarse al género en España. Comunión con el diablo (La niña de la comunión en su título original) se basa en una leyenda urbana acerca de una niña que el día de su comunión desapareció misteriosamente. Las jóvenes protagonistas de la historia viven en un pueblo en algún lugar de España a finales de los ochenta. En una noche de fiesta Carla y Rebe volverán con dos jóvenes en un auto y se cruzarán con la niña de la comunión, o al menos eso creen ver. Lo que sí encuentran es una muñeca antigua vestida con traje de comunión. A partir de allí empieza la pesadilla. La película, además de la historia de terror, describe de forma muy claustrofóbica la vida en ese pueblo y la violencia que impera más allá de la aparición misteriosa de esta muñeca y lo que ocurre a partir de que las jóvenes la tienen. No es de lo mejor del cine de terror español, pero aún así, volviendo al comienzo, es interesante ver la calidad con la que se acercan en España al género, el sobresalto les sale con facilidad, así como la truculencia de varias escenas.
Ambientada en los años 80 la película española dirigida por Víctor García y guion de Guillem Clua, es la típica película de fantasmas que involucra niños. La historia es la de una familia compuesta por dos hijas y sus padres, que se mudan al pueblo de Tarragona, ya que están pasando una apremiante situación económica y consiguen trabajo en un matadero, propiedad del resto de la familia que los ayuda y también los menosprecia. Judith (Olimpia Roch) la hija menor, toma la comunión, todo el pueblo se reúne a festejar y la costumbre es que cada niña se saque una foto con su muñeca. Aquí no hay muñeca ya que no hay dinero. Luego de la Comunión Sara (Carla Campra), su hermana mayor, quien es seguida de cerca por su padre, va a una fiesta con su amiga Rebeca "Rebe" (Aida Quiñones) y amigos en un pueblo cercano. Al volver Sara cree ver en el bosque una niña vestida de blanco que luego desaparece. Lo que sí encuentra es una muñeca antigua que conserva y que es el disparador para "despertar" la maldición que cae sobre los cuatro jóvenes que la vieron. Con desconcierto las mujeres intentan buscar una explicación a lo que está sucediendo y que envuelve una leyenda urbana con los consiguientes sobresaltos y alucinaciones. El film posee un comienzo promisorio que luego se desvanece, cierto suspenso, buena recreación de época y está bien interpretada con una situación familiar creíble, pero terror, lo que se dice terror, no hay y no ahonda en situaciones que hubieran sido muy interesantes (como la relación de maltrato que tiene el padre de Rebe hacia ella). Y el CGI del "fantasma"...lo dejamos ahí.
TRADICIÓN Y MALAS DECISIONES El terror en España es ya un género consolidado, con varios estrenos por año, realizadores de renombre y algunos clásicos instalados en la memoria de los espectadores. Víctor García, el responsable de Comunión con el diablo, no es uno de estos directores de peso, pero sí es un laburante. Un artesano con oficio, que tras su paso por Hollywood (dirigió una de las tantas secuelas horribles de Hellraiser) vuelve a su tierra natal con una película de terror a la vieja usanza. La intención, aunque no salga del todo bien, implica cierta valentía, en una actualidad donde el género ya no parece conformarse con asustar y entretener, sino que debe ser otra cosa. No por nada la acción se ubica a fines de los 80; hay una decisión estética, narrativa y también generacional, porque en más de una ocasión la película nos remonta a ese espíritu de videoclub. Una concepción del terror mucho más lúdica y despreocupada, que hoy se ve y se analiza de manera reivindicatoria, pero que por entonces no pretendía más que eso: sangre y diversión para una platea gozosa. El prólogo nos ubica en un pueblo de España, donde una mujer, en apariencia perseguida por una entidad maligna, se suicida clavándose un tenedor en el cuello. Cuatro años después, en el mismo pueblo, aparece nuestra protagonista: Sara (Carla Campra, una scream queen por derecho propio), la hija mayor de una familia que lleva poco tiempo en el lugar, y que atraviesa una situación económica difícil. Después de una fiesta, Sara y su amiga Rebe (Aina Quiñones) toman dos decisiones discutibles: la primera es la de subirse al auto del dealer del pueblo, y la segunda es la de bajarse del auto, después de ver en el medio del bosque, por un segundo, a una niña vestida de comunión. Sara, que no conoce la leyenda en torno a ese personaje, insiste con que hay que localizar a la niña, y sigue el rastro hasta encontrarse con el siguiente escenario: un perro ahorcado, atado a un árbol, y debajo una muñeca antigua y sucia, por demás inquietante. Por supuesto, Sara hace lo que hay que hacer en este tipo de películas, y se lleva la muñeca en la cartera. Lo que sigue es lo que ya sabemos. Hay una maldición, y un grupo de personajes que tiene que enfrentarla antes de que sea demasiado tarde. En el aspecto formal, hay un uso notable de los efectos prácticos, lo que le otorga a las secuencias de horror verosimilitud y un guiño nostálgico. Luce de otra época, sí, pero está bien. Narrativamente, y sobre todo en el tramo que va desde el descubrimiento hasta la confrontación final, la película recurre a una fórmula probada y efectiva: un grupo de jóvenes, cada uno con su historia personal a cuestas, se asocia para combatir a un mal que los acecha por separado. Reminiscencias de Stephen King, pero también de Pesadilla en Elm Street, y de todas las sucesivas reescrituras. Incluso de esa vuelta que hubo a principios de los 2000, con Destino final a la cabeza. Si Comunión con el diablo no es una mejor película, es porque no logra construir un Mal a la altura. Es entretenida, y se las arregla para que podamos empatizar con los protagonistas, pero la maldición que los persigue no consigue ser del todo relevante. Para peor, se resuelve de manera fácil, para decirnos en los minutos finales que en realidad no se resolvió. Un giro bastante común en el cine de terror, pero que acá peca por partida doble. Por un lado, esquiva cualquier posible victoria para los personajes, algo que contradice el espíritu previo de lo que vimos. No hace falta que se salven todos, ni mucho menos, pero ya que tenemos una final girl con todos los ingredientes para serlo… Por otro lado, echando tierra sobre el ya mencionado uso de los efectos prácticos, cuando el monstruo verdadero muestra la cara, lo hace con un CGI espantoso que nos hace putear a la pantalla. Y así nos vamos, con una sensación agridulce que pronto se disipa, porque tampoco es para tanto. La película lo intentó, pero al otro día tal vez ya la habremos olvidado.
Comunión con el Diablo ofrece la película más decente que brindó hasta la fecha el director español Victor García, en cuyo prontuario cinematográfico sobresalen bodrios olvidables como Hellraiser: Revelations, Mirrors 2 y Return to House on Haunted Hill que terminaron directamente en el dvd. En su nuevo proyecto elabora un cuento de horror sobrenatural centrado en una antigua leyenda urbana muy popular de la región de Galicia. El conflicto gira en torno a la figura de La niña de la comunión, un espectro que vaga por las rutas y cuyo origen brinda un misterio que llega a ser interesante. El director ambienta la trama en los años ´80 con una recreación realista y a diferencia de sus trabajos previos no abusa de los jump-scares sino que construye el relato con atmósferas macabras que están muy bien logradas. Desde los aspectos técnicos apuesta a generar momentos de susto, realizados en su gran mayoría con efectos prácticos, que se encuentran bien dosificados dentro del argumento. La película toma una clara influencia del terror japonés de los años ´90 pero sin llegar a convertirse en un burdo clon de Ringu o The Grudge. Dentro del reparto las protagonistas, Carla Campra y Aina Quiñones brindan muy buenas interpretaciones que terminan saboteadas por un guion que se desinfla notablemente en su tercer acto. Toda la intriga que se construye hasta el momento del clímax luego deja varias incógnitas abiertas con la obvia intención de establecer la primera entrega de una futura saga. Un salto de fe de los realizadores ya que el cuento que se presenta tampoco es tan apasionante como para estirarlo demasiado. No obstante, quienes se enganchen con el cine de género español en esta propuesta encontrarán una película que se deja ver y cumple en materia de entretenimiento.