Luego de su corto Merodeo, el joven director cordobés Fernando Martín Restelli debutó en el largometraje con este documental que se centra en la relación entre Pedro, un hombre que se gana la vida como guardia nocturno de edificios en construcción, y su pequeño hijo Juan Pablo, un torrente de dulzura y al mismo tiempo un terremoto de energía incontrolable. El resultado es una mirada íntima, pura, cristalina, noble y respetuosa sobre las vivencias de este padre soltero, el niño y otros dos queribles personajes (Jesica y Lucas) que conforman como pueden una suerte de familia ensamblada en condiciones muy humildes. En los primeros minutos de la película -rodada con perseverancia durante un largo período de tres años- hay una escena muy hermosa en la que Pedro regresa a la zona de La Calera luego de su agotadora jornada laboral y se encuentra con su hijo jugando a la pelota. El chico quiere armar un partido, pero el papá está cansado y prefiere ir a la casa a bañarlo y cocinar. El pibe patea el balón y el camarógrafo le devuelve el pase. Esa "intervención", esa ruptura de las convenciones del documental más clásico, demuestra la sensibilidad particular de un director que elige alejarse de los dogmas. Construcciones está narrada con anécdotas mínimas, situaciones en apariencia poco trascendentes, pero en las relaciones, en las charlas informales, en la cotidianeidad de estos personajes aparecen cuestiones acuciantes como la precariedad económica y la emergencia habitacional. Cine con conciencia social, sí, pero sin subrayados ni bajadas de línea.
"Construcciones": de padre a hijo En el film de Restelli, una lente de aumento filma la cotidianidad de un chico y su padre, mientras una lente en teleobjetivo registra lo que la circunda. El chico juega a la pelota, de pronto ésta se le va y viene directo hacia la cámara. El chico está por pedirla, pero de alguna manera lleva impreso en su ADN que “no se puede” dialogar con la cámara. No lo hace. Es el camarógrafo el que, menos dogmático con la cuarta pared y esas cosas, se la pasa. Es un momento raro de la película cordobesa Construcciones. Raro porque está suelto, no obedece a ningún sistema representativo ni a ninguna intención previa, simplemente “pasó”, se resolvió así y así quedó en el montaje final. La ópera prima de Fernando Martín Restelli es una insólita coproducción cordobesa-qatarí. Fue parte de la Competencia Nacional del Festival de Mar del Plata y de la última edición del DocBuenosAires. Habla de la relación entre un chico y su padre. Pero la realidad que los rodea es como una caja de resonancia que pone esa relación en un contexto más amplio. Pedro trabaja como sereno. Cuida obras en construcción. A veces, para matar el tiempo fabrica cosas. Unos juguetes caseros para su hijo Juampi, por ejemplo. Cuando no cuida obras, Pedro --que es un señor bastante mayor-- cuida a Juampi, de día, en la zona semisalvaje donde viven, a cuadras de la ruta, en La Calera. Le da de comer, lo prepara para ir a la escuela, repite con frecuencia la palabra “coso”. Juampi tiene una mamá bastante más joven que Pedro, Jesica, a la que visita algunos días por semana. Jesica se comporta un poco como si fuera la tía, pero Pedro igual la usa como “Cuco”. “Mirá que le cuento a Jesica lo que hiciste, ¿eh?”Juampi es un chico inquieto. Cuando come, sentados con el papá uno frente al otro, cada uno en una cama y usando una mesita de luz para apoyar los platos, hace sonidos raros para hacerse entender, se sacude como si le hubieran pasado corriente eléctrica, amaga acostarse en la cama. Un día se manda una macana y el padre lo amenaza con una zapatilla. Construcciones está vista a través de una doble lente. Una lente de aumento filma esa cotidianidad, una lente en teleobjetivo registra lo que la circunda. Salvo que esta segunda lente, si se permite la licencia, no es visual sino auditiva. Capta la televisión y la radio, que informan sobre la situación económica. En un momento un especialista analiza por radio la reforma previsional del macrismo y habla en particular sobre la situación de los trabajadores no registrados, que quedan desamparados. No puede no pensarse qué va a ser de Pedro en unos años más, cuando le llegue la edad. Una de esas películas en las que personajes reales hacen de sí mismos, Construcciones está filmada con un estilo rústico que le sienta muy bien. Algunos elementos generan incógnitas. Por qué Juampi no vive con la mamá, aunque sea algunos días por semana, por ejemplo. Ningún dato permite inducirlo, y queda sin responder.
La colmena La relación vincular entre un padre y su pequeño hijo es el alma de Construcciones (2018), un documental observacional sobre un grupo de empleados de la construcción en La Calera, Córdoba pero que a medida que el relato avanza se transforma en una película sobre las construcciones afectivas. Juampi es el hijo de Pedro, obrero de la construcción, viven en una casa humilde levantada en un terreno tomado. También hay otros personajes a los que Restelli busca retratar pero Juampi y Pedro los opacan. Y no porque busquen ser las figuras centrales de una película trabajada sobre la coralidad sino porque la cámara, que se enamora de ambos, los busca de manera constante, en sus charlas cotidianas, sus juegos, peleas, berrinches y salidas. El cordobés Fernando Martin Restelli filma la cotidianidad a través del tiempo con cámara en mano y en primeros planos, sin importar lo que están haciendo porque parece invisible frente a los ojos de los protagonistas, es como si no notarán su presencia o no quisieran notarla para poder mostrarse auténticos, como son. Fríos pero cálidos. La relación entre padre e hijo es de una ternura que traspasa la pantalla. Dos personajes que pese a la hosquedad de sus cuerpos y palabras generan empatía con el espectador en apenas minutos. Mientras trabajan, juegan o descansan se escuchan las noticias. Noticias que hablan de un mundo que les resulta ajeno, lejano, aunque los afecte de manera directa. Ellos viven en un mundo donde no les importa lo que van a cobrar siempre y cuando tengan trabajo. Un mundo de carencias materiales pero no afectivas. Restelli propone un retrato íntimo y austero sobre la cotidianidad de aquellos que construyen, tanto ciudades como lazos de amor auténtico.
La opera prima del realizador argentino Fernando Martin Restelli, que estuvo en Mar del Plata y en Amsterdam y se acaba de presentar en el DocBuenosAires 2019.El protagonista de este documental que establece vínculos muy especiales con el espectador, es un guardia nocturno de edificios en construcción, que pasa sus horas merodeando pasillos vacíos con la sola compañía de su radio. Un padre soltero que cuando termina su jornada vuelve a encontrarse con su hijo, que desde el comienzo del film establece un lazo especial con el realizador. A lo largo de tres años el registro de la vida de Pedro y Juampi, y un vínculo que nos interpela.
Fresco de los días de una familia que lucha por progresar y ser mejor día a día. La cámara se reposa en la cotidianeidad de tres generaciones para avanzar en reflexiones sobre el trabajo, el dinero, la familia y los vínculos.
La Opera Prima de Fernando Restelli, “CONSTRUCCIONES” vista en la Competencia Internacional del 9º FICIC en Cosquín y que ha intervenido recientemente en la selección del DocBuenosAires, es un trabajo que si bien tiene en su mayor parte, un formato eminentemente documental, abreva –como tantas otras películas del género dentro de la producción reciente- en el formato de docuficción, generando de esta forma un mayor atractivo para el espectador que un simple retrato observacional de los protagonistas. Restelli nos contará la historia de Pedro, un trabajador de la industria de la construcción e intentará representar en su figura, ese micromundo que se genera dentro de una obra, donde los obreros parecen quedar atrapados en un espacio alejado de la realidad. Casi como en un pequeño universo paralelo dentro de la ciudad que se acentúa más, aún en el caso de los serenos de las obras - como Pedro nuestro protagonista- que dado el horario y el espacio tan particular donde cumplen su jornada laboral, ven complejizados sus vínculos familiares y sus horarios de descanso y el tiempo para poder estar junto a su hijo. Este retrato de Pedro se emparenta fácilmente con la soledad, con esa “alienación” que vive como sereno en esas horas de encierro en donde la única realidad que se filtra del exterior es la voz de la radio, que Restelli inteligentemente usa para darle un contexto de encuadre temporo-espacial a la historia (diversos fragmentos periodísticos nos ayudan a situarnos en los momentos previos e iniciales del macrismo, en donde el planteo de todo un nuevo orden laboral y económico genera incertidumbre en el protagonista). Pero esta referencia inicial para “CONSTRUCCIONES” es justamente sólo eso. Restelli inicia su recorrido en esta construcción material para hablar de otra mucho más intangible pero más profunda e interesante. Es así como vemos este otro proceso de construcción tan fascinante y entrañable que es el vínculo que Pedro logra con su hijo, a quien cría como padre soltero y por lo tanto, la construcción más interesante que el director logra retratar es ésta de Pedro con su hijo Juampi, y lo hace con una cámara que adora a sus personajes y lo mira con una deliciosa y notable sensibilidad. El juego de ambos frente a la cámara es enteramente disfrutable –una cámara movediza que los sigue y los acompaña mediante la técnica de cámara en mano y con el uso mayoritariamente de primeros planos -, tanto por la espontaneidad de Pedro como la frescura, la picardía y la simpatía de Juampi y uno de los sobresalientes méritos de Restelli es poder borrar su presencia en cada escena y que nos parezca que la cámara no está ahí. Compartir esos momentos y charlas entre Pedro y Juampi es un verdadero deleite y Restelli sabe aprovecharlos al máximo, acompañándolos con otros pequeños personajes que completan el cotidiano de este obrero que representa a tantos otros: un retrato personal que sirve de descripción para contar algo mucho más universal. Así se van borrando las barreras de la realidad documentada y la ficción que implica cada mirada dentro del cine. Y la cámara amorosa de Restelli para con sus personajes, logra una profundidad, una intimidad y un nivel confesional que resulta sumamente acertado y atractivo, convirtiendo a “CONSTRUCCIONES” en uno de esos pequeños documentales que nos sorprenden positivamente y que nos dejan una cálida sensación de abrazo después de haberlos visto.
La vida de un sereno no parece ser un tema cinematográfico, sobre todo si el paso del tiempo, siempre muerto y sin ningún evento que funcione como promesa de una aventura, se mantiene uniforme en su repetición. Una gran mayoría se acerca al cine para olvidar y evadirse. Un cuidador de edificios en construcción en pleno ejercicio está en las antípodas de las peripecias y las sorpresas que se anuncian en el cine. Sin embargo, Fernando Restelli cree que la vida de Pedro irradia un drama universal y que este sí puede ser parte de una película. En principio, la experiencia del tiempo en el trabajo le pertenece a cualquiera, como el contracampo de ese tiempo productivo, el tiempo del afecto, el descanso y el ocio. ¿Cómo filmar entonces una experiencia tan conocida y a la vez poco filmada? ¿Cómo transformar en un hecho estético los tiempos de una vida común?
Después de su paso, entre otros, por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y el FICIC, se estrena Construcciones, donde Fernando Martín Restelli apuesta a mostrar el cotidiano de los miembros de una familia común a través de una disfrutable y sentida docuficción. Pedro, un hombre que trabaja como vigilador nocturno en obras en construcción en Córdoba, vive con Juampi, su hijo pequeño. Padre mayor y soltero que comparte con el niño todo el tiempo libre que el trabajo le permite. Y cuando no, allí aparecen Jesica y Lucas, en una especie de familia ensamblada en la que todo funciona con naturalidad. La docuficción de Restelli sigue la cotidianidad de esas vidas logrando un registro que parece invisibilizar la cámara y lograr actuaciones de no actores. Más allá de que los protagonistas son familia, lo que vemos es fruto de una puesta en escena. Hay una mirada afectiva y afectuosa hacia esas personas/personajes que logra provocar una empatía inmediata, además de cierta apuesta por situaciones en las que el niño es protagonista (que se convierten en pasos de comedia) que se ganan el cariño de los espectadores y permiten que otros tiempos “muertos” fluyan. Son esos momentos del trabajo del vigilador en los que se cuela la realidad social y política a través de una puesta que recurre a planos fijos y voces en off de noticieros radiales y televisivos que aportan la coyuntura que, obviamente, también constituye a los personajes. Hay una búsqueda que procura espejar o hacer pasar de lo exterior de las construcciones edilicias a desandar y mostrar aquello con lo que se forja un vínculo, desde la materialidad de los afectos a lo simbólico y a las mismas representaciones audiovisuales. Construcciones es una docuficción sencilla y sensible, amigable para con el espectador y que apuesta a mostrar una cotidianidad de personajes humanos reconocibles, sin dejar de lado la coyuntura sociopolítica que los moldea.