Cuestiones del amor Dorados 50, la producción con dirección y guion de Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos, es una película diferente en términos de lo que un documental intimista puede hacer dado que procura indagar ( ya no resolver, tal vez sería demasiado) respecto de las inquietudes, necesidades, vivencias y pensamientos de alguien cercano a los 50 años, quien pretende pensar que aún tiene por delante (como es usual hoy, dadas las posibilidad de sobrevida) 30 años por delante al menos y no es coincidencia que justamente los padres del protagonista y narrador cumplan también el mismo tiempo físico compartir la vida. Es acaso este casi el fin, considerando que tiene parece estar a punto de ver aún una dimensión importante de la historia en este mundo que a nadie le gusta (en teoría), al que todos seguimos atados y viviendo según lo que se pide, y según lo que se impone, también? Eso es lo que parece sentir quien abre las puertas de sus percepciones y procura compartir con nosotros y de igual modo entrar en vínculo con el espectador. El propósito de Dorados 50 es ordenar un poco las ideas respecto de quiénes somos y a dónde vamos para los momentos en que estamos observando qué es lo que viene para el futuro. Y es algo que está muy bien.
Encendida pasión "Reflexionar sobre el amor, el paso del tiempo y la antesala hacia la vejez, es de una profundidad filosófica reservada para pocos; aquellos poetas de la vida, eruditos e intelectuales. Sin embargo, "Dorados 50, 2021", se expresa de manera simple." Los 50 años pueden ser dorados aunque duelan las rodillas, aunque el aire no sea el mismo o una capa de angustia se instale en un rincón del cerebro. El protagonista reflexiona sobre sus cincuenta, filma una película sobre amores infinitos e indaga con humor existencial acerca de la lucha diaria de vivir. ¿Cómo sostiene una pareja la mirada amorosa durante cincuenta años? Eso se pregunta el protagonista de una película que sigue la tradición de la comedia judía (no solamente) argentina, con un personaje empujado a resolver su neurosis en medio de la crisis de la mediana edad. Lo más interesante de Dorados 50 es su renuncia al discurso de los vínculos posmodernos, y su entrega desprejuiciada a la humanidad y ternura del amor entre dos personas. Su estructura, en clave de docuficción expositiva, se vuelve a veces reflexiva y siempre emocionante en su afán por entender el amor a través del lenguaje del cine. "Envejecer y acercarse al final de la vida, no es grato. No obstante, la película, consigue con ternura y nostalgia, desestructurar los misterios del amor verdadero."
“Dorados 50” de Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos. Crítica. Como adelanta el subtítulo: “Una comedia documental”. Francisco Mendes Moas Hace 1 hora 0 5 Mucho se habla de la crisis de los 30, ese momento específico de la vida donde se replantea como avanzamos con los planes delineados en nuestra infancia y cómo continúa el camino a partir de ahí. Para quienes la sobreviven, unos años después llega la crisis de los 50, diferente, pero similar. Se pone en la balanza lo vivido, ya sabiendo que se recorre la última mitad de la carrera. En este punto comienza “Dorados 50”, el documental de Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos, la cual se podrá ver desde el 9 de septiembre por Cine.ar de manera gratuita, por una semana, y en algunas salas del país. Ya con medio siglo encima, Alejandro sigue corriendo maratones, pero como muchos deportistas, mientras lo hace es cuando su cerebro comienza a maquinar dudas. Sus padres acaban de llegar a las bodas de oro y él está por cumplir 30 años de conocer a su pareja. Compararse resulta obvio, en una época donde todo es tan efímero, ¿cómo se consigue perdurar una relación por tantos años? ¿Es posible actualmente? Las respuestas no las tiene Alejandro, pero tal vez las longevas parejas entrevistadas, si. Todos los caminos suelen llevar a Roma en el momento en que un artista se obsesiona con algún tópico o entra en crisis de alguna manera. Los pintores lo reflejan en su obra, los escritores lo ponen en palabras y los cineastas hacen películas. Emerge casi involuntariamente como una herida abierta que necesita ser sanada. Al mismo tiempo también es algo más fácil, ya que significaba hablar de algo de lo que uno ya conoce y tiene internalizado. Jerry Seinfield, lo expone muy bien en su monólogo sobre cómo los comediantes hacen siempre chistes de aviones o aeropuertos, ya que es algo que para ellos es muy común. Pero lo que no es común es el enfoque que le dan los directores al documental. En una época donde todo pasa extremadamente rápido y dura aún menos, ellos eligen apostar a una idea de amor romántico duradera. De manera honesta y sensible, buscando escuchar y entender lo que tienen para decir estas personas. En lugar de criticarlo, buscan reflejarse de a ratos en los mismos, por otros despegarse completamente, a pesar de ser parte de diferentes generaciones. Con resultados más que interesantes, podemos ver como el amor romántico entre dos personas muta con el tiempo, los abrazos, los besos, hasta el sexo es diferente, pero siguen existiendo. Además demuestra cómo a este no le importan los géneros, ni las edades, aun a edades avanzadas se puede encontrar el amor, como lo vemos en Maria Ines y Roberto. Apostando por la constancia, la lucha por superar los escollos, por un amor que pareciera, hoy en día, propio de otra época. Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos, eligen sacar la cámara de la crisis y el conflicto que es donde suele ubicarse, para posicionar del lado del cariño y el humor. “Dorados 50” surge de una crisis de mediana edad, que consigue mirar lo que queda de camino de una manera luminosa y optimista. Capaz de sacarle una sonrisa al espectador más hosco y alguna lágrima al más frío, “Dorados 50” nos grita: ¡que lindo el amor carajo!
Cuenta el director Alejandro Vagnenkos que, a punto de cumplir 50 años, empezó a mirar para atrás y a los costados. En el primer sentido, se encontró junto a su mujer de hace casi 30 años, sin hijos chicos para criar, con algunos achaques físicos y una desarrollada afición por el running. En el segundo, descubrió la excepcionalidad de una vida sentimental ordenada entre decenas de amigos y conocidos casados y divorciados más de una vez. Fue el puntapié para preguntarse cuánta de su estabilidad era deseada y cuánta impuesta por sus padres, que al momento del rodaje llevaban más de medio siglo juntos. Y fue también el de Dorados 50, un documental, codirigido junto a su amigo Víctor Cruz, en el que indaga en cómo sostiene una pareja la mirada amorosa durante tanto tiempo. En medio de esa crisis, el director de Escuela trashumante reúne en un living montado sobre el escenario de un teatro a decenas de matrimonios que hablan a cámara sobre las claves para la convivencia, las crisis, el sexo, el amor, la fidelidad, el deseo y la muerte. En todos se percibe una camaradería recíproca, a la vez que la capacidad de entenderse solo con gestos y miradas. Las parejas recuerdan con humor decenas anécdotas del pasado en común. Nadie puede evitar que los ojos se llenen de lágrimas al contar cómo se conocieron. Hubo quienes llamaron aun cuando tenían miedo del rechazo. Otros que encararon en un baile. Algunos tuvieron relaciones más fluidas; otros, más tortuosas, impedidas por cuestiones propias o ajenas. Pero todas las parejas que hablan con Vagnenkos y Cruz tienen la misma voluntad que la película: recuperar una idea de amor romántico amenazada por los nuevos paradigmas. Dorados 50, como sus protagonistas, cree en el amor para toda la vida.
Alejandro Vagnenkos (“Jevel Katz y sus paisanos”) va a cumplir 50 años y lleva 30 con su pareja. Sus padres ya festejaron las Bodas de Oro. ¿Cómo hacían los matrimonios de antes para durar tanto? ¿Cómo mantener viva la famosa y veleidosa llama del amor? Sobrevuela por ahí la anécdota de Salvador María del Carril, nuestro primer ministro de Economía, y su vengativa viuda Tiburcia, a quien él no le dejaba gastar más de lo que ganaba. Surge también la lectura del maratonista Haruki Murakami, “De qué hablo cuando hablo de correr”. Y las preguntas al terapeuta y los amigos, uno de los cuales tiene hermosas reflexiones. Otro amigo, Víctor Cruz (“¡Que vivas 100 años!”), ya pasó los 40 y se engancha en el tema. Juntos convocan a una docena de parejas de toda clase, para grabar sus testimonios ante la cámara. Ahí van desde el arquitecto y su esposa también arquitecta que ya llevan 60 (sesenta) años de casados, hasta los que se quieren con afectuosa paciencia, y los amantes veteranos con cama afuera que se hablan todos los días, y que cuentan la historia más singular de todas, confirmando aquello de “para el amor no hay edad”. Detalle singular: muchas veces, fueron las mujeres quienes declararon su amor y decidieron la unión, incluso estampando un inesperado beso en plena calle (eso, “en aquella época”, cuando según dicen eran todas pacatas). Tales confesiones se tomaron en un lugar neutro pero muy significativo, un teatro. Para el caso, el Roma de Avellaneda. Se sigue en esto el modelo del recordado maestro Eduardo Coutinho para algunos de sus últimos documentales. Pero “Dorados 50” no es exactamente un documental. Es, como dicen sus autores, una comedia documental. Y es muy simpática, y en partes también un poquito instructiva.
¿Existe alguna forma de garantizar de que un matrimonio se quede unido durante muchos años? Las respuestas pueden ser muchas y varias de ellas se explican en este film entre lo documental y lo ficcional de los directores Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz. El tema de la naturaleza del amor plantea muchos obstáculos, pero los cineastas supieron elaborarlo con mucha ternura y permanente emoción. El eje central es un hombre que está próximo a cumplir los 50 y decide a filmar una película acerca de amores de largo aliento, en torno del cual se desarrollará un humor existencial. La única escenografía es un sillón rojo en un teatro por el que pasan con sus historias esas parejas que ya han cumplido 50 o más años de matrimonio. Entre recuerdos de picardías, añoranzas, alguna que otra infidelidad y una intensa y eterna paciencia van relatando sus vidas en común. Cada una de ellas posee el denominador común del amor, condimentado por extraordinarias dosis de humor. El dúo de directores supo compaginar con gracia, con elegancia y con un subrayado que nunca queda de lado los relatos de sus protagonistas, que hablan entre lágrimas y besos en medio de un clima que se vuelve a veces reflexivo y siempre emocionante. En definitiva, es la historia de un par de detectives en busca de resolver uno de los grandes enigmas de la humanidad a través del lenguaje cinematográfico.
Una comedia documental de Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz Insólito documental sobre el amor que bucea en la intimidad de parejas que cumplieron 50 o más años de casados. El cine documental por alguna extraña razón siempre está más ligado a lo social o biográfico que a otro género. Resulta casi una entelequia encontrar una propuesta de no ficción que sea abordada desde la comedia o el humor, incluso cuando el objeto retratado está vinculado de manera directa o indirecta con tales características. Existen ciertos formalismos de los que si uno se sale supondría una especie de traición. Dorados 50 (2021) resulta una agradable sorpresa dentro de un formato al que muchas veces le cuesta correrse de ciertos cánones preestablecidos. Alejandro Vagnenkos cumplió los 50 y comienzan los replanteos. Sus padres también cumplieron 50 años de casados y entre las diferentes preguntas que lo interpelan se encuentra una que lo llevará a encontrar (o al menos lo intentará) la respuesta en la realización de un documental ¿cómo es posible que algunas parejas persistan en el tiempo y puedan estar toda una vida juntas? A partir de esta pregunta Vagnenkos y Víctor Cruz construyen una película sobre el amor que le escapa a todos los lugares comunes del documental y más que encontrar una respuesta a la pregunta inicial, Dorados 50 termina reivindicando al amor eterno en épocas donde todo es efímero, veloz y cortoplacista. Desde la primera persona y a través del recurso de la entrevista a parejas que llevan 50 o más años juntos, exceptuando un par de casos puntuales, el cine y la experiencia de vida se cruzan con el amor en un documental atípico, que invita a reflexionar, pero con una mirada descontracturada, jugando con géneros habitualmente ausentes en este tipo de propuestas como la comedia romántica o el humor ácido, y con un optimismo insólito para los tiempos que corren.
Amores como el nuestro quedan ya muy pocos El documental de Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz que se estrena mañana en la señal CINE.AR y en el cine Gaumont recorre diferentes historias de amor de parejas que resisten al paso del tiempo. Aburrimiento, costumbre y infidelidades, entre otros factores, son causas que generan miles de divorcios en todo el mundo. En este marco ya no es tan habitual encontrar mayoría de parejas que resistan el paso del tiempo. ¿Cómo sostienen dos individuos la llama del amor durante toda una vida? Este interrogante llevó a Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz a crear Dorados 50, un documental que, sin renegar en absoluto de un alto grado de cursilerias, celebra la idea del amor romántico y para toda la vida. Un sillón montado sobre un escenario de teatro reúne a decenas de matrimonios que comparten sus secretos, anécdotas, intimidades y crisis en el campo amoroso, transmitiendo a cámara las claves para construir un lazo feliz durante tantas décadas. Uno de los puntos fuertes del documental reside en la selección de las parejas: en todos los casos prima la ternura y el compañerismo en los vínculos, y eso puede leerse en cada mirada cómplice entre los enamorados. En el combo de historias coexisten los primeros encuentros marcados por la emoción, los rechazos a primera vista y los desencuentros que terminaron en final feliz. En todos los casos, Dorados 50 busca darle un sentido lúdico a las narrativas y festejar el amor y todas las vertientes e interrogantes que sufre con el correr del tiempo. En una época donde los romances son efímeros y nada es para siempre, Vagnenkos y Cruz optan por mostrar un conjunto de realidades que -con verdadera convicción- sostienen y creen en el amor "hasta que la muerte los separe".
Un documental original que se propone utilizar el humor y el tono de comedia para hablar de los amores longevos en épocas de relaciones líquidas, cortas, intensas y olvidables. Javier Vagnenkos, uno de los directores junto a Víctor Cruz comienza a interrogarse sobre sus propios cincuenta, sus deterioros físicos, su empeño en seguir corriendo cada día, con maratones incluidas. Sigue preguntándose sobre que lo mantiene unido a su mujer desde hace 30 años, a sus padres desde hace cincuenta, ante un grupo de amigos casi todos divorciados y vueltos a casar, con hijos que se sienten diferentes ante tanta persistencia amorosa. Y luego alegremente extiende sus inquietudes a quienes disfrutan de muchos años de unión, donde esta los mejor de este documental simpático y tierno. Los testimonios casi todos filmados en un teatro, de espaldas a la platea, rescatan ternuras, mimos, y una mirada romántica tan políticamente incorrecta en la actualidad.
Dorados 50 cuenta muchas historias. Cuando su director, Alejandro Vagnenkos, entra en crisis por cumplir cincuenta años comienza a reflexionar sobre los cincuenta años de matrimonio que muchas parejas han alcanzado. Esa es la historia principal, la de la búsqueda del realizador. Pero a ese se le sumarán muchas otras, en particular la de un grupo de parejas que sentadas en un sillón sobre el escenario de un teatro contarán su relación. Con humor, un poco de emoción, con momentos muy logrados y con otros muy simples pero simpáticos. Este sillón con parejas de gente mayor es una idea completamente tomada de las parejas de Cuando Harry conoció a Sally… pero sin Nora Ephron ni Rob Reiner. El cine de Hollywood ayuda a mejorar nuestra cinematografía. No es un plagio, tan solo un punto de partida, después cada situación tiene su propia vida, sus detalles, su propio encanto. Menos efectivo es cuando el director busca ponerle simpatía y humor a su propia historia. Aunque logre transmitir la idea, algunas resoluciones no son tan felices como la dinámica de las parejas del sillón. El cierre es bastante obvio pero allí aparecen por suerte las parejas para derrochar simpatía y cerrar esta película.
PARA TODA LA VIDA Alejandro Vagnenkos, uno de los directores de este documental junto a Víctor Cruz, está por cumplir 50, esa cifra engañosa que tomamos todos como la mitad de la vida pero que no solo no lo es (bueno, apenas una minoría alcanza los cien años), sino que además simboliza mucho más que un número o un pasaje. Para el protagonista es una instancia de dudas existenciales pero, también, de indagación (charla con amigos de asados, con su terapeuta, con un amigo poeta, todo con mucho de humor judío), y posa su mirada en otros cincuentas, los de las parejas que han logrado construir historias de amor de medio siglo. Con mucho humor, Dorados 50 es una indagación en matrimonios y parejas de largo aliento; en sus historias de vida y dependencia depositada en el otro. Muchos temas sobrevuelan el relato, muchos de ellos de gran complejidad y abstracción (como lo son los sentimientos, por ejemplo) pero Vagnenkos y Cruz tienen el gran acierto de bajar todo a un terreno simple, que no simplista. El pasado y el presente, el paso del tiempo, los vínculos y su construcción, el dilema de una generación presente que ha hecho de la apología de lo efímero una forma de respuesta a la generación de sus padres: ¿quiénes de los que hoy están en pareja tienen la fe de llegar a convivir cincuenta años como la tenían sus antepasados? Y todo esto se expresa no con pesadas filosofadas, sino con la experiencia de vida de los protagonistas, con la relación que se explica con palabras, pero muy especialmente a partir de lo corporal de esas parejas sentadas en un sillón, frente a la cámara, sin mayor red que su propia complicidad construida a lo largo de todos esos años. Pero si hay algo a lo que Vagnenkos y Cruz le huyen, sobre todo, es a la solemnidad. Su película es sumamente emotiva y humorística, precisa y preciosa. Y en este contexto Dorados 50 es una película fundamental y necesaria, porque deja en la puerta de entrada el cinismo tan contemporáneo y se tira de cabeza a creer que estos amores son posibles. Difícil encontrar una película más amable y querible en pleno Siglo XXI.
“… encontrar respuestas puede ser tranquilizador, pero en la vida y en el cine me gustan más las preguntas, las que incomodan y nos obligan siempre a pensar otras formas de vivir y de hacer cine” (Vagnenkos en entrevista para Télam). Hay paradojas, homonimias, ironías y sentidos ocultos a lo largo de Dorados 50, ‘una comedia documental’ de Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz. Las tres primeras están manifiestas desde el título y subtítulo de la obra recientemente estrenada en salas bonaerenses y en la plataforma de streaming de CineAr Play. Ahora puede verse en Vivamos cultura. El documental trata la inquietud de Vagnenkos por su pronta llegada a la cincuentena de vida. Cuando transcurren las primeras escenas en el médico y el gimnasio, se vuelve obvia la primera ironía: dorados no parecen sus años vividos. Y luego de que él acude en busca de consejo a su psicoterapeuta y a Carlos, amigo poeta, el valor del afecto profesional y sus palabras precisan contradicciones anímicas frente a aquella actitud inicial. Y en vista de que lo verbalizado no es fianza para cumplir objetivos vitales, la confusión de Alejandro frente al discurso poético y al psicoterapéutico impulsa la obra a convertirse en un making of. Las respuestas audiovisuales a la pregunta de Carlos “qué hay en el amor” son conseguidas como si se tratara de ensayos teatrales y no como verdades definitivas. Las entrevistas a parejas con cincuenta años de relación son grabadas en el escenario de un teatro y con la cámara desde los tras bastidores. Para tener respuestas pareciera que están enfocándose solamente en los matrimonios entrevistados. Mas Vagnenkos incluye también comidas con sus amistades, la manera de verse a sí mismo y las dinámicas casi de hastío entre él y Cruz para afianzar lo que hay de gracioso en toda disparidad. Es ahí donde aparece el sentido inesperado. Estas puestas en escena buscan lo que hay de inmedible en las relaciones, aquello sin-cuenta y su valor agregado por invisible. Entonces vemos que para sentir lo errático de toda gestualidad amante son coherentes la improvisación, el diseño sonoro abarrotado de Francisco Seoane y hasta la descuidada corrección de color de algunas tomas. Esos tres elementos ejemplifican que el registro es una reconstrucción azarosa del pasado, ajeno por su distancia. Desde tal reelaboración técnica es trabajado un vínculo, sea con uno mismo, con otras personas o sí, con esta película. Cruz y Vagnenkos se suman aquí a realizadores contemporáneos y coterráneos como el Matías Szulanski de Ecosistemas de la costanera sur (2020). En obras como estas dos, la gracia y los imprevistos de llevar a cabo una idea en cine arriesgan la estética del registro al dejar a propósito los descuidos técnicos. Y mientras Szulanski aprovechaba lo ambiguo en el uso de los géneros para su “documental”, este dúo prefiere enfocarse en la insospechada emotividad de la ironía.
Se agota el amor de pareja?. ¿Qué es el amor? Definirlo es acercarnos a un terreno más filosófico, que fue pensado e interpretado de múltiples maneras desde Platón hasta Darío Sztajnszrajber. Pero ¿Qué hay en el amor para que dos personas estén juntas 50 años o más? Partir de esa pregunta tan existencial como atemporal fue el disparador de la comedia documental codirigida por los cineastas y docentes Víctor Cruz (Boxing Club, ¡Que vivas 100 años!; Taranto) y Alejandro Vagnenkos (Jevel Katz y sus paisanos, Escuela Trashumante). Desde el comienzo, el relato en primera persona de Alejandro guía la narración atravesando distintas situaciones que le aportan esa cuota de humor mezclada con neurosis, miedos y sarcasmo, que va asociándose al estilo tan característico de la comedia judía, donde la autorreferencia funciona por la universalidad de los temas y situaciones que tratan sus personajes. En este caso, la crisis de Alejandro al llegar a la mediana edad, estar casado hace treinta años y que sus padres cumplan 50 años de matrimonio, lo llevó a indagar y reflexionar sobre el amor, el destino, y el cómo elegimos vivir y sentir. “¿Por qué en una época donde nada es para siempre hay personas (como yo) que apuestan a seguir juntas toda la vida?, se pregunta Alejandro. Para averiguarlo hace diferentes cosas hasta que decide junto a Víctor entrevistar a muchas parejas que hayan llegado a 50 años o más, haciendo un casting que formará parte de la película que vemos construirse a sí misma. Frente a cámara los testimonios le aportan vivencias, costumbres, nostalgia y ternura. Hay amores de todo tipo e historias de lo más diversas. Sin embargo, a todos los une un mismo denominador común: el creer en el amor. Luego de su exhibición en el Bafici 2021, el estreno de Dorados 50 combina el documental con la ficción con originalidad y libertad, invitando al espectador a empatizar y reflexionar sobre uno mismo y sus vínculos. “Me dieron muchas ganas de acompañarlo, dice Víctor, me intrigó mucho saber cómo era eso que le estaba pasando y que no falta mucho para que me pase a mí también (…) La película es un tour de force que nos llevará mediante la búsqueda personal a explorar territorios universales, a rastrear las pistas que nos expliquen qué motiva a estas parejas a compartir cinco décadas de amor”. La amistad y el trabajo como realizadores que comparten Cruz y Vagnenkos desde hace más de veinte años, los llevó a unirse en la primera película en codirección que llevan adelante. En ella apostaron a un género atípico dentro del documental, equilibrando sus intereses, estilos y miradas. Dorados 50 logra ser tan entretenida como reflexiva, porque permite expresar en imágenes y en la voces de sus protagonistas, vivencias que hacen a los lazos de amistad, compañerismo y amor que sólo el cine puede mostrarnos con tanta naturalidad. DORADOS 50 Dorados 50 Dirección y guion: Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz. Dirección de fotografía: Lucio Bonelli, Diego Poleri, Nicolás Pittaluga y Víctor Cruz. Protagonistas: Carlos Skliar, Jorge Gismondi, Marcela Urtasun, Julieta Escardo, Norma Beatriz Del Pup, Juan Carlos Gutiérrez, Miguel Ángel de Piero, Mirta Norma Andrusiw, Norma Castillo, Martha Sosa, Jorge Weiss, Norma Shimamoto, Kinji Imamura, Marta Alessio, Ángel Suchera, Alejandro vannelli, Ernesto Larrese, Roberto Pagliarini, María Inés Corrales, Franco Laso, Blanca Sara Vecchio, Any Katz, Jaime Tarasow, Maria Celia Ramras, Francisco, Horacio Voogd, Nélida Antonia Pedroza, Jorge Armando Fasce, Gabriel Brener, Gustavo Galli, Pablo Pais, Martín Waldman, Aida Tenenbaum, Javier Vagnenkos. Dirección de Sonido: Francisco Seoane. Montaje: Jimena García Molt. Música original: Francisco Seoane. Cámara: Aylen Lopez, Hernán Luna, Rafael Kogan. Duración: 74 minutos.
Con guion y dirección de Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos, este documental con tono de comedia indaga en primer lugar las sensaciones físicas y espirituales de cargar a cuestas medio siglo, el cuerpo ya no es el mismo, ya no responde. Por otro lado, se pone a investigar a través de entrevistas a parejas bien consolidadas que han pasado la prueba de vivir cincuenta años en mutua compañía, cómo se puede mantener vivo el amor durante precisamente nada menos que medio siglo. Alejandro acaba de cumplir cincuenta años y reconoce que ya no es el maratonista que era, y que no sabe muy bien cómo seguir adelante con su vida ya sin niños que cuidar. Tampoco sabe muy bien en qué estadio de su vida de pareja se encuentra. Por eso, en primer lugar visita al analista que no parece aportar mucho, más que las típicas preguntas de rigor “qué piensa de la pareja de sus padres, son felices”. Alejandro no sabe si sus padres son felices, siguen juntos su vida en común y eso es lo que cuenta. Por eso mismo recurre a la ayuda de un amigo filósofo que parece tener más respuestas que el analista, con la ventaja de que no le cobra honorarios, y que le habla en un tono entre poético y críptico, entre café y café, dejando flotar mensajes cifrados que él mismo deberá interpretar. Sin embargo, la duda existencial lo carcome: qué sobrevendrá al cumplir 50. Tanto Alejandro como Víctor, caminando sobre la cinta en el gimnasio, conversan sobre qué rumbos tomar, mientras irónicamente acumulan kilometraje pero siempre fijos en el mismo lugar. Hasta que al fin deciden realizar una pesquisa amorosa transformándose en detectives del amor, haciendo preguntas a parejas que han pasado juntas medio siglo. Así veremos todo tipo de amantes, de profesiones, edades, y orientaciones sexuales diferentes, sentadas muy elegantes sobre un sillón, develando los secretos de la convivencia y la perdurabilidad. Pero también de la previsibilidad y de la costumbre que conlleva vivir en pareja durante tantos años. Con mucho más humor que ironía nos dejamos llevar por las historias de amor, de encuentros y desencuentros, y entre estos últimos asomará la pareja más interesante de todas. En primer lugar, porque tienen más de ochenta, y sin embargo no han pasado juntos más de un muy breve tiempo. Se conocieron de jóvenes, fueron novios, y luego, tomaron caminos diferentes con sus respectivas parejas. Después de unos veinte años se volvieron a ver, pero de una manera fugaz sin que prosperara ningún tipo de relación. Hasta que el destino les impuso el tan conocido dicho no hay dos sin tres. Y finalmente la tercera fue la vencida. Entre maratones, paseos en bote, o encuentros al aire libre, Alejandro y Víctor, directores y guionistas del filme, se lanzan sin red a ese vacío abismático que resulta ser el amor. Por momentos, es imposible no recordar el filme Cuando Harry conoció a Sally (Rob Reiner, 1989) sobre todo cuando las parejas de más edad son las que recuerdan el momento en el que se conocieron, sus reacciones, y el modo en el que se fueron enamorando. El relato vívido y amoroso de las parejas demuestra que se puede ir envejeciendo con humor y con gracia y que el paso del tiempo puede ser burlado incluso y sobre todo con la prepotencia del amor.
Llevar un conteo de las cosas que se van cumpliendo en la vida se puede ver como una obsesiva virtud o un destino cuantificado al exceso: llegar a los 50 años de vida, a los 30 de matrimonio, tantos años de terapia, tantos de amistad. Este documental argentino que se estrena en la plataforma Cine.ar resulta una oda a la pervivencia del amor en pareja a lo largo de la vida. El método de indagación que despliega supone respuestas que vendrán de parte de un conjunto de parejas mayormente relacionadas desde los años 60 entrevistadas en el escenario del bello teatro Roma. Las dudas o las preguntas que se plantea en primera persona Alejandro Vagnenko son un poco tramposas. La respuesta está a la vista. Que el amor para siempre existe, que hay seres en la vida que son imprescindibles, y que más alla de la muerte los corazones seguirán latiendo. En codireccion con Victor Cruz (“La noche de las cámaras despiertas”, “El perseguidor”, “Boxing Club”, “¡Que vivas 100 años!” y “Taranto”), tal vez la única de las personas que aparecen en cámara atravesado por una mirada crítica y divertida: correr en la cinta no es lo suyo y “siempre anda con esa sonrisa”. Propio de un guión organizado, el terapeuta se opone en palabras menos certeras y entendibles al amigo poeta, y la propia posibilidad de enfrentarse dignamente a los 50 trae un chequeo médico y la idea de correr la última maratón. Esa cuestión personal del propio Vagnenkos se cruza con el núcleo central de la pelicula que son las entrevistas a parejas mayores de 60 años: la mayoria heterosexuales, salvo una pareja gay, y la presencia de Norma Castillo, viuda de Ramona Arevalo, primer matrimonio lésbico de America Latina; la mayoría occidentales, salvo Norma y Kinji que son japoneses. Esta zona del film no fatiga pero todo gira en torno al rescate del amor romántico en épocas de su crisis total. No hay lugar para el amor libre, el poliamor, la fluidez de género o nada por el estilo. Al contrario, todo se fundamenta con certeza. Hasta las mismas preguntas. Correcta, prolija y con mucha voluntad de no cuestionar el status quo, los Dorados 50 se presenta como una propuesta por algo tan vintage como el amor romántico.